23.11.09

el pelé ruso (IV)

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1958 se auguraba como el año de su consagración mundial, en el Mundial de Suecia.

Pero antes había que conseguir la clasificación.

Se cuenta que, antes del partido decisivo con Polonia, el Seleccionado parte de la estación Belorusskaya tras esperar en vano por Ivanov y por él. La dupla ofensiva se había ido de farra y pegó el faltazo. En Mozhaisk, el tren se detiene especialmente para que ellos se suban al convoy. Pero hay una amenaza: sólo con goles y clasificando al equipo al Mundial, el técnico Kachalin haría la vista gorda de esta seria infracción.

Streltsov estaba lesionado, pero le ruega al médico de la Selección para que obre el milagro que lo ponga en la cancha contra Polonia. El milagro se hace y Streltsov, lesionado y todo, le alcanza para hacer un gol y dar el pase para otro, lo que clasifica a la URSS al Mundial de Suecia ’58.

“Ni con las dos piernas sanas lo había visto jugar tan bien como hoy en una” diría su entrenador Kachalin.

La clasificación abre las puertas a las fiestas donde abundan las mujeres y el alcohol. Su compinche en el ataque soviético, Valentin Ivanov, lo definió bien: “Era el más fuerte dentro de la cancha y el más débil fuera".

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En la noche del 25 de mayo de 1958, a meses del Mundial, Eduard Streltsov se fuga de la concentración del Seleccionado con dos compañeros, Mikhail Ogonkov y Boris Tatushin. El objetivo: la fiesta que da en su dacha en las afueras de Moscú, Eduard Karakhanov, un oficial que regresaba de una comisión militar en el Lejano Oriente. En la fiesta conoce a una jovencita de 16 años, Marina Lebedeva de la misma edad que su flamante esposa.

De lo que pasó esa noche, en esa dacha en Tarasovka, sólo lo saben Lebedeva y Streltsov.

Sólo sabemos con certeza que a la mañana siguiente, Marina Lebedeva presentó una denuncia por violación contra Streltsov, Ogonkov y Tatushin. Todos son inmediatamente detenidos.

(continúa mañana)

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