30.6.05

sobre genios, estúpidos y cretinos

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-Otra vez será. ¿Quiere beber otra copa? Dos más, Pílades, gracias. Pues bien. En el mundo están los cretinos, los imbéciles, los estúpidos y los locos.

-¿Falta algo?

-Sí. Nosotros dos, por ejemplo. O, al menos, no es por ofender, yo. En suma todo el mundo, si se mira bien, participa de alguna de esas categorías. Cada uno de nosotros de vez en cuando es un cretino, un imbécil, un estúpido o un loco. Digamos que la persona normal es la que combina razonablemente todos esos componentes o tipos ideales.

-Idealtypen.

-Bravo. ¿También sabe alemán?

-Algo masco para las bibliografías.

-En mi época, quienes sabían alemán ya no se licenciaban. Se pasaban el resto de su vida sabiendo alemán. Creo que hoy en día sucede lo mismo con el chino.

-Yo lo conozco poco, por eso hago mi tesis. Pero, siga hablándome de su tipología. ¿Cómo es el genio, Einstein, por ejemplo?

-El genio es el que pone en juego uno de esos componentes de manera vertiginosa, alimentándolo con los demás. -Bebió. Dijo-: Hola, guapetona. ¿Cómo siguen tus intentos de suicidio?

-Pertenecen al pasado -respondió la joven al pasar-, ahora estoy en un grupo.

-Te felicito -le dijo Belbo. Y volviéndose hacia mí-: También existen los suicidios en grupo, ¿verdad?

-Pero, ¿y los locos?

-Espero que no se haya tomado mi teoría como palabra santa. No pretendo arreglar el universo. Estoy diciendo qué es un loco para una editorial. Es una teoría ad hoc, ¿vale?

-Vale. Ahora invito yo.

-Vale. Pílades, por favor, con menos hielo. Si no, hace efecto en seguida. Veamos. El cretino ni siquiera habla, babea, es espástico. Se aplasta el helado contra la frente, no puede ni coordinar los movimientos. Entra en la puerta giratoria por el lado opuesto.

-¿Cómo es posible?

-El lo consigue. Por eso es un cretino. No nos interesa, se le reconoce en seguida, y no aparece por las editoriales. Dejémosle donde está.

-Dejémosle.

-Ser imbécil ya es más complicado. Es un comportamiento social. El imbécil es el que habla siempre fuera del vaso.

-¿A qué se refiere?

-Así -apunto el índice hacia su vaso y lo clavó en la barra-. Quiere hablar de lo que hay en el vaso, pero, esto por aquí, esto por allá, habla fuera. O si prefiere, es el que siempre mete la pata, el que le pregunta cómo está su bella esposa al individuo que acaba de ser abandonado por la mujer. ¿Me explico?

-Se explica, conozco a algunos.

-El imbécil está muy solicitado, sobre todo en las reuniones mundanas. Incomoda a todos, pero les proporciona temas de conversación. En su versión positiva llega a ser diplomático. Habla fuera del vaso cuando otros han metido la pata, consigue cambiar de tema Pero a nosotros no nos interesa, no es nunca creativo, trabaja de prestado, de manera que no presenta manuscritos en las editoriales. El imbécil no dice que el gato ladra, habla del gato cuando los demás hablan del perro. Confunde las reglas de conversación, y cuando las confunde bien es sublime. Creo que es una raza en extinción, un portador de virtudes eminentemente burguesas. Necesita un salón Verdurin, o mejor, Guermantes. ¿Todavía leéis esas cosas, vosotros los estudiantes?

-Yo si.

-El imbécil es Murat que pasa revista a sus oficiales y cuando ve a uno, de la Martinica, recubierto de condecoraciones, va y le pregunta: “Vous etes negre?” Y el otro responde: “Oui mon genéral!”, Murat replica: “Bravo, bravo, continuez!” Y cosas por el estilo. ¿Lo capta? Perdone, pero esta noche estoy festejando una decisión histórica de mi vida. He dejado de beber. ¿Quiere otro? No diga nada, me haría sentir culpable. ¡Pílades!

-¿Y el estúpido?

-Ah. El estúpido no se equivoca de comportamiento. Se equivoca de razonamiento. Es el que dice que todos los perros son animales domésticos y todos los perros ladran, pero que también los gatos son animales domésticos y por tanto ladran. O que todos los atenienses son mortales, todos los habitantes del Pireo son mortales, de modo que todos los habitantes del Pireo son atenienses.

-Y lo son.

-Si, pero de pura casualidad. El estúpido incluso puede decir algo correcto, pero por razones equivocadas.

-Se pueden decir cosas equivocadas, con tal de que las razones sean correctas.

-Vive Dios. ¿Si no por qué tomarse tanto trabajo para ser animales racionales?

-Todos los grandes monos antropomorfos descienden de formas de vida inferiores, los hombres descienden de formas de vida inferiores, por tanto todos los hombres son grandes monos antropomorfos.

-No está mal. Ya estamos en el umbral en el que sospechamos que algo no funciona, pero es necesario un esfuerzo para demostrar qué es lo que no cuadra y por qué. El estúpido es muy insidioso. Al imbécil se le reconoce en seguida (y al cretino ni qué decir), mientras que el estúpido razona casi como uno, sólo que con una desviación infinitesimal. Es un maestro del paralogismo. No hay salvación para el redactor editorial, debería emplear una eternidad. Se publican muchos libros escritos por estúpidos, porque a primera vista son muy convincentes. El redactor editorial no está obligado a reconocer al estúpido. No lo hace la academia de ciencias, ¿por qué tendría que hacerlo él?

-Tampoco lo hace la filosofía. El argumento ontológico de San Anselmo es estúpido. Dios tiene que existir porque puedo pensarlo como el ser dotado de todas las perfecciones, incluida la existencia. Confunde la existencia en el pensamiento con la existencia en la realidad.

-Si, pero también es estúpida la refutación de Gaunilo. Puedo pensar en una isla en el mar aunque esa isla no exista. Confunde el pensamiento de lo contingente con el pensamiento de lo necesario.

-Una batalla entre estúpidos.

-Claro, y Dios se divierte como un loco. Decidió ser impensable sólo para demostrar que Anselmo y Gaunilo eran estúpidos. Qué motivo más sublime para la creación, qué me digo, para el acto mismo en virtud del cual Dios determina su propio ser. Todo para poder denunciar la estupidez cósmica.

-Estamos rodeados de estúpidos.

-No hay salida. Todos son estúpidos, salvo usted y yo. Mejor dicho, no es por ofender, salvo usted.

UMBERTO ECO
El péndulo de Foucault

29.6.05

el objetivo del Partido

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… el Partido quiere tener el poder por amor al poder mismo. No nos interesa el bienestar de los demás; sólo nos interesa el poder. No la riqueza ni el lujo, ni la longevidad ni la felicidad; sólo el poder, el poder puro. Ahora comprenderás lo que significa el poder puro. Somos diferentes de todas las oligarquías del pasado porque sabemos lo que estamos haciendo. Todos los demás, incluso los que se parecían a nosotros, eran cobardes o hipócritas. (…) Sabemos que nadie se apodera del mando con la intención de dejarlo. El poder no es un medio, sino un fin en sí mismo. No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura. El objeto de la persecución no es más que la persecución misma. La tortura sólo tiene como finalidad la misma tortura. Y el objeto del poder no es más que el poder. ¿Empiezas a entenderme?

(…)

El ser humano es derrotado siempre que está solo, siempre que es libre. Ha de ser así porque todo ser humano está condenado a morir irremisiblemente y la muerte es el mayor de todos los fracasos.


(…)

El poder radica en infligir dolor y humillación. El poder está en la facultad de hacer pedazos los espíritus y volverlos a construir dándoles nuevas formas elegidas por ti. ¿Empiezas a ver qué clase de mundo estamos creando? Es lo contrario, exactamente lo contrario de esas estúpidas utopías hedonistas que imaginaron los antiguos reformadores. Un mundo de miedo, de ración y de tormento, un mundo de pisotear y ser pisoteado, un mundo que se hará cada día más despiadado. El progreso de nuestro mundo será la consecución de más dolor.

Las antiguas civilizaciones sostenían basarse en el amor o en la justicia.
La nuestra se funda en el odio. En nuestro mundo no habrá más emociones que el miedo, la rabia, el triunfo y el autorebajamiento. Todo lo demás lo destruiremos, todo. Ya estamos suprimiendo los hábitos mentales que han sobrevivido de antes de la Revolución. Hemos cortado los vínculos que unían al hijo con el padre, un hombre con otro y al hombre con la mujer. Nadie se fía ya de su esposa, de su hijo ni de un amigo. Pero en el futuro no habrá ya esposas ni amigos. Los niños se les quitarán a las madres al nacer, como se les quitan los huevos a la gallina cuando los pone. El instinto sexual será arrancado donde persista. La procreación consistirá en una formalidad anual como la renovación de la cartilla de racionamiento. Suprimiremos el orgasmo. Nuestros neurólogos trabajan en ello. No habrá lealtad; no existirá más fidelidad que la que se debe al Partido, ni más amor que el amor al Gran Hermano. No habrá risa, excepto la risa triunfal cuando se derrota a un enemigo.

No habrá arte, ni literatura, ni ciencia. No habrá ya distinción entre la belleza y la fealdad. Todos los placeres serán destruidos. Pero siempre, no lo olvides, Winston, siempre habrá el afán de poder, la sed de dominio, que aumentará constantemente y se hará cada vez más sutil. Siempre existirá la emoción de la victoria, la sensación de pisotear a un enemigo indefenso. Si quieres hacerte una idea de cómo será el futuro. Figúrate una bota aplastando un rostro humano... incesantemente.


(…)


-Si tú eres un hombre, Winston, es que eres el último. Tu especie se ha extinguido; nosotros somos los herederos. ¿Te das cuenta de que estás solo, absolutamente solo? Te encuentras fuera de la historia, no existes. -

GEORGE ORWELL
1984

la justicia

Pues esta ley impuso a los hombre el Cronión: a los peces, fieras y aves voladoras, comerse los unos a los toros; ya que no existe justicia entre ellos; a los hombres, en cambio, les dio la justicia que es mucho mejor.

HESÍODO
Trabajos y días

27.6.05

Babangelina Jolie

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SEÑOR Y SEÑORA SMITH

Comedia del género onanista con dos lindos guachos en los papeles principales. Brad Pitt – Angelina Jolie / Angelina Jolie – Brad Pitt. Si el director Doug Liman le hubiera puesto un poquito más de ganas al guión de Simon Kinberg, en una de esas lograba un clásico. Pero alcanzó para hacer una muy buena película pochoclo, con algún momento genial, mechado con algunos desniveles notorios. Le faltó la dimensión extra que la elevara del resto de los otros tantos productos comercialmente rentables. Pero se disfruta y arranca un par de carcajadas, lo que no es poco.

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Dicho esto, el comentario intelectual que todos los visitantes de esta página estaban esperando: ¡qué linda que está Angelina Jolie! Babaza completa y total para la chica de gruesos labios, ojos enormes como el tiempo perdido y su no menos enorme manera de llenar remeras y vestidos ajustados. Very: una diosa. Si fuera buena actriz, sería un regalo de cielo. Pero conformémonos con lo que hay, que no es poco.

“Señor y señora Smith” es una mezcla, bien batida, de “La guerra de los Roses” y “Mentiras verdaderas”. En algún momento, el guión se toma en serio la trama de espías que cuenta como excusa. Y allí renguea. Pero cuando vuelve a la verdadera historia que vale la pena contar (la del matrimonio como un campo de batalla; la de relación romántica como un juego mutuo de destrucciones progresivas), el filme gana puntos y entretiene. Esa segunda lectura de la comedia, esbozada por momentos, no termina de profundizarse. Por ese lado estaba la auténtica comedia brillante. Y las mejores escenas, no por casualidad, vienen de ese flanco.

Si el matrimonio Smith ha perdido en cinco (¿o seis?) años de matrimonio, el fuego de la primera época, ¿cómo revivirlo? La metáfora final parece ser, destruyendo todo. Cuando (literalmente) destrocen la casa, tirándose a matar, revivirán el romance. Puede parecer brutal el grado de violencia de las últimas escenas, el despliegue de ferretería y de agresividad que cada personaje destina al otro. Con todo, no le llega a los talones a la fría violencia contenida de las primeras escenas, al cortés y cortante intercambio de palabras del desayuno, que revela una tensión subterránea a punto de reventar.

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Escenas a destacar: la final, la destrucción, en el centro comercial dedicado a la familia; la escena en el desierto; la destrucción del hogar de los Smith; la visita al consejero matrimonial (muy buena presentación de personajes); los diálogos de Mr. Smith con Eddie; el tango del desarme. Para el almanaque del camionero, Angelina vestida de disciplinaria, látigo en mano. En sus fantasías sexuales, hay un antes y un después de esa imagen. No lo nieguen.

Frases: “¿Te maté, baby?”; “¡Casi me vuelas!”, “Vamos, era una pequeña bombita”; “¿Cuánto hace que están casados”, “Cinco años”, “Seis”, “Cinco o seis”; “Si no te gustan las cortinas pueden devolverse”, “Está bien. No me gustan”, “Ya te acostumbrarás”; “Mis padres murieron cuando yo tenía cinco años”, “¿Quién te entregó en el altar?”, “Un actor pagado”, “¡Te dije que había visto a tu padre en la televisión!”; “¿Y el sexo? ¿Cuántas relaciones sexuales tuvieron? Digamos, en la última semana”, “¿Es el tipo de pregunta del estilo de 0 a 10?”, “¿Incluye el fin de semana?”; “¿Qué fue eso?”, “¿Qué?”, “Dijiste ‘adiós’”.

CONSEJO: primera opción en video. Puede ser una buena salida al cine sin exigencia.

26.6.05

la trompeta

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-La trompeta... Aquella tarde tenían que llegar los tíos, no tenían hijos y yo era el sobrino preferido. Me ven llorar por aquel fantasma de trompeta y dicen que se encargan de todo, al día siguiente iríamos a unos grandes almacenes, donde había todo un mostrador de juguetes, una maravilla, allí encontraría la trompeta que quería. Pasé la noche en vela y toda la mañana siguiente estuve excitadísimo. Por la tarde fuimos a los grandes almacenes, había al menos tres tipos de trompetas, serían cositas de hojalata, pero a mí me parecían bronces de orquesta de ópera. Había una corneta militar, un trombón de varas y una pseudo trompeta, porque tenía boquilla y era de oro, pero las llaves eran de saxofón. No sabía cual elegir y quizá tardé demasiado. Las quería todas y debió de parecer que no quería ninguna. Creo que entretanto los tíos habían echado una ojeada a los precios. No eran tacaños, pero tuve la impresión de que les pareció menos caro un clarín de baquelita, todo negro, con las llaves de plata. “¿Y qué tal éste?”, me preguntaron. Lo probé, balaba bastante bien, traté de convencerme de que era bellísimo, pero en verdad razonaba, y me decía que los tíos querían que me quedase con el clarín porque era más barato: la trompeta debía de costar una fortuna y no podía imponer ese sacrificio a los tíos. Siempre me habían enseñado que cuando te ofrecen algo que te gusta tienes que decir en seguida no gracias, y no una sola vez, no decir no gracias y después tender la mano, sino esperar que el otro insista, que te diga por favor. Sólo entonces el niño educado puede ceder.

De manera que dije que quizá no quería la trompeta, que quizá también podía irme bien el clarín, si ellos lo preferían. Y no les quitaba el ojo de encima esperando que insistieran. No insistieron, que Dios los tenga en su gloria. Estuvieron muy contentos de comprarme el clarín, puesto que, como dijeron, ése era mi deseo. Ya no podía dar marcha atrás. Salí de allí con el clarín. -Me echó una mirada de sospecha-. ¿Quiere saber si volví a soñar con la trompeta?

-No, quiero saber cuál era el objeto de deseo.

-Ah -exclamó volviendo a coger el manuscrito-, también usted tiene la obsesión del objeto de deseo. Con estas cuestiones se puede hacer lo que se quiera. Quién sabe. ¿Y si hubiera cogido la trompeta? ¿Habría sido realmente feliz? ¿Usted qué piensa, Casaubon?

-Quizá habría soñado con el clarín.

-No -concluyó con tono seco-. El clarín sólo lo tuve. Creo que nunca llegué a hacerlo sonar.

-¿Sonar o soñar?

-Sonar --dijo marcando bien las sílabas y, no sé por qué, me sentí como un bufón.

UMBERTO ECO
El péndulo de Foucault

25.6.05

dormí tranquilo, Tim

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BATMAN INICIA

Que mala suerte que tiene Batman, tal vez el personaje más completo del cómic, que no ha encontrado, aún, su más fiel traducción cinematográfica. Bastardeado en la lisérgica versión televisiva (gloriosa, pero ajena al espíritu del original), tomó vuelo con las dos versiones iniciales de Tim Burton, hasta que la oscuridad del genial director afectó las apetencias mercantiles de los productores. Desplazado Burton, las siguientes versiones diluyeron al héroe.

A “Batman inicia” le pasa algo parecido a lo que sucedió con “Misión Imposible 2”. Fue tanto el barullo mediático previo de que íbamos a ver algo tan grandioso que esta correcta (pero fría) versión nos deja con sabor a nada.

No es que “Batman inicia” esté mal. Todo lo contrario. Es un buen guión. Con algunos momentos destacables. Pero es una historia con falta de grandeza. Carece de humor, de temperamento, de agallas para empujarnos al fondo de la butaca. Agréguese que, además, falla en el despliegue visual del héroe murciélago, algo que sobró en las dos películas de Tim Burton, que generó imágenes que quedaron grabadas a fuego en la memoria del espectador. Esta versión de Christopher Nolan (co-guionista junto a David S. Goyer) no agrega nada desde lo visual. Es muy pobre en la fotografía pero, especialmente, en el diseño de arte. Para aquel que la haya visto, póngase la mano en el corazón y dígame: ¿cuál escena destaca? Tal vez, la bandada de murciélagos en la baticueva. Pero nada más.

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Otro agravante, es la falta de química de Christian Bale, un muy buen actor, pero que no da con el tipo de Batman (a esta altura, un karma de cualquier versión cinematográfica del héroe). Se agrava porque no tiene villanos de gran categoría que realcen al personaje (otra falla del guión) y, pecado fatal, la contraparte romántica, Katie Holmes aporta cero glamour para levantar temperatura en la pantalla.

Con tantos peros en el medio, es difícil salvar una película. Y “Batman inicia” no es la excepción. Sin ser un bodríazo, no parece que salve la épica historia del hombre murciélago.

Destacamos tres breves actuaciones, la de Liam Neeson, Morgan Freeman y la de Gary Oldman (como el futuro comisionado Gordon); nos quedamos con más ganas de Tom Wilkinson; Michael Caine hace de Michael Caine y no de Alfred, lo que le quita algunos puntos.

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Algunas frases para rescatar: “¿Por qué caemos? Para aprender a levantarnos por nosotros mismos”; “Vine aquí para mostrarle que no todos en Ciudad Gótica le temen”, “Sólo aquellos que no me conocen, chico. Mira alrededor. Hay dos concejales, un líder sindical, un par de policías fuera de servicio y un juez. Ahora, crees que porque tu mami y tu papi fueron baleados, conoces el lado feo de la vida, pero no. Nunca probaste la desesperación. Eres Bruce Wayne, el Príncipe de Ciudad Gótica, tienes que ir a miles de millas para que encontrar alguien que no te conozca. Así que no vengas aquí con tu enojo, tratando de probarte algo. Este mundo nunca lo entenderás. Y siempre tendrás miedo de no entenderlo”; “Has viajado por el mundo. Ahora debe viajar dentro tuyo... lo que realmente temes, lo que hay en tu interior… no hay regreso. La muerte de tus padres no fue tu culpa. Tu entrenamiento no es nada. Tu voluntad es todo. Si quieres ser más que un hombre, debes transformarte en un símbolo, convertirte completamente en otra cosa. ¿Estás listo para empezar?”; “¿Qué oportunidad tiene Ciudad Gótica, cuando la gente buena no hace nada?”; “El hombre que amé, el hombre que desapareció, nunca volverá”; “Él está aquí”, “¿Quién?”, “Bat-man”.

CONSEJO: esperar al video, si no es un desesperado de los cómics.

24.6.05

final con tango muerte y entierro de Gardel

En Medellín y azul estaba la mañana
¿Por qué, por qué este golpe brutal, antes del vuelo?
A veces el destino se equivoca de trampa
¡Ni un cardo crecerá, jamás, sobre este suelo!

Y se hizo pedazos una hermosa aventura,
callaron los zorzales y murió la armonía.
En todas latitudes estremeció el suceso
provocando una pena tan alta como el día.

Cuando muere un cantor suele nacer un sueño
y en algún mar distante se desploma un albatros.
De un loco azar, autor de esta ruina increíble,
nació el más perdurable de los mitos porteños.

... y un día las banderas de los barcos anclados
saludaron solemnes la vuelta de Gardel.
Las milongas pusieron silenciador el fueye.
Las palomas del puerto volaron sobre él.

En la urbe gigante subieron los rumores.
Convocó el Luna Park en su vasto recinto
el rostro innumerable de ansiosas multitudes,
la marea de llanto y la lluvia de flores.

Siguió una noche llena de silencio con música
que puso alas al luto e inauguró el recuerdo.
Afuera y hacia el alba la calle estaba triste
como un niño que encuentra un pajarito muerto.

La masa, como un denso, incontenible río,
seguía la carroza por las rutas queridas.
Un pueblo lo lloraba y cuando el pueblo llora
que nadie diga nada, porque todo está dicho.

Por Corrientes angosta -¡no hubo calle como ésa!-
allá va el coche fúnebre… Si parece mentira
saber que yace allí, polvo, ceniza, nada,
quien tanto amó al amor, a la gente, a la vida.

El Abasto famoso dijo adiós a su hijo
volcando su Mercado en las veredas grises.
Líricos italianos y criollos altivos,
colocaron crespones negros en los boliches.

Aquí anduvo Carlitos, soñador, de pequeño;
su infancia fue un baldío de ainenti y barrilete,
la música dulzona de acordones lejanos
y cantos aprendidos de viejos verduleros.

Y fue por Triunvirato –tenduchos y cantinas,
La vieja Librería de Gleizer... Los Lacroze
luciendo todavía su perfil melancólico
derramaron chispazos del troley en la esquina.

La insigne Chacarita del largo trajinar
guarda ahora el secreto del canto y la guitarra.
Dos colegas lo escoltan: el grillo y la cigarra,
con un telón de fono de verde popular.

Y nadie ha superado la voz inconmovible
en la luna del disco y en la rosa del aire.
Quizás cuando otra vez vuelva a caer la nieve
-sobre nuestra ciudad- otra voz se le iguale.

Ahora está con Arolas, con Celedonio Flores
Discepolín, Paquita y el Malevo Muñoz
divagando, en la calle Carabelas del cielo,
donde, entre copa y tango, lo tutean a Dios...

RAÚL GONZÁLEZ TUÑÓN

es lo que hay

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Otra edición de "Es lo que hay", arrasando en el rating: el 100% de los oyentes del programa, lo escuchan.

Este viernes de 20 a 22 hs., "Es lo que hay" por FM Cadena Sol en el 89.5 del dial o por internet en www.fm895.com.ar.


CONDUCCIÓN: Gabriel Delgado - Pablo D'Alessandro

PARTICIPACIONES: Melina Israelski

GUIONES: Marcelo De Biase - Pablo D'Alessandro

PRODUCCIÓN: Gabriel Pisano

22.6.05

últimos días de la Bestia

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LA CAÍDA

Excepcional. Desde la recreación fiel, los trabajos actorales, el diálogo brillante, la descripción de los últimos días del gobierno del mal, la decadencia física y el entorno de imbecilidad extrema cómplice de los últimos desvaríos del genocida. “La caída” es la primera mirada de los alemanes a su pasado. Tras más de medio siglo, se atreven a verse cómo fueron, a analizar lo sucedido y a reconocer, en esos días de locura y terror, la conducta de un pueblo que permitió, pasivamente, el horror.

“La caída” está contada desde la visión de una protagonista marginal, la mirada de Traudl Junge, la muniquesa secretaria personal de Adolf Hitler, la joven de 22 años que asistió al derrumbe del régimen nazi, desde el interior de ese bunker maldito. Las miserias, la percepción de estar danzando en el Titanic, desde un personaje que no es neutral, que observa desde la misma vereda de simpatía y admiración que el pueblo alemán le tenía a su líder. Junge no es un invento literario, efectivamente vivió, escribió un libro (uno de los dos en los que se basó el filme) y murió en 2002. Su confesión al final de la película, en un parlamento filmado poco antes de su muerte, es la tesis de “La caída”: la de un pueblo que se dijo que no sabía lo que pasaba, hasta que un día, frente a los cadáveres de las víctimas, comprendió que debió haber sabido lo que sucedía en su tierra.

Como viene sucediendo últimamente, no se sabe bien si por motivos de marketing, o de simple estupidez, se tildó al filme de polémico (calificativo en riesgo de extinción por sobreexplotación de uso) por representar una imagen “demasiado humana” de Hitler. La misma descalificación estética, poniendo el mote antes de ver la película, que ya tuvimos en “La Pasión de Cristo”, en “Perdidos en Tokio”, en “La vida es bella” o en “Irreversible” (meros ejemplos traídos de memoria) la incorrección de la corrección política que ya analizamos en esta página, en el momento de criticar el filme de Mel Gibson.

Con “La caída” sucede exactamente lo mismo. Solamente un imbécil completo puede considerar “humano” a un personaje que tras acariciar la mejilla de un niño que se ha ganado una medalla en una acción bélica, cual dulce abuelito, en la escena siguiente da órdenes para abandonar a la población civil de Berlín, condenándola al hambre, la enfermedad y la muerte porque, según su particular visión, no se merecen ser dignos de vivir si no superan la prueba de la guerra. El monólogo de Hitler, en una de las últimas cenas en el bunker, donde predica su odio racial, igualando al ser humano al nivel del simio, es otro ejemplo claro de un guión que no glorifica a un asesino, sino que describe a un enfermo patológico.

Otras de las críticas recibidas por “La caída” es la que achaca al filme que sugiere que el nazismo sucedió por casualidad, que fue el rapto delirante de un grupo de iluminados y que todo un pueblo asistió, sin poder impedirlo, al despliegue asesino de Hitler. Nuevamente, basta ver a la enfermera que suplica a Hitler que guíe a su pueblo a la victoria, cuando fue llamada para asesorarlo en su suicidio; o los oficiales que asisten, en un cómplice silencio, a las absurdas órdenes de un Hitler delirante que inventa ejércitos que no existen, para descalificar esa acusación sobre el filme. Otra vez el mismo caballito de batalla: tener preparada la crítica, antes de ver la película.

Es sumamente injusto concentrar el análisis de “La caída”, en la respuesta a las críticas que merció la película. Pero vale dedicarle un espacio, porque esta forma de hacer críticas desvía, intencionadamente, la discusión de la obra (al fin y al cabo, el valor agregado de todo acto artístico). El estreno de “La caída” debió servir para difundir las formas en que opera el mecanismo del odio y del prejuicio, identificar a los extremos que puede llegar una sociedad si se resigna, mansamente, a seguir ciegamente la voluntad de un padre salvador todopoderoso. En cambio, la discusión en los medios, se centró en si era lícito representar tan humanamente a Hitler o no. Y el peso específico del debate es (deben aceptarlo) crucialmente distinto.

La gran historia coral que cuenta “La caída” brilla en grandes actuaciones. Pero una se destaca del resto, es la superlativa interpretación de Bruno Ganz que ubicó su representación de Hitler en el Hall de la Fama del cine. La mirada paranoica, la postura corporal, ese temblor del Parkinson, escondido tras la espalda, la dualidad del gesto comprensivo simultáneo a la impiedad delirante. Lo suyo es una composición admirable, para disfrutar, una verdadera clase de actuación.

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Escenas: la mencionada cena del bunker, con la comparación del ser humano al nivel del simio; el asesinato de los niños Goebbels; la escena del general que se presenta al bunker para ser fusilado; el primer encuentro entre Traudl Junge y Hitler, con la prueba de la carta tipeada a máquina.

Frases: “En esta guerra no hay civiles”; “Cuando me encuentre con Eisenhower, ¿debería hacer el saludo nazi o estrecharle la mano?”; “La guerra está perdida. Si ustedes piensan que debería abandonar Berlín por eso, están tristemente equivocados. Preferiría pegarme un tiro en la cabeza”; “Tengo ese sentimiento de que debería estar furiosa con esa chica, esa joven e inconsciente joven. No puedo permitirme olvidar que ella no vio la naturaleza de ese monstruo. Que ella no se diera cuenta lo que estaba haciendo”; “Ojalá mis generales tuvieran una parte del valor que tú tienes”; “Todos esos horrores, yo los escuché en los juicios de Nuremberg, los 6 millones de judíos, el pensamiento de esa gente sobre la gente de otra raza, a quienes mataban. Me golpeó profundamente. Pero no había hecho la conexión con mi pasado. No sabía nada sobre la enorme escala que había alcanzado aquello. Pero un día, caminando, vi la placa en recuerdo de Sophie Scholl, en la calle Franz-Joseph. Leí que ella tenía mi edad, cuando fue ejecutada, el mismo año que yo empecé a trabajar con Hitler. En ese momento, verdaderamente, caí en la cuenta que la juventud no tenía excusa. Y que debí haber hecho todo lo posible por saber todas esas cosas”.

CONSEJO: ir a verla.

21.6.05

el primer día de la incredulidad

Tenía diez años y quería que mis padres me abonasen a un semanario que publicaba las obras maestras de la literatura en historietas. No por tacañería, quizá desconfiase de los tebeos, mi padre trató de escurrir el bulto. “El objetivo de esta revista”, sentencié entonces, citando el lema de la serie, porque era un chico astuto y persuasivo, “consiste básicamente en educar entreteniendo.”

Mi padre, sin levantar la vista del periódico, dijo: “El objetivo de tu revista es el mismo del de todas las revistas, vender lo más posible.”

Aquel día empecé a volverme incrédulo.

UMBERTO ECO
El péndulo de Foucault

20.6.05

lobo feroz

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EL HOMBRE DEL BOSQUE

Es más fácil creer que los monstruos no son humanos, que no son como nosotros, que están hechos de otra naturaleza, de otra constitución, que podemos reconocerlos con sólo verlos. Pero… ¿cómo descubrir al monstruo cuando estás frente al espejo?

“El hombre del bosque” es una de esas películas menores, que puede pasar desapercibida, injustamente desapercibida. Tiene dos hallazgos: la descomunal actuación de Kevin Beacon y el muy buen guión de Nicole Kasell (directora del filme) y Steven Fechter (autor de la obra teatral que le dio origen). En esos dos pilares se sostiene una historia que podría haberse ido a la banquina en cualquier momento. Sin embargo, en poco más de ochenta minutos, el milagro se mantiene y podemos participar de este retrato de un pedófilo desde su misma vereda, sin mantener un participación neutral (cómodamente neutral, habría que agregar). Compartimos la angustia del personaje, su naturaleza dual, la pugna entre su deseo y la moral, nos sumergimos en el viaje al límite de nuestra propia escala de valores. Eso sólo vale para destacar a esta película del montón.

Walter acaba de salir de la cárcel, cumpliendo doce años de condena por acoso sexual de niñas. Alquila un cuarto, frente al patio de juegos de una escuela; consigue empleo en una fábrica de muebles; asiste a su terapia semanal; recibe la visita de su cuñado, el único familiar que le habla; aguanta las irrupciones sorpresivas del policía que espera su reincidencia. Walter tiene en claro que todo lo desprecian por lo que es. Más aún. Él mismo se desprecia por su propia naturaleza. Hasta que Vicki, una mujer, irrumpe en su vida.

“El hombre del bosque” tiene el acierto del retrato paciente, por sobreacumulación de detalles. No define, no sentencia, no plantea salidas automáticas. Es un medio tono muy apropiado para la gran actuación que Kevin Beacon desarrolla. Es tan sutil su interpretación que logra identificarnos con un personaje al que sentenciamos desde el primer momento. Personalmente, para compararlo con las faenas de Sean Penn de “Mientras estés conmigo” (el condenado a muerte, asesino y violador), el Hannibal Lecter de Anthony Hopkins o el Chopper de Eric Bana, para poner algunos ejemplos ilustres. Sencillamente, admirable.

El resto del elenco no se queda atrás. Destacamos a Kyra Sedgwick como Vicki (la esposa de Beacon, en la “vida real”) y Mos Def como el Sargento Lucas.

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Escenas: la monumental escena en el banco del parque entre Walter y Robin, la niña que observa pájaros; el diálogo sobre el lobo feroz entre el policía y Walter; la escena en la que Walter le confiesa a Vicki su secreto.

Frases: “Una belleza poco común, comúnmente está descuidada”; “Bien… ¿me vas a decir cuál es tu oscuro secreto?”; “Doce años en prisión no es broma”; “¿Crees en los cuentos de hadas?”, “¿Cuentos de hadas?”, “Sí, como ‘Alicia en el País de las Maravillas’”, “No”, “Sí… sí… ni yo… ¿Y qué tal ese del leñador?”, “¿Leñador?”, “Sí… con el hacha…”, “No lo conozco”, “Sí… lo conoces… El leñador, él abre el estómago del lobo y saca a la pequeña niña viva…”, “Caperucita Roja”, “¡Caperucita Roja! ¡Ese es! Ese es. El leñador le abre el estómago al lobo y la chica sale sin un rasguño… Una vez vi a una niña de siete años partida al medio… Era tan pequeña… sólo partida… Vi a detectives de más de veinte años en este trabajo. Tipos duros, ellos sólo se quebraron y lloraron. Yo estaba ahí, yo lloré… No hay ningún maldito leñador en este mundo…”; “¿Quieres que lo hagas? ¿Quieres que me siente en tus rodillas? No hay problema, puedo hacerlo… si tu quieres”.

CONSEJO: primera opción del video. Una buena segunda opción en cine.

19.6.05

el jornal del amigo y del hermano

El salario convenido con un hombre amigo, sea suficiente; y con un hermano, pon delante entre bromas un testigo. Sabido es que la confianza y la desconfianza pierden a los hombres.

HESÍODO
Trabajos y días

17.6.05

no hay dos sin tres

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Otra edición de “Es lo que hay”, igual que los demás pero parecido.

Este viernes de 20 a 22 hs., "Es lo que hay" por FM Cadena Sol en el 89.5 del dial o por internet en www.fm895.com.ar.

Los invitamos a seguir en vivo esta emisión, motivados por el fin de semana largo que se viene. Este viernes todos los llamados participarán por un sorteo para dos entradas al recital de Fito Páez en el Teatro Coliseo.

¡No se duerman!.


CONDUCCIÓN: Gabriel Delgado – Pablo D’Alessandro

PARTICIPACIONES: Melina Israelski

GUIONES: Marcelo De Biase - Pablo D’Alessandro

PRODUCCIÓN: Gabriel Pisano

Ojo, que no se te escape la tortuga.

nos queda París

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RICK: Anoche dijimos muchas grandes cosas. Dijiste que debía pensar por ambos. Bien, eso hice y llegué a una conclusión: debes irte en ese avión con Víctor, donde perteneces.

ILSA: Pero, Richard… no… yo… yo…

RICK: ¡No! ¡Escúchame! ¿Tienes alguna idea de lo que te espera aquí, si te quedas? Nueve de diez de que ambos terminaremos en un campo de concentración. ¿No es la verdad, Louie?

CAPITAN RENAULT: Me temo que el Mayor Strasser insistiría…

ILSA: Lo estás diciendo sólo para que me vaya…

RICK: Lo estoy diciendo porque es la verdad. Dentro, ambos sabemos que tu lugar es con Víctor. Eres parte de su trabajo, lo que lo mantiene en movimiento. Si ese avión parte y tú no vas en él, te arrepentirás. Puede ser que no sea hoy. Puede ser que no sea mañana. Pero será pronto y te arrepentirás por el resto de tu vida.

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ILSA: ¿Pero... y qué hay de nosotros?

RICK: Siempre nos queda París. Nosotros no la teníamos, nosotros, nosotros la perdimos hasta que viniste a Casablanca. Anoche la recuperamos.

ILSA: Cuando te dije que nunca te dejaría…

RICK: Y nunca lo harás. Pero tengo un trabajo que hacer, también. Adónde voy, no puedes seguirme. Lo que voy a hacer, no puedes ser parte de eso, Ilsa. No estoy siendo noble, si no que me llevó mucho tiempo ver que los problemas de tres personas no significan nada en este mundo loco. Algún día lo entenderás…

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Casablanca
1942

Director: Michael Curtiz
Guión: Howard Koch – Julius J. Epstein – Philip G. Epstein – Casey Robinson

Rick Blaine: Humphrey Bogart
Ilsa Lund Laszlo: Ingrid Bergman
Capitán Louis Renault: Claude Rains

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16.6.05

justicia

Pero ahora ni yo mismo deseo ser justo ente los hombres ni tampoco que lo sea mi hijo; pues cosa mala ser un hombre justo, si mayor justicia va a obtener uno más injusto.

HESÍODO
Trabajos y días

15.6.05

dos de oro

Y para completar esta breve reseña, nada mejor que mencionar la colección más inútil del mundo. La organizó un hombre llamado Frank Damek, residente en Chicago. Comenzó su colección en 1870. Se trataba de formar un juego completo de naipes... pero cada naipe debía ser hallado por él en la calle. Es difícil establecer cómo concibió tan absurda idea, pero lo cierto es que mostró notable tenacidad.

Al principio fue bastante fácil. Al cabo de diez años sólo le faltaban quince figuras del mazo. Pero entonces la empresa se tornó más difícil. La suerte pareció abandonarlo. Algunos años halló en las calles de Chicago hasta tres de los naipes que le faltaban; luego pasaban los años y no encontraba una sola. Al fin, sólo le faltaban tres cartas: la sota de bastos, el tres de espadas y el dos de oros. Un día creyó que el propio Satán le estaba haciendo una broma, y que el mazo de cartas que alguien había dejado sobre el borde de un muro era nada más que un espejismo. Pero eran cartas absolutamente reales. Allí estaban la sota de bastos y el tres de espadas, pero... sí, era una broma del demonio: la única carta que faltaba era el dos de oros. Pasaron los años; Damek encaneció. Al fin, veinte años después de comenzar la colección, un día inolvidable del año 1890, la suerte le sonrió. ¡A sus pies estaba el dos de oros, y el espectáculo le pareció más bello que la más hermosa muchacha del mundo!

PAUL TABORI
Historia de la estupidez humana

14.6.05

ganar la guerra

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Constituye una táctica deliberada mantener incluso a los grupos favorecidos al borde de la escasez, porque un estado general de escasez aumenta la importancia de los pequeños privilegios y hace que la distinción entre un grupo y otro resulte más evidente. En comparación con el nivel de vida de principios del siglo XX, incluso los miembros del Partido Interior llevan una vida austera y laboriosa. Sin embargo, los pocos lujos que disfrutan -un buen piso, mejores telas, buena calidad del alimento, bebidas y tabaco, dos o tres criados, un auto o un autogiro privado- los colocan en un mundo diferente del de los miembros del Partido Exterior, y estos últimos poseen una ventaja similar en comparación con las masas sumergidas, a las que llamamos «los proles». La atmósfera social es la de una ciudad sitiada, donde la posesión de un trozo de carne de caballo establece la diferencia entre la riqueza y la pobreza. Y, al mismo tiempo, la idea de que se está en guerra, y por tanto en peligro, hace que la entrega de todo el poder a una reducida casta parezca la condición natural e inevitable para sobrevivir.

Se verá que la guerra no sólo realiza la necesaria distinción, sino que la efectúa de un modo aceptable psicológicamente. En principio, sería muy sencillo derrochar el trabajo sobrante construyendo templos y pirámides, abriendo zanjas y volviéndolas a llenar o incluso produciendo inmensas cantidades de bienes y prendiéndoles fuego. Pero esto sólo daría la base económica y no la emotiva para una sociedad jerarquizada.

(…)

Lo único preciso es que exista un estado de guerra.

(…)

En tiempos pasados, una guerra, casi por definición, era algo que más pronto o más tarde tenía un final; generalmente, una clara victoria o una derrota indiscutible.

Además, en el pasado, la guerra era uno de los principales instrumentos con que se mantenían las sociedades humanas en contacto con la realidad física. Todos los gobernantes de todas las épocas intentaron imponer un falso concepto del mundo a sus súbditos, pero no podían fomentar ilusiones que perjudicasen la eficacia militar. Como quiera que la derrota significaba la pérdida de la independencia o cualquier otro resultado indeseable, habían de tomar serias precauciones para evitar la derrota. Estos hechos no podían ser ignorados. Aun admitiendo que en filosofía, en ciencia, en ética o en política dos y dos pudieran ser cinco, cuando se fabricaba un cañón o un aeroplano tenían que ser cuatro. Las naciones mal preparadas acababan siempre siendo conquistadas, y la lucha por una mayor eficacia no admitía ilusiones. Además, para ser eficaces había que aprender del pasado, lo cual suponía estar bien enterado de lo ocurrido en épocas anteriores. Los periódicos y los libros de historia eran parciales, naturalmente, pero habría sido imposible una falsificación como la que hoy se realiza. La guerra era una garantía de cordura. Y respecto a las clases gobernantes, era el freno más seguro.

Nadie podía ser, desde el poder, absolutamente irresponsable desde el momento en que una guerra cualquiera podía ser ganada o perdida. Pero cuando una guerra se hace continua, deja de ser peligrosa porque desaparece toda necesidad militar. El progreso técnico puede cesar y los hechos más palpables pueden ser negados o descartados como cosas sin importancia.


(…)

Por tanto, la guerra de ahora, comparada con las antiguas, es una impostura. Se podría comparar esto a las luchas entre ciertos rumiantes cuyos cuernos están colocados de tal manera que no pueden herirse. Pero aunque es una impostura, no deja de tener sentido. Sirve para consumir el sobrante de bienes y ayuda a conservar la atmósfera mental imprescindible para una sociedad jerarquizado. Como se ve, la guerra es ya sólo un asunto de política interna. En el pasado, los grupos dirigentes de todos los países, aunque reconocieran sus propios intereses e incluso los de sus enemigos y gritaran en lo posible la destructividad de la guerra, en definitiva luchaban unos contra otros y el vencedor aplastaba al vencido. En nuestros días no luchan unos contra otros, sino cada grupo dirigente contra sus propios súbditos, y el objeto de la guerra no es conquistar territorio ni defenderlo, sino mantener intacta la estructura de la sociedad.

GEORGE ORWELL
1984

13.6.05

Beda, el Venerable

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Alrededor del año 672, de nuestra era, golpean las puertas de la abadía británica de Wearmouth, los parientes de un niño de siete años, huérfano de padre y madre. Beda, el niño, ingresa como oblato al monasterio, donde encontrará su lugar en el mundo. Unos años después, Beda se muda a un nuevo monasterio, en Jarrow, sobre el río Tyne (en el actual Reino Unido, cerca de Newcastle). En el 684, una peste diezmó a la población del monasterio; sólo dos monjes sobrevivieron: Beda y Ceolfrido. Ambos mantuvieron la actividad del monasterio. Al poco tiempo, tras el paso de la epidemia, la actividad floreció y más de 600 monjes repoblaron el monasterio de Jarrow.

Salvo alguna ocasional visita a algún amigo cercano, la vida de Beda pasó, íntegramente, entre los muros del monasterio de Jarrow. Dedicó su vida al estudio, a la traducción de la Biblia y se convirtió en uno de los hombres más sabios de su época. Supo de historia, gramática, música, matemática, retórica, física, astronomía y teología. Es uno de los Doctores de la Iglesia Católica.

En su obra más importante, la “Historia eclesiástica de los ingleses” describió su vida en estos sencillos términos: “…yo, Beda, sirviente de Cristo y sacerdote del monasterio de los benditos apóstoles San Pedro y San Pablo, el cual se encuentra en Wearmouth y Jarrow (en Northumbria), con la ayuda del Señor he compuesto, cuanto he logrado recabar de documentos antiguos, de las tradiciones de los ancianos y de mi propio conocimiento. Nací en el territorio del monasterio ya mencionado, y a la edad de siete años fui dado, por el interés de mis familiares, al reverendísimo abad benedictino Biscop, y después a Ceolfrid, para recibir educación. Desde entonces he permanecido toda mi vida en dicho monasterio, dedicando todas mis penas al estudio de las Escrituras, a observar la disciplina monástica y a cantar diariamente en la iglesia, siendo siempre mi deleite el aprender, enseñar o escribir”.

Comentó el Antiguo y Nuevo Testamento. Ya en la última etapa de la vida, emprendió la traducción al anglosajón, del Evangelio de San Juan. Una grave enfermedad amenazó con frustrar su tarea, pero Beda persistió en su tarea. En sus postreros días, los monjes le leían en su cama, de la cual no podía levantarse.

El 25 de mayo del año de NSJC 735 (la vigilia del día de la Ascensión), Beda ordenó a Wilbert, su amanuense, que tomará la pluma. Quedaba un capítulo para terminar la traducción. “Escribe rápidamente” agregó. Durante todo el día, se abocaron a la tarea. El asistente leía el versículo y Beda, desde su lecho, lo traducía al anglosajón. Cerca del final, fueron interrumpidos por unos hombres que vinieron a hacer unos arreglos en la habitación del monje.

Era el atardecer cuando retomaron la tarea. "Hay todavía una oración, querido maestro, que no está escrita” le dijo Wilbert quien pronunció la última frase del Evangelio de San Juan en latín. Tras la traducción final de Beda, el escriba expresó con gozo: “Ya está terminado”.
“Ciertamente, como dices, está terminado” respondió Beda. “Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo” concluyó, tras lo cual, murió.

Años después de su muerte, circuló por la región la historia de un monje torpe que, falto de palabras, dejó inconcluso el epitafio de Beda sobre su lápida. “Hac sunt in fossa Bedae (. . .) ossa” inscribió en la lápida. Al día siguiente, los ángeles habían grabado en la piedra la palabra faltante “venerabilis”. Desde entonces, se lo recuerda con el apodo de Beda, el Venerable.

Puede suponerse, entonces, que se cumplió su más ferviente deseo: “Y os ruego, amoroso Jesús, que así como me habéis concedido la gracia de tomar con deleite las palabras de vuestro conocimiento, me concedáis misericordiosamente llegar a ti, la fuente de toda sabiduría, y permanecer para siempre delante de vuestro rostro”.

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FUENTES:

http://www.proel.org/traductores.html

“San Beda, el Venerable” de Herbert Thurston
http://www.enciclopediacatolica.com/b/beda.htm

http://www.legionhermosillo.com.mx/San_Beda_El_Venerable.htm

11.6.05

estirpe de hierro

Y luego, ya no hubiera querido estar yo entre los hombres de la quinta generación sino haber muerto antes o haber nacido después; pues ahora existe una estirpe de hierro. Nunca durante el día se verán libres de fatigas y miserias ni dejarán de consumirse durante la noche, y los dioses les procurarán ásperas inquietudes; pero no obstante, también se mezclarán alegrías con sus males.

HESÍODO
Trabajos y días

10.6.05

es lo que hay: episodio II

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¡No nos dejen solos!

Se viene el Episodio II de “Es lo que hay”, el magazine radial tan parecido a los demás que ni te vas a dar cuenta.

Queremos recordarles que este viernes de 20 a 22 hs. estará saliendo al aire el segundo programa de "Es lo que hay" por FM Cadena Sol en el 89.5 del dial o por internet en www.fm895.com.ar.

Los invitamos a seguir en vivo esta emisión donde pasarán muchas cosas que esperamos disfruten y compartan con nosotros. Este viernes todos los llamados participarán por un CD de Santana. Porque sabemos que las "segundas partes" nunca fueron buenas, hoy haremos todo lo que esté a nuestro alcance para cambiar el curso de la historia....

Aclaramos que si nada de esto ocurriera, seguiremos caminando tranquilos, no tendremos culpas, remordimientos ni nada que se le parezca porque si de algo estamos seguros es que esto que les ofrecemos, es lo que hay....

CONDUCCIÓN: Gabriel Delgado – Pablo D’Alessandro

PARTICIPACIONES: Melina Israelski

GUIONES: Marcelo De Biase - Pablo D’Alessandro

PRODUCCIÓN: Gabriel Pisano

¡Te queremos ahí! ¡Si no después no vas a saber lo que sigue!