31.12.09

comedias francesas

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HÁBLAME DE LA LLUVIA / MIS ESTRELLAS Y YO
data: http://www.imdb.com/title/tt1065332/ / http://www.imdb.com/title/tt1213922/

La comedia norteamericana suele ser una sucesión de gags, alrededor de una alteración inicial de la “normalidad” que pone en movimiento la trama. Son estructuras dirigidas a la carcajada. Las comedias francesas parte de esa alteración inicial pero la misma no cambia esencialmente la “normalidad”; si las comedias de Hollywood tienen la finalidad de la carcajada, el propósito de las comedias francesas es la sonrisa.

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Cada pueblo se ríe de cosas distintas y de un modo radicalmente diferente. Sospecho que los argentinos estamos, en mayor proporción, más cerca del tipo de humor francés que el del estadounidense. Nos parece más verosímil. Más aún: me atrevo a sostener que estamos más cercanos a la observación ácida de la sociedad, al detalle sociológico, que está presente en el grotesco, nuestro humor emblema. Como pueblo nos reímos más del individuo que hace el ridículo por querer congeniar con cierto estereotipo sociocultural que del pobre diablo que hace el ridículo accidentalmente. En los años de oro del cine nacional, el cliché eran los señores paquetes estirados puestos en evidencia por el pobretón de buen corazón (sea una Catita o un Felipe). Casi podría decirse que para reírnos sin culpas necesitamos cierto nivel de verosimilitud (aún en un género tan inverosímil como la comedia). Por eso no terminamos de comprar la sucesión de improbables gags de las comedias hollywoodenses.

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Coexisten en la pantalla local, dos comedias francesas que comparten esta cualidad de propensión a la sonrisa; difieren en su objetivo final. “Háblame de la lluvia” de la directora, actriz y guionista Agnès Jaoui es una película a un ritmo menor, una trama que tarda en encontrarse hasta cerca del final, cuando los personajes hallan, cada uno a su modo, alguien que los ame. Hasta allí, más allá de alguna escena afortunada y del buen casting, no termina de desplegarse la trama. Aún en la comedia, se necesitan conflictos dramáticos. En “Háblame de la lluvia” esos conflictos están latentes, pero nunca se explicitan.

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La crítica señala la mirada de Jaoui a una clase social que enfrenta el nuevo milenio con una dosis pareja de confusión y aburrimiento. Coincidimos: los personajes de “Háblame de la lluvia” transitan por un momento de sus vidas en la que querrían ser una cosa distinta a la que son pero que saben imposible de lograr. La escena final en que los personajes se “emparejan” sugiere que la única tabla de salvación es tener a mano a alguien a quien abrazar y nos abrace.

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En “Mis estrellas y yo”, el detalle social está ausente. El filme tiene como objetivo hacernos reír, no agregar ninguna dimensión trascendente. Tal vez por eso esté un escalón por debajo, aunque es más sólida argumentalmente. La película de Laetitia Colombani (directora y guionista; ser mujer es otra coinciencia accidental con Jauoi) nos cuenta la historia de un cholulo (Kad Merad) que ha arruinado su vida por entrometerse en la vida de tres estrellas de cine que ama: la veterana (Catherine Deneuve), la bestia sexual (Emmanuelle Béart) y la joven bonita en ascenso (Mélanie Bernier). Lo que no cuenta el cholulo es que las tres brujas se pondrán de acuerdo para arruinarle la vida, demostrando el refrán que recomienda no desear demasiado algo porque podría terminar cumpliéndose.

“Mis estrellas y yo” emprende buen rumbo hasta la mitad del filme, sobre todo cuando abundan los guiños cinéfilos, tales como Catherine Deneuve robándose el postre de sus colegas o escondiendo bombones de su secretario, o las alusiones a la ligereza sexual del personaje de Béart, en ambos casos tomándole(se) el pelo a las propias divas que encarnan a las tres divas de ficción.

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La segunda mitad es menos fuerte, más convencional y parecería que le falta una vuelta de tuerca, sobre todo en la relación del cholulo y su ex esposa. Una prueba de la endeblez del relato es que se pierde la muy buena historia secundaria de Robert y su gato (se roba la película, el minino).

Si se me permite fantasear, hubiera cargado el peso de la película en la ex de Robert, el cholulo insoportable. Hasta ahí la tipa estaba podrida de la pasión de su marido y su falta de compromiso. Parte con su hija y está a punto caramelo para caer en brazos de su compañero de trabajo que la viene asediando desde hace tiempo. Hubiera sido interesante que la película sondeara la alternativa de un cambio en la conducta de la esposa de Robert, cuando las divas lo asedian. Tal vez, mostrando que ella no es menos cholula que su ex, mostrándose celosa en una aceptación implícita que, si el tipo consigue la atención de esas diosas, no era tan pelotudo como parecía.

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Ahí uno se imagina otra película, con la mina saltando como leche hervida, marcando territorio a las diosas del celuloide, como para que no queden dudas que, si de la pantalla para allá, ganan ellas, de la pantalla para acá, es dominio exclusivo de las minas de carne y hueso.

El filme sigue otro camino menos sexista, más conformista de las limitaciones de la vida y, por tanto, un poco menos poética. Igual podemos confiar que, en cuanto le suelten la rienda, Robert volverá por las suyas. La última imagen (el poster firmado por Zinedine Zidane) nos da esperanzas de que no todo está perdido.

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30.12.09

la escritura del dios

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Horas después empecé a avistar el recuerdo: era una de las tradiciones del dios. Éste, previendo que en el fin de los tiempos ocurrirían muchas desventuras y ruinas, escribió el primer día de la Creación una sentencia mágica, apta para conjurar esos males. La escribió de manera que llegara a las más apartadas generaciones y que no la tocara el azar. Nadie sabe en qué punto la escribió, ni con qué caracteres; pero nos consta que perdura, secreta, y que la leerá un elegido.

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Una montaña podía ser la palabra del dios, o un río o el imperio o la configuración de los astros. Pero en el curso de los siglos las montañas se allanan y el camino de un río suele desviarse y los imperios conocen mutaciones y estragos y la figura de los astros varía. En el firmamento hay mudanza. La montaña y la estrella son individuos, y los individuos caducan. Busqué algo más tenaz, más invulnerable.

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Dediqué largos años a aprender el orden y la configuración de las manchas. Cada ciega jornada me concedía un instante de luz, y así pude fijar en la mente las negras formas que tachaban el pelaje amarillo. Algunas incluían puntos; otras formaban rayas trasversales en la cara interior de las piernas; otras, anulares, se repetían. Acaso eran un mismo sonido o una misma palabra.

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¿Qué tipo de sentencia (me pregunté) construirá una mente absoluta? Consideré que aun en los lenguajes humanos no hay proposición que no implique el universo entero; decir el tigre es decir los tigres que lo engendraron, los ciervos y tortugas que devoró, el pasto de que se alimentaron los ciervos, la tierra que fue madre del pasto, el cielo que dio luz a la tierra. Consideré que en el lenguaje de un dios toda palabra enunciaría esa infinita concatenación de los hechos, y no de un modo implícito, sino explícito, y no de un modo progresivo, sino inmediato.

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Un dios, reflexioné, sólo debe decir una palabra, y en esa palabra la plenitud. Ninguna voz articulada por él puede ser inferior al universo o menos que la suma del tiempo. Sombras o simulacros de esa voz que equivale a un lenguaje y a cuanto puede comprender un lenguaje son las ambiciosas y pobres voces humanas, todo, mundo, universo.

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Un hombre se confunde, gradualmente, con la forma de su destino; un hombre es, a la larga, sus circunstancias. Más que un descifrador o un vengador, más que un sacerdote del dios, yo era un encarcelado.

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Que muera conmigo el misterio que está escrito en los tigres. Quien ha entrevisto el universo, quien ha entrevisto los ardientes designios del universo, no puede pensar en un hombre, en sus triviales dichas o desventuras, aunque ese hombre sea él. Ese hombre ha sido él, y ahora no le importa.

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Los fragmentos seleccionados pertenecen al cuento “La escritura del Dios” de Jorge Luis Borges.

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Las imágenes pertenecen a la exposición “La complejidad” del artista plástico Andrés Giles. Más datos en:
http://centroculturalrecoleta.org/ccr-sp/exposiciones/2009/11/27/andres-giles/

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o en el sitio del autor:

www.andresgiles.com

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y un álbum personal con fotos de la exposición puede consultarse en:

http://www.facebook.com/album.php?aid=178543&id=163209071420&ref=nf

29.12.09

matriarca siniestra

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AGOSTO
data: http://www.criticateatral.com.ar/index.php?ver=ver_critica.php&ids=1&idn=1778

El pasado 20 de diciembre terminó la temporada de “Agosto. Condado de Osage”, la obra teatral de Tracy Letts, actor y dramaturgo norteamericano, merecedora de un Tony y un Pulitzer. La obra tuvo el privilegio de, desde Chicago, conquistar Nueva York, una pequeña proeza en el teatro estadounidense. La versión de Buenos Aires (respetando los detalles de la puesta “llave en mano”) contó con un elenco privilegiado, encabezado por Norma Aleandro y Mercedes Morán, esta última responsable de adaptar la obra.

“Agosto” es una obra despareja: hay mucho para podar en las casi tres horas de duración. Hay diálogos que sobran, chistes que no aportan dramáticamente nada, desniveles de un libro que hubiera ganado apelando a la concisión. Pero, más allá de esos picos y simas, “Agosto” logra cachetearnos, mantenernos en un puño y sufrir o gozar con los dilemas de los personajes. Esto es, nos hace participar de la magia del teatro. Con recursos clásicos, nada menos que la palabra, desgrana el drama de una familia perversa que opera como símbolo de la sociedad norteamericana.

En una casona familiar, impera la lógica enferma de la dueña de casa, Violeta, fantoche empastillado que danza al borde de la locura. Ramón, el padre, compensa el delirio de su esposa con el alcohol. Escritor fracasado, gris profesor, el hombre se refugia en sus libros y en su botella de whisky. A partir de su desaparición, retornan al hogar las tres hijas: Bárbara, Eli y Carolina. Cada una con su problema y su personalidad, cada una participando, aún sin querer, del juego perverso de la madre.

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Entre frases ingeniosas y gags eficaces, la obra provoca la carcajada; pero el humor es el contraste para la pesada carga dramática que se asiste en escena. Cuando las piezas se reúnan, en el final, veremos cuál es el motor dramático de Violeta: ser la más fuerte. “Yo fui más fuerte que él. No pudo conmigo” expresa el personaje antes del final.

En esa frase, el personaje desnuda la mecánica del drama: todos los personajes se relacionan a través de la agresividad, de demostrar cuán fuerte se es sobre el otro, aunque eso implique su destrucción. En esa dinámica se refleja que esa casa y esa familia no sólo es un drama particular, aislado, sino una proyección del sueño americano. No por casualidad la obra empieza y cierra con el personaje de la nativa americana, la representante de los auténticos pobladores del Condado Osage. Los valores familiares de una y otra cultura son opuestos; la lógica de la imposición sólo puede terminar de un modo: solo.

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La escenografía, la gran casa en el centro del escenario, permite operar a los personajes en varios niveles; las luces parcelan los centros de interés del relato. La casa luce como espacio común, pero también como cárcel. Los personajes quieren escapar de la casona familiar pero siempre vuelven, como los hilos de una telaraña.

Los desniveles que señalamos en el libro, se repiten en el elenco. Mercedes Morán se destaca sobre todos; sus líneas (aún las más flojas dramáticamente) exhiben una convicción que se despega del resto. Se da, además, un fenómeno interesante: la actuación de Morán crece cuando interactúa con Norma Aleandro; en esa sociedad, crece la tensión dramática de la obra, alcanzando el punto máximo en la escena previa al intervalo, cuando su personaje, Bárbara, pasa a tomar el mando del hogar, siguiendo los pasos de Violeta.

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Norma Aleandro está bastante contenida en su habitual desborde y vuelve creíble a ese personaje en el borde. Otros puntos fuertes: Antonio Ugo (el tío); Fabián Arenillas (Marcelo, el novio de Carolina); Vanesa González (la hija de Bárbara).

Es interesante notar cómo el intervalo hace decaer la pieza. La obra tarda en meterse en la acción nuevamente. Este fenómeno es notorio en la actuación de Mercedes Morán que cae ostensiblemente. En la comentada poda del libro, hasta podríamos pensar que el intervalo “casi” termina con el drama. Que la hija más rebelde tome el mando de la casa (y con el cetro, su carga de soledad y resentimiento que lleva implícito) podría haber sido un final digno para la obra.

En suma, aún con sus baches, “Agosto” es una propuesta importante en la cartelera teatral local.

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28.12.09

el cine y su música: the cable guy / fantasy island

el cine y su música
© Jorge Luis Viera


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The cable guy/Fantasy island.
Música compuesta por: John Ottman
Super Tracks Music Group JOCD-b1
Duración: 49'54"


Si nos ponemos a pensar qué nuevos valores vislumbramos en un futuro cercano entre los compositores de bandas sonoras, el nombre de John Ottman debería surgir con la sola mención de este disco promocional. Y es que The cable guy/Fantasy Island muestra a un artista que acepta un desafío y sale airoso, aportando a la vez elementos innovadores.

¿A qué nos referimos? Veamos...

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¿Es factible reemplazar con éxito al creador de un estilo tan personal en la música de cine como Danny Elfman?. Suena bastante complicado, ¿verdad?. Sin más demoras admitamos que Ottman lo logró con estos trabajos, al punto de convertirse en más "elfmaniano" que el propio Danny.

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En The cable guy (1996) escuchamos un tema principal con claras reminiscencias de Edward Scissorhands (Danny Elfman, 1990) que servirá para, de ahí en más, caracterizar al enajenado protagonista (Jim Carey), que vive únicamente a través de la televisión. Aprovechando esta circunstancia, Ottman visita la música de los clásicos catódicos Yo quiero a Lucy (I love Lucy) en los temas "Memories" y "Moving on", y Hechizada (Bewiched) en "I´d lock up", más el motivo del programa de concursos Jeopardy.

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Todo esto sin dejar de hacer su propio comentario, a veces un poco triste, otras un poco feliz. Pero nunca demasiado en serio, ya que el tono del film del actor y director Ben Stiller transita esos dos aspectos continuamente. Inclusive, el compositor, basado en un fragmento que lo posibilita, se da el lujo de retomar en versión propia el tema de North by Northwest (1959), que pertenece al maestro de la época dorada de Hollywood: Bernard Herrmann. Casualidad, o no, principal influencia en el estilo de Danny Elfman. Sin dudas, un excelente trabajo que ayuda mucho a ese producto final que es la película.

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Para el episodio inicial de la serie de TV Fantasy Island en cambio, la tónica es diferente. En esta nueva versión (la original data de la década del setenta) la isla en cuestión es más un moderno purgatorio que un lugar donde pasar unas vacaciones paradisíacas y su anfitrión, el señor Roarke (Malcom Mc Dowell en este caso) un hombrecillo diabólico que goza con las difíciles pruebas que hace pasar a sus "invitados".

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El score, por supuesto, refleja claramente los momentos de sorpresa, angustia, suspenso y redención que implica la sola visita a la isla, pero con cierta displicencia. Como la mirada de Roarke ante las desventuras ajenas. Irónica, pero implacable al mismo tiempo. Prueba de esto son los temas "Life and death", "Final Jeopardy/Roarke fantasy/A lift" y "An invitation/Joe well done", los que tienen momentos de contenida emoción, vistos a la vez bajo el prisma de lo sarcástico.

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Es verdad que, en asignaciones posteriores y alternando la composición musical con la dirección de cine, la efectividad de Ottman como músico decayó. Pero aún así, lo expuesto en este CD es disfrutable de principio a fin y le sigue augurando al compositor un interesante lugar entre las promesas que afortunadamente paras los aficionados, se cumplieron.

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Este artículo puede consultarse en: http://elcineysumusica.blogspot.com

27.12.09

linkdos

Varios blogs para recomendar de cuatro amigas de la casa. El primero, “Cuenteando cuentos” de Gaby (sabemos quién es y hasta podríamos dar su apellido; pero mientras no haya un buen precio por ese dato, mantendremos el secreto). Diario personal, fotos de la infancia, arte, muñequitos de paño lenci y mucho más.

http://cuenteandocuentos.blogspot.com/

Una secuaz de Gaby es Julia. En “Las historias de Julia” (esto es, de ella misma), se publicaron algunos posts que los conocedores de Oblogo habrán podido leer en alguna edición. A mí me hizo reír mucho la historia de un jeque. Pero hay más en:

http://lashistoriasdejulia.blogspot.com/

Pero no hay dos sin tres: Cecil (alias Laura) merodea con sus posts en:

http://usadasdecerca.blogspot.com/

Espónjidos abstenerse.

Por último, la última del Club de Chicas Bloggeras, Sweet Carolain que tiene un weblog que se llama “Que parezca un accidente” pero está en esta dirección:

http://locodulcedeleche.blogspot.com/


Lo que me gustó de Sweet Carolain es que se anima a decir que hay bebés feos. Efectivamente, ya era hora de desenmascarar a tanto recién nacido fulero que se lleva los elogios de encima.

Ahora, estas cuatro mujeres al borde de un ataque (no sé si de nervios o de caspa o del Barcelona) se asociaron en un weblog hecho a cuatro manos... No, a ocho... bueno, creo, me parece que ninguna de ellas es manca. El resultado es “La Covacha”:

http://nuestracovacha.blogspot.com/

Pasen la voz y difundan. O las Chicas Bloggeras van a tu casa y te parten la cara.

Después no digan que no les dije.

26.12.09

el lado oscuro de la luna

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CRIATURAS DE LA NOCHE
data: http://www.imdb.com/title/tt1139797/

La oscuridad está ahí, entre las paredes asépticas de un poblado sueco cercado por la nieve. Seres solitarios abombados por el alcohol en bares de mala muerte. Chicos solitarios ultrajados y humillados, practicando frente al espejo una puñalada final. Niños con siglos en sus almas; adultos caídos en el charco más oscuro; muertes grotescas, feroces, sangrientas, debajo de puentes solitarios, colgando de árboles desangrando cabeza abajo.

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En épocas de la saga de “Crepúsculo”, cuando los vampiros juegan a la novela rosa de teenagers, desde Suecia llegó la melancólica visión de unos vampiros adolescentes que ya están gastados por la vida antes de crecer. “Criaturas de la noche” debe guardarse entre las más originales versiones de vampiros. El filme de Tomas Alfredson sobre la novela de John Ajvide Lindqvist (también guionista) recorre un clima opresivo, desolador, mucho antes de que el primer vampiro se presente.

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Vale la comparación con la saga “Crepúsculo” porque a partir de una misma idea (amor adolescente de vampiros) se parten por dos sendas dramáticas opuestas. De la histeria republicana por la virginidad que se adivina en “Crepúsculo”, “Criaturas de la noche” se asoma al lado perverso de la sexualidad. Desde el horror primigenio de la iniciación sexual teñido de las referencias al abuso infantil de los protagonistas. Si puede adivinarse en “Crepúsculo” el beso de final feliz, en “Criaturas...” el beso sólo puede lograrse entre charcos de sangre y carne lacerada; no hay posibilidad de salvación para sus protagonistas, sólo perseverar en existir juntos, contra todo y todos, especialmente contra el pasado.

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“Criaturas...” nos regala algunas escenas inolvidables, oscuras, notables. Citemos algunas: Eli metiéndose en la cama de Oscar; la escena en la pileta; el pacto de sangre entre Oskar y Eli; el primer ataque de Eli; la mujer vampirizada que se incendia en la cama de hospital; la escena en la ventana del hospital. Además, dos rostros imprescindibles, los de Káre Hedebrant y Lina Leandersson, los dos protagonistas principales.

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25.12.09

conozco la canción: god only knows

La canción pertenece al album “Pet Sounds”, el album más creativo de The Beach Boys tan adelantado a su época que no tuvo el éxito comercial de sus anteriores trabajos. La primera palabra del título es “Dios”, una entidad no muy común utilizada para nombrar un tema de amor. Y el primer verso es demoledor: “Quizá no siempre te quiera”. El tema es “God only knows” (“Sólo Dios sabe”) y es uno de las composiciones más conocidas de The Beach Boys.



Brian Wilson, el cerebro de The Beach Boys, se inspiró en un tema de John Sebastian para componer la música de “God only knows”. Tony Asher fue el responsable del tema. Y desde el vamos, los dos sabían que tenían un clásico entre manos. “Era una visión que tanto Tony como yo tuvimos. Es como quedarse ciego, pero estando ciego puedes ver más. Cierras tus ojos: eres capaz de ver el lugar y todo lo que sucede” declaró Wilson. Asher estaba muy preocupado, en cambio, que su letra no arruinara la belleza de la música: “Me preocupaba que quizás la letra no estuviera al mismo nivel que la música: ¿cuántas canciones de amor comienzan con una frase: Quizás no siempre te ame? Me gusta ese giro inesperado, y luché para comenzar la canción de esa manera”.

Desde lo músical, el tema tiene la novedad de incluir el clave y la trompa, instrumentos muy raros de escuchar en un tema de rock. El uso de la batería en el final del tema es otro punto fuerte del tema.

Brian Wilson pensaba cantar el tema. Pero a medida que la canción tomaba forma, cayó en la cuenta que la canción debía ser cantada por su hermano Carl. No obstante, se dio tiempo para darle un consejo decisivo: que lo cantara directo, sin esfuerzo, tomando aliento y haciéndolo fácil. “Estuve muy agradecido de cantar esta canción” declararía Carl Wilson “Me sentí muy afortunado”.

La versión que registra el album “Pet Sounds” fue grabada el 10/03/1966 en los estudios de Western Recorders, en Hollywood. Se necesitaron 20 tomas para lograr la base instrumental que se escucha en la grabación. Los músicos que participaron de la grabación coincidieron que ese fue un momento mágico, una de los momentos musicales más bellos que hayan vivido. La voz fue grabada entre marzo y abril del mismo año, en Columbia Studios de la misma ciudad californiana.

Tal vez, el mejor elogio a “God only knows” haya sido dicho por Bono, quien en 2006, en ocasión del ingreso de Brian Wilson al Hall de la Fama del Reino Unido, señaló que “los arreglos de cuerda en 'God only knows' es una prueba de la existencia de los ángeles”.

La canción ha sido escuchada en infinidad de series y películas. Abre los títulos de “Big love” y cierra los de “Realmente amor” para dar dos ejemplos que vienen rápidamente a la memoria. Y ha tenido infinidad de versiones.

Una versión pertenece a David Bowie en su album Tonight de 1984:



También Elton John se animó con esta canción, en el Tributo a Brian Wilson:



Joss Stone en su album Introducing Joss Stone. El video incluye imágenes de Sawyer besuqueándose con Kate, en “Lost”:



Pero también hay una versión célebre en español, la realizada por Pedro Aznar y Charly García. Video con valor documental, de la presentación en 1991:



Más allá del valor documental del video anterior, ésta es la versión que quedó en el album “Tango 4”:



Otras versiones en vivo. La de Aznar en el teatro ND en 2008:



Aznar con Lebón en el 2007:



Y para el final dejé una versión, la de Mandy Moore cantada en la comedia “Saved!” del 2004:



FUENTES:

La letra de la canción y su traducción:
http://www.songstraducidas.com/letratraducida-God_only_knows_382.htm

El artículo de la canción en Wikipedia. En español:
http://es.wikipedia.org/wiki/God_Only_Knows

y en inglés:
http://en.wikipedia.org/wiki/God_Only_Knows

También en Wikipedia, el artículo sobre Brian Wilson:
http://es.wikipedia.org/wiki/Brian_Wilson

El muy buen artículo de “Cada día un cantar”:
http://rockinandblogin.com/cadadiauncantar/2009/10/the-beach-boys-god-only-knows.html

24.12.09

segundo mejor

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LOS AMANTES
data: http://www.imdb.com/title/tt1103275/

“Los amantes” es sutil, una trama que podría ser absolutamente menor si no fuera porque Joaquin Phoenix se carga al hombro un personaje con rumbo de colisión, un tipo con plena conciencia de que la vida le quitó casi todas las oportunidades de ser feliz. Casi todas... menos una. Y esa es su vecina, Gwyneth Paltrow. (Está bien, está bien, casi que si te da esa oportunidad le perdonás todo a la vida, lo acepto).

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Leonard Kraditor viene de un colapso nervioso. Vive con sus padres quienes, perseverantemente, están arreglando su futuro. Planean la unión con otra familia judía rica, unir las empresas familiares y asegurar un futuro económico a Leonard. Eso sí, tendrá que casarse con Sara quien está entregada desde el primer momento que lo vio.

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Frente al proyecto racional y seguro, está la vecina de Leonard, Michelle, hermosa, histérica, con una relación sin futuro con un hombre casado, adicta a las drogas, un poco snob y dando la sensación de estar siempre al borde de la catástrofe. Esto es, todo lo que un hombre sueña.

La película podría haberse ido al caño del melodrama o el telenovelón rosa. Pero afortunadamente, James Gray (director y co-guionista) prefieren la sutileza de un final trágico. Y adrede escribimos “trágico” porque durante todo el filme sospechamos que Leonard tiene la salida del suicidio a mano. Los tejemanejes de su familia o la utopía de Michelle son los únicos caminos alternativos. Y la resolución implica un camino trágico, sin que Leonard se mate. Porque es trágico quien vive enterrando definitivamente sus sueños y acepta que ya no habrá nada mejor que un “segundo mejor”. Esa resolución dramática convierte a “Los amantes” en un buen filme y que merece guardarse en el recuerdo.

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Hay un par de escenas notables que merecen destacarse, ambas en el final del filme, ambas con diálogos de Isabella Rosellini y Joaquin Phoenix (¡qué cachos de actores!) con una huída y una vuelta de Leonard. En la primera, nos llama la atención el giro en el personaje de Rosellini, la madre de Leonard, de la que esperábamos confrontación y es plenamente cómplice de su hijo; en la última, en una mirada sin esperanzas de Leonard, única testigo del derrumbe de la felicidad de su hijo.

23.12.09

mirá cómo me tomaron de boludo: cobertura de currantía extendida (II)

Mientras mi máquina estaba en observación en algún lugar de Galería Jardín, llamé al seguro y me quejé. Un tal Edgar (¿por qué siempre el que te atiende tiene algún nombre centroamericano? ¿Será que te atiende desde un call center en la otra punta del planeta y que no tiene la más puta idea de lo que le estás hablando?) se mostró sorprendido por lo sucedido y me pidió si podía faxearle, a un número que me iba a pasar, el diagnóstico de la máquina que estaban haciendo en ese momento y que me contestaría en 48 horas.

Crédulo, pasé a retirar mi máquina que se había mostrado perfecta, andaba sin problemas, no atrasaba el reloj y que no sólo no repitió ningún error sino que (sacado el teclado) no mostraba signos de ningún líquido derramado en su interior. “Se equivocaron de máquina” sugirieron. Me hicieron el informe que pagué como debía y me llevé el equipo contento. Mandé el fax y esperé el par de días, pensando que la compañía de seguros haría una auditoria de su servicio técnico. Y sí… soy un ingenuo.

Pasaron las 48 horas y Edgar no dio señales de vida. Llamé. No me atendió Edgar sino una señorita que dijo: “Ah, sí. Lo vimos… Pero nosotros nos tenemos que guiar por lo que dice el servicio oficial. Cómo sabemos si no si es cierto”. “Porqué no te estoy pidiendo ningún resarcimiento económico, sino que te aviso que se equivocaron en un diagnóstico. La máquina anda sin problemas, ¿no es la mejor prueba de que se equivocaron?”. “Y… no, cómo sé…”, “Te llevo la máquina”, “No, porque acá tengo un informe con la foto con el líquido derramado”. “Pero la máquina anda…”.

Repetí el diálogo en persona. Seguían con el mismo discurso de autismo argentino. En las oficinas de la empresa, me di cuenta que la empresa que me atendía no era la importante compañía de seguros cuyo membrete figuraba en la póliza que me habían vendido, sino una ignota compañía de nombre en inglés (cuyos titulares serían, seguramente, chantas argentinos con un 100% de pureza) con quien tercerizaban el servicio. Los muchachos seguían firmes en su tesitura. A lo sumo me ofrecieron llevar el equipo, otra vez, perdiendo otra semana más, al mismo lugar que le pifiaron en el diagnóstico. “¿Y cómo sé que no me van a tirar líquido para tapar un error?”. “Ah, bueno, si no cree en nuestra buena fe…”. Propuse otro servicio técnico oficial. No quisieron. Tenía que ser el mismo. Eso sí, rápida y reiteradamente, ofrecieron dar de baja la póliza y devolverme la plata. Que quede claro: no cumplir con el contrato, sino devolver el precio del servicio.

Antes de ir a Defensa del Consumidor, apelé a un último intento de comunicación. Me presenté en la importante compañía de seguros y presenté una nota por escrito contando el caso. No tenían nadie del sector de cobertura de garantía extendida, que atendiera al cliente, pero aseguraron que la carta iba a llegar al sector. Un mes después, sin respuestas, me presenté. No tenían la más puta idea adonde habían derivado la carta ni quien tenía que contestar. Un solícito empleado, que me dio la razón en todo lo que dije, intentó comunicarse con el sector. Estaban almorzando. “Dame tu número y te llamo, para que haya una respuesta”.

Deben seguir almorzando, porque no me llamaron.

Ahí pasé a Defensa del Consumidor del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Lo recomiendo cuando tengan algún problema comercial. Me atendieron rápidamente, sin dar vueltas y llamaron a una mediación con la empresa.

En realidad, terminaron siendo tres mediaciones, en las que empezaron dándome la razón, pero daban vueltas sobre las soluciones. El representante del servicio técnico justificó su diagnóstico y, en una clara muestra de lo avanzada que está la Informática, me dijo que “Bueno, cuántas veces uno dice que una máquina está arreglada y al rato vuelve a fallar”. También, en otra muestra del uso eufemístico de las palabras (propio del Manual del Chanta Argentino), el ñato dijo seriamente que: “No, yo no dije que la máquina no anda. Dije que no carga el sistema operativo”. Estoy por largar un concurso de para qué sirve una computadora sino carga el sistema operativo. Propongo dos usos: pisapapeles y práctico consolador.

En la segunda mediación, la importante compañía de seguros me ofreció sí otro servicio técnico para verificar que la máquina andaba. Acepté, recordando lo que había dicho en la primera mediación: que no me hicieran perder más tiempo, que me dijeran un día y hora determinada, llevaba la máquina, la abrían en mi presencia y verificábamos que todo estaba bien. “Ah, no podemos… Ellos tienen sus horas, su grilla de trabajos…”, “Justamente, convengan con ellos cuándo van a mirarla. Yo llevo la máquina y la abrimos…”, “Nooooo… No te puedo asegurar eso…”, “Pero ustedes son los que se mandaron la cagada, yo no voy a perder otra semana…”, “Bueno… si usted pone obstáculos ante cada propuesta…”. En el medio tuve que patotear a la mediadora del GCBA que estaba aburridita de la mediación y quería apurarme, como si estuviera pidiendo alguna cosa muy tirada de los pelos.

Cuando vi que la importante empresa de seguros me seguía bicicleteando, acepté la baja de la póliza. La representante legal llamó a la importante compañía de seguros para confirmar el monto de la devolución. Tras media horas de infructuosos intentos (estaban almorzando parece) quedamos en vernos en tres semanas con una oferta.

Me devolvieron la parte proporcional de la póliza (nunca ofrecieron cumplir su parte del contrato) y me restituyeran $55 por el informe que me hicieron sacar en el local de la Galería Jardín. Así dimos por terminada la mediación.

Moraleja: queda claro que la importante empresa de seguros no busca dar un servicio, esto es, extender dos años la garantía de un producto, por eventuales fallas de fabricación, sino que su objetivo es, cobrar la póliza si no pasa nada con el producto, y si pasa, embarrar la cancha y ofrecer la devolución de la póliza. Hay un sesgo claro en la lotería que significa todo seguro: las pérdidas son acotadas cansando al público.

¿Es un modelo sostenible? No. Para nada. Están quemando la industria de las coberturas de garantías extendidas. Cuando el boca a boca (como lo hace esta página) difunda la truchada del comportamiento de esta importante empresa de seguros, la gente le escapará a comprar una póliza y preferirá jugársela a la garantía del fabricante, cambiando el producto (si puede) tras el año habitual de garantía.

En este caso, la jugada de la empresa fue tan absurda que quedó en evidencia, con una máquina muerta que sigue dando servicios cuatro meses después, tanto que este post fue escrito en esa misma notebook que no daba más.

Lo asombroso de todo esto (algo que veo muy repetido en la conducta argentina) es que la realidad no significa absolutamente nada. Ni la importante compañía de seguros, ni su tercerizada, ni el servicio técnico que la había descartado, ni los mediadores del Gobierno de la Ciudad, mostraron la menor intención de ver la máquina en funcionamiento. Que yo tuviera una máquina andando, meses después de un dictamen que la daba por muerta, era irrelevante. Se aferraban a un diagnóstico “oficial” absolutamente de contramano con la realidad. Y pese a ese hecho evidente, no cambiaban su posición. No se conmovían ante la evidencia. Era un mero juego de chicanas leguleyas, sin que importara en lo más mínimo la verdad.

Tanto ha sido corrompida nuestra moral, a tal nivel de imbecilidad hemos llegado que seguimos jugando a la media biblioteca a favor y la media biblioteca en contra, en nuestra vida cotidiana. Sin ver los costos que esa relativización de la verdad tiene en nuestra convivencia democrática.

Los gansos que me trataron con falta de respeto en cada una de las instancias de este reclamo, en ningún momento se dieron cuenta que ese estúpido que les pedía precisiones es el tipo que, con la compra de una póliza, les paga el sueldo. A ellos y a los abogados que representan a la empresa. A cada uno. Y que si ese estúpido deja (como va a dejar de ahora en más) de comprar sus electrodomésticos con una cobertura de garantía extendida, caen sus ventas y, muy posiblemente, pierdan sus trabajos. No dibujaron la línea de puntos de A a B. Creen que el mantenimiento de sus trabajos son totalmente independientes del cliente que tienen enfrente. Y eso es, además de estúpido, nefasto.

Sólo les pido que difundan esta historia, que tengan cuidado al comprar un electrodoméstico y les recomiendo no comprar una póliza de garantía extendida. A aquellos que les haya pasado algo parecido en este rubro, dejen su comentario. Por favor, eso sí, no nombren a las empresas en juego, para evitar el apriete judicial que seguramente ejercerán contra ustedes. Porque ese es el juego: nadie se pondrá del lado de ustedes como consumidores, pero la Señora Justicia será muy aplicada en alinearse junto a la empresa en cualquier acción judicial que ésta emprenda en su contra.

Delicias de la democracia argentina que le dicen.

22.12.09

mirá cómo me tomaron de boludo: cobertura de currantía extendida (I)

Usted, como yo, tal vez sea de esos giles que cuando compra un electrodoméstico acepta la oferta del vendedor de extender la habitual garantía de un año del fabricante por la opción de otros dos años más, cubierta por una sólida compañía de seguros de la Argentina. Cobertura de garantía extendida que le dicen.

Bueno. Debo decir que alguna vez, un sistema como esté, me permitió salvar el costo de un disco rígido que se hizo pupa una semana antes del fin de la garantía. Y como fue eficazmente cubierto, sin problemas burocráticos, era un firme creyente de este tipo de seguros.

Pero, hete aquí, algunas cosas han cambiado en la República en los últimos tiempos. Y esto no podía ser diferente al habitual nivel de chantada con el que convivimos.

Todo empezó con la compra de una notebook con su correspondiente póliza para extender la garantía. La máquina anduvo al pelo, sin problemas serios, hasta que poco después de cumplirse un año de su compra, la máquina empezó a retrasar el reloj, signo inequívoco para los entendidos que andaba mal la batería de la máquina.

Un día, no cargó el sistema operativo y se empacaba en una pantalla negra con la leyenda (en inglés) de que el día y la hora estaban sin actualizar. Ante el percance, como ya había vencido la garantía anual del fabricante, llamé al número telefónico que constaba en la póliza de la cobertura de garantía extendida. Me hicieron un par de preguntas y cuando vieron que no podían solucionar el tema por teléfono, me derivaron a un servicio técnico oficial cercano a mi domicilio.

Llevé la máquina y la dejé. El diagnóstico estaría recién en una semana. Esperamos pacientemente.

Una semana después, llamo al servicio técnico y pregunto qué catzo tenía la máquina. Bueno. La respuesta no era lo que esperaba: “Señor, entró un líquido oscuro, seguramente Coca Cola, y se filtró en la motherboard y la deterioró. Hay que cambiar la placa, US$600 + IVA, el arreglo, pero la compañía de seguros no lo cubre porque fue un daño no accidental”.

Aún con el teléfono en la mano, trataba de reponerme del impacto. En un rápido cálculo, pude balbucear un: “De verdad no me conviene… por ese precio casi compro una nueva”. “Efectivamente” me dice la voz amiga en el teléfono “Nosotros no lo recomendamos. Eso sí, compramos equipos en este estado por US$150”.

Con la agradable sensación de haber perdido el costo de una notebook en menos de un año, utilizable ahora como estético portapapeles, sólo atiné a decir que iba a pasar a retirarla para ver que hacía con los restos mortales de la difunta.

Después de cagar a pedos a mi empleada doméstica, interrogándola en vano con tenazas ardientes y picana eléctrica, de si había derramado algún líquido sobre la máquina; más aún, si había comprado Coca Cola y la había traído a casa, pasé por el servicio técnico y retiré la máquina.

Antes de entrar a mi trabajo, me crucé a Galería Jardín y en el primer local de arreglos de notebooks, entré y pedí un diagnóstico. El tipo prendió la máquina y… ¡voilá!... la máquina inutilizable, para tirar a la basura, destruida y que no servía ni para tirarle al árbitro Brazzenas en una final Vélez – Huracán, ¡cargó Windows Vista!

No sólo eso: abrió sin inconvenientes todos los archivos que tenía en el rígido y hasta el reloj estaba en hora.

Después de mirarme con cara de “¿no se te ocurrió prender la máquina, papá?”, dejé el aparatejo otras 48 horas en observación, por si las moscas.

No canten victoria. Lo peor estaba por venir.

(continuará)

20.12.09

se juega como se vive

la nación

Estudiantes de La Plata estuvo a dos minutos de la gloria. Lo tuvo ahí pero no pudo darle el golpe de K.O. a un Barcelona que venía con el pronóstico de dos o tres goles arriba del Pincha. Si esa pelota cabeceada por Pedro se hubiera ido un par de centímetros arriba, si el balón hubiera rebotado un poco más en el pecho de Messi, si el cabezazo de Desábato hubiera ido un poquito más acá... Demasiados “si” y eso es la esencia del fútbol, “dinámica de lo impensado” como lo supiera definir con precisión Dante Panzeri. Más allá del imponderable (porque Estudiantes pudo salir ayer campeón del mundo y hubiera sido totalmente justificado, como lo fue que la vuelta la diera el Barsa) la final del Mundial de Clubes fue una prueba empírica de que se juega como se vive.

El primer tiempo de Estudiantes fue perfecto. Enmarañó a Barcelona, no lo dejó jugar y pegó cuando tuvo la oportunidad. El Pincha lo planteó peleándolo en el medio, donde hay que ganarle el partido al Barcelona. Y le quitó la pelota y la posibilidad de jugarla con tranquilidad, las claves del juego del mejor equipo de fútbol del planeta en este momento. El 1 a 0 con el que se fue al descanso no era un resultado accidental, surgido de un rebote casual: era la consecuencia lógica de un buen planteo y de un buen desempeño. Y hablaba de la virtud genética que tiene el fútbol argentino en lo táctico, del desempeño colectivo para imponerse en las cimas de este deporte.

El segundo tiempo, sin embargo, mostró la otra cara del fútbol argentino, una cara que se está haciendo costumbre y que se hizo carne en la mediocre clasificación del Seleccionado Nacional: la cara del miedo. Estudiantes retrocedió y se resignó sólo a resistir los últimos 45 minutos ante el Barsa. En parte, claramente, por el empuje del Barcelona decidido a empatar; en parte, también, por el deterioro físico. Pero en gran parte, vitalmente, por la decisión de aguantar, de reventar la pelota a cualquier lado y de sentir que sólo se podía resistir mezquinando con lo logrado en épocas de bonanzas. Casi una metáfora de la sociedad argentina en los tiempos K.

Barcelona no jugó un gran partido. Es más: pudo haberlo perdido. Pero tuvo algo a favor: trató de crear. En contraposición, al rival sólo lo sostenía su vocación de destruir. Y en el fútbol, como suele pasar en el mundo, tienen más posibilidades los que crean que los que destruyen. Porque los que crean se generan sus propias oportunidades; los que destruyen, sólo se limitan a las oportunidades que les deje el rival.

¿Cuánto hubiera valido, en esos últimos cinco minutos del tiempo oficial, en vez de reventar la pelota a la mitad de la cancha, llevarla contra la raya, retenerla, jugar con ella y sacarsela al rival? Barcelona es un equipo que no sabe defenderse; por eso no regala la pelota. Necesita escamotearsela al rival para que no pueda usarla en su contra. Su juego de retención y control del balón es un acto de defensa propia. La que hubiera necesitado Estudiantes para resistir la última oleada azulgrana. Pero hace mucho tiempo que el fútbol argentino dejó de valorar la posesión del balón como elemento defensivo. Y Estudiantes, por ser fiel a esa costumbre, lo sufrió cruelmente en la agonía del partido.

la nación

Cuando Barsa encontró ese último cabezazo agónico, puso cierta justicia cósmica en la cancha. Con falencias, sí, con una versión muy menor, pero el Barcelona anotó una cruz para el lado de los que crean. De Estudiantes sólo quedaban hilachas del físico y mucho amor propio, que lo llevó a aguantar con dignidad el alargue aunque se supiera que el Barsa no dejaría pasar el tren. Tenía el dedo en el gatillo y, en algún momento, lo iba a embocar.

Queda para el análisis, un par de observaciones que, seguramente, será omitida por la prensa local que habla con el resultado puesto. En primer lugar, el cerebro del Barcelona no es Messi, sino Iniesta. Su ausencia se sintió más que la presencia de Messi. De éste, cabe señalar la ridiculez de la FIFA al nombrarlo jugador del partido. Porque Messi fue una sombra en la cancha, enredado en la maraña del Pincha, sin la rebeldía para intentar algo diferente. No muy distinto de lo que sucede cuando se pone la celeste y blanca. Messi se hizo notar tras el empate, cuando se abrió el partido y Estudiantes no podía con el alma en la cancha. Pero, antes, no fue el hombre que Barcelona necesitaba para salvar el partido. Dediquenle ese título a Pedro, un tipo que le cambió la cara en el segundo tiempo y que anotó el empate. De ninguna manera a Messi.

Su juventud y la experiencia que ganará en el futuro, seguramente desmientan la siguiente observación. Pero tengo la sensación que Messi es de esos jugadores brillantes e intuitivos que no salvan un partido por sí solos. Ojo: es excepcional y el mejor del mundo. Pero no es un “lector” del partido, no es un cerebro que maneje los hilos. Lo suyo es repentización y explosión. Hay que darle la posibilidad y cobrará, como en esa jugada que definió la final. Pero cuando el equipo se hunde, se hundirá con él. No es un líder. No lo siente y no creo que sea algo que se pueda aprender. Para anotar cuando se arme la estrategia de la Selección Argentina en 2010, si es que alguno de los responsables del cuerpo técnico se les da la gana de pensar en eso.

la nación

Otro apunte es para Juan Sebastián Verón, el cerebro del Pincha, jugador no querido por esta página y por quien esto escribe, desde su trote cansino en el Mundial 2002 yendo a buscar un lateral con desgano cuando se estaba quedando afuera del torneo en primera ronda. Verón es un protegido de la prensa nacional. Ayer volvió a mostrar que en las finales no es (como Messi) un jugador decisivo. Siendo la manija de Estudiantes, en la arremetida final, debió ser quien pidiera la pelota y la entretuviera, marcando el camino. Tiene la excusa de que estaba en una pierna y que terminó en la cancha más por corazón que por argumentos futbolísticos. Pero volvió a dejar pasar otro partido clave. Queda para el anecdotario, la desvergüenza de los relatores locales del partido de ayer, que lo alababan hasta cuando perdía la pelota. Como ejemplo de lo dicho, cerca del final de los primeros 90 minutos, cuando Verón trata de retener una pelota en ataque, el relator señala “Verón la quiere tener...”. No bien termina la frase, un defensor del Barsa le saca la pelota y la revolea a la mitad de la cancha. “Verón la quiere abrir...” remata el mismo relator, para no decir que Verón perdió la pelota (lo que no era ninguna vergüenza, le pasa hasta a los mejores jugadores). El comentarista acota “Impresionante partido de Verón”.

Esto también debería ser tomado en cuenta para el próximo Mundial. Pero seguramente Verón tendrá otra oportunidad más y la prensa local volverá a cubrirlo, no importa como juegue. La amistad vale más que los merecimientos en el verde césped. Ése es otro símbolo, también, de estos tiempos K: la construcción del relato sobre la realidad.

Insistimos: se juega como se vive.

18.12.09

el fin del asombro

Los historiadores de la Edad Media nos dicen que el habitante de un pueblo difícilmente se mudaba a la aldea o pueblo vecino, distante a pocos kilómetros, pero era posible que visitara, como peregrino, Santiago de Compostela o Jerusalén. Sin embargo, aunque probablemente conocía las esculturas y vitraux de su propia iglesia, ¿qué podía haber visto o comprendido de las construcciones que cruzaba a lo largo de su peregrinaje? Es muy difícil querer ver algo que nunca se ha visto, algo que desafíe nuestra capacidad de percepción.

Algunos han puesto en duda el hecho de que Marco Polo haya estado realmente en China, porque no habla de la Gran Muralla ni del té ni de los pies vendados de las mujeres. Pero se puede estar mucho tiempo en China sin saber verdaderamente qué beben los chinos, sin observar jamás los pies de una mujer, aunque sea por educación, notando como mucho que en la corte de Gengis Khan, las damas se desplazaban a pequeños pasos; y sin pasar por la Gran Muralla, o pasar por ella y tomarla como una fortaleza local.

Todo esto para decir que, hasta el siglo XX, el conocimiento que la gente tenía del arte de otros países era muy limitado. Por otra parte, si observamos los magníficos grabados de la China del sacerdote Athanasius Kircher, a partir de las reconstrucciones visuales (realizadas según las descripciones verbales de los misioneros), es muy difícil reconocer una pagoda.

¿Cuántas obras de arte de su propia civilización veía un ciudadano francés hasta el siglo XIX? El acceso a las colecciones privadas, e incluso a los museos, estaba reservado a una elite, y a lo sumo, a una elite urbana, hasta la invención de la fotografía.

(…)

Recordemos que una de las etimologías de la palabra "kitsch" –aunque las hipótesis son numerosas– es sketch, esquisse, esbozo sintético y apresurado: los caballeros ingleses, durante su "Grand Tour" de Italia, para guardar un recuerdo de los monumentos y galerías que visitaban, pedían a artistas callejeros que les hicieran un dibujo de la obra vista una sola vez, ejecutado rápidamente la mayoría de las veces. De ese modo, incluso la evocación de la experiencia artística directa pasaba por representaciones infieles.

Y no podemos decir que las cosas hayan mejorado con la invención de la fotografía. Para convencerse de ello, basta con consultar algunos libros conocidos de la primera mitad del siglo XX sobre historia del arte, hasta que fue posible la reproducción en color.

Lo mismo que pasaba con las artes visuales, sucedía con el mundo del espectáculo. Es conocido ese maravilloso cuento de Borges en el que Averroes, que busca en vano traducir de Aristóteles los términos "tragedia" y "comedia" (pues esas formas de arte no existían en la cultura musulmana), escucha hablar de un extraño suceso al que había asistido un visitante en China, donde personas enmascaradas y vestidas como personajes de otros tiempos, actuaban en un escenario de modo incomprensible. Le contaban lo que era el teatro, pero él no comprendía bien de qué se trataba. En el mundo contemporáneo, la situación se invierte. En primer lugar, la gente viaja muchísimo, a riesgo de ver en todas partes los mismos lugares, hoteles, supermercados y aeropuertos, todos parecidos los unos a los otros, tanto en Singapur como en Barcelona, y se ha hablado mucho sobre la maldición de esos "no lugares". Pero, sea como fuere, la gente ve y es posible incluso que un francés haya visto las pirámides o el Empire State Building, pero no el tapiz de Bayeux (un poco como su ancestro, el campesino medieval...).

El museo, antes reservado a las personas cultivadas, hoy es la meta de flujos continuos de visitantes de todas las clases sociales. Es cierto que muchos miran pero no ven, pero, a pesar de todo, reciben información sobre el arte de diferentes culturas. Además, los museos viajan, las obras de arte se desplazan. Se organizan suntuosas exposiciones sobre culturas exóticas, del Egipto faraónico a los escitas. El juego de préstamos recíprocos de obras de arte se convierte en vertiginoso, y a veces peligroso.

(…)

Agreguemos a esto la información virtual: no hablo del cine o de la televisión, que convierten casi en superflua una visita a Los Angeles, puesto que se la recorre mejor en una pantalla que embarcándose en una maratón frenética de una autopista a otra, sin entrar jamás en ningún centro habitado; hablo de Internet, que hoy pone a nuestra disposición todas las obras del Louvre, de la Galería Uffizi o de la National Gallery.

Esto provoca una internacionalización del gusto, y la prueba es la experiencia apasionante que vive aquel que entra en contacto con el mundo artístico chino: habiendo escapado recientemente a un aislamiento casi absoluto, los artistas chinos producen obras que difícilmente se distinguen de las que se exponen en Nueva York o en París. Recuerdo un encuentro entre críticos europeos y chinos, en que los europeos creían interesar a sus invitados al mostrarles imágenes de diversas búsquedas artísticas europeas, en tanto que los chinos sonreían, divertidos, porque ahora conocían esas cosas mejor que ellos.

(…)

¿Iremos hacia un gusto generalizado, a punto tal que ya no podremos distinguir el pop chino del pop norteamericano? ¿O bien veremos perfilarse formas de localización, de tal modo que las diferentes culturas producirán interpretaciones distintas del mismo estilo o programa artístico?

En todo caso, nuestro gusto quedará marcado por el hecho de que ya no parece posible experimentar asombro (o incomprensión) ante lo desconocido. En el mundo de mañana, lo desconocido, si todavía queda algo, estará solamente más allá de las estrellas. ¿Esa falta de asombro (o de rechazo) contribuirá a una mayor comprensión entre las culturas o a una pérdida de identidad? Ante este desafío, es inútil huir: es preferible intensificar los intercambios, las hibridaciones, los mestizajes. En el fondo, en botánica, los injertos favorecen los cultivos. ¿Por qué no en el mundo del arte?

UMBERTO ECO
“¿Y si el asombro llegara a su fin?”
(“ñ”, 12/12/09)

17.12.09

el fin de una época

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2012
data: http://www.imdb.com/title/tt1190080/
“No me gusta nada el 3D y me alegré mucho cuando el estudio decidió no usarlo (en ‘2012’). Ese sistema deja en el público una impresión muy poco realista. El espectador está más pendiente del efecto visual que de lo que realmente ocurre. Se dispersa y deja de seguir a los actores. Además, como se usan esos anteojos especiales, es imposible interactuar con el que se sienta al lado. Compartir miradas es algo esencial e insustituible en el cine”.
ROLAND EMMERICH
(la nación, 17/12/09)
No es que uno espere mucho de las películas de Roland Emmerich, un catálogo de lugares comunes con un despliegue monumental de efectos especiales. A veces nos sorprende como en “El día después de mañana” bajando algunas líneas políticas interesantes. Pero en “2012”, el listón se fijó demasiado bajo. “2012” acumula varios “homenajes” al cine catástrofe: “Terremoto”, “La aventura del Poseidón”, “Aeropuerto”, “Día de la Independencia”, el mencionado “El día después de mañana”, etc., etc., etc. Todos “homenajes” engarzados sin la menor lógica y de modo forzado.

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Pero “2012” tiene un punto de interés que vale la pena señalar: posiblemente sea uno de los últimos ejemplos de este tipo de productos antes del 3D. Es un maravilloso canto del cisne de un modo de filmar que, en su aparición, nos dejó la boca abierta por su fidelidad, con el (ab)uso de la computación. Bueno, ese tipo de efectos ha llegado a su fin. El próximo paso es el 3D. Y “2012” es una buena muestra de la agonía de un dinosaurio en extinción. Al verla, no podemos pensar cómo hubiera lucido filmada en 3D, cuanto hubiera ganado la caída de Los Angeles al mar u observar el vuelo desesperado de un avión gambeteando los edificios que se derrumban a su paso.

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Al contrario de lo afirmado por Emmerich, este género inicia una nueva época. “2012” es una despedida con aire de collage improvisado, pero despedida al fin, de una tecnología. Ése será su valor, arqueológico para las futuras generaciones, pero valor al fin.

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16.12.09

una de las últimas lecciones de Paul Samuelson

El capitalismo puro se impuso entre 1915 y 1919, cuando yo era niño. ¿Quién lo mató? El presidente republicano Herbert Hoover y su multimillonario secretario del Tesoro Andrew Mellon fueron culpables antes y después del hecho. ¿Quién lo devolvió a la vida? El New Deal de posición intermedia impuesto por Franklin Roosevelt. Pero tuvieron que pasar siete años desde la investidura de Roosevelt, en marzo de 1933, para conseguirlo.

(…)

Los sistemas de mercado no regulados acaban destruyéndose a sí mismos. ¿Ha llegado el sistema de mercado a su fin? Como persona apegada a los valores tradicionales, espero que no. Mil años de historia económica atestiguan objetivamente lo indispensables que son los sistemas de mercado.

Marx, Lenin y Stalin eran paletos en lo que a economía se refiere. Mao era incluso peor. Y olvidémonos de Castro en Cuba, de Chávez en Venezuela y de quienquiera que fuese el que sumió a Corea del Norte en la hambruna y el estancamiento.

¿Qué es entonces lo que ha causado, desde 2007, el suicidio del capitalismo de Wall Street? En el fondo de este caos financiero, el peor en un siglo, encontramos lo siguiente: el capitalismo libertario del laissez-faire que predicaban Milton Friedman y Friedrich Hayek, al que se permitió desbocarse sin reglamentación. Ésta es la fuente primaria de nuestros problemas de hoy. Hoy estos dos hombres están muertos, pero sus envenenados legados perduran.

Son palabras duras que deben justificarse. Pero permítaseme advertir a los lectores que mi larga y variada experiencia en historia económica me ha convertido en un centrista incurable. Peor que eso: he aprendido por las malas a ser incurablemente ecléctico.

(…)

Primero, aclaremos quién tiene la culpa de que la estabilidad y el crecimiento que se produjeron en torno a 1995 se convirtieran en el caos de 2008.

1. No olvidemos nunca las idioteces que ha hecho George Bush en geopolítica. La historia futura documentará ese aspecto.

2. Desde que Ronald Reagan fue elegido para ocupar la Casa Blanca, en 1980, Estados Unidos se ha ido convirtiendo gradualmente en un país de derrochadores en los planos familiar, empresarial y público, como buenos derechistas radicales partidarios de la oferta.

En una fecha futura incierta, cuando se produzca un ataque mortal y desordenado contra el dólar como divisa, los gestores de fondos de cobertura que sobrevivan en Estados Unidos serán los principales vendedores al descubierto de dólares. Esos legados de Reagan habrán desempeñado una función crucial.

3. Los programas de "conservadurismo compasivo (sic)" prometidos por George Bush resultaron ser un programa de enormes recortes tributarios exclusivamente para gente como mis prósperos vecinos.

4. El fomento deliberado de la desigualdad no aceleró la productividad total de los factores en Estados Unidos. Por el contrario, la obscena subida de los emolumentos de los altos directivos volvió disfuncional todo el sistema de gobernanza empresarial. Los directores generales de carrera se lo montaron muy bien contando mentiras sobre los verdaderos beneficios de las empresas. Incluso después de que los descubriesen, se fueron al banco con una sonrisa de oreja a oreja.

(…)

6. Dejen sitio en el juzgado para las tres grandes agencias de clasificación: Fitch, Moody's y S&P-McGraw Hill. Se supone que sólo dan aprobaciones AAA al material seguro. Pero si una de las tres se volviera objetivamente veraz, las otras dos se quedarían con todo el negocio. Eso apesta a conflicto de intereses. Que tome nota el Congreso.

(…)

¿Cuál es el problema? Es verdad que los derivados y los créditos recíprocos pueden proporcionar un reparto racional del riesgo y, por consiguiente, reducir el riesgo total, pero también pueden destruir por completo cualquier transparencia.

Durante décadas he participado en consejos directivos sin ánimo de lucro con directores generales desde Nueva York hasta California. Ninguno de ellos entendió nunca nada de las fórmulas de Black, Scholes y Merton para valorar activos. Todo lo que sabían, o pensaban que sabían, era que los nuevos y maravillosos centros de beneficios libres de riesgo habían invadido sus despachos. Era mejor que la alquimia que convertía el estiércol en oro.

Por lo visto, nadie aprendió la lección de 1998, cuando Long Term Capital Management (LTCM) estuvo a punto de quebrar y necesitó un rescate pactado por parte del Banco de la Reserva Federal de Nueva York. La ingeniería financiera es lo que nos permite pasar del apalancamiento cero hasta, pongamos, un apalancamiento de 50 a 1. Y cuando el riesgo acumulado resultante explota, de nuevo todo lo que ocurre es que el director general y el director financiero se van al banco partiéndose de risa por el camino.

(…)

Lo primordial es que la mayoría de las pérdidas será permanente, como entre 1929 y 1932. Sin embargo, si la Reserva Federal y el Tesoro de EE UU crean suficiente dinero nuevo, la recuperación y la estabilidad serán posibles.

De haber seguido la línea intermedia de Roosevelt, Truman, Kennedy y Clinton, podrían haberse evitado el caos y las quiebras de hoy. Los académicos siguen debatiendo si Colón introdujo la sífilis en el Nuevo Mundo o fue al revés. Pero no cabe duda de que la crisis mundial de 2008 lleva en su etiqueta las palabras made in USA.

“Adiós al capitalismo de Friedman y Hayek”
PAUL SAMUELSON
(el país, 26.10.08)

15.12.09

mientras dormías

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ACTIVIDAD PARANORMAL
data: http://www.imdb.es/title/tt1179904/

Hay películas que se explican por sí solas y otras que necesitan referencias del contexto. Si usted ve “Actividad paranormal” sin ninguna otra información adicional, seguramente quedará decepcionado y la ubicará en el arcón de las películas menores. En cambio, si le contamos que el costo de esta película fue cercano a los US$ 15 mil y que el israelí Oren Peli (sin experiencia cinematográfica previa) la filmó en menos de una semana, en una casa y con tres actores, la cosa cambia. Más aún si (promoción por Internet mediante) sedujo a Steven Spielberg quien la compró y decidió lanzarla al circuito comercial, con algunos cambios menores, superando los US$ 100 millones de recaudación. Sorpréndase más: el propio Spielberg se aterró viendo el filme y hasta se le cerró la puerta de la cocina de su casa y tuvo que llamar al cerrajero. (¡Hmmm! Me suena a truco de marketing, pero es simpático…).

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“Actividad paranormal” abreva en la senda magistralmente iniciada por “The Blair Witch Project”, proseguida por cimas como “Cloverfield” o “REC”. La idea es que alguien graba en su cámara algo pavoroso, tan siniestro, que sólo queda la grabación como testigo de lo sucedido. Cuanto más desprolijo, más verosímil, maximizando el ya comentado “coeficiente Zapruder”(http://libretachatarra.blogspot.com/search/label/zapruder).

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Si prestamos atención, “Actividad paranormal” es casi minimalista, no hay mucho para ver. La sugerencia de una aparición es más terrorífica que su visión. Para eso, Oren Peli jugó con el sonido para manipular nuestros miedos. Los pasos en la escalera preanuncian una presencia que no vemos; la puerta abierta es un detalle vital: estamos esperando ver a alguien que nunca llega. Y eso es lo más aterrador.

“Actividad paranormal” recurre a un tipo de truco muy usado por M. Night Shyamalan para causar miedo: la aparición sobrenatural en un contexto cotidiano. El extraterrestre que aparecía en el patio de un chico brasileño que festejaba un cumpleaños, el fallecido que cruzaba al fondo de la habitación del nene que “veía gente muerta” de “Sexto sentido”, imágenes que producían un escalofrío peor que un demonio blandiendo un hacha sangrante. ¿Cuál es el secreto? Ver algo que no tendría que estar ahí. Eso es peor que el peor monstruo de la ficción. “Actividad paranormal” nos produce miedo sólo con ver cómo, en una habitación vacía, algo que no vimos dejó marcas en el piso o movió una tabla OUIJA. Elemental, pero efectivo.

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Queda claro que “Actividad paranormal” no tiene un guión brillante (como sí lo tenía “The Blair Witch Project”), que los personajes no están lo suficientemente trabajados, que quedan muchos cabos sueltos (o aún forzados, como la búsqueda en Internet de la chica poseída), que la historia tarda en presentarse. Pero estas falencias que podrían ser críticas en otros filmes, acá se disimulan por el nivel de precariedad en que fue filmada. ¿Eso por sí sólo merece una felicitación? No. Merecen un elogio porque hay una idea atrás y Oren Peli demostró que se puede filmar, con mínimos recursos contrapesados por una alta dosis de ingenio y de ganas sin dar ventajas. Esto es, con un puñado de dólares, conmover a un prócer como Spielberg y lograr que Dreamworks comercialice tu obra. En un país en el que muchos pretenden ponerle un revólver en la cabeza a los espectadores para que se sienten a ver su película”, lo de “Actividad paranormal” es una lección que merece ser enfatizada.

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