27.7.12

del archivo chatarra: la esperanza argentina en los juegos olímpicos

super chatarra special

Ocho años de los Juegos Olímpicos en Atenas 2004. Entonces, Grecia era una fiesta y Argentina venía sacando la cabeza después de la crisis económica. Bueno, las cosas se dieron vuelta. Nosotros nos estamos metiendo, pausada y sistemáticamente, en una nueva crisis económica tras varios años de crecimiento a “tasas chinas” y Grecia ya estalló y no sabe para qué lado salir. La fiesta de Atenas 2004 se está pagando ahora. Pero en ese momento, estábamos todos de joda. Y en “Super Chatarra Special” de agosto de 2004, “cubrimos” los juegos olímpicos con dos personajes inventados: Arturo Duro y Juan Carlos Zapiola, la esperanza argentina en Atenas 2004. Las peripecias de estos personajes en este link:

http://www.superchatarra.com.ar/edanteriores/agosto2004/NUEVO0408.htm

Zapiola había nacido dos años antes, durante los Panamericanos de Santo Domingo, como un guión humorístico de un programa de radio que hacíamos con unos amigos. La idea era “relatar” lo que pasaba en los Panamericanos, cubriendo a un atleta argentino que iba como la gran esperanza y era un chanta que abandonaba a los dos pasos. El corresponsal en Santo Domingo fue el invento de uno de los amigos del programa, un relator centroamericano, Arturo Duro, que a cada rato pasaba el chivo sobre su negocio de venta de oro en Lavalle y Florida.

Los personajes llegaron a Atenas 2004 y empezamos a “cubrir”, con varias notas durante el mes, contando la presentación de Zapiola en varias disciplinas, todas fallidas. En una se le cae la bala al pisarse los cordones, en otro se enreda con el martillo, en otra se baja por una lesión y en el Maratón… bueno, en el Maratón lo verán ustedes en este post.

Con este recuerdo nos sumamos a una nueva fiesta del deporte en donde no faltarán, seguramente, los héroes que dejan todo por lograr una medalla… y los otros, colgados de un subsidio, yendo de turistas a (en esta ocasión) Londres.

A todos, que el “recuerdo” de Zapiola les llene el corazón.
super chatarra special

27.08.04, 19.21 hs.

¡HABLA ZAPIOLA ANTES DEL MARATÓN!

(c) Arturo Duro
exclusivo para SCSP


ATENAS (27)- Los últimos fuegos chisporretean en Atenas 2004. Los Juegos Olímpicos están llegando a su fin. Pero antes de que el Gran Oso hiberne por otros cuatro años, se espera el gran final, los últimos momentos emotivos que deparan esta fiesta. Y el resplandor tiene nombre y apellido: Juan Carlos Zapiola, la esperanza argentina en Atenas 2004.

A horas del gran momento, el maratón, prueba épica que recuerda la batalla del mismo nombre, es decir, la batalla de “Los 100 metros llanos”, en homenaje a una confrontación que tuvieron los griegos con los romanos, combate del cual nació la lucha grecorromana, que hoy se honra, también, con otra prueba, el Mountain Bike, este cronista tuvo oportunidad de hablar con Juan Carlos Zapiola, en la hora de su revancha, en el momento de dejar atrás la adversidad que lo persiguió en estos Juegos. En exclusiva, para SCSP, para todos los clientes de Oro Duro, Lavalle y Florida, Juan Carlos Zapiola, la esperanza argentina en los Juegos Olímpicos Atenas 2004.

SILENCIO. ZAPIOLA HABLA.

Todos fracasamos alguna vez. Lo importante es cuán rápido nos recuperamos.

Los golpes de la fatalidad, en estos juegos, cincelan de dolor la cara de Juan Carlos Zapiola, la esperanza argentina en Atenas 2004.

-Se te ve mal, Juan Carlos.
-Y… sí. Puede ser.
-¿Preocupado?
-Triste.
-Me imagino…
-Y… sí…
-Bajoneado, como dicen los argentinos, ¿no?
-Claro. Vos tratás de olvidarte, pero…
-Vuelve. Una y otra vez, ¿no?
-¿Qué te parece? ¿Cómo hago para recuperar los dólares que gané con las apuestas? ¿Y el equipo de música? Lo que más pena me da es la muñeca inflable que compré en la escala en Ámsterdam. ¿Dónde consigo otra igual, decime? Dejate de joder, viejo. ¡No hay seguridad en esta Villa! ¡Cualquier chorro entra y se te mete en las habitaciones! Si lo hiciéramos en Argentina, ¡los querría ver a los griegos! ¡Pondrían el grito en el cielo!
-Pero, Juan. ¿Y por las pruebas? ¿No estás amargado?
-No, sí, seguro, seguro. Por eso también… ¡Pero la muñeca inflable! Yo siempre dije que no me gustaba nada esos negritos que andan por la Villa... mucho terrorista árabe, mucho terrorista árabe, ¡pero a esos no los vigila nadie!
-Volviendo a la competencia, Juan…¡Qué dos semanas! ¿Eh?
-De terror, verdaderamente…
-Primero el lanzamiento de bala, lo del martillo, la lesión, adiós al salto con garrocha…
-¡Adiós!
-¡Adiós garrocha! Tu internación…
-No me hagas acordar….
-Tengo que serte franco, Juan Carlos.
-Como quieras. Dale, dale… Sin anestesia..
-Durante esta semana hemos oídos ciertas críticas, claro que no del periodismo especializado, por supuesto, pero críticas, sí, sobre tu actuación en Juegos…
-El argentino es muy exitista.
-Eso dicen. Pero sabes, Juan, no me gusta hablar mal de un país amigo… Ahora… ¿Sabes tú lo que dice la gente de ti?
-Me imagino…
-Perdedor, frustrado, incompetente, imbécil…
-Sí, claro…
-Ladrón, caradura, pelotudo, nabo…
-No tenés que decírmelo…
-No te lo digo, yo. Te lo dicen tus compatriotas. Tus amigos, tu novia, tu maestra del primario, tu madre, tu padre…
-¡No, mi viejo no! Yo sé que él me banca a muerte…
-Tu padre también, Juan Carlos. Me acaba de llegar la confirmación, desde Buenos Aires, que se ha presentado a la justicia para pedir el cambio legal de apellido…
-¡Papá! ¿Cómo pudiste hacer eso?
-Te informo que el juez te ha prohibido llamarlo con ese nombre y, por si acaso piensas volver, tampoco puedes acercarte a tu casa a menos de diez kilómetros a la redonda…
-Una pena, una pena…
-Cuando ves esta reacción de la gente. ¿Piensas que eres responsable por lo que pasó?
-En cierta medida sí…
-¿Y en la otra?
-No. Porque acá hay cosas que la gente no ve. No es un reproche, Arturo. No quiero que se sienta como un reproche. Menos para el pueblo argentino que siempre me ha apoyado incondicionalmente… todos… excepto vos, viejo, que sos un vendido. Pero el atleta argentino compite en desigualdad de condiciones… No tenemos botes, no tenemos cancha de césped sintético para entrenar, ni siquiera rueditas para los patines nos han dado…
-Pero, Juan. Tú eres atleta. No necesitas botes, ni cancha de césped, ni patines…
-Pero igual tenemos necesidades, Arturo. Que se entienda. Yo no hablo por Juan Carlos Zapiola. Yo hablo como atleta argentino, como un deportista nacional que viene a poner la cara, salir a competir con atletas de otras naciones que tienen lo que no tienen nosotros. ¿Entendés, Arturo?
-Lo entiendo. Como entiendo que el mejor oro se vende en Florida y Lavalle, en Oro Duro.
-Porque de Juan Carlos Zapiola, por sí solo, no voy a hablar. Ni bien, ni mal. Él tendrá su responsabilidad… o tal vez no.
-Pero la tiene…
-Seguro. Como también es posible que no. Pero, insisto, Arturo, hablo por el Juan Carlos Zapiola deportista argentino, el que sale disminuido, sin recursos, a competir sin abrigo bajo el frío de Atenas…
-Juan… Pero acá hace más de treinta grados todos los días…
-Pero de noche refresca. Y sin embargo, nosotros estamos aquí, por el honor de tener la celeste y blanca sobre nuestro pecho… Por eso solo vale el sacrificio. Pero, a veces, la lucha es muy desigual. Eso la gente no lo sabe…
-La gente suele “comprar” ciertos mitos…
-Precisamente…
-Como que la calle Libertad tiene los mejores precios en oro…
-¿No lo tiene?
-No. El mejor precio está en Florida y Lavalle. Oro Duro. Atendido por sus dueños.
-Es un buen ejemplo… Y la gente nos ve, ahí, al lado de un norteamericano, un canadiense, un chino y se creen es posible, que se puede competir de igual a igual con un tipo de una potencia como Haití o Sudán, por poner un ejemplo. Pero no es así. El deporte no es una isla, Arturo.
-No, claro. Una isla es una cosa de tierra rodeada de agua…
-Precisamente. Pero eso la gente no lo ve. Cree que una península, una bahía, hasta una montaña es una isla…
-Y nosotros, que estamos en el tema, sabemos que no es así… que Islas era el arquero de Independiente…
-Justamente. Vos estás en tu casa…
-No. Yo estoy aquí. El que se quedó allá es Diego, mi hermano, él cuida el negocio en Lavalle y Florida…
-Es un decir… vos, como espectador, estás sentado en tu sofá, agarrás el control y ponés los Juegos. Y me ves a mí y decís: “Que bien. Voy a verlo ganar”. Y entonces salgo yo y me tropiezo, y pierdo y decís: “¿Qué le pasó? ¿Cómo que se tropezó?”. Y yo sé (vos sabés) que yo competí con cordones. ¿Entendés? ¡Cordones! Cuando aquí todos, dorada, plateada y bronce, todos corren con velcro.
-Es una gran verdad…
-Claro que sí. Pero uno, a veces, no lo dice. No quiere que suene como una excusa. “Ese tipo se queja, pero se le cayó la bala”. “¿Y la resina?” le pregunto yo. “¿Y la resina argentina en comparación a la resina israelí o checa, por poner un ejemplo, eh?”. Porque vos sabés, Arturo, como lo sé yo, la crisis que vivió Argentina. Vos sabés el precio al que se fueron los desodorantes. Entonces yo no me puedo poner exigente a la hora de usar mi resina, porque resina no te abandona…
-Como Oro Duro. El mejor oro de la calle Lavalle y alrededores, incluyendo Libertad.
-Eso la gente no lo ve. ¿Vos sabés que la Secretaría nos redujo el presupuesto?
-No. No sabía, Juan Carlos.
-¡Ah! ¿Ves? Eso no se sabe. Nos restringieron los subsidios… Eso se nota al momento de competir… Y después la gente pide medallas. Pero la Secretaría tiene un presupuesto menor del que tenía en Sidney.
-Bueno, Juan, pero la crisis…
-Sí, pero para jubilados hay, ¿no?. ¿Vos sabés cuánto se gasta en el Plan Jefe y Jefas de Familia? ¿Sabés a cuántos atletas podrías mandar con esa plata? Pero eso no se ve, no se dice…
-Se te nota molesto con los dirigentes, Juan Carlos. ¿Puede ser…?
-Puede ser, puede ser. Porque uno está solo. Uno no está en esto por unos miserables tres mil pesos de subsidio por mes… te imaginarás. Yo no me llamo “tres mil pesos”…
-No. Te llamas Juan Carlos.
-Precisamente. Yo estoy aquí por dejar en alto el honor de la Argentina. Y cuando te va mal, por todas esas cosas que te digo, los dirigentes se borran, no vienen, se esconden, se cruzan de vereda…
-Para no verte…
- …para no putearme. Y eso es muy duro. Y uno acá, está solo, extraña a todos, los amigos, tu novia, tu mamá, tu pa…
-No, no. Tu papá no. Acuérdate… la decisión judicial…
-Bueno, a todos. Y en el fondo sabés que el sacrificio es muy grande y que no podés competir… que estás muy lejos…
-Pero, entonces, Juan. Eso quiere decir que, ¿ya tiraste la toalla?
-No. En absoluto, Arturo. De ningún modo. Esto no termina, hasta que termina. Pero voy a hablar con hechos. Cuando tenga la medalla en la mano les voy a decir: “¡Aquí está! ¡Mírenla! ¿Y ahora qué dicen? ¡Les tapé al boca, turros!”. Y se las voy a mostrar. Y si no, no.
-¿Podemos confiar en Juan Carlos Zapiola para el maratón?
-Confíen. Porque yo voy a dejar todo, voy a dejar la última gota de sangre, mi último hálito de respiración, voy a transpirar cada centímetro de esos 42 kilómetros y me van a tener que sacar muerto de ese recorrido. No sé si primero, segundo o último. Pero voy a dejar todo. Y el pueblo argentino tiene que estar completamente seguro de eso…
-Gracias, Juan. Gracias por todo.
-Gracias a vos, Arturo. Gracias por estar.

Juan Carlos Zapiola. La esperanza argentina en Atenas 2004.

Va por más.

Confía Argentina. Corre Zapiola.

super chatarra special

29.08.04, 12.21 hs.

¡ZAPIOLA FUERA DEL MARATÓN!

(c) Arturo Duro
exclusivo para SCSP

ATENAS (29)-
No quedan palabras para describir el modo que el destino se ha ensañado con la esperanza argentina en Atenas 2004, Juan Carlos Zapiola. A medio metro de largar el maratón, cuando encabezaba el pelotón de punta, en una perfomance brillante, Zapiola abandonó la prueba, por una lesión que lo marginó de su máximo sueño.

Mientras el resto de los competidores se perdía en el horizonte, fue conmovedor asistir a las lágrimas de nuestro deportista estrella, viendo astillados todos sus sueños en estos Juegos. Cosas del deporte, imponderables que debemos aceptar y que no suponen ninguna mácula, en el brillante desempeño de Zapiola en estos Juegos, indudablemente una de las figuras de Atenas 2004.

Al costado de las pistas, en exclusivo para SCSP, fuimos uno de los pocos medios internacionales que cubrió esos momentos emotivos, palabras de indudable valor histórico para el deporte mundial.

-¿Qué pasó, Juan?
-No podía más. Una ampolla…
-¿En apenas medio metro?
-¡No sabés como duele! Aguanté todo lo que pude, pero ya no da más. Me dejó afuera…
-Pero, Juan. ¿No se podía seguir un poco más? Qué sé yo... hasta la esquina...
-¡No, de ninguna manera! Es una lesión. No había manera. Era dar mucha ventaja. Es una desilusión. Pero es una lesión. Ya no puedo más… pero por favor, Arturo, no me preguntés más… no puedo más… es muy fuerte…

Zapiola solloza, lágrimas varoniles de un atleta que afrontó al destino, el que tiene todas las cartas, como Oro Duro, Lavalle y Florida, tiene los mejores precios, y recibió la burla, el sarcasmo, el escamoteo de su sueño dorado. Lo imprevisible. Lo que ningún deportista puede evitar: una lesión lo deja fuera de estos Juegos. Una ampolla en el pie derecho…

-No, no, Arturo. En el pie derecho no…
-¿En el izquierdo? ¿Fue en el pie izquierdo, entonces? Rectificamos… una ampolla en el pie izquier…
-En la mano. En la mano derecha… acá, ¿ves? ¡No, no! ¡No toqués que me desmayo!

Es el final. Se terminó Atenas 2004 para Juan Carlos Zapiola, la esperanza argentina en estos Juegos Olímpicos.

Adiós, América. Adiós Argentina.

Tengo ganas de llorar....

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