31.3.06

dijeron de él; dijo él

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"Si tus fotos no son lo suficientemente buenas es que no te has acercado lo suficiente"
ROBERT CAPA


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“Para mí Capa tiene puesto el traje de luces de un gran torero, pero no de un matador; de un bravo jugador, combatía por si mismo y por los otros en un remolino. La suerte ha querido que fuese impulsado a la cima de su historia”.
HENRI CARTIER-BRESSON


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"Yo no soy un fotógrafo, soy un periodista"
ROBERT CAPA


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“Robert Capa fue tal vez el que más aventuras y peligros afrontó siempre”
HUGH MOFFETT, subdirector de LIFE

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“Tuvo todo lo que debe tener un fotógrafo de estas características: intrépido, astuto, creativo, arriesgado, seductor y un poco mentiroso. Pero él fue el primero en convertirse en referente de cómo vivir este tipo de trabajo”.
AXEL ALEXANDER

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“La obra vital de Capa constituye un documento inigualable de un período de 22 años (1932-1954), cruciales del siglo XX, un documento realizado por un hombre y la mente de un artista comprometido, el ojo de un artista y el corazón de un ser humano cálido. Encaraba sus fotos como un registro de inestimable valor sobre algunos de los eventos más catastróficos del siglo XX, trascendiendo las situaciones concretas que reflejaban. Son imágenes atemporales de los aspectos más terribles de la condición humana. Son también monumentos a la fortaleza del espíritu humano que sobrevive a tales horrores.
RICHARD WHELAN

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“Mi bella Francia parecía sórdida y poco atractiva, y una ametralladora alemana escupía balas alrededor de la barca, echando a perder mi regreso. Los hombres de mi barca entraron al agua. Hasta la cintura, con los rifles listos para disparar, con las barricadas y el humo de la playa en el fondo, para tomar mi primera foto verdadera de la invasión. El contramaestre, a quien le parecía incomprensible tanta prisa para salir a ese infierno, malentendió mi actitud de tomar la foto por una comprensible vacilación y me ayudó a reanimarme y aclarar mi mente con una bien dirigida patada en el trasero. Las balas perforaban el agua a mi alrededor y me dirigí al resguardo de metal más cercano. Un soldado fue a allí al mismo tiempo y, por unos pocos minutos, compartimos ese refugio. Él le quitó la cubierta a su rifle y empezó a disparar, sin mucha puntería, al humo de la playa. El sonido del rifle le dio el suficiente coraje para avanzar y me dejó el refugio para mí. Tenía más espacio ahora y me sentí lo suficientemente seguro para tomar fotos de los otros muchachos ocultos como lo estaba yo”.
ROBERT CAPA
"Ligeramnte fuera de foco"


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“No pensaba y no podía decidir. Sólo me detuve y corrí hacía el bote. Sabía que estaba huyendo. Traté de volver, pero no podía enfrentar la playa y me dije a mí mismo: ‘¡Sólo iré a secarme las manos en ese bote!’”
ROBERT CAPA
"Ligeramente fuera de foco"

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“De las trincheras de lodo en España a los cafés de Montparnasse, de al champaña a la cantimplora. No todos los fotógrafos hacen lo mismo, sólo en la acción se ve quién sirve y quién no”
AXEL ALEXANDER

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“Cuanto más ascendía por la montaña, más se acortaba la distancia entre un cadáver y otro. Hubo un momento que no pude mirar más. Subí a tropezones hasta la cumbre, repitiéndome como un idiota: Quiero caminar bajo el sol brillante de California con zapatos y pantalón blanco”
ROBERT CAPA a HUGH MOFFETT, subdirector de LIFE, confesándole su vivencia en Italia, en la Segunda Guerra Mundial

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"Simplemente, las mejores fotos de acción en la primera línea del frente sacadas jamás"
Revista Picture Post
(1938)

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(las imágenes de este post pertenecen a Mágnum Photos y pueden consultarse en su sitio: http://www.magnumphotos.com)

Mañana: la historia de una foto

29.3.06

recursos inhumanos

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EL MÉTODO

Uno de las supersticiones de estos tiempos, es la creencia de que el sistema de producción de bienes tiene interés por sí solo, por encima de los intereses de los agentes económicos que lo conforman y cuyas necesidades, inicialmente satisfacía. Una gran maquinaria que consume la vida de los seres humanos que justamente son los responsables de que continúe en movimiento, inmolación que tiene el sólo objeto que la máquina siga en marcha. ¿Cuál es el objeto de continuar avivando el fuego? Tal vez, en ningún lugar tanto como en el mercado de trabajo, se observen los efectos de esta superchería de la globalización. De ese sadismo cotidiano, de esa competencia autodestructiva, habla “El método”, la última película de Marcelo Piñeyro, la adaptación cinematográfica de la obra teatral “El método Grönholm” de Jordi Galcerán (adaptación que mereció un merecido Goya).

Si en este país no existieran esos clanes intelectuales, cotos cerrados de amigos con la crítica escrita antes de ver la película, “El método” hubiera merecido mayor repercusión de la que efectivamente va a tener.

Siete tipos son convocados, en una lujosa oficina en Madrid, para seleccionar a uno sólo, para un cargo. La elección se hará a partir del método Grönholm, un mecanismo que nadie conoce, pero que opera proponiendo juegos que los representantes deberán resolver en grupo. Juego a juego, irán perdiendo a un participante, hasta dejar al último competidor, ganador del cargo a cubrir. Lo que empieza siendo un método de selección de personal, termina siendo una despiadada competencia entre los participantes, miserias desplegadas alrededor de una mesa.

“El método” plantea algunos puntos interesantes. El primero, es cómo se impone un marco acotado desde afuera, un juego en el que todos pierden, pero con la suficiente sutileza para hacer creer a los participantes que ellos dirigen las acciones. En ningún momento los protagonistas logran elevarse sobre su propio plano, otear sobre el horizonte y descubrir a los diseñadores del juego. Eso logra dar a la película un aire de tragedia irremediable, que se resumen en esa última escena, de una de las protagonistas, caminando por una ciudad en ruinas.

Otra línea, es el modo en que nos justificamos intelectualmente, para cometer la mayor tropelía. En los juegos perversos, los participantes tratarán de dañar al más débil, al que no pueda superar el desafío, siempre argumentando que se lo hace desde un costado racional y lógico. Discriminar a alguien por ser mujer, por ser mayor de 40, por no manejar idiomas, por ser extranjero, se justifica con otros argumentos racionales, políticamente correctos. Pero el fondo siempre es el mismo. El envase no oculta el contenido.

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“El método” plantea un corte generacional, entre los viejos dinosaurios (como Ana o Fernando) que tratan de mantener el paso de la nueva generación (Nieves y Carlos), más preparada, más implacable, más feroz. En una escena clave (la del juego de la pelota), Fernando explícita las diferencias entre esas generaciones: los más viejos saben que el juego está perdido y, que al final, saldrán derrotados; la nueva generación cree que puede salir indemne de la lucha. Todavía son demasiado jóvenes para comprender que cuando pasen los años, nada les quedará. “Ni siquiera el macho ibérico querrá saber algo contigo” resume con precisión Fernando.

En varios reportajes, Marcelo Piñeyro confiesa su visión pesimista de estos tiempos. No tiene respuestas (como no las tiene “El método”). Acá no hay una solución, apenas un diagnóstico. Piñeyro camina entre las ruinas de una ciudad en pedazos. “Tanto en la época de la dictadura, o en el nazismo, por ejemplo, la realidad era tan brutal que estaba bien marcada la línea entre buenos y malos” declara en reportaje a “Ñ” “Hoy no es así: la línea está muy difusa. El poder se expresa de una manera muy perversa”. Tal vez sea el mayor hallazgo de “El método”. La sensación de monitoreo permanente, la asfixia de que todos están dando un examen ante los otros y ante sí mismo. ¡Un Foucault a la izquierda!: un sistema que no necesita vigilar a los participantes, porque ellos mismos se autovigilan, ellos mismos velan por la salud de las reglas que les han impuesto desde afuera.

El desarrollo de “El método”, en un ambiente, con algunas salidas y el contexto de la marcha antiglobalización, que llega como un eco sordo desde las calles de Madrid, recuerda la puesta en escena de “Doce hombres en pugna”. Algún profesor de guión supo decirme que la acción de una historia no está en la cantidad de bombas o persecuciones en escena; que dos tipos sentados en una mesa pueden atrapar más la atención del espectador que un mercenario de Vietnam bajando muñecos con una ametralladora. “El método” es un buen ejemplo, porque, básicamente, se trata de una película de gente que habla. Y la historia no decae su atención en ningún momento. No hay baches. El guión de Piñeyro y Mateo Gil ha sabido salvar el formato teatral original, sin perder la fuerza de la palabra y agregándole elementos cinematográficos.

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Excelente el elenco, indispensable para sostener este tipo de películas. Nos quedamos con el muy buen Eduard Fernández (el veterano Fernando, el dinosaurio que resiste) y con Ernesto Alterio, en un personaje exquisito, Enrique, el tipo que se cree el juego y que es incapaz de mantener una opinión propia, siempre respondiendo del modo correcto para no quedar en el aire. Una baba para Natalia Verbecke, la secretaria de sonrisa imperturbable.

Escenas: el descubrimiento de quién es el topo; la escena del juego de pelota; la salida de Ana; la charla final entre Nieves y Carlos.

La frase: “¡Y jodió a la empresa! ¡Le hizo la vida imposible! ¡Y seguro que era española!”.

CONSEJO: ir a verla.

ernest andrei friedman

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La muerte de cualquier hombre me disminuye,
porque estoy involucrado en la humanidad:
por lo tanto nunca quieras saber
por quién doblan las campanas;
doblan por ti

JOHN DONNE


Cuando en 1933, Hitler ascendió al poder, el húngaro Ernest Andrei Friedman supo que había llegado la hora de marcharse de Berlín. Con 20 años, se instaló en París, donde consiguió un trabajo como reportero gráfico, siguiendo las movilizaciones del Frente Popular para la revista Regards. En esa ciudad conoce a una chica polaca, también fotógrafa y periodista, una tal Gerda Taro. Ella concibió la idea de crear a un personaje, un fotógrafo norteamericano que vendiera sus fotos. Lo bautizaron con el nombre de Robert Capa: Robert, por Robert Taylor, el actor favorito de Gerda; Capa, por Franz Capa, el director favorito de Ernest.

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Así es como Robert Capa, el alter ego de E. A. Friedman cubre la Guerra Civil Española. Desafiando el peligro, Robert Capa toma las mejores fotos de guerra, para los principales medios franceses. Allí logra la mítica "Muerte de un miliciano". Pero Gerda no vería el fin de la guerra civil española: durante la retirada republicana en Brunete, en julio de 1937, un tanque arrollaría su coche. La muerte de su gran amor, conmovió fuertemente a Robert Capa.

Los años posteriores lo verían cruzando las líneas de combate, siempre cámara en mano, para registrar la guerra entre China y Japón, y los distintos campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial.

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El 6 de junio de 1944, Robert Capa es uno de los fotógrafos que desembarca junto a los soldados aliados de la Compañía E en Normandía, en lo que sería conocido como el Día-D. De más de un centenar de fotos tomadas por Robert Capa para LIFE, en el desembarco en la Playa Omaha, sólo quedaron 11 imágenes: un empleado del laboratorio, apurado ante el cierre de la edición, arruinó el resto de los rollos. Esa decena de imágenes borrosas del Día-D alcanzó para ubicarlas como las mejores de la Guerra y en ellas se inspiró Steven Spielberg para la estética de "Salvando al soldado Ryan".

Tras la liberación de París (que Capa registró también, con su cámara) fue condecorado por el general Eisenhower con la Medalla de la Libertad.

En 1947, junto a sus amigos y colegas, Henri Cartier-Bresson, Rodger, Vandiver y David Seymour, fundó una agencia de fotografías a la que le pusieron el nombre de un champagne: Magnum. Es la célebre agencia Magnum Photos que vende sus trabajos a los mejores diarios y revistas del mundo.

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Lejos del frente bélico, Capa fue un hombre muy sociable, amigo de artistas (anoten algunos nombres: Pablo Picasso, Ernest Heminghway, Irwin Shaw, John Steinberg, Gary Cooper, John Houston) y muy buen jugador de póker. Hay que agregar otra faceta meritoria: fue amante de Ingrid Bergman, romance que se conoció mucho después de su muerte, revelado por la propia actriz en su libro de memorias. Y en la figura de Robert Capa, que iba a visitar a Bergman a la filmación de "Encadenados", se inspiró el gran Albert Hitchcock para perfilar al protagonista de "La ventana indiscreta".

La Gran Guerra había terminado, pero el mundo no carecía de otros escenarios bélicos. Robert Capa estuvo en las luchas posteriores a la declaración del Estado de Israel, donde recibió una bala que le impidió estar presente en la Guerra de Corea.

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Recuperado, seis años después, visitaba a unos amigos en Japón, cuando recibió un llamado de LIFE para reemplazar a un fotógrafo en la guerra franco-indochina, la pesadilla de Francia en Vietnam (preludio profético de otra pesadilla para otra potencia, en la década siguiente).

Robert Capa no vería esa otra gran guerra donde sucumbiría el gigante americano: a la 3 de la tarde del 25 de mayo de 1954, acompañando a las tropas franceses en el ataque al villorrio de Thai Binh, en el delta del río Rojo, pisó una mina y murió. El rollo se conservó y con ellas las últimas 11 fotos tomadas por Robert Capa, en sus últimos instantes de vida.

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FUENTES:


http://www.pbs.org/wnet/americanmasters/database/capa_r.html

http://www.diversica.com/cultura/archivos/2006/03/robert-capa-cronista-de-su-epoca.php

http://www.portfolioitalia.com/immagine/capa.html

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http://www.xtec.es/~aguiu1/calaix/036capa.htm

http://www.prioratdigital.com/reportatges/robertcapa/robertcapa.html

http://www.magnumphotos.com

http://spanish.argentina.usembassy.gov/capa.html

http://es.wikipedia.org/wiki/Robert_Capa

http://www.ccborges.org.ar

(“ñ”, 11.03.06)

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(las imágenes de este post pertenecen a Mágnum Photos y pueden consultarse en su sitio: http://www.magnumphotos.com)

Mañana: dijeron de él; dijo él

28.3.06

robert capa, fotógrafo

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Hasta el 19 de abril, en el Centro Cultural Borges, está abierta al público la exposición de fotografías de Robert Capa, seguramente el mejor fotoperiodista bélico de la historia.

La información sobre la muestra está en:

Centro Cultural Borges
(http://www.ccborges.org.ar)

Así como el año pasado recomendáramos la exposición de Henri-Cartier Bresson, aconsejamos no dejar pasar esta muestra de otro de los grandes fotógrafos del siglo XX. Capa murió muy joven (a los 41 años) pero nos dejó un testimonio de primera mano de la guerra civil española, de la segunda guerra mundial, de las luchas árabes – israelíes y las imágenes de la guerra franco-indochina. Sólo faltó en Corea porque se estaba recuperando de un impacto de bala recibido en Medio Oriente.

Esta muestra, casi una centena de fotos, es un detallado mapa de su carrera profesional, en las que no faltan las imágenes tomadas en el Día-D o la toma del miliciano republicano caído en la guerra civil española o a personalidades como Trotsky, Heminghway o Gary Cooper. También, está la última foto tomada poco antes de morir.

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En los próximos días, en "Libreta Chatarra", dedicaremos tres posts a reseñar la biografía de Robert Capa y a recoger algunas de las opiniones que motivó su figura, intercalados con algunos de sus trabajos. Gran parte de su obra está disponible en Internet, así que basta tipear su nombre en Google (http://google.com), para encontrar incontables páginas con su trabajo y su historia.

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Vale la pena, a los que visiten la exposición, que se ubiquen, por un momento, en piel de Robert Capa al disparar su máquina. Cierren los ojos e imaginen el frente de guerra, el ruido de la metralla y de los alaridos de los heridos, el olor a pólvora, sangre y muerte, la adrenalina bombeando en las sienes. Y entonces, sí, abran los ojos y vean que es lo que Robert Capa eligió para fotografiar. Un ser humano. El drama del individuo atrapado en los implacables engranajes de la maquinaria de guerra. Detrás de la coreografía bélica, Capa no desvía su ojo del ser humano. Ése, tal vez, sea el mayor legado que puede hacernos un testigo de la guerra.

(las imágenes de este post pertenecen a Mágnum Photos y pueden consultarse en su sitio: http://www.magnumphotos.com)

Mañana: biografía de Robert Capa

27.3.06

financiando la jubilación de Harrison Ford

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FIREWALL

Bueno, hay que tener paciencia y comprender que la profesión de actor tiene sus altas y bajas financieras. Por eso, a veces, se debe extremar la comprensión cuando actores maduros como Harrison Ford, eligen películas como "Firewall", porque uno debe mirar a futuro y darse cuenta que se están financiando el retiro para los próximos años. Desde ese punto de vista, películas como "Firewall" son positivas, porque le permite a gente como Harrison Ford, Paul Bettany o Virginia Madsen asegurarse cierta holgura económica, para los tiempos de vacas flacas.

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No es que "Firewall" sea un bodriazo, conste. Es más, parte de un planteo motivador: experto en seguridad informática bancaria, descubre que han secuestrado a su familia, a cambio de que él viole el propio sistema informático inviolable que diseñó, para robar las cuentas de la entidad financiera. Desde allí, puede salir una gran película. Ahora, cuando en cierto momento del filme, los secuestradores trasladan atados y amordazados a toda la familia, con excepción del perro (sí, se llevaron el perro) suelto y ladrando en el asiento de atrás de la furgoneta, uno empieza a desconfiar de que el guión haya sido encarado con el debido esfuerzo y seriedad.

En otras manos expertas, "Firewall" debió ser un thriller para recomendar. Lamentablemente, hay tan poco esfuerzo de los escritores y de los actores, que la historia se desplaza con desgano, con demasiada previsibilidad.

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A esta altura, señalar que los personajes secundarios están dibujados muy levemente y que no son funcionales a la trama, suena a lugar común. Es el síntoma de un guión mal escrito. "Firewall" no es la excepción que confirma la regla: el síntoma está y el guión está mal escrito. No hay vueltas.

CONSEJO: esperar al video, sin apuro, tranquilo, como última pero última opción en serio.

elisa brown

Pancho Drummond buscaba causa justas por los cuales batirse. Era escocés, pero luchaba en la marina inglesa. Peleó por la independencia de Brasil bajo las órdenes de Lord Cochrane, el enemigo de San Martín. Más tarde, quiso alistarse junto a las fuerzas argentinas que combatían a sus antiguos compañeros. Pero los brasileños lo metieron preso en Montevideo. Después de nueve meses, Drummond consiguió escapar e inmediatamente se incorporó a la escuadra argentina que comanda el almirante Guillermo Brown. Se radicó en Buenos Aires y empieza frecuentar la quinta del almirante en Barracas.

Allí conoció a Elisa, la hija mayor de Brown. Él tenía veinticuatro años y ella, diecisiete. Despacharon velozmente los penosos trámites que entonces imponía una seducción. Se comprometieron y planearon casarse cuando la guerra terminara Ahorraremos al relato las elegante conjeturas acerca de los encuentros y los sueños de los enamorados.

El 6 de abril de 1827, Drummond marchó a la guerra con la flota de Brown. Muy pronto se vinieron grandes dificultades Las cuatro naves argentinas enfrentaron a dieciséis barcos brasileños. El Independencia, comandado por Drummond, quedó varado en un banco, con grandes averías y agotadas sus municiones. Siempre propenso al arrojo, Drummond, que ya estaba herido, tomó un bote y fue arrimándose al resto de los barcos en busca de municiones para continuar la lucha. En el momento de abordar la goleta Sarandi, lo alcanzó una bala enemiga.

Drummond comprende que va a morir y, con la mayor premura, cumple sus deberes heroicos. Pronuncia unas palabras que evitan cuidadosamente la queja; entrega a su amigo, el capitán Coe, el anillo nupcial para Elisa y alcanza a mantenerse vivo hasta la llegada del propio almirante, en cuyos brazos muere.

Lo velaron en la comandancia de marina y lo enterraron con honores en el cementerio protestante. Elisa recibió la noticia sin derramar una sola lágrima. Algunos dicen que la envolvió una silenciosa demencia.

Pasaron los meses. Una tardecita de diciembre, se puso un inexplicable traje de novia y se metió en el río, cuyos juncales llegaban hasta el fondo del parque. Ella se ahogó, por suicidio o por accidente.

El almirante Brown nunca pudo reponerse se aquella tragedia. Guillermo Enrique Hudson lo vio muchos años después, vestido de negro y parado en la puerta de su casa, mirando fijamente a la distancia. Le pareció un fantasma.

Cuando Hudson escribió sus líneas, la pena de Brown ante el recuerdo de su hija era ya otro recuerdo y otra pena. Hoy, el propio Hudson es un fantasma. La quinta de Brown, con sus sauces, sus álamos y los dos cañones de Garibaldi adornando la puerta, forma parte del más perfecto olvido.

En su lugar se alza la plazoleta Elisa Brown, pálido homenaje municipal a su memoria. Completan esta sustitución la fiambrería Il Parmigiano, el bar El remanso y El emporio de la fruta y la verdura. El río, ahuyentado por tanto progreso, ha retrocedido diez cuadras. La dicha de Francis Drummond y Elisa Brown duró tan poco que casi podríamos decir que fue una mera preparación de la pena, la pena incesante que fue de Brown y Hudson y es ahora nuestra y será mañana de otros corazones sensibles, cuando adviertan que somos sombras y que nuestras vidas son tumultos sin sentido.

ALEJANDRO DOLINA
Bar del infierno

26.3.06

rara, como encendida

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DESAYUNO EN PLUTÓN

¡Ah, qué rara película que es "Desayuno en Plutón"! No es una película perfecta, eso está claro. Es más, tiene una estructura muy irregular, con todos los boletos para fallar. Pero a fuerza de elenco, banda de sonido y alguna poesía que se filtra en los momentos claves, funciona por momentos. Hay un toque localista (como vivir con el IRA y no morir en el intento) que tal vez nos pase desapercibido en este lado del hemisferio. Pero "Desayuno en Plutón" parece ser algo más que la historia de vida de un travesti un poco cándido, un poco frívolo; por momentos, nos dice que todas las cosas serias del planeta (la patria, la guerra, la religión) no valen tanto como creemos. La canción final que nos aconseja sólo amar a nuestra nena, puede ser la tesis del filme: busca alguien que te ame, ámalo y deja que el mundo se derrumbe a tu alrededor.

En la Irlanda católica, una madre soltera deja a un niño en la puerta de la sacristía del padre Bernard. El sacerdote lo da en adopción y el chico, Patrick, crece hasta convertirse en Patrick "Kitten" (Gatita) Braden, un muchacho que le gusta vestirse de mujer y salir a escandalizar gente por la calle (entre ellos, a su madre y hermana adoptivas). Un día decide ir a Londres a buscar a su madre, aunque de ella sólo sepa que es una rubia parecida a Mitzi Gaynor. Rodará por varios lugares, se topará con más de un personaje patético y finalmente, como todo viaje que se precie de tal, encontrará la respuesta en el punto de partida.

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"Desayuno en Plutón" es una road-movie gay. Patrick deambula por Londres con el corazón en la mano, presa fácil para tanto depredador suelto. Y sin embargo, pese a los duros momentos que le toca vivir, Patrick no abandona cierta ingenuidad evasora. Se abstrae de la realidad, creando un mundo en el que sobrevivir. La película es una serie de estampas, de personajes que entran y salen de la trama, no siempre con mucho sentido ni funcionalidad. Pero es en ese delirio, visual y estilístico, lo que termina evitando que el filme se desbarranque en los abismos del bodriazo.

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Neil Jordan dispone de un auténtico seleccionado británico (Liam Nelson, Cillian Murphy, Stephen Rea, Brendan Gleeson, entre otros) y de una banda de sonido que es una pequeña antología del pop. A fuerza de esos pilares y la fotografía de Declan Quinn, el filme se sostiene, no muy firmemente, es cierto, pero se sostiene al fin.

Personajes: Bertie, el mago que interpreta Stephen Rea y el motociclista místico drogado que viaja por la Autopista Astral. Escenas: el encuentro entre el padre Bernard y Patrick; el otro encuentro, el de Patrick con su madre; la secuencia de la prisión británica; la escena con los militantes del IRA.

Frases:

No mucha gente puede conocer la historia de Patrick Braden, alías Santa Gatita, quien desfiló en las pasarelas, iluminada el rostro por el halo de los flashes como "¡oh!" mientras ella gritaba: "¡Les dije, tomen mi mejor lado, queridos!"

-La fantástica historia de Eily Bergen.
-No puedo esperar a escuchar el final.
-Pero... no has escuchado el principio.
-No puedo esperar a escuchar ambos.


Si no fuera un travesti terrorista, ¿te casarías conmigo?

-Ella no luce como Mitzi Gaynor
-¿Qué sabes sobre Mitzi Gaynor?
-Nada. Pero como dijo Oscar Wilde: "Amo hablar de nada. Es la única cosa de lo que sé".

Sé que sólo estabas bromeando sobre las rosas y los dulces. Pero fue bueno mientras duró.

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-Y hay otra cosa sobre la Dama Fantasma, Bert, que ella comprendió, en la ciudad que nunca duerme…
-¿Qué cosa, Kitten?
-Todas las canciones que ella escuchó, todo el amor de esas canciones, sólo son canciones.
-¿Y qué hay de malo en eso?
-Nada, si no lo crees. Pero ella lo hizo, lo ves. Ella creyó en hechizos y que una pequeña nube pasaría sobre su cabeza y lloraría sobre una cama de flores e incluso creyó que estuvieron en un desayuno…
-¿Dónde?
-En Plutón. El misterioso, helado desecho de Plutón…

CONSEJO: esperar al video.

24.3.06

24 de marzo

El cuestionamiento a Cooke sobre la metodología violenta se extiende a Perón, con quien venía sumando diferencias desde 1946, y sobre todo desde 1952 (9). Jauretche considera irresponsable la promoción y el respaldo a la violencia desde Madrid, y ello está claramente documentado en la correspondencia que Jauretche mantiene con Cooke y el sacerdote Hernán Benítez. Para Don Arturo, la estrategia de Perón es un dislate: “En una carrera de jacobinos enfrentados ganarán los que tienen el instrumento del poder en las manos. ES un disparate plantearlo con una fuerza multitudinaria sin disciplina, sin jerarquía y en plena improvisación” (10).

Jauretche indudablemente era un pacifista, en el sentido de que su convicción profunda era que había que “vencer precisamente con la bandera del orden” (11), pero su argumentación no se basaba solamente en lo incontrolable de la espiral violenta, sino en la insuficiencia del análisis político que respaldaba a la violencia: “las instrucciones que llegan continuamente (desde Madrid) tienen la misma puerilidad de las instrucciones anarquistas y comunistas de la época romántica… macaneo trosko malatestista de quien por otra parte no cree en el planteo social revolucionario y, si ignora su imposibilidad local, no puede ignorar su imposibilidad internacional”(12). Es evidente que el discurso clasista y violento de Perón lo irritaba y que le sobraban argumentos para discutir con Cooke a quien –a su pesar- nunca logró convencer.

Esa distancia que toma Jauretche respecto de Cooke y de Perón en los primeros años de la resistencia se actualiza con su crítica a la violencia de las llamadas “organizaciones especiales” del peronismo que Perón alentará desde Madrid. Pero la crítica a esta juventud es –en definitiva- la misma que Jauretche ha desplegado hacia la “intelligentzia” en la medida en que tratar de imponer un esquema ideológico a la realidad, contiene, en sí mismo, no sólo una enorme dificultad para desvelarla y poner en evidencia la posibilidades de construcción, sino también –y fundamentalmente- una aproximación violenta al proceso político. Para Jauretche lo peor de las argumentaciones y de la misma dinámica política violenta es que sus beneficiarios están bien claros: “La fuga de la realidad es útil a los extremos reaccionarios que los pícaros liberales administran para la represión de que ellos son lo únicos beneficiarios. Convertir al país en Vietnam es el ideal de muchos izquierdistas, pero más lo es de los liberales a la brasileña y, desde luego, de algunos ‘nacionalistas’(…) que detrás de la palabra ‘nacionalismo’ han encontrado una cómoda careta para satisfacer sus tendencias parapoliciales” (13).

Con esta mirada, Jauretche preanuncia de alguna manera lo que sucedería tres o cuatro años más tarde. Don Arturo mismo se habría lamentado de su capacidad profética, si la muerte no lo hubiese sorprendido. Lamentablemente sus palabras no fueron suficientemente escuchadas cuando señalaba que “el día en que la represión pase de la policía a la milicia, el ejército no procederá indagando con justicia y razón. Si hay tiroteo en una manzana, fusila a toda la manzana. Es decir, esa minoría reducida de chiquilines combatientes ¿va a sobrevivir si liquida a cinco o seis mil de entrada y meten en un campo de concentración a otros diez mil?” (14).

Es preciso reconocer que es frase de Jauretche –como otras- provoca un particular escozor. No obstante, a pesar de su capacidad, no podía él imaginarse los “vuelos de la muerte”, la burocratización del terror de cada uno de los 350 campos de concentración, el robo de niños, etc. Ni –sobre todo – que después de veinte años de democracia, hay que volver a sembrar –y regar pacientemente- con las claves del pensamiento nacional, volver a trabajar –como él mismo lo decía- sobre los estados de conciencia.

JUAN QUINTAR
“Arturo Jauretche. Cabeza fría y corazón caliente”
(le monde diplomatique, El Dipló, mayo 2004)


NOTAS:

(9) Perón –a dedo- lo había sacado de una lista de senadores nacionales en la elecciones de 1946; luego, con el cambio de política económica en el segundo gobierno, Jauretche renuncia a la dirección del Banco Provincia de Buenos Aires y ese peronismo no lo trata bien. Su mirada crítica de Perón nunca fue pública, evitando así ser instrumento de políticas antiperonistas, pero resistía fuertemente el estilo de conducción personalista.

(10) Arturo Jauretche en carta a J. W. Cooke, 15-10-1956, Marta Cichero, Cartas peligrosas, Planeta, Buenos Aires, 1992.

(11) Arturo Jauretche en carta a H. Benítez, Buenos Aires, 1956. Marta Cichero, op. cit.

(12) Arturo Jauretche en carta a J. W. Cooke, 15-10-1956, Marta Cichero, op. cit.

(13) Arturo Jauretche, Revista Dinamis, enero de 1972. Norberto Galasso, Biografía de un argentino, Homo Sapiens, Rosario 2000.

(14) Arturo Jauretche, Declaraciones a Miguel Scenna, Norberto Galasso, op. cit.

23.3.06

los botines de Rattín

"Antes del Mundial de Inglaterra, en el 66, Puma y Adidas se acercaron para que usáramos sus botines. Pretendían que seis llevásemos los Adidas y los otros cinco, Puma. Como por entonces la única foto que distribuía la prensa a todo el mundo era la clásica de los capitanes, en el sorteo, Adidas se quería asegurar que yo llevara los botines de ellos. Discutimos el primer día, seguimos el segundo y finalmente nos pusimos de acuerdo? ¿Sabés cuánto nos dieron para que nos repartiéramos entre todos? 3200 dólares. Hoy un jugador que va al Mundial y usa los botines fulano se lleva 300.000 o 400.000 dólares al bolsillo. Es más, a esta anécdota le falta algo: después de ponernos de acuerdo, Adidas me preguntó cuánto calzaba. Contesté 45. «¡¡¡No!!», me dijeron. «No fabricamos botines tan grandes, no tenemos». Entonces les tuve que dar los Fulvence míos; se los llevaron, les cosieron las tres tiras y así pasaron a ser Adidas".
ANTONIO UBALDO RATTÍN

"El negocio se tragó los botines de Rattin" por Cristian Grosso

(la nación, 22.03.05)

22.3.06

cartas del mazo

Un par de correos atrasados con aportes a la Cadena y elogios a nuestra críticas de cine. Los aportes llegan de parte de Daniel Hers que confiesa 43 y agradece por los recuerdos de la Cadena Catártica. Nos propone los siguientes:

-Pipo Mancera, sus Sábados circulares
-La orquesta del maestro Bubby Lavechia
-El Ballet de Pedro Sombra
-Las conversaciones telefónicas de Gila y "¡Que se Ponga!"
-Nini Marshall(haciendo de Catita)
-Ramona Galarza
-Estela Raval y Los Cinco Latinos.
-Pipo Mancera en el Río de la Plata y su prueba del mago Houdini
-La Familia Falcón
-"La Nena" con Marilina Ross, Osvaldo Miranda y Joe Rigoli
-Hupumorpo
-Las Manos Mágicas
-Cuatro hombres para Eva
-"Ahí viene el Renault 4, el correcaminos...para sentirse libre, Renault 4..."
-Música En Libertad, con Leonardo Simmons y Maisabé
-Las cenas de Canal 9 con los discursos interminables de Alejandro Romay y la entrega de los Nueve de Oro
-Dr. Cándido Pérez, señoras, con Juan Carlos Thorry y Julia Sandoval
-Noticiero 13 con Osvaldo Galloso
-Telenoche con Monica y Andres
-Viernes de Pacheco
-Alta Comedia
-Telecómicos
-Telecataplum
-Zapatos Rotos
-Este es mi mundo
-Pipo Pescador


Fernando D. Vergani nos regala esta serie de recuerdos para la Cadena Catártica:

-La materia del secundario llamada "Educación Moral y Civica"
-Los alfeñiques, caramelos de azúcar populares en el norte argentino
-Los chupetines esos que venían con un canastito en la punta con una pelotita que soplábamos por el palito y debíamos mantener la pelotita en el aire sin que se nos caiga
-Los helados sangüchitos: eran dos obleas en las que le colocaban en su interior helado (y personalmente los odiaba pues nos enchastrábamos todo)


Gracias a Daniel y a Fernando por sus aportes. En otro rubro, recibimos el comentario de Diego Garagorri sobre nuestra crítica de "Brokeback Mountain". Con (falsa) vergüenza, transcribimos algunos párrafos de su correo:

"...creo que es la mejor aproximación que he leído acerca de la película, desde ya gracias. Lamentablemente también escuché comentarios nacidos de la absoluta ignorancia, por ejemplo que a muchos les molestara simplemente que la cola para la sala de la película estuviera tan concurrida, -¿cómo van a ver esa aberración?-, -dicen que en vez de balas tiran plumas-, y por supuesto, no podía faltar el plato central: durante la proyección más de un retrógrado tuvo que expresar su desacuerdo para pode reafirmar su heterosexualidad, claro!!! no sea cosa de que alguien sospeche que le está gustando...

Personalmente creo que Brokeback es mucho más que una historia gay, es un relato que da cuenta del verdadero valor de la vida, ese que está mas allá de las palabras, habla de humanos como somos todos y de la necesidad de dar y recibir amor. Muchos ni se conmueven porque les cuesta ser honestos, es increíble, pero prefieren una vida de falsedad, de roles monótonos, no sé, creo que les da temor sincerarse con sigo mismo aunque sea por un instante y cualquiera sea su situación.

Gracias de nuevo y es bueno saber que hay gente que puede ver más allá de lo aparente".


Tenemos los dedos tan henchidos de orgullo, Diego, que casi no podemos acertarle a las teclas del teclado, pero apunto algo más a tu comentario: a mí también me tocó, durante la proyección en el Village Recoleta, el tipo que hizo una pequeña escena, para peor, con la novia (supongo que era la novia) al lado. Charlando con otros seguidores de la página y amigos, también me contaron de reacciones parecidas (quejas en voz alta, levantarse e irse de la sala, risitas fuera de lugar). ¿Qué pasa? ¿Hay más escondidos en el placard de lo que pensamos? ¿O a esta altura del partido, ver a dos tipos dándose un pico en la boca nos altera más que contemplar como le arrancan dos uñas ver que a George Clooney? Para ponerse a pensar.

Gracias a todos lo que siguen y recomiendan la página, que está creciendo, día a día (ya superamos los 500 visitantes por semana, todo un récord). Y abrigarse que está refrescando.

21.3.06

pecados y crímenes

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MATCH POINT

En los últimos tiempos tengo la sensación de que con Woody Allen está pasando eso que nos pasa con esos tíos brillantes que amenizan las aburridas fiestas familiares y que, año a año, le vamos viendo los síntomas de un envejecimiento progresivo pero fatal. Todavía brillan, es cierto. Pero íntimamente, muy a regañadientes, tenemos que aceptar que hay algunos síntomas, por lo menos, de fatiga.

Está bien que un artista siempre está escarbando en los veinte metros de quinta que lo obsesionan. Y que es inevitable, en los grandes maestros, que ciertos temas vuelvan, una y otra vez. Pero, "Match point" es la misma película que Woody Allen contó en 1989, con el título de "Crímenes y pecados" (con Martin Landau en el papel que ahora le tocó interpretar a Jonathan Rhys Meyers).

Tal vez sea otro genial ejercicio de guión: contar la misma historia y decir una cosa distinta. Lo aceptamos. Pero no deja de ser peculiar este calco de sí mismo. No es un dato menor, pese a que la crítica clamó unánime el regreso triunfal del maestro.

¿Qué cambió de "Crímenes y pecados" a "Match point"? En primer lugar, una visión más pesimista de la humanidad. El Judah Rosenthal de "Crímenes..." sentía el peso de la culpa, lo atormentaba haber hecho un mal y que Dios pudiera juzgarlo; el Chris Wilton de "Match point" no se plantea esa posibilidad. En su mundo no existe Dios. No existe la culpa, tampoco. No hay ninguna norma ética que lo atormente. Sólo es un juego: conseguir el objetivo o no. No hay sentimientos (sólo cuando comete el crimen, se nota algo así como la emoción). La inexpresividad en el rostro de Jonathan Rhys Meyers es constante en todo el filme, con la excepción mencionada. Toda su vida es tan calculada, tan prevista, tan planeada, tan vacía, sin lugar para las sorpresas. Chris Wilton ha llegado a lo que quería, tal como se lo había propuesto, tal como sabía que iba a llegar. Él sabe jugar el juego. Hay otro personaje que no: ese personaje es el que muere.

Otra variación respecto a "Crímenes y pecados" es la estructura más lineal y clásica de "Match point". En 1989, Woody Allen había jugado con dos historias en paralelo, intercalando la trama cómica de Cliff Stern (interpretada por él mismo), el cineasta que odia a su exitoso y mediocre cuñado que le arrebata a su amigovia. Esa historia contrapesaba el peso trágico de la historia de Rosenthal y volvía más ágil a la película. En la última escena se encontraban los dos personajes y expresaban la tesis del filme: se puede matar a alguien y vivir feliz, sin sentir ninguna culpa.

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"Match point", en cambio, no es tan accesible al público. Primero porque no hay personajes con los que identificarse. Además, porque casi la primera media hora de película, los diálogos son casi banales, lugares comunes, charlas insustanciales de los personajes. Y no por mediocridad del guión, sino, al contrario, porque Woody Allen nos está mostrando a los personajes y su entorno social. La clase alta británica, snob, domesticada en reprimir los sentimientos y las intenciones. Afables, corteses, incapaces de alzar la voz, replican con un tono mesurado y una sonrisa. Tras la máscara de la hipocresía, bullen bajo presión las emociones.

El guión muestra todo esto con algún detalle sutil: la señora que toma de más y se le va la lengua con dos copas encima. Otros guiños: la misma escena de la misma ópera que los personajes ven, una y otra vez, con la misma frialdad y tedio. Los ambientes dan otra señal: asépticos, fríos, amplios, jaulas de cristal y metal. Agreguen otro: los cuadros que Chloe elige para su galería, confortablemente infantiles. (En la escena de la exposición, Chloe desecha un cuadro con un "ése no, es demasiado intenso"; toda una definición del personaje).

Nótese la cena que comparten Chris y su novia Chloe con Tom y Nola. El diálogo es para seguir de cerca (ahí se ve la mano del maestro). La charla es insustancial y vana hasta que Nola expresa, con lágrimas en los ojos, que está pensando en dejar de actuar, pero que duda en hacerlo porque no quiere volver a su pueblo para confesar que fracasó. Tom y Chloe desvían el tema con una broma cortés, con la intención de "de eso no se habla". Ahí se da un breve diálogo entre Chris y Nola, en donde aflora la tensión sexual entre ellos y el grado de complicidad de los dos. Ellos saben de que hablan: son los únicos en la mesa que vienen de abajo y que están decididos a dejar atrás su origen. Quieren estar donde están ahora Tom y Chloe. No pueden darse el lujo de la indiferencia. Nola está contra la pared (como lo estuvo Chris en sus tiempos de tenista, limitándose a defenderse y a no entrar en pánico, esperando su oportunidad, para salvar el punto). Esa escena es la primera en que los diálogos pavos pasan a un segundo plano y donde vemos tensión dramática en los personajes. No es casualidad que aparezca en ese momento y no es casual que el diálogo esté planteado de esa manera.

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Estos signos que Woody Allen reparte por la trama, son las señas de un gran escritor, pero no dejan de ser viejos trucos de un gran artesano del oficio de escribir. En el fondo flota esa sensación de un Woody Allen que no toma riesgos, que vuelve a contar la misma historia porque, tal vez, no tiene otra cosa que contar. Y esa sensación si que es nueva en él, inédita aún en sus películas más débiles o fallidas (si es que las hay).

Lo que en "Crímenes y pecados" llamó la atención de Allen (que alguien pueda matar a alguien y vivir sin culpa), giró en estos años a otra concepción con un tinte metafísico: que alguien pueda matar a otro y no reciba castigo, es la evidencia de un universo sin orden, de la inexistencia de Dios. Recordamos el texto de Alejandro Dolina, "El otro infierno" (http://libretachatarra.blogspot.com/2006/03/el-otro-infierno.html) que postéaramos hace unos días: "El verdadero infierno es, antes que nada, injusto. Uno no sabe por que está allí, ni cuáles son sus culpas, ni cuál es el Plan que está cumpliendo. Infierno benignos permiten conocer el camino para evitarlos. Mucho peor es que cualquiera se salve y cualquiera se condene". El azar es la muestra de una ausencia. Esa es la tesis que expresa el protagonista en una de las últimas escenas del filme, aquella en la cocina, en la que enfrenta a sus fantasmas: "Sería justo que fuera descubierto y castigado. Pero no lo seré".

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El toque de thriller es, apenas, una excusa argumental. La investigación policial no es clave en la trama y de esa manera la remata Woody Allen, con un sueño que resuelve el crimen. Pero no es "Match point" una película policial.

"Match point" cuenta con una diosa todopoderosa, mujer fatal seductora que derrite la pantalla con su sola presencia y que es imprescindible para la forma en que Woody Allen planteó la historia (¿Hay qué decir que es Scarlett Johansson?). Nola Rice es un personaje vital para que altere la estabilidad sin emociones del protagonista. Ella es el revulsivo, la dosis de carne sensual que pueda patear el tablero preestablecido. Sólo por una mujer como ella, un hombre abandonaría a una millonaria.

Dijimos al comienzo que este Woody Allen no parece tan bueno como antes. Y sin embargo, ahora, al finalizar la crítica, nos damos cuenta del torrente de ideas que ha provocado "Match point", pese a que se ha copiado a sí mismo. No hay tantas películas que nos permitan estas especulaciones. ¿No es esto, acaso, un signo más de la genialidad de Woody Allen?

Aún gastado, reiterativo y no tan brillante, todavía, como con aquellos tíos gagás, vale la pena sentarse en el sillón, con una copa de coñac en un mano, y escucharlo contar, una y otra vez, aquella misma vieja historia.

Escenas a destacar: la escena del crimen; la escena en la que se conocen Nola y Chris; la escena en la cocina.

Frases: "Los hombres creen que soy algo especial", "¿Lo eres?", "Nadie reclamó su dinero"; "Tú estás haciéndolo muy bien por ti mismo. Salvo que lo mandes al diablo", "¿Cómo podría hacerlo?", "Intentando algo conmigo"; "Los inocentes a veces son asesinados para lograr los más grandes planes. Ustedes fueron daños colaterales"; "Al final, cuando tuve que disparar, apreté el gatillo".

CONSEJO: si no es Allenfanático, espere al video. Para el resto, sabe que es una cuestión de honor, así que no joda y vaya a verla.

20.3.06

hola mamá

Aquella tarde en que volvimos los tres (papá, mi hermana Manuela y yo) nos pareció la más larga de nuestras vidas. Tan larga que habíamos llegado a dudar que terminara con la noche, a pesar que el sol se despedía por la ventana con un saludo rojizo.

Recuerdo (porque esa tarde la recuerdo siempre, aún cuando no trate de pensar en ella) a papá, acunando las trenzas de Manuela, la manito de mi hermana agarrada al ramito de violetas y el abrazo de papá, sosteniéndome contra su pecho.

La casa había crecido durante nuestra ausencia y ahora nos acorralaba con su vacío, arrinconándonos al fondo del jaulón como tres canarios mudos (el gran canario solo y sus dos pichones).

Entonces la llave giró en la cerradura y se abrió la puerta con un quejido del picaporte.

Y entró ella, con el murmullo de garúa de las bolsas del supermercado rozándole contra sus piernas.

-¡Mamá! -gritó Manuela tirando el ramito de violetas.
-¡Bueno, bueno! ¡Qué recibimiento! -rió mamá- Los hice esperar mucho, parece... ¿Tienen hambre? -preguntó.
- ¡Sí! -contestó Manuela.
- Entonces vamos a preparar la comida -ordenó.

Y en su evolución planetaria, orbitamos como obedientes satélites hacia la cocina, entre cometas de risas y de bromas. Manuela, polilla atraída hacia la luz, arrugaba su cara con sus hocicos de conejo. Mamá me acarició la cabeza al pasar. Un frío me corrió por la espalda, como si un chistoso hubiera deslizado un trozo de helado de chocolate adentro de mi remera.

Papá me llamó a su lado, para que lo ayudara a pelar las papas para el puré de Manuela. Pero no quise entrar. Me quedé en la puerta, mirándolos, sin saber bien porque hacían lo que hacían. Papá arrimó la silla alta de Manuela y sentó a mi hermanita; mamá acercó algunas miguitas de pan para que Manuela se entretuviera modelando muñequitos mientras ellos dos preparaban la comida.

Durante la cena no dejé de mirarlos. Ni a papá tomándole la mano a mamá, sin dejar de soltarla ni siquiera para comer. Ni a Manuela tirándome desde lejos con el corcho del vino cuando yo no la estaba mirando. Ni al ramito de violeta que mamá recuperó del piso y había dejado al lado de su plato. Yo me quedé en silencio. No podía entender porque actuaban de ese modo.

A la noche, cuando ya era hora de dormir, vino Mamá y me dio un beso en la frente. Me hice el dormido. No quería hablar con ella. Por lo menos, no esa noche.

Luego entró papá y la cubrió a Manuela con la frazada de payasitos amarillos, porque ella tiene esa fea costumbre de destaparse de noche y se despierta a la mañana siguiente, con mocos y resfriada. Después, papá se detuvo al pie de mi cama y me miró. Yo había entreabierto un ojo y podía verlo como en una bruma, recortado contra la luz que venía del pasillo.

Entonces papá se arrodilló, para estar más cerca y me habló bajito, muy bajito, sólo como los padres saben hacerlo. Y me dijo que él también se daba cuenta. Que Manuela era más chica, que no entendía tanto y que por eso aceptaba todo con más facilidad. Pero que era así y que él no quería perder a mamá otra vez, que por eso no hacía preguntas, ninguna pregunta, porque en una de esas podía echarlo todo a perder. Que seguramente era muy conformista, pero que él pensaba que era mejor tenerla a mamá, que no tenerla.

Para qué complicarse más, me dijo, si ella estaba en casa con nosotros aunque los tres la hubiésemos vistos, esa misma tarde, como la metían a ella y a su caja en un hoyo y le tiraban tierra encima mientras todos llorábamos.

Creo que papá se dio cuenta de que se me había escapado una lágrima, porque me dio un beso y me dijo que mamá, ya nunca, nunca más se iría.

Luego apagó la luz y se fue cerrando la puerta.

19.3.06

el que no llora no mama

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LA HISTORIA DEL CAMELLO QUE LLORA

Acá hay un buen ejemplo de cómo, con recursos mínimos, se puede contar una gran historia. "La historia del camello que llora" es un hallazgo de la cartelera de estos días, una película exótica por su origen y su historia y que, sin embargo, nos termina identificando como si pasara a la vuelta de la esquina.

Mezcla de documental y ficción, "La historia del camello que llora" es la historia de un camellito albino al que su madre se niega a amamantar. Sus dueños, una familia campesina mongola que vive en el desierto de Gobbi, intentan todos los trucos heredados de generación en generación, para que la madre acepte a la cría. Pero cuando todo falla, echan mano a una tradicional ceremonia, el ritual Hoos, en el que un violinista toca una música, de manera tal emotiva que la hembra termine llorando y acepte a su cría.

Byambasuren Davaa, codirectora del film, es oriunda de Mongolia y sus propios abuelos fueron pastores nómades como los que presenta la película. Davaa estudiaba cine en Munich, en 1999, cuando propuso como tesis esta historia que codirigió con el italiano Luigi Falorni. El desafío fue encontrar y convivir con una familia nómade, compartiendo las mismas exigencias del ambiente, sin que la presencia del equipo de rodaje alterara la forma de vida habitual. La familia Amgaas que vemos en el filme, no son actores, son pastores en realidad. (La bisabuela del relato falleció después del rodaje y sus familiares pudieron verla "viva", en el celuloide, en el estreno del filme que fue, vale aclarar, un fracaso de público en Mongolia).

"La historia del camello que llora" combina la poesía simple de la propia historia del camello no aceptado por su madre, con la vida cotidiana de la familia campesina. Un interesante apunte del guión es trazar ese paralelo entre madre e hijo, espejo que se replica en los camellos y en los humanos. La madre acunando a su hijo, la hembra del camello arrimando con su trompa a su cría, para que tome la teta. Esos pequeños gestos que trascienden la condición humana y que se enlaza con otro marco más amplio, la propia naturaleza, donde seres humanos y animales son uno.

El desarrollo del ritual Hoos es paradigma de esta línea. Conmueve observar el grado de comunión entre los hombres y los animales, en ese rincón azotado por los vientos y la arena. Hay algo mágico y trascendente en ese vibrar de la cuerda del violín. Hay una conciencia cósmica en el llanto de la hembra y en el reencuentro con la cría, una catarsis colectiva y universal. "La historia del camello que llora" tiene la virtud de hacernos participar de ese momento, de convertirnos en testigos de un acto poético de una sociedad que nos parece tan ajena y extraña.

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Los rasgos de modernidad que se filtran en la vida cotidiana de los nómades mongoles (la televisión, la antena satelital, las pilas) remarcan otro apunte de la película, el mensaje ecológico, el de los hombres agotando los recursos naturales, con tanta avaricia, que los espíritus de la tierra se han alejado, asustados. La ceremonia con los lamas, devolviendo parte de lo extraído a la tierra, con la esperanza de la reconciliación, se resume en la frase de uno de los sacerdotes que expresa: "Hay que pensar que no somos la última generación sobre la tierra". Esa conciencia ecológica, de un rincón aparentemente primitivo, resuena fuerte en estos lares tecnificados y globalizados. Al fin y al cabo, todo se reduce a cómo la aldea cuida a sus crías. Y una de las formas de cuidarlas, es asegurarse que tengan alimentos cuando sean mayores.

Algunas críticas del palo del cine arte han puesto en duda el ritual Hoos filmado en "La historia del camello que llora" y en cuánto hay de edición en el llanto del animal. De verdad, frente a lo que cuenta la película y su sencilla poesía, buscarle tal afán de verosimilitud, parece una auténtica pavada. Suceda o no, haya sido filmada con cortes o en continuo, sea un documental o una ficción guionada, el mérito de "La historia del camello que llora" no está en la veracidad de lo contado, sino en lo que cuenta, precisamente. Y eso sin necesidad de recaer en esa superstición de la verdad en el cine, algo absolutamente nulo. La sola presencia de la cámara echa por tierra cualquier verdad. La mirada de la lente no es neutral, por si hace falta recordarlo.

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Escenas destacadas: el ritual Hoos; el nacimiento del camello; el viaje de los chicos por el desierto; el camello albino llorando a lo lejos la indiferencia de la madre. Frases: "El último camello no nacerá hoy", "Tal vez, mañana"; "Mamá, ¿si el bebé no toma la leche de su madre, morirá?", "No digas eso, hijo"; "Abuelo, ¡cuenta otra historia! ¡Esa ya la contaste!", "Ven a la mesa y no mires la televisión"; "Dejémoslos solos".

CONSEJO: imperdible para amantes del cine arte. El resto, esperar al video.

17.3.06

mujer en punto

-Yo conocí una chica que hacía tictac. Uno le acercaba el oído y podía escuchar los latidos aunque fuera en el colectivo.
-¿Pudo ponerla en hora?
-No le encontré la cuerda, no sé.

OSVALDO SORIANO
El ojo de la patria

16.3.06

extraña unanimidad

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TAPAS

Extraña unanimidad de nuestros medios locales oficiales a la hora de alabar esta película española, filme absolutamente menor, una de esas películas apta para verla un día en cable, cuando no hay otra en los canales vecinos. Historia coral con algún que otro buen momento, "Tapas" (ópera prima de sus directores José Corbacho y Juan Cruz) tiene a favor su falta de pretensión. El planteo es interesante pero cada historia queda a mitad de camino, sin profundizar ni esmerarse demasiado en la evolución dramática de los personajes. Por eso, "Tapas" se queda en la puerta. Es simpática, sí. Pero uno sale de esa película, del mismo modo en el que entró.

En un barrio español, se cruzan las historias de varios vecinos: una mujer al que su marido abandonó hace un par de años y que, necesitada de un hombre, se voltea al hijo adolescente de una vecina; un viejito con un cáncer terminal cuya esposa vende drogas a los pibes del barrio, para bancarle los gastos que no puede pagar la pensión; dos pibes repositores de supermercado, obsesos sexuales (i.e., adolescentes); un dueño de un bar que mandonea a su esposa y que descubre, un día, que la mina se piró, cansada de tanta sobrexplotación laboral. Forzado, contrata, a un precio vil, a un cheff chino que es toda una revelación.

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Si estos disparadores prometen, se quedan en promesas nomás, porque ninguna de las historias se desarrolla con profundidad. Rozan la superficie, despiertan alguna sonrisa con algún gag o una frase afortunada y culminan muy livianamente, sin comprometerse demasiado ni dejarnos pensando.

¿Por qué, entonces, la pasión de nuestros críticos de la prensa oficial? Y... uno sospecha, pero sin pruebas...

CONSEJO: esperar al video sin apuro.

15.3.06

cartas del mazo

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Aportes a la Cadena Catártica y la gacetilla de nuestro colaborador Jorge Luis Viera, para las cartas del mazo de este mes.

El primer aporte es de Luis Carlos Coudannes, la frase de la publicidad de las toallitas femeninas Modess (la primera de la Argentina): "No te bañes con el asunto porque se te corta".

Una larga lista de recuerdos nos acercó Julio Buzzone:

Las bicicletas Aurorita
Los autos "boogie"
Las películas de Trinity (Terence Hill y Bud Spencer)
Los Dibujos de Hanna-Barbera
Los 3 chiflados
La Nena (comedia con Marilina Roos, Osvaldo Miranda y Joe Rigoli)
Dar en el blanco (programa de preguntas y respuestas conducido por D'Agostino)
Volver a Vivir (programa conducido por Blackie)
Sábados de la bondad
Sábados con Héctor Coire
Margarina Dánica Dorada (era para untar, era para untar)
El Segelín Mágico (aparato para cortar figuras de tergopol)
El Rasti
Los autos Duravit (irrompibles)
El AMI 8
Los marcadores Sylvapen
Uvita Uvita ta-ta-ta (Vino Uvita con Susana Traverso)
El Nono Pugliese y Claudia Sanchez con los comerciales de cigarrillos LM
El comercial de los pantalones Grafa (perdón... ¿a usted le gusta el tango? -¿Por? - Por el acordeón )
Las máquinas con los monitos tocando instrumentos (ponías una moneda, se prendía la luz y empezaban a tocar)
Los teléfonos públicos grises y los naranjas
Los negocios de las galletitas Coky-Man
El metegol
El buscagol
El topo Gigio
La serie del Pato Saturnino (marioneta)
El Capitán Marte (marionetas)
El Capitán Escarlata (marionetas)
Joe 90 (marionetas)
Supercar (marionetas)
Bugs Bunnie y el pato Lucas
Las máquinas de tejer Jukicard
La Campana de Cristal (programa de preguntas y respuestas)
Dígalo con Mímica (prog. Conducido por Nelly Raymond)
La Tuerca (programa cómico)
Leoncio (el León de Canal 11)
Hechizada
Mi Bella Genio
Los Locos Adams
Las bolsitas de madera donde nos ponían las galletitas en el almacén (ahora de plastico)
TItanes en el Ring (con Karadagián)
El programa Humor Redondo (conducido por Héctor Larrea y secundado por J.C. Mesa, Basurto, Garaycochea)
Telecataplum, Jaujarana, Hiperhumor, Hupumorpo programas cómicos (con los uruguayos Espalter, Almada, D'Angelo, Carámbula, Acher, Redondo)
La serie Dos Tipos Audaces (Tony Curtis y Roger Moore)
Ladrón sin destino (serie con Robert Wagner)
El Gran Chaparral (serie del oeste)
Bonanza (serie del oeste)
El Hombre del Rifle (serie con Chuck Connors)
Randall, el justiciero (serie con Steve Mc Queen)
Batman (Adam West)
El Avispón Verde (Bruce Lee como Cato)
Sombras Tenebrosas (serie de terror)
Meteoro
Tarzán (peliculas con Johnny Weismüller)
Tarzán (serie)
Daktari
Patrulla Juvenil (serie policial)
Starsky & Hutch (serie policial)
Los Chocolatines Jack con sorpresa
Las pastillas Dorins
Las mielcitas
Los autitos Matchbox
El Scaletrix
El legítimo yo-yo Rusell
El Capitán Piluso
Heleno (la chica de la boutique) cantante
Sabú (cantante)
Arco Iris (grupo musical) con Gustavo Santaolalla
Almendra (grupo musical) con el falco Spinetta
Aquelarre
Polifemo
Sui Generis
Seru Giran
Los Abuelos de la Nada
GIT
Soda Stereo
Virus
Sandro y los de Fuego
Los Shakers
Silvestre (cantante)
Leonardo Favio
Olmedo y Porcel
Operación Ja Ja
Gorosito y Sra (comedia con Santiago Bal y Susana Brunetti)
El Clan Stivel
Cosa Juzgada
División Homicidios (serie argentina policial)
Yo me quiero casar ...y Ud? (Roberto Galán)
El Show de Dick Van Dicke
El Super Agente 86
El súper ratón (dibujos)
Gasparín (el fantasma amigable - dibujos)
El Gordo y el Flaco
Charles Chaplin
El yogurt Yolanka (personaje de Titanes en el Ring)
Leche Vascongada (botellones gruesos color verde y marrón)
Leche Cindor (blanca y chocolatada)
Galletitas: Manon, Lincoln, Merengadas
Fiat coupe 800
Si quiere tener esmowing, tome ginebra Bols (comercial con el loco Gatti)
En Europa no se consigue (zapatillas Blitz Interminable con el Ratón Ayala)
Si me mandan al Banco voy contento.... (jingle de un comercial con el dibujo de un pibe cadete para un banco)
Los platos y vasos Durax, toda la vida


Gracias a Luis y a Julio por esta pila de recuerdos para el Viejazo.

Y a continuación, tomen nota, la gacetilla de nuestro colaborador Jorge Luis Viera ("El cine y su música"), a quien podrán ver el próximo sábado 18 de marzo, en una proyección y disertación de "El hombre ilustrado". Acá están los datos:

Proyección de:
El Hombre Ilustrado.
Sobre la novela de Ray Bradbury.
Luego de terminada la película habrá disertaciones del Lic. Esteban Ierardo (filósofo) y del Lic. Jorge L. Viera (coleccionista de música de cine)
Sábado 18 de Marzo. 18 horas (ojo: llegar con 15 o 20 minutos de anticipación).
Fundación Centro Psicoanalítico Argentino
Uriburu 1345 1er. Piso (y Juncal). Cap. Fed.
Tel: 4822- 4690.
Entrada Libre y gratuita.

No falten y un saludo a todos. Sigan así y nos vemos.

14.3.06

la película de una sola actuación

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CAPOTE

El pueblo de Holcomb se encuentra entre los altos trigales de la Kansas occidental, zona desolada que los demás habitantes del estado designan con un vago "por allá". (...) Hasta una mañana de mediados de noviembre de 1959, pocos americanos, y en realidad poca gente de Kansas, había oído hablar de Holcomb. Como las aguas del río, como los automovilistas de la autopista y los trenes amarillos que bajan serpenteando por las vías del Santa Fe, el drama, en forma de acontecimiento excepcional, nunca se había detenido allí...
TRUMAN CAPOTE
"A sangre fría"


Hay películas que se ganan a base de estrategia. Un buen guión, un buen elenco, una buena historia, una buena dirección de arte o fotografía. Una concurrencia de elementos para confluir hacia el éxito. Hay otras que se resuelven por golpes tácticos, un elemento arrollador que impregna todo y hace la diferencia. "Capote" es uno de esos casos.

Todo gira y todo queda en manos de un hombre: Philip Seymour Hoffman. Él, en la piel de Truman Capote, compone una de esas antológicas actuaciones que sólo se dan, muy de vez en cuando. Porque más allá de la fidelidad a los tics y al tono del escritor, el Capote de Hoffman agrega sutiles señales, pequeños signos que se desprenden del modo en que se desvían las respuestas, las maneras en la el personaje aparta la vista, los rodeos en la conversación, signos que hablan más del protagonista que el parlamento respectivo. Por eso, su actuación es memorable, más que por ser fiel espejo físico del personaje histórico interpretado.

La historia de "Capote" es la búsqueda de una historia, de una novela, del libro que justifique toda una vida. Es la investigación realizada por Truman Capote, escritor y periodista, del crimen de una familia sureña, masacrada en su hogar, una granja de un tranquilo poblado en Kansas. Capote, homosexual, provocador, manipulador y egocéntrico, echa mano a cualquier recurso para lograr los detalles de esta historia. Todos caen en pos de esa historia, hasta él mismo. Y no vacila en ansiar la ejecución de los asesinos, para tener su final, tras haber jugado el juego del amigo para lograr sus confesiones.

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El guión de "Capote" no es brillante, es más bien lineal, sin muchas sorpresas formales. Tiene muy buenos diálogos y líneas memorables. Tiene la virtud de alejarse de cualquier tentación de vedetismo para dejar que la historia se exponga por sí sola. No es poco el mérito, vale señalarlo.

La tesis de "Capote" es una y central: el artista recurre a cualquier método para lograr su obra. "Yo soy honrado" dice Capote al comienzo del filme. Y esa es la declaración más hipócrita que el personaje hace en toda la película. No hay honestidad en el artista. No hay otra cosa más que el ego desbordado y la materia en cuestión. Todos los que giran alrededor son funcionales a esa pasión maniática, cruel e implacable, que implica crear. Quien no se atreva a destruir todo (aún a sí mismo), en pos de esa creación inmortal, no merece llevar el nombre de artista.

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"Capote" es una película con diálogos para seguir muy atentamente, en especial para calibrar las incoherencias, las mentiras que Capote elabora en sus entrevistas, para lograr hacer hablar a sus interlocutores. Aún sus miserias más hirientes, aquellos recuerdos personales que le queman, son expuestos por Truman Capote para ganarse la confianza de aquellos que necesita. La perversa relación con Perry Smith, el descarado proceso de manipulación que efectúa, hasta sacarle todo el jugo a sus revelaciones, son paradigmáticas. Truman Capote escribe su mejor libro, su libro genial, el que inaugura un género y revoluciona la literatura de la segunda mitad del siglo XX. Y, luego, no tiene nada más para dar. Nunca más vuelve a terminar un libro, aunque sus promesas se repetirán, hasta su muerte. Fragmentos incompletos, trabajos inconclusos. Toda la vida se detuvo en "A sangre fría".

A Hoffman lo complementan otros muy buenos actores, como Chris Cooper (un abonado a los elogios de esta página) y Catherine Keener. Un elenco parejo para secundar a una actuación histórica.

Escenas: la confesión de Perry a Capote; la lectura pública de "A sangre fría"; el encuentro en el bar entre Capote y Harper Lee; la escena del elogio del cochero en el tren; la cena en la que Capote logra quebrar la reticencia del comisario Alvin Dewey.


Frases:

Yo soy honesto. ¡Yo soy honesto acerca de lo que escribo! Yo siempre digo si es autobiográfico, si es sobre mi o no. Pero las historias autobiográficas en este momento de mi vida son aburridas. No es decir una cosa cuando se quiere decir otra. Es importante ser fiel a quien eres.


-Almorcé con Jimmy Baldwin el otro día.
-¿Cómo es?
-Es un hombre adorable. Y me habló del argumento de su nuevo libro. Me dijo: "quiero asegurarme de que no sea una novela problemática". Y yo le dije: "Jimmy, tu novela es sobre un negro homosexual que se acuesta con un judío. ¿No llamarías a eso problemático?"


-¿Ya leíste el articulo sobre los asesinatos? Esté en la portada del New York Times. Creo que quiero escribir sobre eso.


La gente aquí no habla conmigo. Prefieren a alguien como tú. Más normal, como Nell.


Siempre es difícil cuando alguien piensa algo sobre ti y es imposible convencerlo de lo contrario. Desde que yo era niño la gente pensó que sabían lo que yo era por la forma en que soy. Ya sabes, como hablo. Y siempre se equivocan. ¿Sabes lo que quiero decir?


Y era mi padrastro, Joe Capote, llamándome para decir que mi madre había muerto. Volé a casa, a Nueva York, terriblemente angustiado. Pero cuando llegué al departamento vi que Joe estaba en peor estado que yo. Me tomó de la mano y me dijo: "Háblame". Sobre cualquier cosa. ¿Saben? Cualquier tema. "No te preocupes si me interesa o no. Solo habla. Para que yo no tenga un colapso". No podía soportar el estar solo con sus pensamientos. Era demasiado doloroso.


¿Por que poner una almohada bajo la cabeza del chico para dispararle?


-Te pusieron en la celda para mujeres.
-¿Tienes aspirinas? Mis piernas. Por favor.


-Éste es el comienzo de una gran romance.
-Sí, Truman enamorado de Truman.


-El libro que escribo los devolverá al mundo de los humanos. Es el libro que siempre debí escribir.


-No ha escrito ni una sola palabra aún pero dice que es el mejor libro de hechos reales de la década.


Les diré algo. Estuve en el departamento de Marilyn la semana pasada, hablando de filmes y de arte. Al final tuve que decirle que de los cuatro cuadros de Matisse que colgaban en su pared, dos estaban al revés.

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En la noche del 14 de noviembre, dos hombres forzaron su entrada en una granja en Kansas, y asesinaron a toda la familia. ¿Por que lo hicieron? En este país existen dos mundos separados. La vida tranquila y conservadora, y la de esos dos hombres, criminales violentos. Y esos dos mundos convergieron en esa noche sangrienta.


-Necesito escuchar sus historias.
-Ten cuidado con lo que haces para conseguir lo que quieres.


Ya decidí el titulo para mi libro. Creo que te gustara, es muy masculino. "A sangre fría".


Es como si Perry y yo hubiéramos crecido en la misma casa. Y un día él se paró y se fue por la puerta de atrás. Y yo salí por la del frente.


-¿Como va el libro?
-Muy despacio.
-¿Me lo mostraras?
-No he escrito casi nada.


-Su descripción de esos hombres es aterradora. Aterradora.
-Gracias. (EL HOMBRE SE RETIRA) Detengan a ese hombre. ¡Regresa aquí! ¡Papá! ¿Alguno de ustedes conoce a mi padre? Hace años que no me da nalgadas.


Este libro lo cambiará todo. Cambiará la forma en que te ven como escritor. Creo que cambiará la forma en que la gente escribe.


El 14 de noviembre de 1959. Hace dos años. Tres años. Eso es todo lo que quiero escuchar de ti.


Éste es mi trabajo, Perry. Yo trabajo. Cuando me quieras decir lo que quiero escuchar, avísame.


No podría fingir ser tu amigo porque la verdad es que no quiero serlo con toda el alma. No tienes que decirme nada. Si no quieres. Tengo algo... de tu hermana.


Él sólo me miraba. Me miraba a los ojos. Como esperando a que lo matara. Como si supusiera que yo era el tipo de persona que lo mataría. Yo veía que ese buen hombre me tenía miedo. Estaba tan avergonzado.


-¿Cuánto dinero sacaron de casa de los Clutter esa noche?
-Entre 40 y 50 dólares.


La verdad es que estoy desesperado por terminarlo. He gastado cuatro años de mi vida en este libro. Ayer les suspendieron la ejecución temporalmente. Otra más. Sí. La Corte Suprema. Es desgastante. Solo quiero escribir el final. Y no hay un final a la vista.


-Si ganan esta apelación tendré un colapso nervioso total. Y nunca me recuperaré de esta desgracia que ha soplado en mi dirección.
-Debe ser difícil.
- Es una tortura. Me están torturando.
-Ya veo.


- ¿Vas a estar?
- No lo sé.
-¿Quieres que lo haga?
-Me gustaría tener un amigo allí.
-OK. Entonces lo haré.
-Todo está bien.
-Hice todo lo que pude.
-OK.
-De veras que sí.
-Lo sé.


-Fue una experiencia terrible. Y nunca me recuperaré de esto.
-Murieron, Truman. Tú estás vivo.
-No había nada que yo pudiera hacer por salvarlos.
-Tal vez no. Pero el hecho es que no querías.

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"Más lágrimas se derraman por las plegarias respondidas que por las que no"

CONSEJO: ir a verla.

13.3.06

tatuaje sobre la espalda

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La vio como todos los días, formada en la cola para subir al colectivo. Se preguntó cómo abordarla, cómo enunciar esa frase primera que allanara el camino de la conquista. Intentó aproximaciones. Cruzó miradas, acentuó indiferencias impostadas, una vez le rozó el codo con su codo y otra vez, en un acto de osadía, hasta se permitió una sonrisa cuando le cedió el asiento.

Pero esa mañana, calurosa mañana de sol, entrevió el tatuaje en su espalda, parcialmente asomando bajo el bretel del corpiño: un ideograma japonés inscripto en un azul ceniciento. Se imaginó, en ese momento, traduciendo en voz alta el ideograma, (quizás un haiku que hablara de mariposas de alas amarillas estrelladas en el cristal dorado de un lago helado o de la nieve del glaciar derretida por el beso de una doncella prisionera en una torre de oro y plata). Proyectó, también, la sorpresa de la joven, dándose vuelta para mirarlo (mirarlo por primera vez) y él, ganador, derrumbando portones con la estocada magistral, esperando la respuesta que desenrolle la conversación, abierto el camino por ese deslumbramiento fortuito e inicial.

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No se cruzó de brazos: se inscribió en un curso de japonés y él, que apenas articulaba monosílabos en su castellano nativo, fatigó el idioma oriental. Arduos meses se sucedieron, estación tras estación, siempre reservando la carta bajo la manga, viéndola de lejos, esperando el momento, preparando la situación. En su fantasía romántica se dijo, casi como una excusa, que todo ese esfuerzo no era en vano, que, al fin y al cabo, toda mujer encierra sobre su piel un mensaje que espera las manos sabias de aquel que se tome el tiempo suficiente para descifrarlo a roces de caricias.

Un día llegó el día y, triunfal, se ubicó a estratégica distancia. Se aclaró la voz, se acercó a ella y hasta estiró la mano para tocarla. El tatuaje brillaba sobre la piel tostada.

Se detuvo.

Se apartó de inmediato y se ubicó de lado, frunciendo el ceño por el sol de frente.

No tomó ese colectivo. Esperó el siguiente.

Y apenas la miró, al verla partir para siempre, en el primer coche que llegó y que ella tomó sin darse vuelta para mirarlo.

Si alguien hubiera estado a su lado, habría podido escucharlo mascullar, en voz muy baja, un rencoroso "¡Puta! Estaba en chino...".