2.8.10

coyote poeta (I)

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Yo soy cantor: flores para esparcirlas
yo las voy tomando: gozad.

Dentro de mi corazón se quiebra la flor del canto:
ya estoy esparciendo flores.

Con cantos alguna vez me he de amortajar,
con flores mi corazón ha de ser entrelazado:
¡Son los príncipes, los reyes!

La fama de mis flores, el renombre de mis cantos,
dejaré abandonados alguna vez:
con flores mi corazón ha de ser entrelazado:
¡Son los príncipes, los reyes!
Para los europeos, era el año de NSJC de 1418. Faltaban poco menos de ocho décadas para conocer ese bosque del valle de México, en el que el rey Ixtlilxóchitl, soberano de Texcoco, intenta escapar de sus captores, el cruel Tezozomoc, el líder de los tepanecas de Azcapotzalco. Tras un asedio de un mes, Ixtlilxóchitl y sus nobles abandonaron la ciudad, resistiendo en las cuevas cercanas para intentar una improbable reorganización del ejército. Rodeados por sus enemigos, Ixtlilxóchitl efectúa su último acto de gobierno: le ordena esconderse a su hijo Acolmiztli. Intentará la última defensa pero, como la sabe imposible, deposita en su heredero el último mandato: sobrevivir para asegurar la descendencia, proteger a sus súbditos y recuperar el reino para vengar su muerte.

Oculto en la copa del un árbol, el joven príncipe ve morir a sus padres, superado en número por sus enemigos.

El príncipe (finamente educado en los principios toltecas de sus ancestros) estaba en manos del destino de su pueblo. Su primer acción es pedirles a sus aliados aceptar la sujeción de Tezozomoc y abandonar la lucha. Él prometía recorrer los poblados vecinos, buscando una alianza para derrotar al invasor. Sabe que hay un precio a su cabeza y que el futuro es sombrío.
En vano he nacido,
en vano he venido a salir
de la casa del dios a la tierra,
¡Yo soy menesteroso!
Ojalá en verdad no hubiera salido,
que de verdad no hubiera venido a la tierra.
No lo digo, pero…
¿qué es lo que haré?,
¡Oh, príncipes que aquí habéis venido!
¿Vivo frente al rostro de la gente?
¿Qué podrá ser?,
¡Reflexiona!
En los siguientes dos años, el príncipe Acolmitztli (“felino fuerte” en náhuatl) deambuló por los reinos vecinos, desbaratando las trampas de sus enemigos. Como símbolo, cambiará su nombre por “coyote que ayuna” o, en náhuatl, Nezahualcóyotl.

En Chalco, el príncipe se ha hecho pasar por campesino, alistándose en el ejército. Descubierta su identidad, el monarca de Chalco lo encierra en una jaula y lo condena a muerte, para ganarse el favor de Tezozomoc. El hermano del monarca se apiada del infortunio del joven y cambia lugares con él. Nezahualcóyotl salva su vida y huye de la ciudad; el hermano del monarca de Chalco es ejecutado por traición.

En 1420, por intercesión de sus tías maternas, consigue que Tezozomoc levante su condena y perdone su vida. Durante ocho años, vive en Tenochtitlan, donde se forma como guerrero, poeta y filósofo. Tezozomoc le permite viajar a su ciudad natal, a Texcoco.
¡Vive en paz,
pasa la vida en calma!
Me he doblegado,
Sólo vivo con la cabeza inclinada
al lado de la gente.
Por eso me aflijo,
¡soy desdichado!,
he quedado abandonado
al lado de la gente en la tierra.
Pero la calma de Tezozomoc es aparente. Sospecha que el príncipe es un riesgo para su descendencia, que, tarde o temprano, cumplirá la promesa hecha a su padre, el rey Ixtlilxóchitl y que vengará su muerte. Próximo a morir, Tezozomoc ordena a sus hijos que se deshagan del peligroso príncipe.

Un nuevo ciclo de emboscadas y persecuciones se suceden. Nezahualcóyotl regresa a Tenochtitlan, donde lo protege su tío, el rey Chimalpopoca. Muere Tezozomoc y su hijo Maxtla, ahora con el mando, redobla la lucha.

En ese juego de idas y vueltas, Maxtla comete un error fatal: asesina al rey Chimalpopoca. Los mexicas, indignados, se rebelan contra la tiranía tepaneca. La balanza del destino se inclina para el lado de Nezahualcóyotl. Su valiosa labor diplomática permite constituir una alianza con otros pueblos sojuzgados y contraatacar. Maxtla debe retroceder y resignar dominios. El cerco se cierra con un asedio de 114 días contra Azcapotzalco, la capital de los tepanecos. La ciudad cae. El propio Nezahualcóyotl mata a Maxtla y Azcapotazlco es saqueada y convertida en ciudad de esclavos.
¿Cómo hay que vivir al lado de la gente?
¿Obra desconsideradamente,
vive, el que sostiene y eleva a los hombres?
(continúa mañana)

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