3.12.13

un hombrecito infame (II)

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Yo no tengo amigos ni esposa. Me parece que estoy pasando por una importante crisis espiritual. Todavía tengo los mismos viejos problemas con el pie, lo que me da dolor incesante y molestias. Y luego están los rumores de que soy homosexual. Los agitadores están tratando de romper nuestro movimiento y constantemente metido en disputas menores. ¡Esto es suficiente para hacerte llorar!
Del diario de JOSEPH GOEBBELS

Eran tiempos en el que el Partido Nazi estaba sin líder, con el encarcelamiento de Hitler por el fallido golpe de 1923. Goebbels se alineó detrás de Gregor Strasser, destacándose por su habilidad periodística. Como líder temporario del partido, Strasser le dio un giro a la izquierda a la organización que no contentó a todos. “Nacional y socialismo. ¿Qué va primero y qué va después?” preguntó Goebbels en un debate partidario.

Cuando en 1926, Adolf Hitler retomó el control del partidario, barrió con la visión izquierdista de Strasser. Hitler condenó el socialismo como una creación judía y reafirmó el concepto de propiedad privada bajo un gobierno nazi. Goebbels se dio de bruces con la realidad: “¿Qué es Hitler? ¿Un reaccionario?” confesó a su diario “ya no creo plenamente en Hitler… se ha quebrado mi soporte interno”.

En abril de 1926, Adolf Hitler concierta una larga entrevista con Joseph Goebbels, en Munich, en la estación de tren. Hitler reprende a Goebbels por haber caído en la tentación socialista del partido. Pero le ofrece un armisticio, un nuevo comienzo, si declara su fidelidad de ahí en más.

“Lo amo” escribió Goebbels en su diario “Él ha pensado en todo. Una mente así de brillante puede ser mi líder. Mi inclino ante su grandeza, su genio político”.

Su rendición fue total. Y Hitler lo retribuyó nombrándolo Gauleiter de Berlín, posición desde donde empezó a perfeccionar su arma más eficaz: sus superlativas dotes de propagandista.
“Las asambleas de grandes muchedumbres son necesarias, pues cuando a ellas asiste el individuo acometido del deseo de alistarse en un flamante movimiento y temeroso de encontrarse solo, recibe allí la primera impresión de una numerosa comunidad, lo cual ejerce un efecto vigorizador y estimulante en la mayoría de las personas. Éstas se someten a la mágica influencia de lo que llamamos sugestión de la multitud”
ADOLF HITLER

(continúa mañana)

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