LIFE DURING WARTIME
data: http://www.imdb.com/title/tt0808526
En 1998, Todd Solondz escribió y dirigió “Happines" (“Felicidad”), una gema del cine independiente valorada por la crítica. (Está bien. Lo confieso. No la vi. Pero vi “Storytelling” y me gustó). En el 2009, Solondz filmó la secuela de esa historia, tomando los mismos personajes, con otros actores. Esa película es “Life during wartime” (“La vida en tiempos de guerra”) y tiene todos los tics característicos de Solondz. Personajes patéticos, diálogos de un humor absurdo, gente con ganas de sobrevivir pese a que el mundo le muestra su cara más feroz.
La película funciona medianamente bien en general, sobrevuela sus baches, disimula esos tics enunciados y, en un par de ocasiones, se eleva a grandes alturas con diálogos superlativos. Dos de ellos son los motivos centrales de este post que nos llamaron especialmente la atención.
El primero es un diálogo entre Charlotte Rampling y Ciarán Hinds. Ambos son dos desconocidos, de levante en un bar. Ciarán interpreta a Bill, el padre pedófilo que ha salido de prisión y sólo tiene unos pocos dólares en el bolsillo. La veterana se acerca a la mesa de Hinds y se entabla este diálogo muy pero muy bien escrito:
-¿Puedo?
-Sí.
-Perdón. Dígame que es hetero.
-Lo soy.
-¡Gracias Dios! ¿Qué hace aquí solo?
-Trabajo.
-¿Le gusta su trabajo?
-Pagan.
-Bien. Es lo normal.
-¿Está sola?
-Casada. Sola. Es parecido.
-No. Solo es solo.
-Percibo bien a la gente.
-¿Y a mí?
-Veo un hombre. Solo. Heterosexual. Eso me alcanza.
-Bien visto.
-Mi marido era marica.
-Eso es duro.
-El único hombre al que he amado.
-¿Qué le ha pasado?
-Cosas...
-¿Niños?
-Más. Sólo una jauría de lobos, sedienta de sangre.
-Pero entonces...
-Para ellos soy una traidora. Un monstruo.
-¿Por qué?
-Porque soy un monstruo.
-La gente... no podría hacer nada si ellos también fueran monstruos...
-No podrían tampoco ser perdonados.
-¿Se lo ha preguntado?
-No soy idiota. En su lugar, yo haría igual. En mi familia, no hay más que ganadores y perdedores.
-Y sólo los perdedores piden perdón.
-Solamente los perdedores esperan obtenerlo.
-El mundo... a veces es duro.
-¿Qué sabe del mundo usted que yo no sepa ya? Dos veces más que una... El enemigo está dentro de nosotros.
Otro diálogo para un marco. Personajes: Timmy, el hijo del pedófilo liberado, que acaba de enterarse de que su padre era un violador de menores, justo en las vísperas de su bar mitzvah; su madre y su nueva pareja, un viudo con su hijo mayor, un nerd que apenas metió un comentario en toda la cena. El novio trata de sacarle charla a Timmy y hablan sobre el tema del discurso del bar mitzvah que trata sobre el perdón. Y ahí se enriedan en un diálogo sobre si se puede perdonar a terroristas como los del 11 de septiembre, aunque sabemos que Timmy no está hablando de Al Qaeda si no de su padre pedófilo.
En ese momento, el hijo mayor del viudo, que estuvo sentado en un rincón con cara de aburrido, abre la boca e ilumina la escena:
-Si se puede perdonar y olvidar o perdonar y no olvidar. ¿Cuándo olvidamos sin perdonar?
-Creo que se puede -contesta Timmy -Si alguien le hace alguna cosa... Horrible... Verdaderamente horrible... que le hace daño, que es muy dolorosa... Entonces, quizás, más vale olvidar Y vivir sin ese dolor que perdonar y acordarse.
Al final, los dos hijos, los dos personajes, se encontrarán otra vez en una línea postrera que regalamos de yapa:
-“Perdona y olvida”. Pero es como “libertad y democracia”. Cuando China domine el mundo, todo esto no tendrá ninguna importancia.
Chispitas de luz, escenas que brillan en una película buena, aunque no genial. Sólo para cierto tipo de espectador. “Life during wartime” nos deja pensando en la eficacia del olvido y su supremacía sobre el perdón.
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