15.4.13

dar te hace sentir mejor

ñ

Hace unas semanas, “Ñ” publicó un reportaje al filósofo australiano Peter Singer del que extraemos estos párrafos.
La prosperidad no es un concepto específicamente capitalista. La idea de prosperar es más antigua que el capitalismo moderno. Lo que es capitalista es que la prosperidad consiste en tener cada vez más y más bienes de consumo. Pero no pienso que la mayor parte de la gente, ya sea en las sociedades capitalistas o en otras, crea en realidad que “necesita” cada vez más. La mayoría de la gente sabe qué es lo importante en la vida: una familia afectuosa, amigos, salud, seguridad, sentirse respetado, un nivel razonable de confort y una realización. Sólo unos pocos están atrapados en el ciclo de sentir que necesitan cada vez más, y eso con frecuencia los hace infelices. Por fortuna la mayor parte de la gente es más inteligente.

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Nunca ha habido igualdad de oportunidades y nunca la habrá, a menos que proporcionemos a todos no sólo igual riqueza, sino también igual educación, igual vivienda, padres igualmente afectuosos y cooperadores y, en última instancia, los mismos genes. En todo caso, es importante entender que Salvar una vida no versa sobre la igualdad, sino sobre la eliminación de la extrema pobreza. Eso es muy diferente, y mucho más alcanzable.

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Pienso que la mayor parte de la gente es suficientemente generosa y compasiva y que le gustaría hacer algo importante para ayudar a quienes viven en la extrema pobreza. El problema es que no sabe qué hacer o siente que es inútil o demasiado difícil. Lo que sostengo es que hay muchas cosas que podemos hacer y que, si bien en un primer momento podemos pensar que exigen sacrificios, harán que nuestra vida sea más gratificante que antes.

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Lo que queda, sin duda, no es una buena sociedad. Es una sociedad en la cual los ricos necesitan guardias para sentirse seguros y en la que los pobres no reciben las oportunidades que necesitan para transformar su vida. Estoy convencido de que construir una sociedad mejor es algo que está al alcance de la inteligencia y la buena voluntad humanas, pero el problema es que nadie puede hacerlo por sí solo y que también para el gobierno es muy difícil hacerlo. Por eso tenemos que difundir la idea de que las personas trabajen juntas para cambiar la cultura. Se puede hacer mucho para demostrarle al gobierno que la población, incluida la elite, quiere el cambio, y que un gobierno que sea sincero respecto del cambio encontrará seguidores y voluntarios dispuestos entre la elite.

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Supongo que algunas elites apuntan de forma explícita a la felicidad social. Pero para mí la pregunta más interesante es si la felicidad social debe ser el objetivo explícito de las elites gobernantes. Pienso que la respuesta es que sí, que debe serlo. No puede haber nada más importante que reducir el sufrimiento y aumentar la felicidad. En ese sentido, Bután ha sido un pionero al desarrollar una política de apuntar a la “felicidad nacional bruta” en lugar de “producto nacional bruto”.

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Lo que propongo es que todos los ricos –con lo que me refiero a gente que vive en países industrializados y de clase media o alta– den lo suficiente a organizaciones de lucha contra la pobreza global para que sea posible eliminar la pobreza. Eso no exigiría mucho. Si todos los ricos lo hicieran, supondría donar el dos por ciento de su ingreso, de modo que no es una redistribución radical de la riqueza. Conservarían el 98 por ciento de su ingreso, por lo que no me parece utópico, pero bastaría para mejorar de forma drástica la vida de los pobres. Ahora bien, si en lugar de hacerlo todos los ricos lo hiciera sólo uno de cada veinte, entonces el 2 por ciento del ingreso de esos uno de cada veinte no sería suficiente. Dado que son tan pocos los que aportan, tendrían que dar más del dos por ciento, y estarían en lo cierto. Tendríamos, entonces, que el dos por ciento de los ricos donaría, por ejemplo, entre el 25 y el 50 por ciento de su ingreso. Eso tampoco sería una redistribución radical en un plano nacional, porque el 98 por ciento de los ricos seguiría teniendo el mismo ingreso de siempre. Lo que propongo es una situación en la que todos los ricos del mundo cedan la mayor parte de su riqueza.

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Creo que la gente tendría que hacer más por quienes están en la extrema pobreza, y en muchos casos esas personas no son parte de la comunidad propia. Tal vez eso explique por qué en mi propuesta no hay nada que afecte al individuo como tal. Al contrario: insto a la gente a reflexionar sobre la ética y a seguir sus propias elecciones individuales, a diferencia de las que sigue en la actualidad la mayor parte de la gente.

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La situación económica seguirá fluctuando y afectará tanto a los pobres como a los ricos. Pero lo que me ocupa es algo más amplio, la expansión histórica de nuestra capacidad de proporcionar por lo menos una vida mínimamente digna a todos los habitantes del planeta, y una expansión paralela de nuestra conciencia ética, de modo tal que reconozcamos que quienes tienen la suerte de vivir en un estado de abundancia deben, para vivir de forma ética, ayudar a los que están en el extremo opuesto de la pobreza.

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Los personajes famosos que más admiro son Bill y Melinda Gates, porque han instrumentado vías para usar su enorme riqueza de forma tal de que haga el mayor bien posible al reducir enfermedades y mejorar la educación y la situación de las mujeres. También alientan a otros multimillonarios a donar más con fines de caridad a través de “La promesa de dar”. También debería agregar que Warren Buffett se ha comprometido ahora a donar casi toda su fortuna a la Fundación Gates.

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Yo quería un mundo en el que hubiera menos consumismo y materialismo y más preocupación por los otros y por el medio ambiente. No podía pensar que la desigualdad iba a hacerse aun más aguda de lo que era en mis épocas de estudiante. Por otro lado, desde el fin de la Guerra Fría tenemos menos temor a una aniquilación nuclear que en la década de 1960 y, en líneas generales, el riesgo de una guerra entre dos grandes potencias parece haber declinado. Pero en esa época no tenía conciencia, por supuesto, del peligro del cambio climático, y en ese sentido el mundo está peor ahora de todo lo que pudiera haber imaginado.

“Peter Singer: ‘Yo quería un mundo con menos consumismo’”
Reportaje de HÉCTOR PAVÓN
(ñ, 25.03.13)

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