22.11.13

brujas eran las de antes

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LAS BRUJAS
data: http://www.imdb.com/title/tt2404738

Cuando uno ve las películas de Alex de la Iglesia, comprende que el cine español no ha caído en el complejo de inferioridad en el que sí cayó el cine argentino. Alex de la Iglesia cuenta la historia que quiere, del modo que se le canta, sin pedir carnet de cineasta. No hay prejuicio de género ni de conductas políticamente correctas. Hay tanta vitalidad en “Las Brujas”, tanta ironía, tanto desparpajo, que el espectador no puede menos que salir conforme del cine. Alex de la Iglesia, como gran parte de los cineastas españoles, se les nota que disfrutan cuando filman. De la mayoría de los nuestros, en cambio, se les nota que sólo disfrutan cuando van al banco a cobrar los subsidios pagados con nuestros impuestos.

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En “Las brujas” (“Las brujas de Zugarramurdi” en el título original), de la Iglesia cuenta una peculiar visión de la guerra de los sexos. Todo empieza con un tipo, clásico perdedor divorciado, disfrazado de Cristo dorado, que asalta un local de venta de joyas. Perseguido por la policía, escapa, con un cómplice, dos rehenes y su hijo menor, al norte de España, en busca de la frontera francesa. Lo que no cuentan es que para llegar tienen que cruzar el poblado de Zugarramurdi, aldea de Navarra, donde la Inquisición quemó a media docena de personas por brujería en 1610. Las descendientes de esas brujas viven ahí y no sólo son verdaderas: son temibles.

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Lo que para los críticos argentinos en piloto automático, es un síntoma de misoginia, en realidad es una irónica visión del hombre: tipos temerosos de las mujeres, a las que querrían matar pero no pueden dejar, siempre vacilando para dar excusas y contentarlas. Del otro lado, tenemos a las brujas que (si se mira el final), no representa a la totalidad de las mujeres. Sino a esa significativa proporción que no oculta su animadversión hacia el sexo opuesto. Es esa clase de mujer que menosprecia a los hombres en su conjunto al que sólo tienen a mano para aprovecharlos sexual y económicamente. Abuela, madre, hija. Generaciones de una soterrada guerra contra el macho.

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Lo original es que el último eslabón tropieza y abdica de la lucha. La bruja joven se enamora. Y declara, sin ruborizarse, que la guerra terminó. Que los hombres y mujeres se enamoran. Y que ya no se odian con ese prejuicio de género del pasado. Se vive codo a codo, uno al lado del otro. Claro, siempre existirán esas brujas (tu madre, tu abuela, tu ex) que esperan sentadas en la última fila a que te hartes de tanta felicidad y empieces a estar insatisfecha con tu vida, para volver al redil de las resentidas.

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“Las Brujas” tiene un brillante comienzo, de manual, con un vértigo y una transición de escenas superlativas. El final es más caótico pero hay interesantes apuntes históricos. Los lectores de Graves reconoceremos el culto a la Triple Diosa, encarnada en las tres brujas principales, la tríada femenina que resume, en las fases de la Luna, la mujer como símbolo sexual, madre y muerte. Esa lectura histórica está desde el comienzo, en los títulos, cuando se mezclan mujeres históricas sugeridas como brujas ocultas en el mundo moderno (desde Merkel a Greta Garbo, para citar ejemplos).

Película altamente disfrutable con espíritu lúdico. Para espectadores que gustan de ir al cine para no embolarse. Agenden.

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