“Me tocó el Cielo, después de todo” pensó en cuanto entró a la pequeña sala y vio la doble fila de butacas, la pantalla en la pared de enfrente y el proyector del fondo. “¿Qué más que el Cielo puede ser la eternidad en una sala cinematográfica para un crítico de cine?” se preguntó con lógica, acariciando la pana de la butaca.
Se sentó y suspiró aliviado. Al final, habían sido más clementes que lo que hubiera supuesto. Algunas manchas de su vida pasada, vistas ahora en perspectiva, pequeños deslices que lo habían atormentado en su agonía final. Definitivamente, había cierta misericordia en el Universo.
-Y sí... Te tocó el Infierno, chiquito -dijo el Diablo, abriendo la puerta de una patada, cargado de rollos de película- Acá tenés para entretenerte: todas las películas que recomendaste en tus críticas. No menos de cuatro estrellas cada una ¿eh? -aseguró poniendo el primer rollo en el proyector- Empezá con esta tailandesa que yo voy a buscar las que faltan que están apiladas en el pasillo. Séntate cómodo y mirá. No te preocupés si te perdés algo porque cuando acabés de mirar todas, las volvemos a poner, una vez y otra vez y otra vez... -sonrió socarrón antes de cerrar la puerta.
30.4.12
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