16.8.10

un policial semántico

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POLICÍA, ADJETIVO
data: http://www.imdb.com/title/tt1337051/

El rumano Corneliu Porumboiu nos sorprendió con su anterior película “Bucarest 12:08” (http://libretachatarra.blogspot.com/2007/05/dnde-estabas-en-la-maana-del-22-de.html), con economía de recursos y un corrosivo humor. Esta nueva película no va a dejar de sorprendernos menos. Cambia totalmente el estilo y se mete en una árida historia en la que la mayor parte del filme es nada, una rutinaria pesquisa policíaca, prólogo para lo que quiere contar el director: una discusión semántica.

Toda la película es una excusa para la escena final, anticipada con una discusión del protagonista con su novia, por el significado de una cursi canción de amor. Lo que parece un diálogo más, es central, porque nos cuenta el propósito de la película. Porumboiu nunca quiso contar un policial. Nos quiso contar (y el título da una pista) el uso de las palabras, el significado preciso detrás de un vocablo, para ocultar una posición.

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La discusión final entre Cristi, su colega Nelu y Anghelache, su superior jerárquico, es un claro ejemplo de cómo se puede construir una cadena de razonamientos que, en algún punto, se vuelven contra uno. La larga discusión sobre el significado de las palabras ubican al protagonista de cara a la verdad: ¿quién sos, en qué lado de la ética te ubicas? No importa cuánto le demos vuelta al diccionario para librarnos de la culpa de una decisión: en nuestro interior, no hay escape posible. Cargamos con el peso de nuestras decisiones y ellas nos definen como personas, más allá de toda interpretación semántica que nos libere de culpa.

En suma, las palabras son una convención. Por más preciso que sea su uso, no tienen significado moral por sí mismas. Los hechos, siempre los hechos, mandan sobre las construcciones verbales. Y Cristi tendrá hasta las cuatro de la tarde para comprenderlo.

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La larga hora inicial en la que básicamente no pasa nada, nos revela los tiempos muertos de la investigación policial, el tedio y la burocracia, la escasez de medios y la absurda dedicación a un caso menor, a un delito (fumarse un porro) que dejará de serlo en unos años. Más allá de un detalle de color, es otro factor decisivo del filme. Cuando en la escena final se definan los estados policíacos, todo este largo introito moroso empieza a cobrar sentido. La estructura policial del totalitarismo de la era comunista, no se ha desmontado. Siguen ahí, los mismos personajes, las mismas estructuras, efectuando el control social de la población, eso sí bajo una pátina democrática constitucional. Pero los hombres, la fuerza policial, mantiene su agenda ajena al cambio de los tiempos.

Como se ve “Policía, adjetivo” tiene muchas aristas interesantes para la reflexión. Pero no es una película sencilla. Hay que atravesar un árido desierto sin acción para llegar al brillante final, en una escena para destacar. Objetivo, por lo tanto, no apto para todo público.

Mañana transcribiremos las principales escenas del filme, así que los que no quieran saber el final, salteen el post de mañana.

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