29.9.12

frases de “Ruby, la chica de mis sueños”

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Ustedes pueden ver esto y pensar que es mágico. Pero enamorarse es un acto de magia.

-Sólo… no me digas como termina. ¿Okey?
-Te lo prometo.

¡Genio! ¡Genio! ¡Genio!

Escribe algo sobre ella y ve si se hace realidad. Si sucede… es un milagro.

¿Recuerdas como papá solía decir que tenía una imaginación hiperactiva?

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-¿Así que puedes cambiarla a ella?
-Supongo…
-Puedes hacerla como desees, hacer con ella lo que quieras. Por todos los hombres del mundo, dime que no vas a desperdiciar esa oportunidad.

Bésame, estúpido.

Creaste una mujer con tu mente.

¿Puedes verla?

Amo a Susie. Pero ella es jodida sin razón muchas veces… es rara…

Un día se fue. Me dejó. Pero regresó. Y no hay día que no esté pendiente de eso.

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Abrió la puerta y se marchó. Y borró el pasado completamente. Era libre.

No has escrito un personaje. Has escrito una chica.

28.9.12

500 días con Ruby

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RUBY, LA CHICA DE MIS SUEÑOS
data: http://www.imdb.com/title/tt1839492

Anoten esta película, que con ese título puede pasar de largo por la cartelera nacional. “Ruby, la chica de mis sueños” es una muy buena historia, una comedia romántica con el sello indie en el orillo, una vuelta de tuerca sobre las relaciones de pareja, un reflejo perverso de la célebre “500 días con ella”.

“Ruby…” está escrita por Zoe Kazan, la pelirroja bonita que la protagoniza. Zoe es la nieta de Elia Kazan y la pareja de Paul Dano, su coprotagonista en el film. Y su guión fue dirigido por el matrimonio Jonathan Dayton – Valerie Faris (“Pequeña Miss Sunshine”). En el reparto están Antonio Banderas, Anette Benning, Steve Coogan, Elliott Gould y, para los seguidores de “True Blood”, Deborah Ann Woll, la vampiro adolescente, en un breve parlamento. Un buen elenco, para un muy buen guión.

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La película empieza normalmente: Calvin Weir-Fields ha tenido un éxito literario a los 19 años; ahora, con veintitantos, no logra escribir otra cosa, no tiene amigos y su novia lo ha abandonado en la misma semana que murió su padre. Calvin tiene un perro (Scotty, en homenaje a Scott Fitzgerald) y asiste regularmente a terapia. Su hermano Harry lo sigue de cerca y le aconseja conocer gente, especialmente mujeres para retomar la saludable práctica del sexo.

Calvin sueña una noche con una chica, recortada contra el sol. El sueño se repite y Calvin plasma, en el papel, la descripción de esa chica onírica. El bloqueo se rompe y el personaje toma forma tipeada con rapidez en la vieja máquina de escribir.

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Como en el cuento de Borges, de pronto la ficción toma lugar en la realidad. Objetos femeninos (un corpiño, un desodorante, una máquina de afeitar) empiezan a aparecer en la casa de Calvin. Y una mañana, la chica, Ruby, se materializa en la cocina de su casa, en bombacha, preparando el desayuno.

Podríamos suponer que Calvin desvarió y alucina. Es más: él mismo lo cree. Hasta que se da cuenta que otros ven a Ruby. Efectivamente, como en el mito de Pigmalión, ha dado vida a su creación.

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Bueno, alguien podría decir que eso ya se ha visto. Y que el elemento fantástico no es original. Corrijo la objeción. “Ruby…” no se trata de un escritor que da vida a un personaje; trata de las relaciones de pareja. Y el tema es la incapacidad de Calvin de cimentar una relación amorosa por su obsesiva pulsión de controlar. Como un Dios de la literatura, muta las reacciones de Ruby según las tipea en el papel: de chica libre a dependiente enfermiza; de hiperactiva graciosa a depresiva; de la mujer ideal e imprevisible al monigote ridículo.

Lo de Calvin es un largo aprendizaje: no se puede controlar lo que se ama. No se puede prever el desenlace. Hay un riesgo muy grande de que aquello que amamos nos deje y busque otro camino. Pero no hay otro camino más que ése: dejarlo libre y esperar que nos ame, como nosotros amamos.

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La necesidad de Calvin es encontrar alguien que lo ame. Es una necesidad egocéntrica. Ése es su problema. Ésa es la razón de su aislamiento, de su vida desconectada del resto de la gente.

Harry, su hermano, opera como la contraparte de Calvin en el mundo real. En pareja con Susie, sus parlamentos son de crítica, de resignación ante una mujer que quiere pero que tiene sus momentos, de una chica “rara”, jodida más de una vez. Se nota que la realidad de Ruby, la chica que su hermano puede hacer tan ideal como quiera, lo seduce, lo entusiasma. Pero en sus últimos parlamentos, Harry muestra que lo suyo es el amor de un hombre normal: despotrica un poco de la jodida pero sabe que esa colifa es la mujer de su vida. Más aún: ella ya ha tratado de dejarlo; y aunque la crisis ha sido superada, no pasa un día sin estar pendiente de esa amenaza latente. Harry es el doble sano de la relación enferma de Calvin.

Ése es el tema de la película. Y el elemento fantástico, entonces, pasa a un segundo plano.

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El viaje de Calvin a la casa de su madre es una buena secuencia para mostrarnos que el problema no es Ruby, ni Harry, ni el mundo: el problema es Calvin. Su estructurado universo para mantener todo bajo control, para esquivar los riesgos, contrasta con el delirio hippie de su madre y su nueva pareja (breves pero buenos momentos de Annette Bening y Antonio Banderas). Calvin tiene un serio inconveniente para comprender cómo su madre puede ser feliz, aunque parezca estúpida. No entra en su cabeza esa posibilidad: aceptar con alegría los pocos jirones de felicidad que el universo nos ponga delante. No lo que pretendemos; lo que se dé. Excepcionalmente, quebrando las reglas, el Universo le ha dado a él la posibilidad de confeccionarse su mujer ideal. Tiene todas las variables en su mano. Es capaz de manipular todo. Pero eso, así, no funciona.

Un logro del filme es la actuación y calidez de Zoe Kazan, como la imposible Ruby, en una aparición que nos hace recordar a Zooey Deschanel pero narigona. Nace una nueva diva del cine indie. Síganla de cerca.

Mañana, las mejores frases.

27.9.12

el temor de los profetas del odio

La escena la vi en uno de los viejos documentales de la BBC sobre la Segunda Guerra Mundial. La cámara tomaba a los ciudadanos alemanes, de la Berlín ocupada por los Aliados, puestos en fila, obligados a presenciar una “exposición” del caído régimen nazi. Una exhibición de objetos de los campos de concentración. Prisioneros famélicos mirándolos. En una de las mesas, una lámpara de escritorio muy coqueta, cuya pantalla estaba hecha de un material muy especial. Piel humana. La piel de un judío asesinado en los campos de concentración del nazismo.

La ciudadana alemana lloraba a moco tendido, horrorizada por lo que su gobierno había hecho. La misma ciudadana que seguramente había votado y apoyado el delirio racista y totalitario de Adolf Hitler.

¿Qué mecanismo operó en la mente de esos alemanes que se dejaron guiar por el Profeta del Odio, adscribieron a su mensaje violento y se mezclaron en el tumulto de la masa delirante, liberados al desenfreno de la crueldad? ¿Qué pasaba por la mente de la persona que pensó cuál era la mejor manera de aprovechar el “desecho” de un ser humano? ¿Qué lleva a un ser humano a no ver al otro como un igual, sino como una cosa, un número, un objeto, que puede ser arrojado a un lado sin el menor remordimiento?

El caso de Hitler y los alemanes no es una excepción en la historia de la humanidad. Tal vez, sea uno de los casos más burdos. Pero no es excepcional. La historia está plagada de gobiernos autoritarios, mayoritariamente respaldados por una población que se entrega mansa a su prédica de odio. Los Profetas del Odio tienen una ventaja: pivotean sobre nuestras debilidades, nuestras frustraciones, nuestra desconfianza. Azuzan lo peor de nosotros porque eso es lo que necesitan para atontar nuestro entendimiento, nuestra habilidad de pensar, nuestra capacidad para interpretar la realidad. Su lógica binaria (conmigo o contra mí) es muy apta para voluntades fatigadas refractarias al esfuerzo que exige el pensamiento.

Su táctica es elemental, pero efectiva, porque remite a nuestros miedos ancestrales, al animal que alguna fue presa y que debe estar, constantemente, a la defensiva. El ser en sociedad, el individuo en una sociedad abierta, es esencialmente confiado. Ésa es su fortaleza: confiar que los otros respetarán el contrato social que tácitamente los agrupa en comunidad. Confiar para asociarse, para hacer cosas en conjunto, confiar para mejorar y mejorar lo que nos rodea. Los Profetas del Odio, en cambio, nos susurran sobre el peligro de esa confianza, potencian nuestros miedos, para que, atontado nuestro pensamiento, seamos fácilmente manipulables a sus propósitos de dominación.

Cuando el régimen nazi deportaba a los judíos a los campos de la muerte, la propaganda oficial aceptaba que los buenos alemanes podían sentir piedad por los detenidos. Era un lógico sentimiento humano, propio de un ser noble. Pero el Führer les pedía a sus compatriotas un sacrificio superlativo, por el bien de la patria: debían sobreponerse a ese sentimiento de piedad y compasión. El bien de la nación exigía el genocidio. Y había que tener mucho valor para comportarse como un asesino.

Ahí hay un rasgo peculiar, característico de los Profetas del Odio: pedirnos que violemos nuestros principios, que ignoremos nuestra lógica, que aceptemos aquello que no consideramos ético. Sea matar, asistir en silencio a una justicia, mentir, permitir una humillación, ejercer la obsecuencia. Aquello que contraria nuestra moral pero que debemos “torcer” por un bien superior, un destino manifiesto siempre ubicado en un futuro no determinado, siempre amenazado por un enemigo poco identificado y por eso más peligroso.

Algo de esto estuvo dando vueltas por mi cabeza hace unas semanas, cuando Sri Sri Ravi Shankar pasó por Argentina para unas jornadas de meditación. No soy seguidor de este gurú ni de su práctica religiosa. No me resulta ni especialmente simpático ni particularmente molesto. Pero, a priori, no me pareció amenazante que el tipo se propusiera reunir a una multitud, en los bosques de Palermo, para meditar.

Me llamó la atención la presión mediática, la campaña de descalificación permanente a su llegada y a dicho acto masivo. Había una necesidad de mostrar que todo eso era una estupidez, que la gente que asistía a ese acto era muy imbécil, que el tipo venía a llevarse la plata en carretilla, que venía a estafar a sus seguidores.

Lo que sentí era que había mucho miedo en sus críticos. El tipo puede ser otro profesional del marketing, pero su show (si así quiere llamarse) no haría más daño que un recital de Lady Gaga o la participación de los All Blacks en el Rugby Championship. ¿Dónde estaba la razón de tanto enojo?

Y ahí, si se me permite, creo que está la clave. Los Profetas del Odio buscan algo más que el miedo: buscan el rencor. Ésa es su estrategia. Ésa es su fuerza. No les importa que los odien, porque ésa es su razón de ser. Se nutren del odio y del miedo que lleva asociado. Se sienten cómodos en ese campo.

Pero si hay algo que temen y temen mucho los Profetas del Odio, es que no los odiemos. Nos pueden aceptar como enemigos. Pero jamás aceptarán que rompamos esa lógica binaria del amigo-enemigo y que respondamos con luz y paz a su prédica oscura y que lo comprendamos como seres humanos, falibles, con mucho miedo, con tanto miedo en su interior, que sólo saben responder con odio, muerte y violencia.

Shankar (por motivos comerciales o morales, no importa) propugna un mensaje que aterra a los Profetas del Odio: el de la introspección, el examen interno, el de la búsqueda de algo superior, el del cultivo del amor, el del respeto al otro.

No es ése el mensaje que campea en la sociedad argentina en estos días. No es ésa la convicción de un gobierno con sus propios Heideggers, satisfechos redactores de la teoría de la política democrática como la constitución de un enemigo al cual oponerse.

En estos días en los que estamos a unos minutos de la dictadura, vale meditar bien en esa debilidad de los Profetas del Odio. Por todos los medios, nuestro mayor esfuerzo debe estar en quitar de nuestros corazones el rencor, el odio, la violencia. Cuanto más luz haya en nuestra alma, menos chances tendrán de ganar los Profetas del Odio.

Y entonces, cuando queden a la vista delante de todos, solos con su enojo, desnudos en su miedo, los habremos vencidos sin ser vencidos.

26.9.12

la exposición en la galería wittcob

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A las diecisiete horas las puertas de las galerías Wittcob se abrieron para quien quisiera entrar. La multitud que aguardaba el momento irrumpió como una marea y en un segundo las salas se desbordaron, sobre todo el gran salón donde Pablo Rojas Paz, uno de mis buenos, valientes e inteligentes amigos “martinfierristas”, pronunciaría su anunciada conferencia. Felizmente las interrupciones fueron escasas y pudo ponerle fin. Más no obstante, la aparente discreción, no bien hubo terminado, estalló un coro tan alto de gritos y de protestas entre los presentes que aquello era un verdadero loquero.

La razón de esa furia desatada contra el arte que yo exponía no he podido explicármela hasta hoy, dado que, como todo el mundo se precipitó en tropel hacia el interior, los cuadros no fueron vistos por nadie.

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Piénsese que la educación plástica del público argentino se encontraba entonces en pañales, hecha a base de la pésima pintura que veía exhibir en las galerías de la calle Florida, pintura europea de exportación para América Latina que los comerciantes colocaban en el país, y no a bajos precios, y que era sin lugar a dudas lo peor que producía el siglo en España, Italia y Francia. En cuanto a la producción local, los artistas favorecidos por la crítica y los compradores eran, en primer termino, Fernando Fader y Cesáreo Bernaldo de Quirós, a los que seguían Pedro Zonza Briano, Antonio Alice, Américo Panozzi, Quinquela Martin, Gramajo Gutiérrez, Luis Cordiviola, Jorge Bermúdez, Rodolfo Franco y tal vez algunos otros.

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Pudo haberse vendido un tercer cuadro, Pensierosa, si los deseos de don Ernesto de la Cárcova se hubiesen cumplido; estaba en sus manos hacerlo como miembro de la Comisión Nacional de Bellas Artes, pero en lugar de elevar la propuesta directamente a la Comisión quiso, con su habitual cortesía, comunicar su propósito al entonces director del Museo Nacional de Bellas Artes, Dr. Cupertino del Campo, quien le respondió categóricamente que mientras él fuese director, “no entraría en el museo ni un centímetro cuadrado de pintura de Pettoruti”. Y lo cumplió.

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Evocaré, todavía, otra pequeña aventura; me acaeció con Roberto A. Ortelli, director de la revista Inicial, de orientación estético-filosófica, aparecida un año antes; allí publicó un artículo contra mí un tanto fuerte, el que le fue dictado evidentemente por su ignorancia de las artes plásticas, lo que le impedía concebirlas en sus formas nuevas, a menos que no lo fuese por animadversión hacia los “martinfierristas”. Una tarde que entraba en el Richmond, al aproximarse a la mesa en que estaban mis amigos, uno de ellos me hizo saber, señalándome otra mesa, que en ella se encontraba Ortelli, a quien nunca había visto, con sus camaradas. Seguí hacia el punto indicado. Ortelli se alzó en rápido impulso quedando petrificado en un actitud agresivo-defensiva; sus amigos se echaron hacia atrás en las sillas. Llegado hasta él, le alargué la diestra en signo de paz y le dije calmosamente: “Vea, no vengo a pelearlo, esas cosas no arreglan anda. Vengo a desasnarlo, si es que a usted le interesa saber algo sobre lo que desconoce”.

Yo tenia entonces excelente memoria y, como me ofrecieron asiento, comencé a desmoronar el articulo critico, párrafo por párrafo, haciéndole sentir, a pasar que al atacarme estaba frustrando la misión humanista y renovadora que se asignaban como programa. La concurrencia siguió muy atenta mi charla. Cuando hubo pasado una hora, dije que era tarde y que lo dejaríamos para otro día, lo que se hizo. Ortelli y yo fuimos muy buenos amigos y él se convirtió en adelante en uno de mis defensores.

EMILIO PETTORUTI
“Un pintor ante el espejo”

25.9.12

cuatro décadas sin alejandra

la nación
La poesía es el lugar donde todo sucede. A semejanza del amor, del humor, del suicidio y de todo acto profundamente subversivo, la poesía se desentiende de lo que no es su libertad, su verdad.
ALEJANDRA PIZARNIK

“Aparentemente es el final. Quiero morir. Lo quiero con seriedad, con vocación íntegra” había profetizado. Poco más de un año después, hoy hace cuatro décadas exactas, Alejandra Pizarnik abrió una falsa puerta por la que Julio Cortázar le había advertido no salir. La llave fue una dosis letal de seconal. Sobre su mesa de trabajo, unos versos de Borges, en un prolijo trabajo de collage de la poetisa, que había empezado a desconfiar de lo que las palabras podían decir:
en el centro puntual de la maraña,
Dios, la araña.
“Los verdugos, hoy, matan otra cosa que poetas, ya no queda ni siquiera ese privilegio imperial, queridísima. Yo te reclamo, no humildad, no obsecuencia, sino enlace con esto que nos envuelve a todos, llámale la luz o César Vallejo o el cine japonés: un pulso sobre la tierra, alegre o triste, pero no un silencio de renuncia voluntaria. Sólo te acepto viva, sólo te quiero Alejandra” le escribe, en vano, Cortázar desde un septiembre de 1971 en París. Aboga por la vida pero Alejandra ya se ha deslizado hacia la oscuridad que no puede evadir.
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y ha devorado mis esperanzas

Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
Qué haré con el miedo
.

super chatarra special

En esta página, hemos frecuentado la obra y la vida de Pizarnik, una de nuestros poetas de cabecera. A modo de post homenaje, apilamos los links de las notas que hemos realizado sobre ella.

Nuestro “hallazgo literario” que motivó un interesante intercambio de comentarios con nuestros visitantes:
http://libretachatarra.blogspot.com.ar/2003/12/hallazgo-literario.html

La carta de Julio Cortázar:
http://libretachatarra.blogspot.com.ar/2008/07/carta-de-julio.html

Una nota de Virginia Cosin:
http://libretachatarra.blogspot.com.ar/2010/09/un-recuerdo-para-alejandra.html

Y los conceptos de Alejandra sobre la poesía:
http://libretachatarra.blogspot.com.ar/2004/10/la-poesa-segn-pizarnik.html

Su escrito magistral sobre Erzébet Báthory, “La condesa sangrienta”:
http://www.superchatarra.com.ar/edanteriores/abril2003/pizarnik.htm

24.9.12

el polvorín de cueli

Hace 120 años, cuando el francés Carlos Thays lo proyectó, aquella era una zona de la periferia, lejos del casco urbano. Pero la transformación comenzó el 2 de septiembre de 1892. Ese día, la intendencia municipal no sólo ya había aprobado su proyecto, sino que le entregó a aquel talentoso paisajista esos terrenos (son más de siete hectáreas) para que los convirtiera en lo que hoy se conoce y se disfruta como el Jardín Botánico, una suerte de “fábrica de oxígeno” en uno de los barrios más poblados de la Ciudad.

La primera acción fue rellenar el sitio con buena tierra negra acarreada desde otras zonas. Es que la idea de instalar un “Jardín Botánico de Aclimatación”, como se lo denominaba en sus orígenes, requería una buena base. La intención era dejar atrás aquella historia que habla de que allí, hasta los finales de la época colonial, estaba “el almacén de la pólvora” o “el polvorín de Cueli”, por el nombre de la familia que tenía residencia en el lugar. Inclusive, la mitología urbana menciona que, durante las invasiones inglesas, aquellos soldados llegaron a tomar el lugar y hasta tuvieron a esa familia como rehén.

Lo cierto es que ese terreno alto (hoy delimitado por las avenidas Las Heras y Santa Fe y la calle República Arabe Siria) desde el que se divisaban los bañados de Palermo y hasta la costa del río, empezó a cambiar. El trabajo llevó seis años y el 7 de febrero de 1898, se abrió al público. Para entonces, ya se destacaban tres áreas con las características de los principales estilos de la jardinería: el romano, el francés (con sus clásicas simetrías) y el oriental.

Por supuesto que en su diseño, Thays también había sabido aprovechar algunos edificios que estaban allí. El que más se destacó siempre es el edificio central, hoy sede de la administración del Jardín. Proyectado en enero de 1881 por el ingeniero militar Jordán Wysocki, fue construido entre abril y diciembre de ese mismo año bajo la dirección de Pedro Serechetti. De neto estilo inglés (se lo identifica por sus ladrillos rojizos y a la vista) había sido sede del Museo Histórico Nacional que después mudó sus muestras y piezas al Parque Lezama.

(…)

Pero lo que suele llamar mucho la atención de los visitantes es el Jardín de los Sentidos, donde conviven especies aromáticas y algunas texturadas. El sector tiene como eje principal ser útil para personas ciegas.

(…)

“Naturaleza y arte con el sello Thays”
EDUARDO PARISE
(clarín, 24.09.12)

(Este post puede leerse en el blog "Invasiones Inglesas": http://invasionesinglesas.blogspot.com.ar/2012/09/el-polvorin-de-cueli.html)

23.9.12

conozco la canción: ojos verdes (II)

Ayer contamos la leyenda detrás de la creación de “Ojos verdes”. Hoy vamos a completar ese post, con la selección de otras versiones que las históricas de don Miguel de Molina y Concha Piquer que subimos ayer.

Por ejemplo, esta escena de “Las Cosas del Querer 2” cantada por Manuel Banderas:



Ésta es una muy buena versión de Concha Buika:



Otra versión clásica, la de Rocío Jurado:



Martirio también se animó con el tema:



E Isabel Pantoja no le fue en zaga:



Cerramos el post con la versión de Plácido Domingo con la Orquesta de la Comunidad de Madrid:

22.9.12

conozco la canción: ojos verdes (I)

Miguel de Molina cuenta en su biografía que, en una de noche de 1935, estaba sentado a la mesa de un café español junto a dos invitados de lujo, los poetas Rafael de León y Federico García Lorca.

García Lorca y de León discutían sobre el color verde, al que comparaban con la albahaca. De la charla (imagino yo, varias copas mediante), los poetas se desafiaron a escribir un poema que reflejara lo que el color verde les transmitía. Miguel de Molina le arrancó una promesa a Rafael de León, que él sería quién estrenara la canción que saldría de esa apuesta.

La promesa no fue cumplida, porque “Ojos verdes”, la canción con letra de Rafael de León (con colaboración posterior de Salvador Valverde en la letra y Manuel Quiroga en la música) fue estrenada por Blanquita Suárez en el cine “Trocadero” de Madrid. Pero la canción buscó su mejor cantante y ése no fue otro que el prometido Miguel de Molina, quien le dio tal vez su mejor versión:


Miguel de Molina

No resistimos la tentación de copiar la letra original.
I
Apoyá en er quisio de la mansebía
miraba ensenderse la noche de mayo;
pasaban los hombres y yo sonreía
hasta que a mi puerta paraste el caballo.
“Serrana, ¿me das candela?”
Y yo te dije: “Gaché,
ven y tómala en mis labios
que yo fuego te daré”.
Dejaste er caballo
y lumbre te di,
y fueron dos verdes luceros de mayo
tus ojos pa mí.
Ojos verdes, verdes como la albahaca.
Verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón.
Ojos verdes, verdes, con brillo de faca,
que están clavaítos en mi corazón.
Pa mí ya no hay soles, luceros ni luna,
no hay más que unos ojos que mi vía son.
Ojos verdes, verdes como la albahaca.
Verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón.


II

Vimos desde el cuarto despertar el día
y sonar el alba en la Torre la Vela.
Dejaste mis brazos cuando amanecía
y en mi boca un gusto de menta y canela.
“Serrana, para un vestío
yo te quiero regalá”.
Yo te dije: “Estás cumplío,
no me tienes que dar na”.
Subiste ar caballo,
te fuiste de mí
y nunca una noche
más bella de mayo
he vuelto a viví.
Ojos verdes, verdes como la albahaca.
Verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón.
Ojos verdes, verdes, con brillo de faca,
que están clavaítos en mi corazón.
Pa mí ya no hay soles, luceros ni luna,
no hay más que unos ojos que mi vía son.
Ojos verdes, verdes como la albahaca.
Verdes como el trigo verde
y el verde, verde limón.
Vale señalar que hay otra versión cantada por un hombre. Ahí el que baja del caballo es el cantante. Es la versión que canta Miguel de Molina.

Y llama la atención que esa charla entre Lorca y de León generó otro poema, tan célebre y tan bueno como esta copla memorable:
Verde, que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
Y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
Ella sueña en su baranda,
Verde carne, pelo verde,
Con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.

Bajo la luna gitana,
Las cosas la están mirando
Y ella no puede mirarlas.

Verde, que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha
Vienen con el pez de sombra
Que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
Con la lija de sus ramas,
Y el monte, gato garduño,
Eriza sus pitas agrias.
Pero, ¿quién vendrá? ¿Y por dónde?
Ella sigue en su baranda,
Verde carne, pelo verde,
Sonando en la mar amarga.

-Compadre, quiero cambiar
Mi caballo por su casa,
Mi montaña por su espejo,
Mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
Desde los puertos de Cabra.
-Si yo pudiera, mocito,
Este trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo
Ni mi casa es ya mi casa.
-Compadre, quiero morir
Decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
Con las sábanas de Holanda.
¿No ves la herida que tengo
Desde el pecho a la garganta?
-Trescientas rosas morenas
Lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
Alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
Ni mi casa es ya mi casa.
-Dejadme subir al menos
Hasta las altas barandas,
¡Dejadme subir!, dejadme,
Hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
Por donde retumba el agua.

Ya suben los dos compadres
Hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
Farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal
Herían la madrugada.

Verde, que te quiero verde,
Verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento dejaba
En la boca un raro gusto
De hiel, de menta y de albahaca.
-¡Compadre! ¿Dónde está, dime,
Dónde está tu niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
Cara fresca, negro pelo,
En esta verde baranda!
Sobre el rostro del aljibe
Se mecía la gitana.

Verde carne, pelo verde,
Con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
La sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
Como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
En la puerta golpeaban.
Verde, que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.
Bueno, llegó la hora de decir que toda esta coincidencia cósmica no es más que una leyenda de don Miguel de Molina quien “pintó” la realidad en su biografía.

Aparentemente, la canción fue pedida por Manuel Quiroga, en 1935, a sus dos letristas amigos, Rafael de León y Salvador Valverde, con el pedido que el tema tuviera una mujer con ojos verdes en la letra. Quiroga estaba pensando en su propia mujer a la que quería halagar, pero los poetas siguieron por caminos más audaces.

La primera estrofa desde “Apoyá en el quicio de la mancebía” hasta “y fueron dos verdes luceros de Mayo tus ojos pa' mí” pertenecen a Valverde; el resto, a de León. A propósito de la mención de la “mancebía” (burdel), en la dictadura franquista se ordenó el cambio de ese verso por el más recatado “Apoyá en el quicio de tu casa un día”

La canción se estrenó en 1935, pasó por varias voces, aparentemente sin mucha repercusión. Hasta que la cantó Concha Piquer en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, en 1936 y se transformó en un éxito total. Consuelo Heredia la grabó tres años después y sólo en 1940, Piquer la llevó al disco.


Concha Piquer

Un último dato que desmorona la leyenda del encuentro Molina, Lorca, de León: el poema de García Lorca, “Romance Sonámbulo”, con el verso célebre de “verde que te quiero verde” fue publicado en el “Romancero gitano” de 1928 y el poema tiene fecha al pie del 2 de agosto de 1924.

Igual, pese a su falta de verosimilitud, nosotros, como cierto personaje de “Madchester, la fiesta inolvidable”, entre la verdad y la leyenda, imprimimos la leyenda. Así que para nosotros, “Ojos verdes” va a estar creada por esa reunión fantástica entre Molina, García Lorca y de León.

Mañana, otras versiones de la canción.

FUENTES:

Texto de la canción:
http://www.poesi.as/rl0313.htm

Un artículo en el blog “El mundano” de Adrián Vogel:
http://elmundano.wordpress.com/2009/06/08/un-siglo-de-canciones-20-%E2%80%9Cojos-verdes%E2%80%9D-por-alejandro-martinez/

Otro artículo en el blog “Letras de Coplas” de Antonio Barba:
http://letrasdecoplas.blogspot.com.ar/2009/06/ojos-verdes.html

El artículo en Wikipedia de Rafael de Léon:
http://es.wikipedia.org/wiki/Rafael_de_León

y el de Federico García Lorca:
http://es.wikipedia.org/wiki/Federico_García_Lorca

21.9.12

ya no es la misma Roma

No pienses, Robertet, que esta Roma de ahora
es aquella otra Roma que te placía tanto.
No dan crédito ya, como solían darlo,
ni se hace ya el amor como entonces se hacía.

Ni paz ni bonanza gobiernan ya aquí,
la música y la danza han debido pararse,
corrompido está el aire, y es Marte quien manda,
la turbación, la pena y el hambre cada día.

El corrompido artesano ha cerrado su tienda,
el ocioso abogado abandonó el oficio,
y el pobre mercader lleva solo talega:

No ves sino soldados, morrión a la cabeza,
sólo tambores oyes o parejo estruendo,
y Roma cada día espera otro saqueo.

JOACHIM DU BELLAY
(“Les Regrets” 1558)
Traducción de Luis Antonio de Villena

El Robertet del poema de Du Bellay parece ser Florimond Robertet, Barón de Alluye, amigo del poeta francés de quien se sabe que estuvo en Roma, alrededor de 1555.

fuente: http://amediavoz.com/bellay.htm

20.9.12

del archivo chatarra: todo tiempo pasado no fue mejor

super chatarra special

Releyendo los especiales de “Super Chatarra Special”, nos encontramos con una nota de noviembre de 2002, en las que rescatábamos dos anécdotas de viejos tiempos que nos aleccionaban sobre que no todo tiempo pasado fue mejor y que la corrupción y los genuflexos vienen de vieja data. Vale la pena leerlas.

La nota en:

http://www.superchatarra.com.ar/edanteriores/noviembre2002/pabh0211.htm

Dicho esto, Cleómenes se dirigió acto seguido a su casa. Por su parte, Aristágoras cogió un ramo de olivo y se encaminó al domicilio de Cleómenes; y una vez que, en calidad de suplicante, hubo entrado dentro, pidió a Cleómenes que hiciera salir a la criatura y que le prestase atención (pues resulta que, junto a Cleómenes, se encontraba su hija, cuyo nombre era Gorgo, precisamente era el único vástago que tenía y, a la sazón, contaba ocho o nueve años de edad). Pero Cleómenes le invitó a decir lo que quisiera, sin verse coartado por la presencia de la niña. En esa tesitura, Aristágoras, sin más preámbulos, empezó por prometerle de entrada diez talentos, si accedía a satisfacer sus demandas y, en vista de que Cleómenes rehusaba, Aristágoras fue aumentando progresivamente la cifra, hasta que llegó a prometer cincuenta talentos, momento en que la niña exclamó: "Padre, si no te alejas de aquí, el extranjero acabará por sobornarte".

HERÓDOTO
“Historia” (V,51)


Con un sensacionalismo verdaderamente de opereta, la prensa servil de entonces escribe días tras día: “¡El malvado ha huido!” “¡El ogro ha desembarcado en Cannes!” “¡El tirano llega a Lyon!” “¡El usurpador está a sesenta horas de la capital!” “¡Bonaparte se acerca a pasos agigantados!” “¡Napoleón estará mañana ante nuestras murallas!” “¡Su Majestad se halla en Fontainebleau!”.

C. W. CERAM
“Dioses, tumbas y sabios”

19.9.12

el día que casi nos agarramos a las piñas con tristán tzara

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Al caer la tarde, nos vinimos a cenar a mi estudio y la conversación recayó sobre ella pintura. Allí ardió Troya. (Tristán) Tzara sostuvo con seguridad (fiel por otra parte a las teorías caprichosas de los poetas surrealistas, que de artes plásticas no entienden nada) que la pintura era un lenguaje instintivo, que bastaba tomar colores y aplicarlos sobre una tela, con pinceles o sin pinceles, para hacer una obra de arte. ¡No lo hubiese dicho! Lo que estábamos a la mesa le saltamos al cuello como tigres, con argumentos tan contundente que su defensa fue vana. Se le pidió que nos explicara porque él trabajaba en su texto cada frase y cada línea, buscando la expresión justa y la melodía de la oración, mientras encontraba lógico que el pintor articulara su pensamiento como palurdo.

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No, el arte nacional no se improvisa; es el resultado de un cúmulo de circunstancias locales, materiales y psicológicas, de un inmenso sentir colectivo orientado desde los orígenes hacia una aspiración o una religión común, lo que le permite fundirse con la esencia misma del pueblo, y mal podía yo destruir lo que no existía.

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…la punta de lanza que arremetió en mi defensa desde el momento de mi desembarco, fue “martinfierrista”, con Evar Méndez, Córdova Iturburu, Pablo Rojas Paz, Ernesto Palacio, Eduardo González Lanuza, Raúl González Tuñón, Jorge Luis Borges, Sergio Piñero, Leopoldo Marechal, Ricardo Güiraldes, Alberto Prebisch, Pedro Blake, Norah Lange, Jacobo Fijman, Roberto Ledesma y otros.

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… su principal animador, el pintor Guttero, era más bien un decorador derivado de la Secesión vienesa...

EMILIO PETTORUTI
“Un pintor ante el espejo”

17.9.12

en homenaje a gaudí

clarín

(…)

...esta lujosa y artesanal cúpula está a una cuadra del Congreso Nacional, es obra de un ingeniero civil argentino que se llamaba Eduardo Rodríguez Ortega (1871-1938) y que, tras la restauración realizada en 1999, se luce como buen patrimonio de la Ciudad en la ochava de la avenida Rivadavia y Ayacucho.

Admirador de Gaudí, Rodríguez Ortega diseñó el edificio en los tiempos del Centenario de la Revolución de Mayo. Tiene planta baja, un entrepiso, cuatro pisos con departamentos y una terraza de 350 metros cuadrados. Justo en ese último piso está la cúpula en cuestión, donde hay tres niveles, que culminan con un cupulín y una construcción con forma de cebolla, rematada con una veleta de hierro. Y para que ese ensamble con el cielo sea completo, en el último nivel existe un gran telescopio destinado a cualquier soñador nocturno que quiera regodearse mirando estrellas.

Después de pasar décadas aguantando los cambiantes rigores del clima porteño, ese símbolo del modernismo catalán, inaugurado en 1914, fue restaurado poco antes de la llegada del siglo XXI. La tarea quedó a cargo del arquitecto Fernando Lorenzi, quien usó 952 piezas de vidrio espejado para cerrar todas las aberturas. Y rescató las ornamentaciones, réplicas exactas de la famosa Casa Battló, que hasta incluyen algunas chimeneas que muestran siluetas de guerreros.

También se trabajó y se mantuvo casi intacto el revoque original que era de piedra parís y se agregaron dos elementos que no desentonan y rinden un indirecto homenaje a Gaudí: un escudo de Catalunya y una frase escrita en catalán que afirma “No hi ha somnis impossibles” (No hay sueños imposibles). La frase tiene mucho del espíritu de aquella anécdota que cuentan sobre Gaudí cuando en 1883 presentó su proyecto para la basílica La Sagrada Familia en Barcelona, una obra aún en construcción. Le dijeron “eso le va a llevar muchos años” y el respondió: “Puede ser, pero mi cliente (Dios) tiene todo el tiempo del mundo”.

El homenaje porteño al genial arquitecto también incluye dos réplicas hechas a escala de la conocida Puerta del Dragón. Realizadas en hierro, las réplicas tienen el mismo diseño que Gaudí hizo para la finca Güell. Las de Buenos Aires se destacan en la terraza del edificio de Ayacucho y Rivadavia. También, como parte de la restauración se hizo especial hincapié en la iluminación por lo que, cada noche, tanto el edificio como la cúpula se lucen como corresponde. Claro que en un día de sol y con la luz natural aquello alcanza un grado casi sublime.

(..)

EDUARDO PARISE
“Cúpula porteña con aire catalán en homenaje al genial Gaudí”
(clarín, 10.09.12)

15.9.12

waldo de los ríos

Si googlean Waldo de los Ríos, se encontrarán con muchos videos musicales y poca data de quién fue un audaz innovador de la música clásica, en épocas de conservadurismo. Si Piazzolla tuvo que luchar contra la ortodoxia del tango, que le negaba su lugar en la historia de la música porteña, Waldo de los Ríos tuvo su combate peculiar contra los que lo acusaron del sacrilegio de corromper la música clásica.

Waldo era un músico argentino, formado en conservatorio, proveniente de una familia de músicos: Ferrara, su padre, era músico; Martha de los Ríos, su madre, cantante folclórica, de quien tomó el apellido artístico. Formó un grupo musical que introdujo sonidos electrónicos al género folclórico.

En 1958 es invitado por su discográfica a Estados Unidos, en una convención anual de la empresa en la que se codea con Michel Legrand, André Kostelanetz, Percy Faith y Frank De Vol. Es en Norteamérica donde logra fama internacional con su obra Suite Sudamericana. En 1962, marcha a España donde residirá y dará su mejor producción.

Waldo de los Ríos se diferenció del resto por su habilidad para recrear temas clásicos con aires pop. Beethoven, Mozart, Dvorak, Verdi, pasaron por sus manos en versiones memorables que se transformaron en éxitos discográficos. El éxito y la heterodoxia le ganaron fervientes seguidores y detractores. Waldo de los Ríos trabajó con las principales estrellas de la canción popular española. Colaboró en las bandas de sonido de muchas películas para cine y televisión, de los que recordamos dos ejemplos memorables: en 1967, Pampa Salvaje, una película de Hugo Fregonese; en 1974, Boquitas Pintadas, la versión cinematográfica de Leopoldo Torre Nilsson de la novela de Manuel Puig.

El 28 de marzo de 1977, a los 43 años, Waldo de los Ríos se suicidó en su casa en Madrid, de un escopetazo en la cabeza. Los motivos no fueron del todo claros. Se habló de problemas sentimentales y de una fuerte depresión. Los diarios de la época señalaban que su salud estaba muy resentida y había bajado drásticamente de peso.

Hoy, el nombre de Waldo de los Ríos posiblemente esté opacado, en las tinieblas del pasado. Poco hay de él en Internet y mucho menos en páginas argentinas. Lo que no pudieron lograr con Piazzolla, al que la ortodoxia debió conceder su triunfo, parece haber tenido éxito el caso de de los Ríos. En este post, seleccionamos una serie de sus temas, encontrados en la red, como para tentar al visitante a conocer más de este gran artista.

FUENTES:

Artículo en Wikipedia:
http://es.wikipedia.org/wiki/Waldo_de_los_Ríos

Su web, mantenida por su viuda, Isabel Pisano:
http://www.waldodelosrios.es/

La nota necrológica en “El Pais”:
http://elpais.com/diario/1977/03/30/madrid/228572656_850215.html


tero tero


carmina burana – fortuna imperatrix mundi


bailecito


sinfonía n° 40 – Mozart


obertura y títulos de la banda de sonido de la película “Pampa Salvaje”


coro de zíngaros – “El trovador” - Verdi


banda de sonido de la película “Boquitas pintadas”


Va pensiero - “Nabucco” - Verdi

14.9.12

el valor del color

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Cuando Marinetti apareció en el proscenio, la sala vibró y fue un estruendo de aplausos. Luego se hizo un gran silencio; todo el mundo parecía estar prendido por el hechizo del mago. Su tema fue el futurismo mundial; la voz se alzaba, ardorosa. De pronto, Severini y yo creímos morir de un síncope y nos agarramos del brazo: acabábamos de oír nuestros nombres ensalzados como sólo Marinetti sabía hacerlo. Por tanto, él ignoraba nuestra presencia en la sala. Si la de Severini era fácil de colegirla, pues vivía en París, la mía no podía siquiera sospecharla, desde que no le había dicho adiós a la partida.

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(El propietario de la galería, Léonce) Rosenberg me hizo introducir en una linda sala tapizada de gris, con una alfombra del mismo color donde los pies se hundían agradablemente. Al fondo vi tres caballetes y frente a ellos, hacia acá, ya distancia de unos tres metros, dos mullidos sillones y una mesa baja sobre la cual había ceniceros, cigarros y cigarrillos de marcas diversas. Me invitó a tomar asiento, se sentó, y dio órdenes precisas a un empleado. Este apareció con dos cuadros para los caballetes laterales. A una rápida indicación, una de mis telas ocupó el centro. Rosenberg pasaba los ojos sobre los tres, sobre dos, sobre, sobre uno en muda inquisición, como si aguardara que los cuadros hablasen. Hizo cambiar los dos laterales y siguió escrutando; luego hizo cambiar el del centro, reemplazándolo por otro mío.

(…)

Nunca como aquella tarde tuve oportunidad de ver y de juzgar con espíritu desasido mis propias obras. Advertí, por ejemplo, a cuadros como La Gruta Azul de Capri, Autorretrato o Pensierosa, resistían con holgura la confrontación, siendo totalmente otra cosa, en tanto que algunos cuadros de concepción más sintética como El flautista ciego o El solista parecían debilitárseme, sólo salvados por el color, que era mi ventaja.

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La pintura se hace con color. De ahí que piense que no son pintores aquellos que dicen no interesarse por el color y sus grandes recursos expresivos, capaz de traducir todos los sentimientos, desde el más simple al de mayor intensidad dramática. La verdad es que no recurre al color el que no lo siente; y ésta demás señalar que quien no lo siente no es un verdadero pintor; en el mejor de los casos podría ser un buen dibujante. Si a ello se agrega que el manejo del color no es nada fácil, que exige mucho trabajo llegar a hacerlo con autoridad, y puesto que es preciso llevarlo en la sangre, se comprenderá que haya tantos artistas que lo eluden con la cómoda excusa de su falta de interés por él.

EMILIO PETTORUTI
"Un pintor ante el espejo"

13.9.12

frases de "Ted"

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Aqui les presentamos la historia de un pequeño niño y un mágico deseo de Navidad…

Es en esa época especial del año, cuando los niños de Boston se juntan y golpean a los niños judíos.

Sabes, desearía que realmente pudieras hablarme. Porque entonces así podríamos ser los mejores amigos por siempre jamás.

Si hay una cosa de la que puedes estar seguro, es que nada es mas poderoso que el deseo de un niño. Excepto un helicóptero Apache...

-Tú... tú hablas...
-No me mires tan sorprendido. Tú fuiste quien lo deseo ¿o no?

¡Miren lo que Jesús hizo! ¡Miren lo que Jesús hizo!

-Me sorprendiste. Por alguna razón pensé que serias más alto.
-Yo pensé que serías más divertido...

Éramos compañeros del trueno. Y el trueno lo sabía.

Compañeros trueno de por vida.

Bien, déjenme ponerlo de este modo. No importa cuan grande sea el impacto que hagas en este mundo. No importa que seas Corey Feldman, Frankie Muniz, Justin Bieber... o un Oso Teddy parlante... Eventualmente nadie te dará una mierda.

Ves, el hecho que tengas que decir que no está tan mal, quiere decir que está mal.

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Fue mi culpa. Estaba enviando un tweet.

-Todo lo que tienes que hacer es no joderlo...
-Lo comprendo.
-Bien. Me alegra oírlo. Porque en un mes... mi vida podría ser tu vida.

-Jesús, amigo, luces como una mierda. ¿Qué pasó?
-No lo sé. Estuve en un jodido basurero anoche. Y mi télefono decía que mandé un mensaje de texto a alguien a las 3.15, pidiéndoles que me golpearan. Y a las 4.30 escribí a la misma persona diciendo “gracias”.
-¿Y no lo recuerdas?
-No. Igual que la vez pasada.
-¿Suena un poco gay no te parece?
-No lo sé. Quizás si.
-¿Piensas que algún grupo gay del submundo te golpeó? ¿Como uno de esos clubs gays de pelea o algo?
-No lo sé. Me burlo de los transexuales. No recuerdo nada de eso. Fue jodido. Puedo ser gay. No lo sé.

-Déjame preguntarte algo. No crees que ella va a estar esperando algo grande… ¿no?
-¿Qué? ¿Cómo anal?
-No... como una cosa circular de oro para su dedo.
-¡Oh, que se joda! Sólo han sido cuatro años, Johnny. Tú y yo hemos estado juntos por 27 años. ¿Dónde está mi anillo? ¿Dónde está mi anillo, idiota?

Ésta es la fantasía americana, justo en este momento. Un jugador profesional de la NFL es llamado para salvar el mundo. Sí.

Hamburguesas de pavo, ¿vendrán homosexuales a cenar?

-¿Cómo te fue con tu despreciable jefe?
-Rex está bien. Él sólo me pegó una vez hoy. Así que es algo bueno.

-Sabes, si tu pierna quedara atrapada bajo una roca, yo la masticaría para liberarte.
-¿Lo harías?
-Seguro que lo haría.
-¿Eso es canibalismo?
-No. Creo que sólo es canibalismo si lo tragas.
-Claro. No te preocupes por eso, porque no trago.
-De verdad... porque eso no es lo que escuché.
-Bien eso no es verdad, ¿de acuerdo? Yo soy de la clase alta.

Deberías de darle un ultimátum: tú o su oso.

No tienes alguna clase de carrera si gastas tu tiempo con Ted.

Tengo un trabajo de mierda y te aseguro estoy bastante contento.

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-Primera noche solo.
-Claro, primera noche en mi hermoso apartamento nuevo.
-Bien. Será grandioso cuando esté amueblado.
-Claro. Y el sujeto dijo que no ha habido asesinatos fuertes en él. Eso suena bien.

Sé que no soy un Oso Teddy parlante, pero... al menos no tienes que pedir un deseo mágico para tenerme.

-Ustedes tienen encuentros sexuales encima de los productos que vendemos al público.
-La penetré con una zanahoria la semana pasada. Y vendí la zanahoria a una familia con cuatro niños pequeños.
-Eso es tener agallas. Necesitamos agallas. Te promoveré.
-Tienes muchos problemas, ¿no es así?

…gracias por asustarme esta noche y que Jesús esté contigo.

Ése es el testículo de Lance Armstrong. Lo sequé, congelé y lo bañé en bronce. Antes y ahora, cuando me siento deprimido y las cosas se ponen difíciles, sólo vengo aquí y lo veo. Y me recuerda que las cosas no son tan malas...

Sam Jones... ¡Sam Jones está aquí! Y, John... ¡su cabello esta partido a la mitad!

“Flash Gordon” es el símbolo de nuestra amistad, John. Ven y comparte esto conmigo.

¿Ves? Ahí está la prueba de que los ojos de Garfield lucen como un par de tetas.

Nunca voy a tener una vida contigo a mi alrededor. Tengo 35 años y no voy a ningún lado. Todo lo que hago es fumar hierba y mirar películas con un maldito Oso Teddy.

“Te amo”

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-Lori estaba en lo correcto contigo. No puedes tomar ninguna responsabilidad. ¿Qué harás con tu vida?
-¿Y tú puedes?
-No tengo porque… ¡soy un maldito Oso Teddy!

Escúchate a ti mismo. ¿Qué soy yo, el emperador Ming controlando tu mente? Ésa es tu elección, John. Y sabes, culpándome sólo te hace lucir como una chica.

-¿Recuerdas cuando teníamos diez años y golpeamos esa ardilla con tu pistola de municiones? Y entonces, cuando vimos que cayó desde el árbol, ambos comenzamos a llorar, ¿lo recuerdas? Y corrimos a levantarla, intentamos darle primeros auxilios... ¡y volvió a la vida! John, podemos hacer eso de nuevo.
-Ted… explotamos sus costillas y aplastamos sus pulmones intentando darle primeros auxilios. Murió.

-¿Como has estado pequeño idiota peludo?
-Sabes, no soy la mitad musulmana que vende 37 millones de discos, pero sigo adelante.
-Mitad india, pero gracias.
-Sí, como sea... gracias por el 9-11.

¡Aquí! Abajo. No estoy mirando por debajo de tu toalla… ¡lo juro por Dios!

Mira, mira Lori… tú quieres que sea un hombre... pero mientras tenga su Oso Teddy, siempre va a ser un chico.

Mira yo podría sentarme aquí y decirte que lo siento. Y que fue un gran error y que estoy listo para cambiar. Pero no creo que quieras oír algo de esa basura. No voy a intentarlo ni vas a tenerme de nuevo. Quiero decir, ¿por qué deberías? He sido una basura de novio por los últimos cuatro años. No te merezco.

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-Y me prometí que si algún día tenía un hijo, nunca, jamás, le diría que no. Jamás.
-Quizás no darle un Snicker a cada rato no lo lastimaría.

Me tienen el tipo loco del parque y ese niño. Creo que es su hijo. Pero quizás pueda ser su amante… no lo sé.

¡Retrocede Susan Boyle!

Lo siento. Alguien tenía que volver Joan Crawford a ese niño.

Ella es tu compañera trueno ahora.

Estoy tan falsamente feliz por ella.

12.9.12

¡a ver cuándo madurás!

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TED
data: http://www.imdb.com/title/tt1637725

Los que siguieron a Seth McFarlane en la serie de animación “Padre de familia”, reconocerán el estilo zumbón de su pluma en esta película. “Ted” parte de una muy buena idea, absurda e inverosímil, pero que funciona bien para una comedia. Y cuando llega al punto clave, McFarlane peca de conservador y no va más allá de lo que la trama le exigía. Eso no invalida la comedia de corte escatológico (i.e. no deja de provocarnos carcajadas) pero le baja unos cuantos escalones al resultado final. Lo que termina siendo una película ingeniosa pero imperfecta, pudo ser una pequeña joyita. Pero ya veremos cuándo, a nuestro entender, McFarlane pierde el camino.

“Ted” es la historia de John Bennett, un chico sin amigos, que ruega al cielo porque el osito de peluche que le regalaron pueda hablar como una persona normal. Bueno, en forma totalmente arbitraria, el milagro opera y Ted, el osito de peluche, habla.

La historia salta a la adultez de John que se ha transformado en un adulto bastante pavote. Bennet comparte juergas con Ted, su amigo oso, drogón, mujeriego, mal hablado, fiestero, incorrecto políticamente y que compite con Lori, la novia de John, quien quiere encarrilar a su prometido.

Detrás del absurdo del osito de peluche con réplicas ácidas y veloces, oculto en la catarata de gags, hay una historia de un chico que no quiere crecer, de una adolescencia que se prolonga y de un romance que viene a quebrar esa situación, ese permanente clima de fiesta adolescente en el que está empantanada la vida de John.

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Hay una línea interesante en el relato que McFarlane describe, bordea, mete los pies en el umbral y luego se aleja, siguiendo el más tranquilizador final feliz que se le presenta con la sublínea de los secuestradores de Ted. Pero la clave del film, la escena que es decisiva para la historia, es la charla de “reconciliación” de John y Lori en el bar. La promesa de cambiar que no será cumplida, es la piedra basal de lo que vimos hasta ahí. Ése diálogo sugiere el desenlace que debió seguir el filme y no se atrevió a tomar.

“Ted” puede ser que hable de la perpetua adolescencia masculina; habla también del innato sentido de la territorialidad femenina. Y ése era el tema del filme que se corresponde con un final más jugado, violando la corrección política de la pareja feliz que logra convivir en paz y armonía.

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“Ted” trata del tradicional conflicto “vagina mata amistad”. La novia que se mete en la vida del amado, mueve los hilos y entra en conflicto con el amigo que hasta ahora se imponía soberano sin competencia. Ambas relaciones son de naturaleza disímil y esa disparidad es la que posibilita que uno tenga todas las chances de ganar. Pero, aunque las hormonas se impongan, vale notar que el amigo acepta al otro tal como es; la novia, una vez convencida que quiere formar parte de la vida del hombre, pone manos a la obra en la tarea de modificarlo. Nótese que mientras el amigo es incondicional nuestro, la novia es incondicional suya.

Extraño egoísmo del acto romántico: te amo, pero necesito modificarte para que seas mío. Ese proceso de transformación (que no escatima en la amenaza, la extorsión sentimental, el ultimátum), es eficaz porque la novia proporciona lo que no puede proporcionar un amigo: orgasmos, proyectar una familia, intimidad.

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Ahí está el punto: la sinceridad del amigo no alcanza porque está limitado en lo que puede proporcionar; la mezquindad de la novia tiene retornos asegurados. Y en la contraposición ética (aquel que nada pide con aquella que pide todo), si el amigo es superior en el plano moral, corre con desventaja en el orden fáctico. La novia se propone ganar sin recurrir a la ética; todo es válido, el fin justifica los medios. El amigo es amigo, es superior, acepta de tal modo la necesidad del otro que hasta se permite conceder el mutis por el foro y retirarse de la vida del amigo para que éste sea feliz. La novia no sería capaz, no ya de ejecutar ese acto, sino de imaginarlo; en el caso de fracasar, se irá produciendo el mayor daño posible, para que su ida sea memorable.

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Ése es el tema de “Ted”. El estado de gracia interrumpido por el noviazgo; el fin de la inocencia que supone la entrada en la madurez, con las concesiones que la sociedad (y el matrimonio) impone: el trabajo mediocre, la hipocresía, la sumisión, el condicionamiento de la propia naturaleza. Todo esto pivotea en la conversación que John tiene con Lori, en la que queda claro qué posición ha tomado el protagonista. Y todo se desvirtúa en la escena siguiente, con la persecución de los secuestradores de Ted que conduce a un universo imposible de tono claramente hollywoodense: la coexistencia del amigo y la novia, en un final feliz.

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Que la audacia de seguir esta linea quede inconclusa por un humorista políticamente incorrecto, llama la atención. Somos muy guapos para meter una puteada atrás de otra, pero no para señalar esta secular extorsión femenina que viene desde el fondo de la historia de la humanidad. Tal acto de cobardía, no obstante, sucede en “Ted”.

Los puntales de la trama, además de la sucesión de chistes y situaciones humorísticas que acumula Seth McFarlane, está en la actuación de Mark Wahlberg, del oso Ted (con la voz del propio McFarlane) y de la bella Mila Kunis. El cameo glorioso de Sam Jones (protagonista de la pésima “Flash Gordon” con música de Queen y producción de Dino De Laurentiis) es uno de los momentos cumbres de la obra.

Escenas destacadas: la pelea a golpes entre Ted y John; el desfile provocador de Ted en el supermercado; los diálogos de Ted con su empleador, el dueño del supermercado; la fiesta con Sam Jones.

Mañana, las mejores frases.

11.9.12

fresco para chomba

“Ahí me cagué de frío. Estaba en el Aconcagua”.
Dicho por una jovencita a su amiga, no menos jovencita, caminando por la calle Defensa, mirando artesanías un domingo a la tarde.

10.9.12

el paracaidista de las invasiones inglesas

historia argentina

José Antonio Leiva, oriundo de Luján y subteniente de los Húsares de Pueyrredon, fue protagonista del primer descenso en paracaídas, que tuvo lugar en la Buenos Aires de 1807. Ocurrió el 5 de julio, durante la Defensa de la ciudad ante la segunda Invasión inglesa. El perímetro más sangriento del combate es el que delimitan las actuales calles Perú, Belgrano, Balcarce y Venezuela.

En las primeras horas de la mañana un centenar de ingleses se pertrechó en la Basílica de Nuestra Señora del Santísimo Rosario, que nosotros conocemos como convento de Santo Domingo. Al ingresar tirando abajo un portón trasero descubrieron en los techos el estandarte del Regimiento 71 Highlanders que habían perdido en la primera invasión más dos banderas de la Marina Real británica, de 1,62 metros por 1,65. Todos trofeos de guerra que habían sido ofrendados por Santiago de Liniers a la Virgen del Rosario.

El entusiasmo por el hallazgo contagió a los hombres y su comandante, el coronel Denis Pack, ordenó que se exhibieran en la torre de la iglesia. La orden fue fatal para el soldado que trepó al cielorraso, ya que cayó desde la altura y murió. El segundo en intentarlo, más ágil, logró descolgarlas. De inmediato las llevaron al campanario.

Desde el patio de la casa de Francisco de Tellechea (en las actuales Defensa y Moreno), a pocos metros del convento, se disparaba contra la torre -en aquella época tenía una sola- para derribarla con bandera e ingleses incluidos, pero antes de lograr su objetivo los invasores se rindieron. Eran pasadas las tres de la tarde. Agotados, los oficiales pidieron una sábana blanca y la colgaron en la torre, en señal de parlamento, junto al estandarte inglés. Mientras tanto arribaba al galope el joven subteniente de Húsares José Antonio Leiva.

Enterado de que Denis Pack (a quien vemos en el retrato) se hallaba en el interior del convento, se apresuró para tener el honor de ser su captor. Porque no se trataba de un prisionero más. Su cabeza tenía precio: 4.000 pesos (equivalía al sueldo regular de un año) porque había sido capturado en 1806 y había juramentado que nunca más empuñaría las armas contra España y sus colonias. Pack era perjuro y Leiva sería su justiciero.

En cuanto traspasó la puerta, el húsar fue interceptado por el prior, quien le pidió que retirara la bandera que flameaba en la torre y recuperara la sábana blanca. En realidad intentaba distraerlo porque él mismo se había encargado de esconder a Pack. Leiva subió salteando escalones, alcanzó la torre, arrancó la sábana y tomó la bandera inglesa. La maniobra ocasionó un tropiezo en el más estricto sentido de la palabra. Sus botas embarradas lo traicionaron y lo depositaron en el vacío.

Desde lo más alto de la torre, Leiva planeó rozando el muro con el improvisado paracaídas que formaron el pabellón inglés y la sábana. No fue un vuelo elegante. Mejor dicho, no fue un vuelo. Apenas logró amortizar el impacto del golpe que nunca desmintió la teoría de Newton. Lo recibió un colchón de barro. De la nariz, la boca y las orejas le brotaba sangre. Lo introdujeron en el convento y mientras era atendido, se acercó el coronel Pack, quien quiso conocer a su frustrado cazador.

Por su acción, Leiva fue ascendido a teniente el 1 de enero de 1809. No obtuvo la recompensa, ya que no consiguió atrapar al oficial británico, y quedó sordo de por vida.

(…)

En abril de 1859, José Manuel Luparte presentó una carta en la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires solicitando una pensión para el anciano Leiva, quien vivía en el partido de Quilmes. En la nota informaba acerca de su actuación en 1807 y brindaba detalles del episodio que lo había convertido en el primer aeronauta de nuestra historia. Pocas semanas después, el 25 de mayo, la Municipalidad le otorgó una pensión de dos mil pesos anuales “por su valor y heroísmo” y le entregó una condecoración. Habían pasado 52 años de su vuelo con el pabellón británico.

“El paracaidista de 1807”
DANIEL BALMACEDA
(historia argentina, 19.07.12)


(Esta nota puede consultarse en el blog “Invasiones Inglesas”:
http://invasionesinglesas.blogspot.com.ar/2012/09/el-paracaidista-de-las-invasiones.html)

8.9.12

conozco la canción: just the way you are

La carrera de Billy Joel estaba en un impasse, después del éxito de Piano Man, cuando a fines de los ’70 grababa el álbum que sería conocido como The Stranger (producido por Phil Ramone). Entre las canciones elegidas, había una nueva escrita por Joel como regalo de cumpleaños para su esposa Elizabeth Weber. A Billy Joel, la canción le parecía floja para el nuevo disco y, sin culpa, la dejó de lado. Afortunadamente, dos chicas que grababan por esos días en el mismo estudio donde lo hacía Joel, le dijeron que estaba completamente loco de dejar ese tema fuera del álbum. Las “chicas” eran Linda Ronstadt y Phoebe Snow. Y gracias a ellas, este tema, fue grabado e incluido en el álbum mencionado:



De más está decir que Billy Joel ganó el Grammy de 1978 por “Just the way you are”, como Mejor Canción y Mejor Grabación y el tema se transformó, rápidamente, en un clásico.

Años después, en varios reportajes, Billy Joel declaró que la canción surgió durmiendo, en varios sueños recurrentes. Los acordes de “Just the way you are” sonaron en su cabeza mientras dormía. Billy Joel se despertó, en medio de la noche, con la certeza de que esa melodía era una buena idea para una canción. Posteriormente, en una tediosa reunión de negocios, la mente de Billy Joel divagó hacia su sueño de noches previas y retomó la canción. Ahí se juró que debía ponerle letra a esa tonada y convertirla en canción.

Para aquellos que ya estén lagrimeando por el romanticismo del tema y por el amor que Billy Joel demuestra hacia su esposa, lamentamos informar que Billy se separó de Elizabeth. La leyenda cuenta que el trompetista Liberty DeVito, que solía “soplarle” las letras a Billy Joel cuando se olvidaba los temas durante los conciertos, le cambiaba la frase “I love you just the way you are” por “She got the house, she got the car” (“ella tiene la casa, ella tiene el auto”). Un auténtico buen tipo.

Innumerables versiones se hicieron del tema, siendo una de las más recordadas la que grabó Barry White en 1978, que alcanzó el puesto 12 del ranking en Inglaterra:



Otra versión muy buena es la de Diana Krall:



Agreguen la de la cantante italiana Mina:



Una particular versión de Isaac Hayes:



En El show de los Muppets, Leslie Ann Warren cantó este tema con el perro Rowlf al piano:



Y en Plaza Sesamo, el propio Billy Joel lo cantó con la traducción, en lenguaje de señas, de la actriz Marleen Matlin:



Una versión en español es la del mexicano José José, en un álbum que salió en 1978, al poco tiempo de que Billy Joel la diera a publicidad:



Una versión exótica es la de Dono Kasino Indro, un comediante indonesio que se atreve con el tema de Joel:



Para cerrar el post, el dueto entre Billy Joel y Elton John en Filadelfia en julio de 2009:



FUENTE:

El artículo del tema en Wikipedia, en español:
http://es.wikipedia.org/wiki/Just_the_Way_You_Are_%28canci%C3%B3n_de_Billy_Joel%29

y en inglés:
http://en.wikipedia.org/wiki/Just_the_Way_You_Are_%28Billy_Joel_song%29

El artículo en la página SongFacts:
http://www.songfacts.com/detail.php?id=810

7.9.12

catita vota

adn cultura

Cata: -As noches!!

Todos: -As noches!!

Animador: -Hola, Catita! Qué cuenta de bueno!

C.: -Qué via contar de bueno, m'hijo, con lo chueco que anda el país!

A.: -Catita!...

C.: -Diga que no tengo tiempo, porque si yo me dedicaría a la política, otro galio los cantara!

A.: -De veras! Ahora que las mujeres pueden intervenir, bien podría usted ser senadora.

C.: -Yo ya he sido celadora, al colegio, pero no es lo mismo luchar con chicos, que ser celadora al congreso y luchar con grandes.

A.: -Tiene razón.

C.: -Porque a un chico, de un soplamoco, usté lo hace callar, pero a un deputado?

A.: -Catita: yo estoy seguro de que usted, actuando en política, pasaría a la historia.

C.: -Como tantas colegas? Porque ha habido grandes mujeres a la historia! Más que hombres en atos patróticos!

A.: -Usted cree?

C.: -A ver ande hubo un Juan de Arco, que se dejara cocinar crudo en una fogarata?

A.: -Es verdad.

C.: -O uno como Clopatria, la reina de los ejitos, que pa no rendirse a los de la contra, se suicidó a sí misma, haciéndose morder por una culebra en el busto?... Ande se vio el caso de un hombre que le haiga dado el busto a una culebra?

A.: -En efecto, la historia está llena de ejemplos?

C.: -Enjemplares de mujeres? Ahí la tiene a Popea, protetora de las burras.

A.: -Cómo, cómo?

C.: -Sí, porque como todo el mundo, prefería la leche patoruzada, por ser más hingiénica, las pobres burras, producían sin provecho; entonces Popea, pa mostrar que tan hingiénica era l'una como l'otra, se baniaba en leche de burra.

A.: -Lo que sabe usted, Catita? Y el bien que le haría a la nación, si pudiera regir sus destinos!

C.: -Vio? Sin embargo hay inorantes que dicen que las mujeres no debían ni votar, porque son unas animalas!

A.: -A propósito, votó usted en las últimas elecciones?

C.: -Seguro!

A.: -Adónde la empadronaron?

C.: -A mí me apadrinaron en la sacristanía de San Suplicio.

A.: -Empadronaron! En qué padrón la asentaron!

C.: -En qué patrón me sentaron? Avise, diga! Yo no me siento en los patrones, como las secretarias lanceras?

A.: -A ver si nos entendemos? dónde votó?

C.: -La función era en una escuela, un domingo, y pa entrar, tuve que hacer cola. Desgracia humana!

A.: -Le molesta eso?

C.: -Y me indina, porque se empresta a las avivadas! Una vez en la cola del vino, le di a un tipo un par de cachetadas que le rajé la cara!

A.: -Con la mano?

C.: -No, con la botella? Je! Pegándome gorpecitos, porque se le había dormido la pierna!

A.: -Y eso?

C.: -A lo que estábamos juntos, dice, que se confundió la pierna de él con la mía? Vaya a pegarle a su madrina!

A.: -Sí, sí, nunca faltan oportunistas! Bueno, siguiendo con el voto, decía que fue en una escuela?

C.: -Sa. Había una mesa desaminadora, con un director y cinco ayudantes. Cuando me tocó pasar, cerca de la una, les digo: -A ver si me despachan pronto, que mi amá me espera con los tallarines.

A.: -Y entonces?

C.: -Me acerco al director, y como el voto era secreto, me le pego a l'oreja, y le digo: -Yo voto por el más buen mozo.

A.: -Cómo, cómo?

C.: -Yo voto por el más buen mozo! Va a creer que aunque el voto era secreto el tipo va y se lo sopla a la di al lado? La otra, que era un escracho me mira estupefata, y se larga a reír!

A.: -Qué grosera! Y usted?

C.: -No me estrania que a los loros les reviente que una tenga buen gusto! -le grito-. Estupefación y risada general.

A.: -Bueno, le diré, Catita, usted no procedió?

C.: -Párese!... Entonces una, que parecía mas curta, porque usaba lentes, me dice: -Su nombre? -Catalina Pizzafrola Langanuzzo. Desde hoy, una amiga ma. Mira una lista y me larga: -Langanuzzo o Longaniza? -Langanuzzo, salame -le digo?

A.: -Catita!

C.: -Tiene la libreta? -sigue. -Cuála? -le digo- porque traje tre: la de notas, la cívica y la del panadero.

A.: -Pero qué ocurrencia!

C.: -De las tres, me elige la cívica; me la curiosean y me dan un sobre. -Y esto? -les pregunto. -Pa que pase al cuarto escuro. Yo no sabía qué pensar!

A.: -Y el cuarto oscuro?

C.: -No era lo que yo pensaba, porque había luz. Se veía lo más bien? Así que me senté a esperar.

A.: -A esperar qué?

C.: -El defile de los candidato!?No estamos hablando de las eleciones?

A.: -Ay mi madre!

C: -Le diré que pa ser un salón, ande tenían de defilar los foturos candidato, era bastante rascada!?Unos bancos miserables y todos emporcados de papeles!

A.: -Catita! Esos papeles son las listas de los partidos!

C.: -Yo agarré unos cuantos, los abollé y me acorché los zapatos, porque tenía los pieses reventados del plantón!... Miré el reló: l'una y vente! Pobres tallarines!

A.: -Bueno, y después?

C.: -Después qué? Espera que te espera, y el cuncurso no empezaba!

A.: -De modo que se quedó?

C.: -A la espetativa, demientras que pensaba: Cómo saldrán los candidato?... Como las mises, en malla?

A.: -Catita!

C.: -Sí, porque si pa elegir al mejor, tiene que ser sin mula. Nada de rellenos ni de postizos!

A.: -Y usted cree que los candidatos, que son hombres?

C.: -Se ponen rellenos, como todos!

A.: -En dónde?

C.: -No en los mismos sitios que las mujeres, pero en las hombreras

A.: (Harto.) -Sigamos con el relato. Estaba en el cuarto oscuro, haciendo conjeturas?

C.: -Lo qué?

A.: -Hipótesis.

C.: -Ay, osté, hasta que la censura no lo agarre? Buá: cuando redepente, se abre la puerta. -Los consursantes -pensé yo, y me pongo a aplaudir. Pero no, era una tipa que viene y me dice: -Y? Qué pasa? -Eso le pregunto yo, cabaliera. Hasta cuándo me van a tener aquí? Todavía no se han formado los candidato, que a mi amá se le pasan los tallarines?-

A.: -Catita! En el cuarto oscuro, la ciudadana que va a votar, debe elegir una de las listas de los partidos, colocarla dentro de un sobre?

C.: -Eso me dijo, pero como no le entendí muy bien, agarré una de cada, pa no ofender a ningún partido, y las metí en el sobre. Salí y ya lo iba a meter en el buzón de la esquina, cuando viene otra y me lo hace poner?

A.: -En la urna, naturalmente.

C.: -Sa, en el cajón de lustrabotas ese, no? Bueno, y ora qué hago? -les digo-. -Ora, váyase a su casa -me larga-.

A.: -Claro, porque habiendo terminado su cometido, no tenía por qué quedarse.

C.: -Callesé, inorante! Y el espetáculo, con perdón de la palabra? El desfile de las mises y de los candidato? Me vino una indinación, que agarré y les dije: No se me importa que me echen! De mejores casas me han echado!... pero otra vez no me pescan, porque, encima de estafarme la función y por curpa de ustede, viá tener que comer engrudo en lugar de tallarines! Sinvergüenzas! Muleros! Chorros! Je! Hay cada uno má de cuatro!

Programa grabado el 19 de abril de 1960, con Antonio Carrizo.

FUENTE: http://www.lanacion.com.ar/1503717-catita-emite-su-voto

6.9.12

motivo de admiración

“Vos sabés que yo te admiro por haber tenido una novia adicta al sexo”.
Joven adolescente a otro joven adolescente, caminando por Puerto Madero, un sábado a la tarde.

5.9.12

mateo

clarín

(…)

Es que, desde 1850, las “victorias”, tiradas por un solo caballo y a cargo de un cochero, estaban incorporadas al paisaje de Buenos Aires tanto como esa música popular que conocemos como tango.

Se los veía siempre en los alrededores de las plazas más importantes, como Constitución, Miserere, Congreso o de Mayo. Por eso algunos los denominaban “placeros”. Pero en 1923 la influencia de una obra de teatro les cambió el nombre para siempre.

La obra se estrenó en mayo de ese año en el Teatro Nacional. La había escrito Armando Discépolo (el hermano de Enrique Santos) y contaba algo de la dura vida de don Miguel, un inmigrante italiano que veía cómo la merma en su trabajo complicaba su existencia. Entonces el hombre volcaba sus penurias hablándole a Mateo, el viejo matungo de su carruaje. Fue tanto el impacto popular que tuvo que desde entonces a los carros se los llama mateos.

La mayoría de esos mateos llegaron desde Francia, aunque a mediados del siglo XIX eran muy importantes en las principales capitales de Europa como Londres, Berlín o Viena. Y aquello se vería reflejado también en Buenos Aires. Tanto que ya en 1866 aparecía una ordenanza para reglamentar su actividad. Entre otras cuestiones, se establecía que, para circular de noche, debían llevar faroles encendidos cuando no hubiera luna llena. Aquellas luces funcionaban con carbono.

Equipados con mullidos asientos forrados en cuero, negras capotas que protegían del rocío y con elásticos de buen hierro debajo de la carrocería, para amortiguar el traqueteo sobre el adoquinado porteño, los mateos empezaron a entrar en la historia cuando el servicio de tranvías llenó la Ciudad y los “autos de alquiler con reloj taxímetro” (como se denominaba a los taxis) coparon la parada del transporte urbano, previo auge de los colectivos.

La prohibición de la tracción a sangre en la Ciudad (sancionada en 1960) también influyó. Sin embargo, hoy todavía hay algunos que se lucen en las dos paradas que mantienen como bastiones de aquel tiempo: frente a la entrada principal del zoológico (en las avenidas Las Heras y Sarmiento) y frente al gran Monumento de los Españoles (avenidas Del Libertador y Sarmiento).

(…)

EDUARDO PARISE
“El mateo también tiene su historia”
(clarín, 03.09.12)