24.9.14
los brazos de la Venus de Milo
La Venus de Milo se la considera como la muestra más elevada de la escultura griega. Esculpida entre los años 130 y 100 antes de Cristo, representa a Afrodita, la Diosa de la Belleza.
La estatua fue encontrada en la isla griega de Milo (de ahí su nombre), en las Cícladas, desenterrada por un campesino griego, Yórgos Kendrotás.
Se supone que el brazo derecho faltante sostendría la túnica a la altura de la cadera izquierda, impidiendo que ésta se deslizara y que la mano izquierda sostendría la manzana recordando el mítico Juicio de Paris. Según esta leyenda, Atenea, Afrodita y Hera se disputan una manzana de oro, premio para la más bella de las Diosas. Zeus delega en Paris, el troyano, la decisión de elegir a la más bella de las tres. Y Paris elige a Afrodita. No le saldrá barata la decisión a Paris: Afrodita le prometió el amor de la mujer más bella del mundo. Y como esa mujer era Helena, la esposa de Menelao, esa pasión desencadenó la Guerra de Troya que culminó con la desaparición del reino.
El 8 de abril de 1820, cuando Grecia estaba en los finales de su lucha de la independencia del Imperio Otomano, Kendrotás descubrió la estatua enterrada. Por su peso, sólo llevó a su establo la mitad de la escultura. Yorkós Kendrotás negoció la venta de la estatua con un clérigo ortodoxo quien, para saltear el control de los turcos, contactó a Jules Dumont D’Urville, un oficial naval francés que estaba en una expedición científica por el Mediterráneo.
D’Urville reconoció el valor de la escultura pero no contaba, en ese momento, con el dinero necesario para la compra. Consiguió una promesa del campesino y se dirigió al embajador francés en Constantinopla a quién convenció de que financiara la compra.
Cuando D’Urville regresó a la granja se encontró que Kendrotás estaba por venderla a otra persona que tenía intenciones de regalársela al gobernador turco. D’Urville le recordó la promesa hecha y finalmente, dinero en mano, Yorkós dejó que se la llevaran.
La leyenda cuenta que D’Urville portó la estatua en una camilla y que, en el trayecto de regreso al buque, se encontraron con los turcos, produciéndose una refriega, producto de la cual la estatua perdió sus brazos.
La Venus de Milo fue presentada a Luis XVIII quien la entregó al Museo del Louvre donde aún permanece.
Otras versiones aseguran que en realidad los brazos no se perdieron en el mencionado encontronazo con los turcos, sino que ya fue desenterrada en ese estado. La pérdida de los brazos en un choque con los turcos parece más campo de la leyenda que de la realidad.
Hay un dato más: en 1960, una comisión de arqueólogos turcos reclamó a André Malraux, Ministro de Cultura francés, la devolución de la Venus, considerando que D’Urville le había robado la estatua a los turcos. Agregaban que sólo tres familias conocían la ubicación de los brazos de la escultura y que si Francia devolvía la estatua, Turquía devolvería los brazos, para que el mundo la contemplara en todo su esplendor.
Malraux consideró un chantaje cultural a la petición y se negó a devolver a la Venus concluyendo que era “tan francesa como La Madelón”.
Así que si es cierto que los turcos conocían la ubicación de los brazos, estos se perdieron. Y de este modo, amputada, la Venus de Milo ha pasado a la eternidad.
FUENTES:
El artículo en Wikipedia:
http://es.wikipedia.org/wiki/Venus_de_Milo
Un artículo del portal Planeta Sedna:
http://www.portalplanetasedna.com.ar/miselaneas12.htm
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