libreta chatarra: sacarse la lotería

19.12.14

sacarse la lotería

En los albores del siglo XVIII, el gobierno francés financiaba los gastos gubernamentales con bonos que se volvieron muy populares en el mercado. Alrededor de 1720, la economía francesa entró en recesión y el gobierno de Luis XV se vio obligado a bajar la tasa de interés que retribuían los bonos por no poder afrontar los pagos respectivos. El resultado, como era de esperar, fue la caída en la demanda de los bonos y una merma considerable de los ingresos gubernamentales por esa vía.

En esa disyuntiva, al Ministro de Hacienda de Luis XV, Pelletier-Desforts, tuvo una brillante idea. Para hacer más atractivos los bonos, se le ocurrió que podía organizarse una lotería para los tenedores de los bonos a modo de incentivo. La propuesta aseguraba al comprador de un bono de gobierno poder comprar un billete de la lotería a una milésimo del valor del bono. Si el billete salía ganador, el afortunado recibía como premio el pago del valor nominal completo de su bono más una adicional de 500 mil libras. Como el valor de mercado de los bonos estaba muy alejado de su valor nominal, la propuesta era más que atractiva.

Más aún si Pelletier-Desforts no había hecho los deberes y la propuesta tenía serios errores matemáticos al ponerse en práctica. Un problema es que los propietarios de los bonos más baratos podían comprar, por muy poco, un billete, la misma cantidad que los poseedores de los bonos más caros. Si alguien compraba la mayoría de los bonos baratos que circulaban en el mercado podría aumentar considerablemente sus chances de ganar, a un precio módico.

Eso se le ocurrió al matemático Charles Marie de La Condamine y en sociedad con François-Marie Arouet armaron un sindicato de financistas para comprar discretamente los bonos del mercado. Cuando llegaba el momento de la lotería, el sindicato se llevaba el premio mayor, una y otra vez.

Las autoridades se dieron cuenta que la había pifiado en el diseño de la lotería y que alguien los había tomado de tontos. Así que llevaron a los Tribunales a la cabeza del sindicato, al noble François-Marie Arouet que había vuelto del exilio tras un escándalo por un asunto de polleras. Los magistrados fallaron, en cambio, que Arouet y el sindicato no habían hecho nada ilegal y los absolvieron.

Antes de ser despedido de su cargo, Pelletier-Desforts canceló la lotería.

Pero La Condamine y Arouet ya se habían vuelto millonarios y podían vivir, tranquilamente de sus ganancias. La Condamine se dedicó a sus investigaciones matemáticas y sus viajes a Latinoamérica donde midió la circunferencia de la Tierra y llegó a la conclusión que no era una esfera perfecta. Arouet se dedicó a sus escritos políticos y pasó a la celebridad con su seudónimo Voltaire.

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