Tenemos el honor de contar desde hoy con la colaboración del maestro Sergio Baldassini, músico, compositor, arreglador y director del Coro de la Innovación (www.corodelainnovacion.blogspot.com.ar), en una columna sobre música y los caminos de la creación. Bienvenido a la página Baldassini y muchas gracias que formés parte del equipo chatarra.Según Howard Gardner, un gran estudioso de los procesos creativos y escritor de muchos libros al respecto, “…intentar estudiar la mente de Mozart es intentar llegar a conocer la máxima expresión creativa del ser humano. Tomando entonces a este compositor como el máximo exponente en su materia podremos comparar los procedimientos por él empleados con otras muestras excepcionales de actividad creativa. Sin duda alguna, dice en su libro “Arte, Mente y Cerebro”, Mozart componía con gran facilidad y rapidez. No hay otra forma de explicar el hecho de que haya producido más de seiscientas piezas musicales, incluyendo cuarenta y una sinfonías y alrededor de cuarenta óperas y misas, durante apenas tres décadas de vida creativa, que no sea atribuyéndole una extraordinaria fluidez. Los colegas y los contemporáneos de Mozart confirman que escribía con sorprendente eficiencia. Como informó el biógrafo Alfred Einstein: "todos quienes observaron trabajar a Mozart concuerdan en que transcribía una composición tal como cualquiera escribe una carta, sin permitir que lo perturbara ninguna distracción o interrupción; la escritura, el proceso de 'fijar' la composición, no era más que eso: la fijación de una obra ya completa, un acto mecánico".
best of mozart
K. P. M. Philarmonic Orchestra
“Pero aun confirmando el propio relato introspectivo de Mozart, los observadores y biógrafos se han apresurado a señalar que Mozart no era en ningún sentido descuidado, ni indebidamente precipitado. Por el contrario, cuando se le encomendaba una tarea, reflexionaba largo tiempo al respecto, ensayaba diversas combinaciones en el piano, las tarareaba y estudiaba cómo adaptar la idea (o tema) musical a las reglas del contrapunto y a las características peculiares de determinados textos, ejecutantes e instrumentos.”
Sin intentar contradecir a Gardner, puedo decir a partir de mi propia experiencia como músico, que es normal que un compositor a partir de una idea musical vaya creando en su mente otras sonoridades, melodías y ritmos (con la utilización o no, de instrumentos musicales) y que una vez en el papel, al momento de fijar esas ideas, siga componiendo al armar la partitura, que para un músico formado en esa técnica de solfeo, audio percepción y lectoescritura es un medio idóneo y lógico.
Sigue Howard: “…Se sabe de otros compositores que producían obras con similar rapidez, pero hay también muchos casos opuestos. Al igual que Mozart, Beethoven podía improvisar con fluidez y habilidad, pero evidenciaba dificultades mucho mayores para componer. Además de llevar un cuaderno repleto de temas descartados y falsos comienzos, Beethoven solía escribir varias veces la partitura de una pieza, corrigiendo, suprimiendo y tachando distintas partes con trazos desprolijos e impetuosos.
Mientras que las partituras velozmente compuestas por Mozart rara vez contenían pasajes tachados, los borradores de Beethoven reseñan raptos dolorosos y hasta torturados de creación. Por cierto, fue el desasosiego de Beethoven durante sus arrebatos creativos, y no la actividad sin aparentes sobresaltos de Mozart, el que sirvió de modelo del artista romántico atormentado, en su consabida buhardilla.
best of beethoven
K. P. M. Philarmonic Orchestra
Los datos relativos a la actividad creativa en otros dominios señalan contrastes similares. Por cada Mozart, Trollope o Picasso, capaces de engendrar obras con incesante fecundidad, y por cada Edgar Allan Poe, quien aseguraba planear sus obras con precisión matemática, se puede encontrar a un Dostoievski, que rehacía sus novelas varias veces, a un Thomas Mann, que luchaba con tres páginas por día, o a un Richard Wagner, quien debía provocarse un frenesí casi psicótico para poder estar en condiciones de escribir una partitura.
Ante esta situación, una respuesta posible es descartar por entero tales informes introspectivos y asumir, en cambio, que las diferencias mencionadas indican variaciones en la personalidad, el estilo o la sinceridad introspectiva de los creadores, más que divergencias esenciales en su modo de encarar la creación. Otra posibilidad es que los individuos confieran distintos significados a las mismas frases.
Por ejemplo, el compositor americano contemporáneo Walter Piston informó una vez a un amigo que una pieza en la que había estado trabajando estaba ya casi terminada. "¿La puedo escuchar, entonces?", le preguntó su amigo. "Oh,no", replicó Pistón, "todavía me falta elegir las notas". Lejos de mostrar una actitud irónica, Piston aparentemente quería decir que había planeado la estructura abstracta de la pieza -la cantidad de movimientos, los principales cambios de coloratura orquestal, las diversas formas a emplear, y demás- pero aún tenía que decidir acerca de los vehículos específicos con los cuales dar cuerpo a su concepción musical.”
Walter Piston / The Incredible Flutist (Ballet Suite)
Interpretada por Howard Hanson y The Eastman-Rochester Orchestra (Mercury, 1958)
Deja expresado clarísimamente Howard Gardner que no hay una sola forma de crear. Puedo agregar humildemente que estudiando al máximo exponente y a otros grandes creadores podremos hurgar un poco más acerca de los procesos creativos, su estimulación, su desarrollo y por qué no, actuar en la proliferación de futuras generaciones de creadores.
SERGIO BALDASSINI
Maestro de Música, Director de Coros, compositor y arreglador
www.sergiobaldassini.blogspot.com
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