21.11.09

el pelé ruso (II)

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Alto, fino con la pelota (hoy se diría “un buen pie”), veloz, temible goleador, el centrodelantero Streltsov enseguida se destaca en el torneo soviético. "La pelota jugada por Streltsov tiene ojos" clamaban sus seguidores.

Un año después de probarse en el Torpedo Moscú (el equipo de la fábrica de motores ZIL), ya juega en la Selección; no sólo eso, en sus dos primeros partidos, convierte dos “hat trick” como le dicen los británicos (lo que los argentinos llamamos dos “tricotas”); al año siguiente es goleador del campeonato soviético, para delirio de la hinchada del Torpedo que se pone de pie para verlo jugar.

Pero su momento de gloria llegará en 1956, con sólo 19 años, en las Olimpíadas de Melbourne. Su nombre surge como uno de los puntales de la medalla dorada ganada por la URSS, junto a Lev Yashin (la Araña Negra) e Igor Netto.

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El momento clave es el alargue de las semifinales con Bulgaria, el 5 de diciembre de 1956. La URSS enfrenta un panorama oscuro: un jugador lesionado, otro con una fractura de clavícula y Bulgaria que se pone en ventaja apenas empieza el tiempo suplementario. Se viene la noche, diríamos en el barrio.

Lev Yashin atenaza la pelota en lo alto, parando otro ataque más del equipo búlgaro. Saca alto y fuerte. En el medio, Igor Netto la baja de cabeza. La pelota llega a Eduard Streltsov quien amaga dos veces, dejando a los defensores en el camino, para cruzar la pelota lejos del alcance del arquero búlgaro, empatando el partido. Faltaban cuatro minutos; antes del final Tatushin convierte el 2 a 1 definitivo que pone al equipo soviético en la final.

Streltsov no juega la final que consagra a la URSS por 1 a 0 ante Yugoslavia. La lesión de Ivanov, su compañero en el ataque del Torpedo, decide a Graviil Kachalin, técnico de la Selección, a reemplazarlo por otra dupla ofensiva con la característica común de pertenecer al mismo equipo local. (Después hablamos de los caprichos de los técnicos de hoy… ¡era 1956!). El elegido es Nikita Simonyan quien, después de la final, le ofrece a Streltsov su medalla de oro. En ese entonces, la política del Comité Olímpico Internacional era que sólo los que jugaban la final recibían la presea dorada. Streltsov la rechaza: “Nikita, yo ganaré muchos otros premios”.

El gesto contiene un augurio fallido: la carrera de Streltsov estaba a punto de pegar un giro dramático.

(continúa mañana)

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