13.3.10

la distancia que hay de “X-Files” a “Fringe”

FRINGE / X- FILES

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data: http://www.imdb.com/title/tt1119644/ / http://www.imdb.com/title/tt0106179/

“Fringe”, la creación de J. J. Abrams (el cerebro de “Lost” y la última película de “Star Trek”), tiene más de un punto de contacto con un clásico, “X-files”: pareja de detectives del FBI, casos sobrenaturales sin explicación estándar racional, conspiración en marcha, freaks, una estética gore. Sin embargo, “Fringe” está a años-luz de la carga dramática de “X-files”; es una cáscara vistosa, pero vacía de los nutrientes vitales para elevar a una serie al nivel de excelencia de su referente. ¿Qué es lo que falla?

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En primer lugar, “Fringe” tiene un problema de casting que “X-files” no tenía. Sólo Anna Torv, la hermosa rubia australiana con cara de enigma permanente, en su rol de la agente Olivia Dunham, aporta la química necesaria para la historia. Su contraparte se divide en dos personajes que no terminan de adueñarse de la trama. Peter (por edad y empatía, la contrafigura romántica de Olivia) es un personaje desdibujado, sin función en la trama ni profundidad psicológica. En la segunda temporada, los guiones tratan de darle más relieve a Peter. Tampoco contribuye mucho la actuación de Joshua Jackson para mejorar la cosa. El otro personaje, mitad serio, mitad cómico, es el Dr. Walter Bishop, el científico loco que tiene mayor responsabilidad en la historia y una mejor actuación de John Noble. En la segunda temporada, la dinámica con Olivia es de amor – odio (no romántico, of course).

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“X-files” concentraba la tensión dramática en la pareja central, con dos claras personalidades opuestas (y complementarias): la racional Scully; el “creyente” Mulder. Como en las buenas historias (remember el Quijote), la confrontación de los personajes evolucionaba a una coincidencia: uno tomaba las características del otro. Para resolver los enigmas del mundo de “X-files”, Scully debía creer y Mulder debía testear sus creencias con la inflexible regla de la ciencia. Y el casting era excepcional, uno de esos raros momentos en que dos actores, hasta ahí ígnotos, logran la mística exacta, tan precisa como misteriosa. David Duchovny y Gillian Anderson lograban (como decía Chris Carter, su creador) que una escena tuviera una fuerte tensión sexual sin que se rozaran un dedo.

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Otra diferencia crucial de ambas series, se da en el nivel del guión. La resolución de los casos sobrenaturales era claramente superior en “X-files”. No se recurría al deus ex machina habitual de “Fringe”: esperar a que el Dr. Bishop recuerde un experimento que se relacione con el crimen que investigan. Es más, “X-files” avanzaba un paso más allá: ni siquiera era vital saber la “solución” del enigma. Muchos capítulos de “X-files” terminaban tan oscuros como habían empezado, por la sencilla razón que la búsqueda de la verdad era el tema central de la serie. Y gran parte de esa búsqueda es caminar a oscuras.

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Donde “X-files” saca evidentes ventajas a “Fringe” es en los rubros de fotografía, iluminación y sonido. La música en “X-files” era una línea más del guión; iluminación y fotografía eran las responsables clima de tensión y misterio de la serie. En eso, “Fringe” tiene una estética más convencional, menos atrayente desde lo audiovisual. El humor en los guiones de “X-files” (muchas veces autorreferenciales) también están ausentes en los capítulos de “Fringe”.

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La conspiración de “Fringe” (un universo paralelo que planea invadir otro) es tan fuerte como la de “X-files” (la invasión concertada de una raza extraterrestre). Pero, nuevamente, la conspiración de “X-files” era vivida de un modo más comprometido por el espectador. Literalmente, nos jugábamos la vida con Mulder y Scully en cada capítulo. ¿Dónde está la diferencia, por qué es tan radical si ambas tienen premisas similares?

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Tal vez por el componente ético de ambas conspiraciones. Es tan improbable (¿quién sabe?) una invasión de un universo paralelo como de seres extraterrestres con el acuerdo del gobierno. Pero “X-files” no era la lucha con el enemigo: era la búsqueda de la verdad. “La verdad está afuera” era el slogan de la serie y el “Yo quiero creer” del póster de la oficina de Mulder era toda una definición de principios. Si “X-files” era épica, no lo era por sus monstruítos ni por los malvados (aún un malvado de la talla del Hombre Cáncer), sino porque era una epopeya la lucha de Mulder por descubrir la verdad, una verdad que fuerzas más poderosas se encargaban, constantemente y con todos sus recursos, de escamotear.

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Que el Universo de Olivia Dunham quede hecho pedazos por el otro Universo invasor, de verdad, no nos va ni nos viene. Pero que Mulder no pudiera ganarle, aunque sea una vez, al Poder detrás del Poder, significaba un puñetazo de lleno en nuestra conciencia.

Ésa es, seguramente, la mayor ventaja de “X-files”: trascender la ciencia ficción para evocar una búsqueda épica de ser humano, connocer la Verdad, así en mayúsculas. Nada más ni nada menos.

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3 comentarios:

Gabriela dijo...

Solo he visto un capitulo de Fringe, que -obviamente- no logró que la serie me atrapara, caso distinto a XF que después de ver los últimos 10 min de un capitulo no la pude dejar.

Una de las mayores diferencias que encuentro entre las dos, es que a pesar de que los temas que se trataban en XF eran -en su mayoria- bastantes increíbles, el modo en que los trataban te hacian creer que podían sucederle a cualquier persona. Caso contrario a Fringe.

G.

Marcelo De Biase dijo...

La verosimilitud dentro del género. En XF era necesario xq siempre estaba Scully diciendo: "Pero Mulder, ¿estás diciendo que...?". La respuesta tenía que ser muy firme o se caía toda la escena.

Montuno dijo...

Echale un vistacito a la tercera temporada, para que veas lo que es una serie bien echa... nada tiene que envidiarle a Lost, 9 capitulos emitidos que son 9 joyas de la television