En la muestra “¡Basta ya de prosa!: 25 años de “Diario de Poesía”, exhibida por la Fundación OSDE hace unas semanas, pudimos ver algunos trabajos del escritor, humorista e ilustrador inglés Edward Lear, uno de los maestros de las rimas sin sentido. Lear nació en 1812 y murió en 1888 y tuvo una vida complicada, con muchas enfermedades que no mellaron su sentido del humor. De esa muestra, vamos a tomar a modo de ejemplo, algunas de las rimas sin sentido de Edward Lear, publicados por “Diario de Poesía”, con sus propias ilustraciones.
Los que quieran ver más de la misma, pueden consultar nuestro álbum en Facebook en esta dirección:
http://www.facebook.com/media/set/?set=a.10150747003066421.452091.163209071420&type=3
o la data de la muestra en el sitio de la Fundación:
http://www.artefundacionosde.com.ar/BO/muestra.asp?muestraId=1289
There was an Old Person whose habits,
Induced him to feed upon rabbits;
When he'd eaten eighteen,
He turned perfectly green,
Upon which he relinquished those habits.
Había una vez un hombre que, ya viejo,
se habituó a comer sólo conejo:
tras comer cuarenta,
se volvió magenta,
con lo que ess costumbre dejó el viejo.
There was a Young Lady whose nose,
Was so long that it reached to her toes;
So she hired an Old Lady,
Whose conduct was steady,
To carry that wonderful nose.
Una chica tenía nariz tan inmensa
que su paso estorbaba por ser tan extensa;
contrató a una asistente,
eficaz y decente
para que sostuviera su nariz inmensa.
There was an Old Man of Coblenz,
The length of whose legs was immense;
He went with one prance
From Turkey to France,
That surprising Old Man of Coblenz.
Había una vez un señor en Coblenza:
sus piernas eran tan, pero tan inmensas
que de un paso cubría la distancia
que a Turquía separa de Francia,
aquel sorprendente señor de Coblenza.
There was an old person of Troy,
Whose drink was warm brandy and soy,
Which he took with a spoon,
By the light of the moon,
In sight of the city of Troy.
Se le dio por tomar a aquel viejo de Troya
tremendas cucharadas de brandy con soya:
cada noche una
a la luz de la luna
mientras contemplaba las ruinas de Troya.
There was a Young Lady whose eyes,
Were unique as to colour and size;
When she opened them wide,
People all turned aside,
And started away in surprise.
Había una chica de ojos tan extraños,
en cuanto al color y en cuanto al tamaño,
que si los abría
la gente corría
por temor de sufrir algún daño.
Traducción de Mirta Rosenberg, Daniel Samoilovich, Guillermo Saavedra y Pablo Gianera (“Diario de Poesía”, n° 64, abril – junio de 2003)
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