No hay aguja sin punta penetrante.
No hay navaja sin hoja afilada.
La muerte llega a nosotros de muchas formas.
Con nuestros pies andamos por la tierra del chivo,
con nuestras manos tocamos el cielo de Dios.
Algún día futuro, en el calor del mediodía,
seré llevado en hombros
a través del pueblo de los muertos.
Cuando muera, no me entierren bajo los árboles del bosque,
le temo a sus espinas.
Cuando muera, no me entierren bajo los árboles del bosque,
le temo al agua que gotea.
Entiérrenme bajo los grandes árboles umbrosos del mercado.
Quiero escuchar los tambores tocando.
Quiero sentir los pies de los que bailan.
Poema anónimo del pueblo africano de Kuba, ubicado en el Congo Central.
fuente: http://www.enfocarte.com/1.10/articulo.html
10.2.11
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