24.11.09

el pelé ruso (V)

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En prisión, Eduard Streltsov confiesa haber violado a Marina Lebedeva. Lo sentencian a 12 años de trabajos forzados y es remitido a un Gulag. Apenas entra a prisión, recibe una paliza de parte de un informante del gobierno. Pasa cuatro meses en un hospital militar recuperándose de las heridas.

Nadie cree en la verdad de la acusación. Se dice que Streltsov cayó en una trampa, que se declaró culpable porque un agente de la KGB le aseguró que así podría jugar el Mundial. Los fanáticos del Torpedo lo apoyan: cien mil obreros de la fábrica Zil organizan una marcha de protesta que disuelven cuando el crack se declara culpable.

El técnico de la Selección, Gavriil Kachalin averigua que Kruschev estaba informado del caso. Se acerca a la sede regional del PC para pedir que el juicio se suspenda hasta después del Mundial. Le dijeron que nada podía hacer, señalando, significativamente, hacia arriba. “Comprendí entonces que era el fin” confesó después.

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“Probablemente la chica estuvo coqueteando demasiado y Edik habrá creído que se trataba de una mas que quería conocerlo" declaró su esposa, embarazada en el momento de la condena a Streltsov. Su embarazo no evitó que Sofía, la madre de Streltsov, la echara de su casa, en cuanto el futbolista entró a prisión. Eran los tiempos del Estado comunista. En cuanto quedaron las habitaciones libres, el Gobierno le asignó un nuevo habitante: un alcohólico. Sofía se quejaba que su nuevo inquilino solía echaba llave a la vivienda, para emborracharse tranquilo, dejándola en la calle. Alla pediría el divorcio poco después de la condena de Streltsov.

La prensa oficial publicaba las cartas de (supuestos) proletariados indignados que declaraban que “eso no es un héroe” y mostrándolo como un ejemplo de las vilezas propia del imperialismo occidental.

Lo cierto es que 21 años, Eduard Streltsov pierde su gran chance de coronarse como el mejor futbolista del planeta, justamente en el Mundial que coronará a un rey de la pelota: el brasileño Pelé con 17 años.

Pasará ahí siete años, los mejores años de la vida activa de un futbolista, siempre manteniendo silencio sobre lo sucedido esa noche en la dacha de Tarasovka.

(continúa mañana)

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