7.3.12
samurai al volante
DRIVE
data: http://www.imdb.com/title/tt0780504
Posiblemente muchos pasen de largo ante “Drive” creyendo que están ante una película de coches de carreras estilo “Rápido y furioso”. Error si lo hacen. Es una de las mejores películas del último año, la historia de un silencioso samurai sobre ruedas que un día se enamora de una mujer en peligro. Con un muy buen elenco y un guión certero, “Drive” nos hace acordar mucho a los personajes de Tarantino, asesinos implacables con rígidos códigos de conducta, capaces de volverse salvajes segundos después de mostrar su lado sensible.
De Driver (el protagonista no tiene nombre, sólo es el Conductor) poco se sabe. Un tipo silencio, inconmovible, capaz de cualquier proeza frente al volante. Es un tipo calculador. Evalúa todas las posibilidades, cubre todas las bases y su habilidad es la capacidad de pasar desapercibido. Con sólo ver su rostro sabemos que detrás de esa impasividad hay un volcán de sentimientos reprimidos. La excelente interpretación de Ryan Gosling nos permite ver esa tensión a flor de piel.
En un reportaje de Fernando López en “La Nación” (http://www.lanacion.com.ar/1452628-ryan-gosling-el-actor-del-momento) Gosling contó como fue el primer contacto con el danés Nicolas Windig Refn. Gosling tenía entre manos la novela de James Sallis (que sirvió sólo como punto de referencia inicial para el guión de Hossein Amini) y concertó una entrevista con Refn que fue absolutamente un fracaso. Gosling lo llevó de regreso a Santa Mónica al danés cuando, en el auto, escucharon en la radio este viejo tema de REO Speedwagon:
Refn, lentamente primero y más fuerte después, se puso a cantar el tema emocionado, dejando caer unas lágrimas al final. Y entonces dijo: “¡Ya la tengo! La película La película es sobre un tipo que anda en su auto por la noche de Los Angeles oyendo esta música porque es del único modo en que puede sentir algo!”. “Sabía que él tenía que ser el director” rememoró Gosling al periodista.
La anécdota vale porque ése es el gran rasgo del personaje. Un tipo oscuro, sin pasado, ni familia, ni afectos, trabajando en un taller por un salario subvaluado alternando como conductor de escenas de riesgo en películas y chofer de robos. Un lobo solitario que un día se cruza, en la puerta de su departamento, con una rubiecita dulzona con un hijo pequeño y un esposo purgando una condena en prisión.
Esa mujer puede ser la puerta que abra otra vida para el Conductor. Por un momento ve la puerta entreabierta y toda una línea de eventos que cambien su vida felizmente. Pero los astros no vienen alineados para nuestro héroe, no por menos en esta vida. Deberá enfrentar la salida de prisión del marido de la muchacha y un lío de mafiosos que pone en peligro la vida de su amada y del hijo.
El Conductor se convierte en el caballero errante, el samurai protector que no duda en desplegar un poder de aniquilación brutal para alejar a los malvados de la princesita rubia. Ésa es la columna vertebral de la historia. Pero lo que hace diferente a “Drive” es la manera en que se traslucen los sentimientos de los personajes, muy sutilmente, a partir de gestos imperceptibles. Una sonrisa es más que una sonrisa: es la aceptación de un pacto que llevará a la muerte a los firmantes.
Hay una escena que es paradigmática en este punto: la escena del ascensor en la que el Conductor besa a Irene, su amada. La escena marca un momento dramático superlativo: el Conductor saca a Irene de su casa para que los mafiosos no la maten. Toman un ascensor y descienden junto al asesino que viene a matarlos. El Conductor ve el arma asomada en el saco del asesino y sabe lo que va a pasar. Es el momento en que toma la decisión de expresar todos los sentimientos que ha venido guardando, de mostrarse ante Irene tal como es: el hombre que la ama; es, también, el asesino feroz.
Hemos visto muchas escenas así: una víctima, un victimario y un justiciero que revierte las probabilidades en contra de la víctima. Pero no en muchas, el acto de violencia es secundario: lo prinicipal es que el personaje revela su fatalidad trágica. No hay en este mundo final feliz para el Conductor. Saberlo y afrontar la muerte con dignidad heroica es lo que redime al personaje y torna poética una simple historia de acción.
Junto a la decisiva presencia de Ryan Gosling, se anota un fuerte elenco, en el que se destacan Carey Mulligan (Irene), Albert Brooks (un perfecto malvado), el inoxidable Ron Perlman y dos figuras de series televisivas en breves pero buenos papeles secundarios: Bryan Cranston (Breaking Bad) y Christina Hendricks (Mad Men). Un punto aparte para la fotografía de Newton Thomas Sigel y la banda de sonido.
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