1.8.12
pettoruti
Me hice solo, dando tumbos y trabajando desesperadamente para enderezarme. Para hacer el arte serio que yo pretendía, tenía en mi contra un don nacido conmigo: la facilidades para pintar que muchos aprovechan y que los destruye.
El arte abstracto, como bien se sabe, no es el privilegio de nadie, sino la consecuencia lógica de un estado mental revolucionario nacido con el daguerrotipo y que culmina en un alzamiento contra el servilismo de la imitación que iba anquilosando las artes dentro de formulas periclitadas.
Una vez rotas las cadenas, el arte se liberó, la naturaleza comenzó su recreada bajo el signo de una nueva ideación hasta asumir un carácter netamente no figurativo en la obra de muchos artistas. Reclamar el privilegio de ser el primero es ya en sí una vanidad, porque muchos fueron los primeros que arribaron caminos diferentes bajo impulsos distintos; ser futurista, o simplemente de ellas teorías futuristas esparcidas como un reguero de pólvora por los centros artísticos de Europa gracias al dinámico Marinetti y a su sentido publicitario; otros, como Balla, por la práctica del futurismo o, como Mondrian, a fuerza de despojar al cubismo.
EMILIO PETTORUTI
“Un pintor ante el espejo”
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