Me mudé a Villa del Parque en 1997. El barrio no tiene equipos representativos, más allá de ese semillero de cracks que es el Club Parque frente a la plaza de Cuenca y Baigorria. Pero estoy a mitad de dos canchas: la de Argentinos Juniors a unas veinte cuadras, en el barrio de La Paternal, y la (más cercana), la de All Boys, que se confiesa de Floresta pero tiene su cancha en Jonte al 4000 en Monte Castro.
Antes de mudarme a Villa del Parque, vivía cerca, en Devoto, a un par de cuadras de la cárcel. Y, para estudiar Economía en la UBA, me tomaba el 109 que pasaba al costadito de la cancha de Argentinos. Pude ver cómo había quedado un agujero negro con la inhabilitación de la cancha, esa presencia de la ausencia del fútbol en un barrio que tenía ese campo como un monumento de lo que habían perdido.
Posteriormente, llegaron las obras para ponerla a pleno (aún con un par de descensos en el medio) y la esperada reinauguración con el nombre de Diego Maradona para el estadio y unos bonitos murales que fotografiamos hace un año.
http://www.facebook.com/album.php?aid=2028957&id=1450560166&l=72db9017aa
En ese tiempo, de ida y vuelta al trabajo, también comprobé el ambiente de fiesta que embargaba al barrio con la vuelta de su equipo. Los días de partido, la gente en la calle desde temprano, los chicos con la camiseta del Bicho, las banderas en los negocios cercanos, las luces del estadio iluminando la manzana.
El hermano menor, All Boys, el rival del barrio, seguía rutas más modestas, luchando en el ascenso muchos años, tantos que terminaban opacando su breve estada en la primera división en los albores de la decada del '70. A pulmón, se metió en el Nacional B y empezó a formarse un equipo con jugadores de buen pie (como se estila decir ahora) y que, este año, se metió arriba para luchar por el ascenso. También, como el Bicho, el barrio se vestía de fiesta en cada partido, los pibes con la camiseta del Allbo, los murales pintando los alrededores del barrio, algún fanático pintando de blanco y negro la plaza principal de Villa del Parque.
También, hace un tiempo, subimos a Facebook fotos de esos murales:
http://www.facebook.com/album.php?aid=2030562&id=1450560166&l=83c42c7b4f
Con más gloria, el Bicho, con mucho menos All Boys, son equipos que la luchan desde abajo, donde las tristezas y las broncas son más comunes que las felicidades. Ambos son, pese a las desdichas, el equipo del barrio.
Hace una semana, el Bicho, mágicamente, se coronó campeón argentino, en un mano a mano alucinante con Estudiantes de La Plata, pulseada que forzó en un épico partido ante Independiente dando vuelta un 1 a 3 en los últimos quince minutos. El barrio se vistió de fiesta y hubo joda completa, por un título que no pensaba ni el más fanático de Argentinos al comienzo del campeonato.
Y justo, también, en ese fin de semana, All Boys se ganaba el derecho de jugar la promoción con Rosario Central, en un par de partidos, para ver quién jugaba en la primera división el torneo que viene. El miércoles, Rosario, con todos sus pergaminos, se avino a jugar a la cancha de All Boys. Y el barrio estuvo de fiesta... por lo menos hasta casi un minuto antes del final, en el que Central empató. Había que ir a ganar a Rosario, en una cancha más grande.
Y este domingo, hace un rato nomás, le metió 3 a Central, lo mandó al Nacional B y, lo más importante, subió a primera luego de más de 35 años.
En esta tarde de lluvia copiosa, escucho las bocinas de los coches, los cohetes y algún grito alocado, de los hinchas de All Boys que se pasean contentos por el barrio. Intercambiamos mensajes con el diarero amigo, hincha de San Lorenzo y seguidor del Albo, pensando en cuando el Cuervo y la Academia, vengan a jugar en el patio de casa.
Entre tantos millones en juego, jugadores aburguesados, técnicos descontrolados y periodistas subidos a la soberbia del poderoso, el triunfo de los equipos del barrio es un saludable soplo de aire fresco. En este momento vale recordar a esos hinchas, albirrojos, albinegros, que durante tantos años fueron cada domingo, cada sábado, a hacerle el aguante a un equipo que, con toda probabilidad, le iban a dar un disgusto más que una alegría. Y hoy, después de tanto, estarán saltando bajo la lluvia, locos de tanta dicha desconocida.
A ellos, a los que nunca soñaron con una victoria épica, el triunfo que se merecían, por lo menos una vez en la vida.
Aunque en primera será duro, bienvenido All Boys, el equipo del barrio, después de tantos años de exilio en el ascenso.
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