8.5.12

siempre hay alguno

Un pescador captura una hembra y la ata a una caña o a una cuerda de esparto, cualquier de ellas bastante largas, de inmediato se pasea con calma por la playa, arrastrando al pez que nada entre los tormentos de la agonía; por detrás del primero, avanza otro pescador que lleva una red y observa con atención lo que ocurre en el agua. El oxyrrynchos hembra, en su paseo mortal, es advertido por los machos, que acuden nadando, poseídos por el apetito sexual, como los jovenzuelos de costumbres libres cuando ven pasar a una mujer hermosa; el pescador que lleva la red la arroja al agua y no pocas veces obtiene buenas presas, ya que los peces se arremolinan al acercarse, en su deseo ciego. El pescador que lleva el cebo debe cuidar que la hembra tenga buen aspecto y mejores carnes, para que los atraídos por esa gran beldad sean muchos; si la hembra fuese flaca, no serían pocos los peces que la observarían indiferentes y no la seguirían. Sin embargo, siempre hay alguno que es presa de una pasión sin límites: ése no se marchará, porque lo compele su ansia de contacto sexual, mucho más que la belleza de la hembra.

CLAUDIO ELIANO
“Historia de los animales”