7.2.11

del archivo chatarra: Orson Welles dixit

super chatarra special

Uno de los especiales que más satisfacciones nos dio, fue el dedicado a la transmisión radial de “La Guerra de los Mundos”, radioteatro que el pueblo norteamericano se tomó en serio, como si fuera un noticiero y cientos de ciudadanos salieron a cazar marcianos por los caminos.

El genio detrás de ese programa fue Orson Welles y, mientras preparamos un post con la historia que contamos en ese especial de octubre de 2003, se nos ocurrió que un buen aperitivo es una picadita de frases del maestro Orson Welles. Aquí va un puñadito de sus mejores frases. Quien se quede con ganas de más, lo mandamos a visitar el especial en:

http://www.superchatarra.com.ar/edanteriores/octubre2003/NUEVO1003.htm

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Hay tres cosas insoportables en la vida: café frío, champagne tibio y una mujer sobreexcitada.

Si quiero dedicarme a la pintura, la música, la escritura o la escultura, requiero solo de mi tiempo y de unos pocos dólares para materiales. Ahora, si quiero producir una película, tengo que irme y obtener un millón de dólares.

Odio a las mujeres, las odio en general, no en particular, sino en un modo abstracto. Las odio porque nunca se puede aprender algo de ellas. Son inescrutables.

El truquito de Rosebud es lo que menos me gusta de la película. Parece sacado de un librito de tercera sobre Freud para principiantes.

Ellos enseñan cualquier cosa en la universidad, hoy en día. Puedes especializarte en tortas de barro.

Vivir en la falda de la lujuria no es malo, excepto que nunca sepas cuando la lujuria se pone de pie.

El problema con las películas es que son viejas antes de estrenarse. No en vano vienen en lata.

Mi definición de éxito, es que no te arrojen cosas.

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Las películas hacen esa clase de comentarios que sólo una novela puede hacer, la alusión al mundo en el que vive la gente, sus motivaciones psicológicas y económicas, las influencias del período en el que han vivido.

Hoy creo que el hombre no puede escapar a su destino de crear, cualquiera sea lo que haga, jazz, cucharas de madera o un grafitti en la pared. Todas ellas son expresiones de la creatividad del hombre, prueba de que aún no ha sido destruido por la tecnología. Pero, ¿hacemos esas cosas para la gente de nuestra época o repetimos lo que ya ha sido hecho? Debemos preguntarnos eso. Lo más importante es siempre dudar de la importancia de esa pregunta.

Cada artista debe ser, a su propio modo, un mago, un charlatán.

“En Italia, durante 30 años gobernaron los Borgia, hubo guerras, terror, asesinatos, sangre. Ellos produjeron a Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza, tuvieron amor fraternal, 500 años de democracia y paz. ¿Y qué produjeron? Relojes cucú”.
Parlamento de Orson Welles en “El tercer hombre” película de Carol Reed sobre el libro de Graham Greene.

Si no fuera por las mujeres, nosotros aún estaríamos en cuclillas, en una caverna, comiendo carne cruda, debido a que hemos hecho la civilización a fin de impresionar a nuestras novias.

No es que yo fuera superior. Es que los demás eran inferiores.

Estoy en completo desacuerdo con esas obras de arte, novelas y filmes que, en nuestra época, hablan de la desesperación. Creo que un artista no puede adoptar como tema la desesperación total: estamos demasiado cerca de ella en la vida cotidiana. Se puede utilizar un tema de ese género sólo cuando la vida es menos peligrosa y más claramente afirmativa.

Lo maravilloso del cine, lo que le hace superior al teatro, es que tiene muchos elementos que pueden coartar, pero que también pueden enriquecernos, ofrecernos una vida imposible en ninguna otra parte. El cine debería ser siempre el descubrimiento de algo.

No me gusta presentar el sexo en la pantalla crudamente. No por moralidad ni por puritanismo; mi objeción es de orden puramente estético. En mi opinión, hay dos cosas que no se pueden llevar de ningún modo a la pantalla: la presentación realista del acto sexual y el hecho de orar a Dios.

Creo que es necesario dar a todos los personajes sus mejores argumentos para que se puedan defender, incluyendo a aquellos con los que no estoy de acuerdo.

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Lo malo de las izquierdas americanas es que han traicionado para salvar sus piscinas. En mi generación no hubo derechas americanas. Intelectualmente no existían. Solo había izquierdistas, y se traicionaban mutuamente. McCarthy no destruyó a las izquierdas: se vinieron abajo ellas solas, cediendo a una nueva generación de nihilistas.

Para mí, Kubrick es mejor director que Huston. (…) Hitchcock es un director extraordinario. William Wyler es un productor brillante.

Tuve mucha suerte al trabajar con Mankiewicz: todo lo referente a Rosebud le pertenece. En cuanto a mí, sinceramente no me gusta mucho; funciona, es verdad, pero nunca he confiado plenamente en él. Sirve de guión entre todos los elementos. En cambio, tuve la buena suerte de tener a Gregg Toland, que es el mejor director de fotografía que ha existido, y también tuve la suerte de dar con actores que no habían trabajado nunca en películas; ninguno de ellos se había visto delante de una cámara hasta entonces. Todos procedían de mi teatro. Nunca habría podido hacer Ciudadano Kane con actores experimentados en el cine, porque en seguida me habrían dicho: "¿Qué se cree que estamos haciendo?" El que yo fuera un recién llegado los habría puesto en guardia, y por ese motivo habría echado a perder el filme.

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