22.11.09

el pelé ruso (III)

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Su estilo bohemio, su rebeldía juvenil, su corte de pelo, sus juergas y su tremendo talento lo convirtieron en el ídolo del campeonato soviético. Todos motivos más que suficientes para despertar el celo de la Nomenklatura soviética.

Pero no sólo los burócratas de la dictadura comunista pusieron sus ojos en él. También lo hizo Svetlana Furtseva, una adolescente de 16 años, obsesionada con el ídolo de la pelota. Eso no sería importante, si no fuera que Svetlana era la hija de Ekaterina Furtseva, “protegida” de Nikita Krushev y única mujer en formar parte del Politburó.

Se cuenta que, al regreso de las Olimpíadas, en una celebración al equipo soviético en el Kremlin, Furtseva sugiere el casamiento con su hija. Streltsov la rechaza con: “Ya tengo novia y no me casaré con ella”. Algunos creen que este desaire público Streltsov es la primera palada del pozo de su tumba. Otros apuestan a un comentario indebido en una fiesta: “Nunca me casaría con ese mono. Prefiero que me cuelguen antes de casarme con esa chica”.

Poco después de las Olimpíadas, Streltsov se casa con su novia Alla Demenko, cuatro años menor. La boda molesta a la burocracia comunista. “Nos enteramos que se casa, justo antes de un importante amistoso contra Rumania” se lee en un memo interno “Esto revela lo débil que es el trabajo formativo del Torpedo”. Más aún, los servicios secretos lo catalogan como un posible desertor, incentivado por las ofertas recibidas por clubes de Francia y Suecia tras una gira. En el expediente de Streltsov figura la confesión hecha a un amigo de creer que se equivocó al volver a la URSS tras esa gira.

La burocracia comunista mueve sus piezas: al inicio del torneo de 1958, le ofrecen dejar el Torpedo Moscú. Dos equipos se candidatean: el CSKA, el representativo del Ejército Rojo, y el Dynamo Moscú, el de la KGB. Nuevamente, Streltsov muestra su independencia insolente: se niega a abandonar el Torpedo, su club.

(continúa mañana)

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