28.2.07

maratón en la selva

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APOCALYPTO

Si los críticos no tuvieran la crítica escrita, mucho antes de ver una película de Mel Gibson, deberían destacar la capacidad de este director para la recreación histórica a gran escala. Aún en este caso, mezclando algunos hechos históricos, recreando una supuesta civilización maya, “Apocalypto” nos mete en la vida cotidiana de una ciudad precolombina. Este es el punto más fuerte de una buena película, con algunos baches de guión, pero que se deja ver con atención en sus más de dos horas de proyección.

“Apocalypto” es la historia de Garra de Jaguar, un joven cazador con esposa, un hijo y otro en camino, de una tribu de cazadores primitivos de la época precolombina, que son cazados para ser utilizados por un pueblo evolutivamente “superior” como esclavos (en el mejor de los casos) o como sacrificio para sus dioses (en el peor). Pese a su situación desesperada, Garra de Jaguar tiene un solo objetivo: volver con su familia y protegerla de sus captores.

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El guión de Mel Gibson y Farhad Safinia tiene dos segmentos muy claros. El primero (dramáticamente superior) que es la visión de una sociedad que se cree poderosa y eterna y está sólo a meses de ser borrada de la faz de la tierra. El segundo segmento (más convencional) es una persecución de cazadores en la selva, jornada en la que la presa no es otro que el protagonista, Garra de Jaguar. Aunque visualmente sea la parte más atractiva (vertiginosa desde la edición), es la mitad más floja del filme, porque la acción no surge del conflicto dramático. Corren mucho y emocionan poco. Por eso, “Apocalypto” termina pareciendo inferior a cómo empezó y nos deja una sensación de una historia a medias. Es buena (mucho menos violenta que lo que han clamado los críticos locales) pero dista de la obra maestra que pudo ser.

En ese primer segmento, están las ideas más interesantes del filme. Es inevitable comparar la perorata del político sacerdote al pie del altar de sacrificios, con la actual dirigencia norteamericana. El destino manifiesto y la atribución de querer dominar el mundo por siempre trae ecos demasiados actuales para que la comparación sea accidental. Más aún, cuando vemos el desprecio por la vida humana que tiene ese imperio, el maltrato al medio ambiente y la profundización de los errores que acarrearon esos males, dogmáticamente sostenidos como virtudes. La aparición de los españoles no es más que la leve brisa que tira abajo el castillo de naipes. Esa sociedad ya estaba corrompida, de tal modo, que su fin era inexorable.

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Esta línea de la película se pierde durante la persecución en la selva, pero se recupera en la última línea del filme, cuando los protagonistas deben decidir si quedarse y ver qué traen los españoles o buscar otro lugar en la selva. “Buscar un nuevo comienzo” sentencia el protagonista, como un axioma de vida. Todo imperio trae su nueva carga de sojuzgamiento. Los españoles sólo reemplazarán la tiranía maya. Nuevas crueldades y ambiciones sin límite esperan a aquellos que no busquen un nuevo inicio.

Música, fotografía, un elenco creíble, muy buena edición. Los otros pilares de una película que no alcanzó su potencial. Escenas destacadas: la secuencia de los sacrificios; la escena del ataque a la aldea; el encuentro con la nena que profetiza el fin del imperio. Las frases en un post de mañana.

CONSEJO: se puede esperar al video.

26.2.07

Oscar 2007

Pasamos otra entrega de los Oscars, la tradicional fiesta de Hollywood, en el año globalizado de los premios. No podemos con nuestro costado cholulo y arrimamos los comentarios al paso de la ceremonia de este año:

1) ¡Al fin le dieron el Oscar a Martin Scorsese! Se reparó una gran injusticia histórica. Ahora, si tenés que esperar tanto para ganar un Oscar y que te lo entreguen Coppola, Spielberg y Lucas… ¿vale la pena, no?

2) Las más lindas de la noche: Cameron Diaz (¡diosa!), Kate Winslet, Nicole Kidman y Naomi Watts.

3) Batacazo de Gustavo Santaolalla que no la esperaba: declaraba chances nulas en “La Nación” del domingo a la mañana.

4) En general, compartimos las elecciones. Justicia el premio a vestuario para “María Antonieta” y el resto, más allá de alguna sutileza, justificados todos. No hubo robo.

5) Emotiva la ceremonia. Se quebró el frío de las últimas ediciones y se recupero ese clima de fiesta de la industria. Muy piola la conducción de Ellen DeGeneres y los momentos de recopilación histórica (como ese compiladito con las ganadoras a Mejor Película).

6) Impresionante la trayectoria de Ennio Morricone. Más que merecido el Oscar honorario.

7) Un punto aparte para Al Gore y su merecido premio para “La verdad incómoda”.

8) Una sensación que siempre se repite, cada año, cuando se compara (inevitablemente) con nuestro “Martín Fierro”. Qué distinto el respeto de la gente de la industria a sus propios compañeros, comparado con las muestras de mala educación de nuestra comunidad artística que se pianta después de recibir el premio, no aplaude o sigue comiendo, de espaldas al escenario. Valor a la trayectoria y reconocimiento al tipo que llegó ahí por su laburo.

25.2.07

recomendado

Para aquellos que nos hemos clavado con “la obra maestra” recomendada por un crítico de cine de Nación, Clarín o Página, para esos sufridos espectadores que han sabido bancarse los insoportables 80 minutos del nuevo peliculón del cine nacional, para todos esos cinéfilos que se pagan la entrada de su propio bolsillo y sabe, muy interiormente, que algo dudoso se cuece en las cocinas de las críticas de cine de los medios argentinos, es un gusto y una obligación ética recomendar este site:

http://elnuevocineargentino.blogspot.com

“El nuevo cine argentino de Béla Balázs”, residente en Antwerp (Bélgica) :)

Pasen la voz y ténganlo a mano.

De nada.

23.2.07

segundas partes

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CARTAS DESDE IWO JIMA

En comparación a “La conquista del honor”, “Cartas desde Iwo Jima” luce menos arriesgada, más convencional, con menos fortaleza dramática. No hay brillo en esta historia que queda demasiado desconectada de esa primera parte, la visión norteamericana del conflicto. La pregunta es: ¿por qué ha sido elegida esta visión de la contienda como la mejor de las dos películas, unánimemente elogiada por la crítica? No deja de ser un misterio. Tal vez porque resulte más políticamente correcto alinearse del lado japonés que del americano.

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En primer lugar, hay que descartar la presunción que “Cartas desde Iwo Jima” es un espejo de “La conquista…”. Una posibilidad (no es la elegida por Clint Eastwood) es que “Cartas…” fue el reflejo del lado norteamericano. Plantear un guión artesanalmente construido como una maquinaria de precisión en la que cada escena y conflicto de la primera mitad, encuentre una “respuesta” en la segunda, una reinterpretación que cambie el sentido de lo visto. En suma, la primera queda “desmentida” por la segunda y viceversa. Este esquema (complicado pero una deliciosa especulación desde la vereda del guionista) tendría un fuerte tema: la relatividad de la verdad. El héroe de un lado, es el asesino del otro. Bueno, descarten esa presunción porque “Cartas desde Iwo Jima” es otra cosa, una película totalmente diferente que tiene, como única relación con su predecesora, el conflicto bélico. Habrá escenas que “replican” las escenas de “La conquista…” vistas desde el interior del bunker o desde este lado del frente. Pero son meros juegos de edición, sin funcionalidad dramática.

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“Cartas…” es una ficción basada en las cientos de cartas de los soldados japoneses que, muchos años después, se siguieron descubriendo en el interior de las cuevas donde los combatientes murieron resistiendo el ataque norteamericano. En ese mosaico de historias de vida, se mezcla desde el soldado que quiere volver a su vida civil, junto a su esposa, con el general que enfrenta la tozudez de sus oficiales, hasta el joven recluta que quiere morir con honor aunque no sepa bien que es vivir del mismo modo.

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Hay una línea de interés en “Cartas…” que es la presencia del dogma en el mando japonés. El general Kuribayashi como el Barón Nishi son hombres influidos por la escuela utilitaria occidental, ven al soldado no como un elemento descartable sino como el recurso principal de la maquinaria de guerra. No les temblará la mano al momento de sacrificarlos en una acción, pero sabrán protegerlos, minimizar el número de muertes a lo imprescindible. La vieja guardia aristocrática nipona mantiene el vetusto concepto del “honor” entendido como “morir a lo pavote”. Ataques frontales, negarse a replegarse, desperdicio de hombres en embates suicidas. La guerra es terrible, la estupidez es peor; no hay nada que se compare a la combinación de ambas cosas.

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El guión de Paul Haggis e Iris Yamashita no proporciona ningún hallazgo estilístico ni estructural. Tampoco los diálogos brillan particularmente. Hay un deslizarse de la película, gambeteando, disciplinadamente, la posibilidad de la grandeza. No es un bodriazo, por cierto, pero tampoco aporta algo nuevo al cine bélico. Demasiada corrección y buena vecindad con los antiguos enemigos de guerra.

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Del elenco se destaca Ken Watanabe como el General Kuribayashi y el patético personaje del Teniente Ito, con sus bombas colgando del cuello, esperando un tanque norteamericano para morir con honor. Como en la primera película, mención especial para la fotografía de Tom Stern.

Escenas destacadas: la aparición del General Kuribayashi deteniendo la golpiza a los soldados en la trinchera; la escena del perro que ladra; la charla final entre Kuribayashi y Saigo; el banquete de despedida de Kuribayashi con sus “amigos” americanos; la escena del suicidio con las granadas.

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Frases: “Me pregunto si no estoy cavando mi tumba”; “Haz lo correcto, porque es correcto”; “Cada uno tendrá que matar a diez enemigos antes de morir”; “Todo sucede en grupo de tres”; “Siempre estaré al frente de ustedes”; “Lo siento, el agua de acá no me hace bien”; “Voy a recorrer la isla”; “Felicidades. Su esposo ha sido elegido para ir a la guerra”; “Todavía no has vivido lo suficiente para saber lo que estás sacrificando”.

CONSEJO: para ver en cine.

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22.2.07

frases de “La conquista del honor”

¡Enfermero! ¡Enfermero!

Cualquier tonto piensa que sabe lo que es una guerra. Especialmente esos que jamás han estado en una. A ellos les gustan las cosas claras y simples: el bien y el mal, héroes y villanos, y aunque siempre hay cantidad de esos la mayoría de las veces nadie lo es. Aunque creamos que lo son.

Ese día se tomaron muchas fotos que nadie querría ver. Lo que vemos y hacemos en la guerra es crueldad. En increíble. Pero hay que hallarle algún sentido.

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Y si logras tomar una foto. No, la foto correcta... puedes ganar o perder una guerra. Por ejemplo, la foto de ese oficial de Vietnam del Sur volándole los sesos a aquel hombre.. ¡Bum! Eso fue todo. Se perdió la guerra. Solo seguimos ahí fingiendo que no era así. Escoja las otras fotos de ese día. Ninguna era muy diferente.

Creo que lo encontramos.

Es una fea, apestosa y sucia islita rocosa llamada Iwo Jima. Significa "Isla de Azufre" lo que uno puede decir por el olor.

Y dijeron que nadie se quedaría atrás.

Ninguno acaba de disparar. Me tienen nervioso. Tal vez estén muertos todos. ¿Que crees, Doc? ¿Estarán muertos?

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Todo el que vio esa foto pensó que plantar la bandera significaba la victoria. Es todo lo que querían saber. Victoria. A unas semanas de ser tomada la foto la mitad de los hombres en ella habían muerto. Mirándola es fácil creer que el sacrificio no fue en vano.

Los políticos y los actores. Los reúnes y se mueren de viejos antes de pagar la cuenta.

Si no conseguimos 14 mil millones de dólares, no tenemos ni un millón. La guerra terminara a fin de mes. Haremos un arreglo con los japoneses. Y tendremos que regresar a casa, porque los han visto como pelean. Ellos no se van a rendir. 14 mil millones. Las otras tres veces no conseguimos casi nada. La gente en las esquinas ve esta foto y sintieron esperanza. No me preguntes por que, me parece una mierda. Ni siquiera se ven las caras. Pero les dice que podemos ganar y estamos ganando esta guerra. Solo necesitamos cavar un poco más. Quieren darnos ese dinero. No, a ustedes. Pero ustedes no lo quieren pedir. No quieren darles esperanza. Quieren explicar sobre esta persona o la otra bandera.

-Cuando recibí el telegrama no sabía como entenderlo. Al saber que estaba contigo ese día, y verlo en la foto, no sé porqué me hace sentir mejor, pero lo hace. Es tonto… ¿No?
- No lo es.

Dicen que ese es Hank. Y yo honestamente no lo noto. Es extraño que una madre no reconozca a su propio hijo. ¿Pero es él, cierto?

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Quiero esa bandera. ¿No son mis hombres los que la izaron? El cuerpo de marines la tendrá por 100 años. Quiero esa bandera.

Nadie notó el cambio de banderas. Todos vieron la maldita foto e hicieron su propio cuento. Los otros sabían lo que habían hecho y lo que no hicieron. Todos tus amigos muriendo, es difícil que no te digan héroe por salvar a alguien. ¿Pero por levantar un asta?

-¿Quiere que pongamos la bandera en una loma de papel maché?
-Es el mundo del espectáculo. Traten de pararse como la vez anterior. Hagan como si los otros tres estuvieran aquí.
-¿Los muertos?
-¡Sí, sí!

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Es un honor estar frente a un pueblo tan fuerte. Debido a la guerra, los blancos entenderán a los indios mucho mejor. Y será un mundo mejor.

-¿Tú eres él? ¿El héroe? ¡Perfecto! Vayan para tomar la foto. Perfecto, perfecto. ¡Sonrían!

Aunque levantar la bandera no significaba nada para él, de alguna forma sabia que lo era todo para ellos.

Tal vez no existen los héroes. Tal vez solo hay gente como mi papa.

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21.2.07

gastar la imagen

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LA CONQUISTA DEL HONOR

El primer capítulo de la aproximación de Clint Eastwood a la batalla de Iwo Jima, en la campaña del Pacífico de la Segunda Guerra Mundial. La visión del lado norteamericano. Por alguna extraña razón, esta primera película recibió críticas menores y pasó, relativamente, indiferente por las pantallas locales. Sin embargo, “La conquista del honor” es, conceptual y dramáticamente, la mejor de este díptico bélico.

Durante los primeros veinte minutos de película, creemos que vamos a ver otra historia de soldados, la sintaxis clásica del registro de los reclutas en la víspera de la batalla, describir su naturaleza sencilla, sus bravuconadas o humor pavo. Luego, el momento épico y la violencia que contrasta con esa sencillez previa.

Bueno, no es así. Clint Eastwood (con el guión de William Broyles Jr. y Paul Haggis) se dedica a contar la historia de una imagen, la épica foto de los soldados estadounidenses levantando una bandera, en la cima de un cerro. La batalla es una excusa. Porque el tema central de la película es la explotación de la imagen, la utilización política de los que fueron héroes de guerra. El tema de “La conquista del honor” (pésima “traducción” de “Flags of our fathers”) es la historia de los tres soldados que levantaron la bandera en Iwo Jima, utilizados por el ejército norteamericano en deshumanas giras por el país con el objeto de recaudar fondos para financiar la guerra.

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Hay una idea central en el relato: la necesidad de la sociedad moderna de conmover con una imagen. Conmover para no interpretar. Conmover para atontar y responder con un reflejo. De todas las fotos tomadas ese día, fotos heroicas, fotos de hombres en el límite, fotos de compatriotas arriesgando sus vidas, de todas ellas, sólo hay una foto que sirve: la que expresa una victoria. No importa que las otras fotos muestren la verdad; nadie quiere saber la carroña de la guerra. Sólo el triunfalismo banal para que el poder pueda manipular a sus ciudadanos.

En las dos horas de película, Clint Eastwood nos habla de gastar la imagen. Es tan feroz, tan implacable la explotación de esa fotografía que, cada día que pasa, pierde un poco más de sentido, deja jirones de significado en el proceso. Para seguir provocando la reacción, se debe buscar otras vueltas de tuerca, se machaca sobre lo existente, hasta degradar la imagen original. La pose arquetípica se repite: en una estatua, un helado, una recreación en un campo de fútbol. Cada vez más fastuoso, cada vez con más aditamentos, hasta desdibujar el significado primigenio.

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Con gran agudeza, el guión contrapone la historia central con una serie de flashbacks, estratégicamente ubicados. La crudeza del combate cede paso a la no menos cruel utilización pública de los héroes de guerra. El soldado que se ha bancado ver a sus amigos volar en pedazos en el frente, no puede soportar el cinismo y la hipocresía de una sociedad que se los fagocita, con menos respeto que sus enemigos. La foto del gordo con su familia, posando junto al héroe de guerra que hace ondear una banderita deshilachada, es más dolorosa que un hombre desmembrado. Las reglas del campo de batalla son más sencillas: sólo se trata de sobrevivir. En la sociedad, la cuestión hasta dónde tendremos que llegar para sobrevivir, cuál es la cuota de dignidad que debemos dejar para no perecer.

Otra línea es la banalización del acto heroico. La obsecuencia a la imagen de la victoria deja de lado la comprensión del hecho heroico en sí. Lo sienten los tres soldados que representan a los otros, los que quedaron luchando en Iwo Jima: levantar una bandera no fue lo más trascendente que hicieron. Llevar un mensaje bajo fuego, entrar en una cueva presintiendo al enemigo, encarar a la metralla, hundir el cuchillo en el cuerpo del enemigo, son actos que pueden aproximarse al heroísmo. Pero la sociedad domesticada responde a las luces de color, al brillo de la toma vacua en desmedro de la auténtica prueba del valor.

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Esa es la historia que cuenta Clint Eastwood en, tal vez, una de sus mejores películas. Ese es el mensaje central, toda una vuelta de tuerca para no gastar, también, las imágenes de las películas bélicas. Tras “Salvando al soldado Ryan”, ¿cómo contar de nuevo la guerra? ¿cómo mostrar otra vez el horror del hombre bajo fuego, en un campo de batalla? Eastwood ha logrado advertir del riesgo de dejarse encandilar por el fuego fatuo de aquellos propagandistas que jamás pisaron un campo de batalla.

Puntos fuertes de esta historia, el parejo elenco, la fotografía de Tom Stern (con esos grises azulados con aires de fotos viejas, similar a la paleta de colores de “Band of brothers”), la edición, el diseño de arte y la banda de sonido del propio Clint Eastwood.

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Escenas destacadas: el helado cubierto por la salsa de fresa; la foto que se saca el gordo turista con Ira Hayes; las fotos (verdaderas de Iwo Jima) que acompañan los créditos finales; la escena del izamiento de la bandera; la secuencia del desembarco en la playa de Iwo Jima, esperando un ataque que no parece llegar; la escena del soldado que se cae del barco y es dejado atrás por su flota; la discusión con el gobernador y los tres soldados, por los 14 mil millones de dólares a recaudar.

Las frases, mañana.

CONSEJO: imperdible.

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20.2.07

iwo jima

En los próximos días, publicaremos nuestra crítica del díptico fílmico de Clint Eastwood sobre la batalla de Iwo Jima (“La conquista del honor” y “Cartas de Iwo Jima”). Para no sobrecargar la nota con referencias históricas, nos pareció acertado adelantar una breve reseña de lo que fue Iwo Jima en el final de la Segunda Guerra Mundial, junto a un listadito de enlaces para quien quiera profundizar en el tema.

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Iwo Jima (la Isla de Azufre, en japonés) es una isla volcánica, a unos 1200 km de Tokyo. La isla estuvo deshabitada hasta fines del siglo XIX, básicamente porque su suelo es casi estéril. Las únicas tierras que posibilitan algún tipo de cultivo están en la parte norte de la isla, donde prosperó la caña de azúcar y los granos secos, principalmente para el consumo local. La ausencia de agua dulce (sólo la que pueda reservarse de las lluvias), el olor a azufre y la presencia de suelos con ceniza volcánica que hacen dificultoso el avance, completan el cuadro de una geografía apta para la desolación. Su accidente geográfico más destacado es el monte Suribachi (Suribachiyama) de menos de 200 metros de altura.

Iwo Jima entra en la historia por la trascendental batalla que se llevó a cabo durante la Segunda Guerra Mundial, cuando se enfrentaron las fuerzas de Estados Unidos con las del Imperio del Japón, en febrero a marzo de 1945.

La importancia táctica de Iwo Jima residía en que Japón había dispuesto un radar y dos aeródromos en esta isla, con los que podía anticipar el vuelo de los cazas norteamericanos que llegaban a bombardear Japón, desde sus bases en las islas Marianas. Las defensas antiaéreas japonesas, alertada por los puestos de Iwo Jima, provocaban grandes pérdidas en el enemigo.

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Cuando Estados Unidos decidió la invasión a Iwo Jima, la fuerza naval japonesa estaba en ruinas. Los submarinos norteamericanos habían hundido la flota mercante nipona y la armada oriental ya no tenía capacidad ofensiva. Japón sólo se limitó a resistir heroicamente, buscando llegar a un honroso acuerdo de paz con Estados Unidos, con el objetivo de máxima de preservar la figura imperial. Iwo Jima iba a ser el lugar donde los japoneses estrenarían esta táctica de resistencia.

Los japoneses, al mando del general Tadamichi Kuribayashi, acumularon 21 mil soldados en los 20 km cuadrados de la isla, distribuidos en una red de túneles, bunkers y cavernas, especialmente preparadas para afrontar el ataque estadounidense.

Tras los bombardeos previos (inédito según las fuentes militares), se produjo el desembarco norteamericano en las playas cercanas al Suribachiyama, alrededor de las 9 de la mañana del lunes 19 de febrero de 1945. El suelo de ceniza blanda y la fuerte pendiente dificultó el avance de los infantes americanos que recibieron el fuego nipón de los artilleros escondidos en los túneles. Pese a las fuertes pérdidas, las tropas norteamericanas llegaron a la meseta al pie del monte Suribachi y resistieron en esa posición.

Los ataques sorpresa japonesas continuaron durante los siguientes días y sólo el 23 de febrero, las fuerzas de Estados Unidos lograron escalar el Suribachi y hacerse fuertes en esa posición. Fue en esa fecha cuando se logró la histórica foto de Joe Rosenthal, motivo central de la primera parte del díptico de Clint Eastwood.


La toma total de la isla no se completaría sino hasta un mes después, tras un ataque suicida final de los últimos sobrevivientes japoneses. El 25 de marzo de 1945, Iwo Jima estaba bajo el completo control de los Estados Unidos. El saldo: 25 mil bajas norteamericanas (4 mil muertos); 21 mil bajas japonesas (casi todos muertos: sólo sobrevivieron 216 hombres). Para algunos historiadores, la resistencia japonesa en esta isla, decidió a los mandos militares norteamericanos a arrojar la bomba atómica, para forzar la rendición condicional de su enemigo.


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FUENTES:

En Wikipedia hay dos artículos:

Iwo Jima
http://es.wikipedia.org/wiki/Iwo_Jima

y

La Batalla de Iwo Jima
http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Iwo_Jima


Otro sitio con mucha información fotográfica es:

http://www.iwojima.com

En inglés.

Otro dos artículos de interés:

“Polémica en torno a la bandera de Iwo Jima” por Horacio Villalobos
http://www.fotomundo.com/historia/autores/banderas.shtml


“Izando la bandera en Iwo Jima: otra foto con historia”
http://www.microsiervos.com/archivo/mundoreal/izando-bandera-en-iwo-jima.html

19.2.07

una caja de bombones

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MARIA ANTONIETA

Habrá que darle el mérito a Sofia Coppola por su originalidad para abordar el retrato de un personaje histórico con tan mala prensa como María Antonieta. El filme aborda un par de ideas interesantes, algunas observaciones críticas para definir el personaje. Sin embargo, el resultado final dista de ser completo. En algún momento, Sofía Coppola se olvida que, sólo con contexto, no se puede definir un personaje. Que en algún momento, hay que precisar líneas dramáticas y ahondar en las contradicciones de su protagonista. Por eso, la última media hora de “María Antonieta” nos recuerda ese apurado darle vueltas a las páginas del manual escolar (ahora tiene una hija, ahora un hijo, otro más que se muere, ahora viene la revolución, ahora le cortan la cabeza). La protagonista se desdibuja y el final pierde impacto y justeza.

Entre los hallazgos de Sofia Coppola, al abordar el personaje de la última reina de Francia, vale destacar la aproximación desde la adolescente, sacada de su hogar y arrojada a la corte de un país extraño. Algunas escenas nos da la pista que María Antonieta era tan pava como cualquier adolescente de hoy en día. Su sueño era ir de shopping, comer dulces, flirtear con otros chicos, chuparse hasta el agua de los floreros y esperar la llegada del amanecer, papalureando con otros tan giles como ella. Hasta ahí, nada anormal. El gran problema es que María Antonieta no era una piba más de barrio, sino que era la reina de Francia. Y esa actitud, en ese lugar y en ese particular momento histórico, era fatal. La última escena da a María Antonieta una madurez que revela el fin de la inocencia: “me estoy despidiendo” dice, como si cayera en la cuenta que se acabó la fiesta y que hay que decirle adiós a la adolescencia. En su caso, trágicamente, con la muerte violenta.

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Otra idea interesante es la que examina a la corte francesa com una maquinaria con vida independiente, una máquina de picar carne. La pareja real, María y Luis, son dos adolescentes pavotes que no saben bien que están haciendo allí. La maquinaria sigue funcionando por inercia, por un impulso histórico, pero ya da muestras de profundas grietas, de bolsones de pudrición que anuncian la catástrofe. Como toda estructura que se niega a cambiar, se empecina en repetir los ritos que ha confundido con el símbolo. Los inflexibles protocolos (absurdos, ridículos) tienen un objetivo: hacerles creer a los monarcas que la fiel observancia de esos pasos significa ejercer el poder. En realidad, son otros los que mueven las fichas, los que deciden en la cima del poder. A los monarcas sólo les toca representar los ornamentos del poder. Y actuar como chivos expiatorios cuando, frente a la explosión, su sacrificio mantenga incólume la idea de la nación.

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Coppola acentúa ese contraste entre el desborde de la corte francesa y la austeridad de los orígenes austríacos, con un despliegue de ornamentos, telas, moños, texturas, brillos. El vestuario y la escenografía son fundamentales para esta forma de contar la historia, junto a la fotografía de Lance Acord. Ese exceso proyecta el lujo francés, pero como un desborde totalmente incontrolado. Es el síntoma de la cercanía del colapso, como la estrella que crece grotescamente antes de morir. En contraposición, las escenas de la vida rural se muestran más tersas, cálidas, más vivas que todo el oropel de Versailles.

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Podría objetársele a Sofia Coppola que la realidad política y sociológica casi está ausente en este retrato de María Antonieta. Pero esa sería una crítica injusta, porque fue su decisión afrontar el retrato de este personaje no desde el marco histórico, sino desde el psicológico individual. Por eso es hasta imprescindible esa ausencia de toda interpretación política. El pueblo y la Revolución Francesa son marginales en esta visión.

Si hasta acá señalamos méritos, vale contrapesar con cierta fatiga repetitiva que muestra la película, tras la primera mitad. Todos estos hallazgos estéticos se le vuelven en contra. Falta mayor rigor dramático. Y la protagonista central del relato se desdibuja, casi como si fuera un adorno más del abigarrado palacio real.

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Anoten a favor la banda de sonido (con anacrónicos rocks incluidos) y lo linda que está Kirsten Dunst, en especial cuando se desnuda. Una real babita para la rubia, please. (La escena del abanico, para el almanaque del camionero).

Escenas: la escena inicial, antes de los títulos, una síntesis del personaje; la escena en la que María Antonieta deja Austria y pasa a Francia; las breves escena de Asia Argento, la Condesa Du Barry; la secuencia en la granja, lejos de Versailles.

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Frases: “Esto es ridículo”, “Esto, Madame, es Versailles”; “Hay mucha gente en Versailles hoy”; “¿Estás admirando tu avenida de limas?”, “Sólo me estoy despidiendo”.

CONSEJO: es para ver en pantalla grande. Pero si no es fanático del cine, espere al video.

17.2.07

amoníaco

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Remontémonos de nuevo a los antiguos egipcios. El dios patrón de la ciudad egipcia de Tebas, en el Alto Nilo, se llamaba Amón. Cuando Tebas se impuso sobre las demás ciudades egipcias, durante las dinastías XVIII y XIX, la época de mayor poderío militar egipcio, Amón, como es natural, se impuso sobre el resto de los dioses egipcios. Amón exigió la construcción de un gran número de templos, entre ellos uno situado en un oasis del desierto norteafricano, bastante al oeste del centro principal de la cultura egipcia. Este dios era conocido por los griegos y más tarde por los romanos, que lo llamaban Ammon.

Todas las zonas desérticas tienen el problema de la obtención de combustibles. Uno de los combustibles que se utilizan en el norte de África es el estiércol de camello. El hollín producido por el estiércol de camello quemado, que dejó rastros en los muros y el techo del templo, contenía cristales blancos parecidos a la sal, que los romanos llamaron «sal amónica», es decir, «la sal de Ammon». (La expresión «sal amónica» se sigue utilizando en la jerga de los farmacéuticos, pero los químicos de hoy en día llaman a esta sustancia «cloruro amónico».)

En 1774 el químico inglés Joseph Priestley descubrió que al calentar la sal amónica se desprendía un gas de olor penetrante, y en 1782 el químico sueco Torbern Olof Bergmann propuso llamar «amoníaco» a este vapor. Tres años más tarde, un químico francés, Claude Louis Berthollet, determinó la estructura de la molécula de amoníaco.

Está formada por un átomo de nitrógeno al que están unidos tres átomos de hidrógeno, así que su fórmula es NH3.

“Usted también puede hablar gaélico”
“El secreto del universo”
ISAAC ASIMOV

16.2.07

la flecha lanzada

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EL ARCO
“Uso conscientemente los objetos para que los espectadores no vean sólo lo evidente o lo que sucede, sino también otra dimensión. En las películas de Hollywood se entiende todo al verlas una sola vez. En las mías no siempre sucede así, por lo que dije antes. Las segundas y terceras visiones siempre tendrán significados diferentes”
KIM KI-DUK
cineismo.com

Hay un mar y naves como islas que flotan en una deriva imprecisa. Hay una niña que ha crecido en un viejo barco y hace diez años que no baja a tierra. Hay un viejo que cuida de la niña, hoy una adolescente, a la espera de que cumpla 17 años, para desposarla. Hay un columpio en un lateral del navío, donde se balancea la niña, sorteando las flechas que le lanza el viejo cuando lee el futuro. Hay pescadores que vienen al barco y se llevan la ira del viejo cuando se propasan con la joven. También hay un joven; y la sonrisa de la chica cuando lo ve subir al barco. Hay un arco. Un arco que lanza flechas (tres flechas) como insultos ardientes, el mismo arco que se desmonta, para convertirse en un violín de cuerda coreano.

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Símbolos, a veces claros, a veces oscuros, de esta sencilla parábola budista de Kim Ki-duk (el director surcoreano que nos compró con “Primavera, verano, otoño, invierno… y otra vez primavera” y con “Hierro 3”). Con simpleza, desarrollando la historia casi sin diálogos, dejándonos llevar por el acorde quejoso del violín coreano de Kang Eun-Il. “El arco” es una historia de amor otoñal, tal vez imposible, el deseo de un anciano que jamás será complacido.

El arco, símbolo central de la película, hace las veces del palo de golf en “Hierro 3” (o el pez con la piedra atada en su cola, en “Primavera…”), síntesis visuales de la historia. El mismo instrumento que sirve para matar es convertido, por su propietario, en una herramienta para expresar sus sentimientos. Desmontado, vuelto al revés, amplificado el vibrar de su cuerda por un parche cónico, el arco se convierte en un violín. Tal vez, a veces, nuestro amor, nuestro deseo, se convierta en una saeta hiriente, en un sentimiento negativo. El mismo amor feroz se recicla, cuando puede expresarse, como un sublime sentimiento, invisible pero presente, en una secreta conexión cósmica que une a dos personas.

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El cine de Kim Ki-duk es especial y sus películas exigen un cierto tiempo y actitud, una disposición espiritual determinada. Es de esa clase de artistas de no amplia recomendación, de esos cineastas de “amelo o déjelo”, sin medias tintas. Como Kitano, quien pueda disfrutar de esos pequeños detalles, distribuidos en la trama, apreciará su sintaxis cinematográfica y valorará el modo en el que cuenta una historia. (Vale aclarar eso: siempre hay una historia detrás; con otros elementos que el cine norteamericano, pero no se olvida de contar una historia). Los otros, los que no puedan meterse en el juego que propone el director, lo odiarán, se aburrirán, bufarán y saldrán riéndose, como buena parte del público con el que compartí la proyección.

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Escenas destacadas: la joven esquivando las flechas, meciéndose en el columpio; la boda; el “sueño” final, con la barca que navega sola; la primera vez que la chica ve al joven que acompaña a su padre para pescar; las “trampas” que hace el anciano para adelantar el calendario. La frase: “Quiero vivir en tensión como un arco hasta el día de mi muerte”.

CONSEJO: si le gustó las anteriores películas de Kim Ki-duk, vaya a verla. Si no, siga de largo.

15.2.07

alcohol

Ya se sabe cómo son las mujeres (tres hurras): durante muchos siglos se han pintado las pestañas, los párpados superiores y los ángulos de los ojos con la intención de que dichos ojos parezcan grandes, oscuros, misteriosos y seductores. En la antigüedad se servían de un pigmento oscuro (a menudo un compuesto de antimonio) que se molía hasta conseguir un fino polvo. Tenía que ser un polvo muy fino, por supuesto, porque una sombra de ojos grumosa tendría un aspecto espantoso.

Los árabes, con admirable sencillez, llamaban a este cosmético «el polvo finamente dividido». Pero, una vez más, lo hacían en árabe, con lo que el nombre resultante era al-kuhl; la «h» se pronuncia de una manera un tanto gutural que soy incapaz de reproducir, y «al» significa «el» en árabe.

Los árabes fueron los grandes alquimistas de la Alta Edad Media, y cuando los europeos empezaron a dedicarse a la alquimia en la Baja Edad Media, adoptaron muchos términos árabes. Los árabes habían empezado a utilizar la denominación al-kuhl para cualquier polvo finamente dividido, sin relación con sus funciones cosméticas, y los europeos les imitaron. Pero pronunciaban y escribían la palabra de maneras muy diversas, hasta degenerar en la forma «alcohol».

Se da la circunstancia de que los alquimistas siempre se sintieron incómodos con los gases o vapores. No sabían qué hacer con ellos. Tenían la vaga impresión de que los vapores no eran materiales en el mismo sentido que los sólidos o los líquidos, y por tanto los llamaban «espíritus».

Les impresionaban de manera especial las sustancias que desprendían espíritus incluso a temperaturas normales (y no sólo al calentarlas), y de todas ellas, la más importante en la época medieval era el vino, así que los alquimistas hablaban de «los espíritus del vino» para referirse a los componentes volátiles de éste (y nosotros llamamos a veces a las bebidas alcohólicas «espiritosas»).

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Ahora bien, cuando un líquido se evapora, parece pulverizarse hasta desvanecerse, así que los espíritus también fueron llamados «alcohol», y los alquimistas hablaban del «alcohol del vino». Y ya en el siglo XVII la, palabra «alcohol» se utilizaba únicamente para referirse a los vapores emitidos por el vino.

A principios del siglo XIX se definió la estructura molecular de estos vapores. Se descubrió que estas moléculas estaban formadas por dos átomos de carbono y uno de oxígeno alineados. Al primer átomo de carbono iban unidos tres átomos de hidrógeno, al segundo dos átomos de hidrógeno y el átomo de oxigeno, y al átomo de oxigeno un átomo de hidrógeno. Por consiguiente, su fórmula puede representarse como CH3CH2OH.

El grupo hidrógeno-oxigeno (-OH) se conoce de manera abreviada como «grupo oxhidrilo». Los químicos empezaron a descubrir un gran número de compuestos en los que existe un grupo oxhidrilo unido a un átomo de carbono, como ocurre en el alcohol del vino. Todos estos compuestos acabaron por ser conocidos por el nombre genérico de «alcoholes», y a cada uno se le dio un nombre determinado.

Por ejemplo, el alcohol del vino tiene un grupo de dos átomos de carbono al que están unidos un total de cinco átomos de hidrógeno. Se encontró esta misma combinación en un compuesto aislado en 1540. Este compuesto se evapora con mayor facilidad todavía que el alcohol, y el liquido desaparece con tanta rapidez que da la impresión de estar terriblemente impaciente por elevarse hacia su hogar en los cielos. Aristóteles había llamado a la materia que compone los cielos «éter», así que en 1730 esta sustancia que se evaporaba tan fácilmente fue bautizada con el nombre de spiritus aethereus, en castellano «espíritu etéreo», que acabó por acortarse a «éter».

El grupo de dos carbonos y cinco hidrógenos del éter (hay dos grupos así en cada molécula) fue llamado «grupo etílico», naturalmente, y como este grupo está presente en el alcohol del vino, éste dio en llamarse «alcohol etílico» alrededor de 1850.

Entonces sucedió que los químicos consideraron suficiente añadir al nombre de un compuesto el sufijo -ol para indicar que se trataba de un alcohol, con un grupo oxhidrilo.

“Usted también puede hablar gaélico”
“El secreto del universo”
ISAAC ASIMOV

14.2.07

frases de “Noches mágicas de radio”

Una noche silenciosa en una ciudad que sabe guardar sus secretos. Pero hay un hombre que todavía busca las respuestas a las preguntas de la vida. Ese hombre soy yo. O solía ser yo.

Este programa de radio se emitía desde el viejo teatro Fitzgerald y había estado en el aire desde que Jesús estaba en tercer grado. Pero seguía convocando a algunos cientos de espectadores las noches de sábado. Era uno de esos programas de variedades que desaparecieron hace 50 años pero alguien se había olvidado de mencionarlo hasta esta noche.

Caería el telón y todos lo sabían pero nadie lo decía. Era gente del Medio Oeste. Creían que si pasaban por alto las malas noticias, éstas se irían.

Junta los capullos mientras puedas
Oh, el tiempo se va volando
La misma flor que hoy sonríe
Mañana
Estará muriendo


¿Cuánto tiempo has estado en la radio?
Ah. No lo sé. Más de 30 años, creo.

Oye, Guy. ¿Qué crees que vayan a hacer con esta casa? ¿Eh?
Supongo que terminará en el contenedor para escombros que trajeron ayer.

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Ve a decirle a la tía Gladys
Que el viejo perro marrón
está muerto
Un viejo perro marrón
llamado Rusty
Sólo se echó y se murió
Ay, murió por perseguir ardillas
Murió por perseguir ardillas
Murió por perseguir ardillas
Se comió una y se enfermó
Debe haber estado en mal estado
Debe haber estado
En mal estado
Debe haber estado en mal estado
Sólo se echó y se murió


-La falda que llevaba era tan ajustada que podías leer los bordados de su ropa interior. Decía: "Lavar con agua tibia y sólo usar centrifugado suave". De acuerdo, estás inventando esto. Llevaba una camiseta del Monte Rushmore y esos tipos nunca se vieron tan bien. Especialmente Jefferson y Lincoln.
-Entiendo.
-Un poco hinchados pero felices.

La muerte es fácil,
como saltar hacia el aire celeste
y saludar a Dios con las manos.
Dios es amor,
pero no deja todo lo demás
para sostenernos, ¿o sí?
Por eso, cuando pongas la manguera
en el caño de escape...
no esperes despertar y recibir
unas tostadas para el desayuno.
La tostada eres tú.


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-¿Cree en la plenitud del tiempo y del espíritu?
-La mayoría no cree en ello.
-Sería bueno, Sr. Noir, que usted pudiera abrir su corazón a la plenitud del tiempo y del espíritu que nos sostiene y nutre a todos en este mundo.

Estuvo presa 30 días por una rosquilla glaseada. Una rosquilla de 59 centavos.
Si hubiera sido estrella de rock hubiera podido arrojar sofás por la ventana del hotel. No, ni siquiera su propio sofá. Hubiera podido tirar un sofá ajeno por la ventana. Sin saber si había gente abajo. Podría haber aplastado a alguien y a nadie le importaría. Pero si haces música para un público de familias cristianas como nosotras, te olvidas de pagar una maldita rosquilla y te descartan como si fueras un trozo de basura. Prefieren matarte antes que mirarte. Algunas de esas buenas personas, ¿no?

Los texanos. Claro. Hablan raro y sus ojos no se enfocan bien y la carne se les va pudriendo y se les cae... pero bueno. ¿Qué puedes hacer?

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Bueno, será el fin de una era cuando este programa termine, amigos. En la radio no quedará otra cosa que... ¿qué? Gente que te grita y computadoras tocando música.

Cada programa es el último programa. Esa es mi filosofía.

-Es una sensación extraña, ¿no crees?
-¿Qué?
-El silencio.

Al bebé de mamá le gusta
el pastel, el pastel de ruibarbo
El pastel de ruibarbo
Bebopareebop
Sí, el pastel de ruibarbo
Bebopareebop.


Sí, Ketchup, hecho con tomates que capturan la luz del sol que necesitamos en esta parte del país. No somos un pueblo con mucho sol. No somos como la gente que vive en un paraíso, en una playa. Somos gente sombría. Gente que creyó que podía ser peor. Y estamos esperando que sea peor. Descendemos de gente que nos hizo creer que la vida es una lucha y si alguna vez llegas a sentirte realmente feliz, sé paciente. Pronto pasará.

-Y, bueno, hablar con tu caballo no es lo mismo. Mi caballo es muy inteligente.
Sabe matemáticas. Sabe física y química pero no logro enseñarle filosofía.
-No puedes enseñarle filosofía, ¿eh?
-No. La filosofía me la enseña él a mí.

El granjero tenía un toro campeón
Que se cruzaba 200 veces por año
Su esposa le dijo, “¿200 veces?”
“¿No es maravilloso, cariño?
Tal vez deberías mirarlo.
Quizá te muestre cómo hacerlo”
El granjero dijo, “Es un gran toro.
Pero no fue todo con la misma vaca”


-Entré a pagar por la gasolina y él se despierta y decide que necesita usar el baño. Así que regreso. Y pienso que todavía está durmiendo en el asiento de atrás... arranco el motor y manejo hasta Chicago. Lo dejo aquí en Oshkosh. Y él entra en el café y tu madre era la mesera. Así se conocieron.
-Y así nací yo.
-Bueno, al cabo de un tiempo, sí.
-Sí, pero si tú hubieras mirado el asiento de atrás... y hubieras visto que él no estaba, yo no existiría.
-Bueno, él y yo no nos llevábamos muy bien, ésa es la razón.
-Es muy extraño.
-Bueno, no. Creo que es... una de las cosas más hermosas que no hice.

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Oh, mi Señor cumple lo que dijo
Deja que la luz que viene
de lo alto brille sobre mí
Él curó a los enfermos y resucitó a los muertos
Deja que la luz que viene de lo alto brille sobre mí
Que brille
Que siga brillando
Deja que la luz que viene de lo alto brille sobre mí
Ay, Dios
De lo alto brille sobre mí


La muerte de un hombre viejo no es una tragedia.

Perdona sus defectos y agradécele todo su amor y cuidado.

-¿De veras eres un ángel?
-Desde luego.
-Mmm. ¿Y qué es lo que haces?
-Bueno, es una pregunta tonta. No, no. Yo... eh, hago muchas cosas. Traigo consuelo a la gente que está muy triste. Y me aparezco a las personas. Yo...
Pongo lágrimas en una imagen. Una vez puse el rostro del Señor en un tazón de avena. Para levantarle el ánimo a la gente. Ya sabe, ese tipo de cosas. Pero más que nada llevo a personas a ver a Dios. Por eso estoy aquí.

-¿Ése es el chiste?
-Ajá.
-¿Por qué es gracioso?
-Supongo que es gracioso porque la gente se ríe con él.
-Yo no estoy riendo.
-Eres un ángel.

El día es corto
La noche es larga
¿Por qué trabajas tan duro
Para conseguir lo que no quieres?


-¿Cuánto tiempo estuvo este programa en el aire?
-Según algunos, 50 años.
-Algo así. Eh, 30 y... pico.
-Qué extraño. Es como viajar en el tiempo. Me siento como un antropólogo que encuentra una tribu primitiva alrededor de un fuego en el bosque contando historias, con chispas volando por el aire.

Sus brazos que me estrecharon
Por tantos años
Sus hermosas voces
Ya no las oigo
Están en los brazos de Jesús
Y Él les habla
En la hermosa Nueva Jerusalén
Y sé que están en paz
En una tierra de gozo
Pero extraño
A mi mamá
Esta noche


-¿No va a cambiar de idea?
-¡Ahh! No.
-Hay mucha gente buena ahí. Sobre el escenario. Mucha gente. Quiero decir, soy un hombre de mundo como usted... pero esta gente ha dedicado su vida a esto.
-Ahora pueden dedicar su vida a otra cosa.

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-No miramos hacia atrás en la radio. Es la ventaja que tiene. Nadie envejece. Nadie se muere. Sólo seguimos adelante.
-¿Y si eres tú el que muere?
-Voy a morir.
-¿No quieres que la gente te recuerde?
-No quiero que les digan que me recuerden.

Adiós a mi mamá
Mis tíos y tías
Uno tras otro
Fueron a descansar
En las verdes praderas
Junto a las plácidas aguas
Sin emitir ningún sonido


-¿Qué obtienes cuando mezclas agua bendita con aceite de ricino?
-No lo sé, Lefty. ¿Qué obtienes?
-Un movimiento religioso.

Ven a sentarte a mi lado si me amas
No te apures a decirme adiós
Pero recuerda el valle del río Rojo
Y a aquella que de veras te amó



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-Cuando yo oía este programa era como si todos ellos fueran mis amigos. Pero algo pasó, ¿cierto?
-Cierto. Bueno... yo soy eso que pasó.

En el dulce
Porvenir
Nos encontraremos en esa hermosa orilla
En el dulce
Porvenir
Nos encontraremos en esa hermosa orilla
Hay una tierra que es más hermosa que el día

Y gracias a la fe la vemos desde lejos
Porque el Padre nos espera allí
Y nos prepara una habitación


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Nosotros también nos vamos. Hemos terminado aquí y éste ha sido nuestro programa. Recuerden mantener los pies sobre la tierra y las expectativas bien alto, recen para que llueva, conserven el buen humor y coman galletas Powdermilk. Gracias a todos.

13.2.07

adiós Robert

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NOCHES MÁGICAS DE RADIO

Despedida de un maestro, un contador de historias detrás de la cámara. Tras terminar el rodaje de “Noches mágicas de radio”, Robert Altman tapó la cámara y se fue a dormir, recostado contra la nube más cercana. Éste, su testamento de celuloide, es la melancólica despedida de un hombre que se ve venir el final, con cierta nostalgia anticipada y cierta emoción por los tiempos definitivamente idos.

“Noches mágicas de radio” es la historia de la última edición de un anticuado programa de radio de música cristiana, muy del tono del medio oeste americano. Sus integrantes parecen no darse cuenta que han pasado los años y siguen con su show en vivo, desde un teatro polvoriento, seguidos por un reducido público (cada vez más reducido). Pero esta noche es diferente a las otras noches. La radio ha sido vendida a unos texanos (¡cuándo no!) y los nuevos dueños han mandado a un liquidador para sacar del aire al programa. Esa comunidad de decadentes artistas, columpiándose entre el ayer y la incertidumbre del mañana, sale dignamente a despachar los últimos minutos de aire. Mágica sesión con ángeles (precioso ángel Virginia Madsen) que merodean en el set, viniendo a llevarse el alma de un integrante del elenco; amores despechados, sueños descolocados, iniciaciones y finales.

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“Noches mágicas…” tiene ese desorden místico del detrás de bastidores, como lo tenía “The Company”, la mirada de Altman al mundo del ballet (bastante incomprendida por la crítica y el público). En apariencia (sólo en apariencia) no hay historia, no hay acción. Pero a medida que el programa (la película) avanza, comprendemos que estamos asistiendo a una despedida, tristona y dulce, con una lágrima que oscila sin animarse a estallar. Ese grupo de artistas de medio pelo, cercados por el tiempo, el mercado y la muerte (tal vez, quién puede decirlo, sean todos ellos sinónimos) es la carta de naturaleza de ese artesano genial que nos dejó el año pasado.

Aquí, con anticipación profética, Altman levanta una mano y nos dice que no lo extrañemos tanto. Siempre habrá otros debuts, otras voces, otras historias que serán contadas. “La muerte de un hombre viejo no es una tragedia” acierta un personaje, desde la penumbra de un cadáver. Eco del celuloide, Robert Altman nos sonríe desde la nada, con la misma dignidad que Garrison Keillor (G.K.) se niega a despedirse de su público.

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En el apunte (del excelente elenco), anotamos a la espectacular Meryl Streep cuyo máximo desafío, en el futuro, será trabajar en algún película dónde desempeñe un papel mediocre. Porque todo lo que hace, lo hace más que bien. Un hallazgo Garrison Keillor, guionista del filme, que verdaderamente tiene un programa de radio de ese estilo. La banda de sonido, de colección.

Escenas destacadas: la charla entre el ángel y G.K.; la charla entre el ángel y el liquidador; la canción despechada que canta Meryl Streep; la última reunión en el café; la muerte del cantante. Las mejores frases, mañana.

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CONSEJO: sólo para fanáticos de Robert Altman.

12.2.07

duerme

Se filtra la luz de la luna
por los encajes de la cortina,
y un beso de amor se ilumina
sobre tu cuna pintada de azul.

Yo quiero que cierres los ojos
mientras hablamos del hada bella,
por quien, amorosa, una estrella,
volando a su frente del cielo bajó.

Duerme,
como el hada
que en el bosque la noche encerró;

Duerme
sobre el trébol
que en el campo su alfombra tendió;

Duerme
que los lobos
a tus sueños jamás llegarán...

Duerme,
que la estrella,
a tu lado, también dormirá.

La flor es una mariposa
que sobre un árbol quedó dormida.
Y el cielo una lona tendida
donde camina la luna y el sol.

En cambio la noche es un día,
que va vistiendo trajes de sombras
y el pasto del campo una alfombra,
que limpian la lluvia, los vientos y el sol.

Duerme,
que la estrella,
a tu lado también dormirá.

HOMERO MANZI (letra)
HUGO GUTIÉRREZ (música)

11.2.07

benceno

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Comenzaremos por un árbol del sureste asiático, que crece principalmente en Sumatra y en Java. Este árbol rezuma una resina marrón rojiza que al quemarse produce un agradable aroma. En la época medieval los comerciantes árabes habían explorado el océano Índico y los países costeros, trayendo consigo esta resina, que llamaban «incienso javanés». Por supuesto, le llamaban eso en árabe, así que su nombre era luban javi.

Para los europeos que adquirían esta esencia a los comerciantes árabes, su nombre no era más que un conjunto de silabas sin sentido. La primera sílaba, lu, podría ser un artículo definido (lo es «el» en italiano; le y la son «el» y «la» en francés, y así sucesivamente). Por tanto, los comerciantes europeos llamaban a esta sustancia «el banjavi» o simplemente «banjavi».

Esto tampoco tenía sentido, y sufrió una serie de transformaciones: desde «benjamín», por ejemplo (ya que ésta al menos era una palabra conocida), hasta «benjoin», y, por último, hacia 1650, se llamó «benzoin». En inglés esta resina se llama ahora gum benzoin (goma benjuí).

Alrededor de 1608, se consiguió aislar una sustancia ácida a partir de esta resina, que acabó por conocerse por el nombre de «ácido benzoico». Más adelante, en 1834, un químico alemán llamado Eilhart Mitscherlich transformó el ácido benzoico (que contiene dos átomos de oxigeno en su molécula) en un compuesto sin ningún átomo de oxigeno, formado sólo por átomos de carbono e hidrógeno. A este nuevo compuesto le llamó «benzina»; la primera silaba hace alusión a su origen.

Otro químico alemán, Justus Liebig, no estaba conforme con el sufijo -ina, que afirmaba que se utilizaba solamente para compuestos que contienen átomos de nitrógeno, cosa que no ocurría en el caso de la benzina de Mitscherlich. Liebig tenía razón en este punto. Pero propuso el sufijo -oí, que es «óleo» en alemán, porque este compuesto se mezclaba mejor con las grasas que con el agua. Sin embargo, éste no es mejor que -ina, ya que, como explicaré dentro de un instante, el sufijo -ol es utilizado por los químicos para otros fines. Pero este nombre se popularizó en Alemania, donde el compuesto sigue siendo conocido como «benzol».

En 1845, otro químico alemán más (ya les dije que la química orgánica fue monopolio de los alemanes durante el siglo XIX), August W. von Hofmann, propuso el nombre «benceno», que es el que se utiliza correctamente en casi todo el mundo, incluidos los Estados Unidos. He dicho correctamente porque la terminación -eno se suele utilizar para designar muchas moléculas compuestas únicamente por átomos de hidrógeno y carbono (hidrocarburos), y, por tanto, la terminación y el nombre resultan adecuados.

“Usted también puede hablar gaélico”
“El secreto del universo”
ISAAC ASIMOV

7.2.07

lunes, 20.01.1807 – contraataque español

En la madrugada del 19 al 20, se efectúa la salida de las tropas de Montevideo, para atacar a los ingleses. Ruiz Huidobro reúne 2362 hombres al mando del brigadier de ingenieros Bernardo Lecoq, secundado por el coronel Javier de Vianna en una arriesgada maniobra, que dejaría sin defensa la ciudad. El objetivo era que la columna Montevideo arrollara el ala izquierda del ejército inglés, mientras que la caballería del virrey Sobremonte (alrededor de 1700 hombres), marchando entre el ejército inglés y el río, lo incomunicara de la escuadra naval.

Las fuerzas de Montevideo salieron por el camino del Cordón hasta Rivera, donde encontraron la primera oposición frente a la imagen del Cristo del Cordón (ícono emplazado al costado del camino), una avanzada de 400 hombres que los defensores de la ciudad hicieron retroceder. El coronel Browne reforzó al ejército inglés con tres compañías, para frenar el avance español.

Auchmuty vio una oportunidad favorable. El ejército español todavía se hallaba encolumnado en una calle rodeada de cercos de tuna y maizales de gran altura. Dispuso que el Batallón Ligero provisorio y los Rifleros (regimiento 95) formaran paralelamente al enemigo, infiltrándose entre los maizales, para caer de improviso, sobre su flanco izquierdo.

La habilidad de las tropas británicas para esta maniobra, decidió la batalla: el ataque sorpresivo deshizo las tropas españoles que huyeron, en desbandada, hacia Montevideo. El ataque posterior inglés fue una matanza: cerca de 200 muertos y 400 heridos españoles contra, apenas, 149 bajas inglesas.

“Las consecuencias de este combate fueron mayores que la acción en sí” reporta Auchmuty en su parte “En vez de encontrarnos rodeados de caballería y en guerrilla continua, muchos de los habitantes del país se separaron y se retiraron a sus pueblitos, y se nos permitió, con toda calma, iniciar el sitio”.

Es de destacar, como señala Carlos Roberts que idéntica maniobra, con similar resultado, intentaría el General Paz, en 1844, rechazado por las tropas de Oribe y Pacheco en el mismo lugar que Auchmuty lo hiciera con Lecoq en 1807.

Esa misma tarde, Auchmuty fija su campamento definitivo, entre el arroyo de la Aguada y el Río de la Plata, tomando posesión de los pozos de aguas cortando la provisión de agua para la ciudad, pues Montevideo (edificada sobre granito) no tenía pozos, sólo aljibes que reservaban las aguas de lluvia, escasos para abastecer a toda la ciudad.

Ese mismo día, el enviado del Cabildo de Montevideo llegaba a Buenos Aires para pedir ayuda.

(Éste y otros posts sobre las invasiones inglesas pueden consultarse en: http://invasionesinglesas.blogspot.com)

6.2.07

monsieur Le Blanc (parte IV)

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Sin mentor, la confianza de la francesa comenzó a menguar y en el plazo de un año abandonó las matemáticas puras. No continuó su aportación a demostrar el último teorema de Fermat, pero se embarcó en una emocionante carrera como física, una disciplina en la que de nuevo volvería a destacar por el simple hecho de oponerse a los prejuicios establecidos. Su contribución más importante a la materia fue Memoria sobre las vibraciones de las láminas elásticas, un texto de gran brillantez que sentaba los cimientos de la teoría moderna de la elasticidad. Como resultado de esta investigación y de su labor en el último teorema de Fermat recibió una medalla del Instituto de Francia y se convirtió en la primera mujer que, sin ser esposa de alguno de sus miembros, asistió a las conferencias de la Academia de las Ciencias. Hacia el final de su vida restableció su relación con Carl Gauss, y éste convenció a la Universidad de Gotinga para que otorgara a Germain un título honorífico. Por desgracia, Sophie Germain falleció de cáncer de mama antes de que la universidad pudiera concederle el honor.

Mirándolo bien, era con toda probabilidad la intelectual femenina más profunda que Francia jamás haya engendrado. Y ahora, por extraño que pueda parecer, cuando el funcionario cumplimentó el certificado de defunción de esta eminente socia y colaboradora de los miembros más ilustres de la Academia Francesa de las Ciencias, aquél la definió como una rentière–annuitant (una simple mujer sin oficio) y no como una mathématicienne. Pero la cosa no acaba ahí. Cuando se erigió la torre Eiffel, en la que los ingenieros se vieron obligados a poner una atención especial en la elasticidad de los materiales utilizados, en esta grandiosa estructura se inscribieron los nombres de setenta y dos sabios. Pero nadie encontrará entre ellos el nombre de esta hija de la sabiduría cuyas investigaciones contribuyeron en tan gran medida al establecimiento de la teoría de la elasticidad de los metales: Sophie Germain.

SINGH SIMON
“El enigma de Fermat”