5.7.13
plaza libertad
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Ocupa una manzana, entre las calles Cerrito, Paraguay, Libertad y Marcelo T. de Alvear. Y como símbolo de identidad, en el centro tiene una estatua hecha en bronce que recuerda a Adolfo Alsina, una obra del francés Aimé Millet. Instalado en 1882, el monumento evoca a ese caudillo unitario que fue gobernador de la provincia de Buenos Aires y vicepresidente de la Nación, cuando el presidente era Domingo Faustino Sarmiento. El monumento fue el lugar junto al cual, durante los combates de 1890, se amontonaban los cadáveres de los caídos en la batalla.
Aunque el número exacto nunca se precisó, los historiadores hablan de más de 150 muertos, que eran transportados hasta el lugar en carretillas. También recuerdan a más de 300 heridos, asistidos en la vecina capilla de Nuestra Señora de las Victorias (que ya estaba junto al asilo y colegio de Paraguay, entre Libertad y Talcahuano), convertida en banco de sangre.
¿Cuál había sido el origen de semejante masacre? En la madrugada del 26 de julio de 1890 unos 900 militares y 300 civiles (muchos de la recién fundada Unión Cívica) iniciaron un proceso revolucionario destinado a derrocar al presidente Miguel Juárez Celman, concuñado de Julio Argentino Roca, quien lo había precedido en el cargo. A los rebeldes los lideraba el general Manuel Jorge Campos. El foco rebelde se situó en los cuarteles del viejo Parque de Artillería que estaba donde ahora se encuentra el Palacio de Tribunales, frente a la plaza Lavalle. Pero el gobierno decidió enfrentarlos y organizó tropas al mando del general Nicolás Levalle (ministro de Guerra), a quien acompañaron el coronel Capdevila (jede de la Policía) y el general Donato Alvarez (jefe del Estado Mayor).
Los tiroteos empezaron cerca de las 9 de la mañana. Y cuentan que hubo un momento en que las tropas del gobierno casi sucumben. Hubo un gran desbande cuando a Levalle y a varios de sus oficiales les mataron los caballos. Pero el ministro se repuso y logró reagrupar a los soldados en la plaza Libertad. Dicen que a algunos lo llevó a cintazos y a punta de pistola desde los andamios de la obra del primer edificio del teatro Coliseo, que estaba en construcción. Allí, les hizo cantar el Himno y volvieron al combate. Al rato, también llegaba el vicepresidente Carlos Pellegrini.
Mientras los cadáveres, tapados con lonas, se apilaban junto al monumento a Alsina, el coronel Ignacio Garmendia pensó un plan. Como cada avance frontal contra el Parque de Artillería terminaba en masacre, propuso ir perforando paredes de las casas de dos manzanas y mover a las tropas por ese circuito para llegar por un flanco y atacar a los rebeldes por sorpresa. Al día siguiente hubo una tregua, pero la suerte de los revolucionarios estaba echada. Fue derrota, aunque en agosto Juárez Celman dejó el gobierno y asumió Pellegrini.
Después, la plaza Libertad volvió a ser parque público como lo habían pensado en 1809 algunos vecinos de la zona y como lo habían propuesto, en plena Revolución de Mayo, Manuel Belgrano, Cornelio Saavedra y Manuel Castelli. Ellos la habían denominado plaza “Fernando VII”, dejando atrás el nombre de doña Engracia, una negra que, a fines del siglo XVIII, se había instalado en ese “hueco” lleno de pajonales. En 1822 ya se llamaba plaza de la Libertad.
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EDUARDO PARISE
“Cuando la plaza Libertad fue un campo de batalla”
(clarín, 01.07.13)
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