15.5.14

una parábola vegana

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NOÉ
data: http://www.imdb.com/title/tt1959490

Como este año no se estrena ninguna película de Night Shyamalan, la crítica snob dirigió sus dardos a “Noé”, la película de Darren Aronofsky sobre el Diluvio Universal. Y pudo verse el vendaval de críticas realizadas desde el preconcepto y la confusión. Algunos hablaron del revival de las películas bíblicas. Pero esta versión de la historia de Noé es lo suficientemente original para despreciar esa categorización. Desde los fundamentalismos cristianos, no se les ocurrió mejor idea que listar las “mentiras” del filme, como si no fuera claro que esta historia está más que libremente inspirada en el Génesis pero no lo sigue a pies juntillas. Otros se apresuraron a hablar de los actores que hacen el ridículo con Rusell Crowe a la cabeza.

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Bueno, ¿qué decir? Que hay tanta estupidez dando vueltas en la crítica cinematográfica, tanta tilinguería dando vuelta que es una auténtica proeza para un director animarse a correrse un poco de su zona de confort y experimentar nuevos caminos. La crítica será implacable, con la jactancia que sólo los gansos ostentan con fluidez. Y como el cine es un arte caro, críticas negativas unánimes, aunque infundadas, pueden perforar los cimientos de una carrera.

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“Noé” tiene baches. Personajes que funcionan mejor que otros. Pero tiene una carga dramática decisiva que le ha dado mucho sentido a la trama. La historia no es el Diluvio, de ningún modo. La historia es la carga que le ha sido encomendada a Noé: proteger a los inocentes y dejar destruir a los humanos. En la progresión de la historia, Noé recorre todos los escalones a la comprensión de que el nuevo mundo postdiluvio no tiene un lugar para los humanos. Y la obediencia a ese mandato divino es la pesada carga legada a Noé. Todo depende de él: obediencia y erradicar la especie o fallar a su Creador y darle otra chance a la Humanidad. En términos más polares: elegir entre la muerte y la vida, el odio y el amor. ¿Cuál de esos elementos priman sobre el alma humana?

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En una segunda línea, el guión de “Noé” plantea la destrucción del medio ambiente por una especie depredadora. Hay una clara alusión vegana: la ingesta de carne como un pecado, la superstición carnívora de la fortaleza que encierra el desprecio por otros seres vivos. El Hombre del Diluvio arrasa, contamina, agrede, mata. Es un hombre en conflicto con su Creador. No ha perdido la fe en Él; está enemistado. Y por eso lo combate. Se opone porque el Creador ha dejado de hablarle. Ese sentimiento es más complejo que el mero ateísmo racional, es más rico en términos dramáticos.

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Los Vigilantes (una gigantes de roca que ayudan a Noé) son los que provocan más ruido en esta versión del Diluvio. Tiene un toque Hollywood estilo Transformers que no parece propio del relato bíblico. Sin embargo, existen en la tradición no canónica cristiana, en el Libro de Enoc de la Iglesia Ortodoxa Etíope. Los Vigilantes son ángeles que tuvieron relaciones sexuales con humanas y engendraron la especie de los Nefilim, gigantes que difundieron la violencia en el planeta y pervirtieron a la humanidad. Y algunos textos apócrifos califican al Diluvio Universal como la herramienta usada por Dios para deshacerse de los Nefilims. Igualmente, pese a las referencias históricas, no terminan de integrarse totalmente a la trama.

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Del elenco con varios pesos pesados (Rusell Crowe, Emma Watson, Ray Winstone) rescatamos la presencia de Jennifer Connelly, una de las preferidas de esta página, a la que hacíamos tiempo no veíamos en las pantallas: serena belleza. Una baba pasada por agua, please.

“Noé” merece más oportunidades que las que le negó la crítica. Sería apropiado que los cinéfilos le diéramos esa chance.

Mañana, las mejores frases.

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