4.4.13
instrucciones para tirar el mangazo
Hace cien años circulaba en la Argentina un libro de unas 500 páginas con modelos de cartas para todos los asuntos imaginables. El autor, Joaquín Higino Grande, lo llamó Secretario Privado. Su contenido era de gran utilidad para aquellos que no tenían secretario a quien pedir que redactara una carta.
Entre los ejemplos de pedidos de dinero, rescatamos aquí algunos casos. Pero además, debemos tener en cuenta los consejos del Secretario Privado, quien recomienda evitar dar lástima como así también las adulaciones al destinatario de la carta. Además, indica que este tipo de correspondencia debe “escribirse en papel blanco, evitando el de color y más aún el de fantasía”, es decir, que contenga ilustraciones.
En primer lugar, veremos el estilo de redacción para pedirle un préstamo a un amigo:
Señor …..
Mi querido amigo
No sin alguna vacilación tomo la pluma para escribirte, en solicitud de un pequeño servicio, que estoy seguro me harás con la mayor satisfacción, no sólo por el afecto que nos profesamos, sino porque tratándose de una cuestión de pocos días, no has de experimentar perjuicio alguno.
Se trata de lo siguiente: contaba con una letra a la vista por valor de trescientos pesos, que debía enviarme mi padre. Han pasado cuatro días, la letra no llega y quedo en descubierto con mi casero y mis proveedores, no precisamente por la totalidad de la suma, sino por unos doscientos pesos. Sin duda se trata de un extravío motivado por el mal servicio de Correos, pues mi padre ha sido siempre muy puntual y, a Dios gracias, nada representa para él una pequeñez como ésa. Acabo de escribirle para salir de dudas, pero su respuesta, con el duplicado de la letra, no puede llegar antes de cinco días, y por esto acudo a tu buena amistad, para que me anticipes los doscientos pesos que con urgencia necesito y con los que puedes contar, en el caso más desfavorable, dentro de una semana.
Ya vez que la cosa carece de importancia; sin embargo, el servicio que me prestarás, evitándome el sonrojo de dar explicaciones inoficiosas a mis acreedores, será grande y yo te lo estimaré en mucho.
Estoy persuadido de que al leer esto dirás: ¿Pero por qué no viene a verme y despacharíamos en seguida? Tendrás mucha razón, mas yo soy muy corto para estas cosas, y a pesar de tratarse de un asunto tan sencillo, no me atrevería a decirte de palabra lo que te indico en estas líneas.
En espera de tu inmediata respuesta y confiado en que será favorable, queda a tus órdenes tu buen amigo que te quiere.
Firma
Pero a la vez, el libro sugería cómo responder a un amigo que no le prestaremos dinero:
Señor …..
Mi querido amigo:
Acabo de leer tu carta con la mayor pesadumbre; pues me apena en el alma no poder serte útil la primera vez que pones a prueba mi sincera amistad.
El favor que me pides es insignificante y yo te complacería gustosísimo; pero hace precisamente dos días que hube de disponer de los fondos que tenía a mano, para un negocio que no admitía demora, y hasta que no se resuelva tendré que valerme del crédito para ir capeando el temporal.
Lamentando muy de veras no poder ayudarte y deseando salgas cuanto antes de tu apuro, queda como siempre a tus órdenes tu sincero y cordial amigo.
¿Y si nos han hecho un préstamo y queremos excusarnos de pagarlo en el plazo estipulado?
Muy Señor Mío:
Cuando usted tuvo la bondad de anticiparme la suma de ….. pesos, me hizo un servicio de esos que no se olvidan, y por esto me es muy sensible no poder corresponder a esa prueba de amistad devolviéndole la cantidad citada en el plazo que habíamos fijado.
Amigo, no puede usted figurarse las dificultades con que vengo tropezando desde entonces y las calamidades que caen sobre mí; parece que todo se conjura para que no pueda cumplir mi sagrada promesa.
Confíe sin embargo en que no dejo de pensar en este asunto, y malo ha de ser que, tarde o temprano, deje de presentárseme alguna coyuntura para quedar bien con usted.
No vuelvo a fijarle plazo, porque, con la mejor intención por mi parte, podríamos quedar engañados uno y otro. Le pagaré apenas me desahogue un poco, y hasta tanto, ya sabe puede contar como guste con su afectísimo amigo
Fecha y firma
Por último, el Secretario Privado nos ilustra acerca del tipo de carta que debemos enviar a un acreedor si nos responde enojado porque no le hemos devuelto el préstamo:
Muy Señor Mío:
Desagradable sorpresa me ha causado su última carta. El hecho de que, contra todo mi deseo, no pueda satisfacer a usted el piquillo que por mi desgracia le adeudo, no creo que le autorice a faltarme al respeto y menos aún a hacer suposiciones ofensivas a mi dignidad.
Si no mediara entre nosotros esa cuestión de intereses que me obliga a reprimir los impulsos de mi justo resentimiento, yo acomodaría mi lenguaje al suyo, recordándole que no se puede ultrajar impunemente a un caballero. Mas no quiere mi mala estrella que tenga por hoy las manos libres -ya que mi deuda me las ata- y así, aplazando el pedir a usted satisfacciones para cuando estemos en paz, me permito por hoy aconsejarle que no siga por ese camino.
Creo entrever en su carta qué piensa dirigirse a los Tribunales para obligarme al pago. Ensaye usted el procedimiento, si gusta; nada conseguirá, puesto que no tengo bienes a mi nombre y siempre será una ofensa más que no olvidará su afectísimo.
Fecha y firma.
(…)
DANIEL BALMACEDA
“Cómo pedirle plata a un amigo (1912)”
(historias inesperadas, 15.01.13)
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