19.3.13

guardia de honor

la nación

Una imagen dice más que mil palabras. La guardia de honor de importantes líderes latinoamericanos, en el sepelio del Presidente Hugo Chávez habla muy a las claras el concepto que el progresismo latinoamericano tiene de la democracia. Honran, al pie del ataúd, a un líder político autoritario. Y no se les cae la cara de vergüenza de mostrarlo. Eso es lo que ellos consideran democrático.

La izquierda local tiene el arraigado prejuicio de considerar incompatibles la distribución del ingreso con el ejercicio democrático. De formación marxista, creen que la democracia es una superstición burguesa y que no se puede ejercer el poder sin violar los derechos básicos, sin obtener la suma del poder público y sin la confusión de lo público y lo partidario. Se han disfrazado de democráticos, pero sólo porque los pueblos latinoamericanos, tras décadas de dictaduras militares, apostaron a creer en el sistema democrático de gobierno, aunque no hayan visto correspondido esa fe con desarrollo económico. Los ejemplos de los países escandinavos, que han logrado combinar democracia con equidad, los tiene sin cuidado. Esa realidad no entra en sus manuales de textos.

La democracia es un pacto implícito de respeto al otro, un acto de fe de creer que se puede conciliar posturas distintas con aquellos que piensan diferente a nosotros. Es una construcción cotidiana de confrontación y distensión, sublimando una tendencia de evolución que satisfaga, no completamente, a todas las partes. Parte de un supuesto básico: comprender al otro, escucharlo y hacerlo partícipe de un presente en conjunto. El otro es alguien a entender, con una demanda que merece ser atendida. Hugo Chávez fue el ejemplo opuesto de ese sentimiento. Y a ese modelo autoritario (para nada original, por otra parte), es a quien rinden homenaje los líderes de Latinoamérica.

Sería de suma utilidad que, alguna vez, la izquierda local se saque la careta que mantuvieron en estos años de restauración democrática y diga, sin malabares verbales, que no cree en la democracia, que sólo consideran digno tener el poder y ejercerlo sin controles, que su programa es imponer la humillación y el peso de la opresión sobre la mitad de la población. Si quieren ser dictadores que lo digan. Si su modelo político está más cercano al de la monarquía absolutista, también. Si descreen de la división de poderes, de la independencia del poder judicial y de la libertad de expresión, es hora que lo hagan explícito. Y que saquen el calificativo de “democrático” de sus agrupaciones políticas.

Sería más sincero, más sano, más claro. Que se muestren, tal como son.

Como lo hacen al formar esta guardia de honor.

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