27.4.15

el coronel francisco borges

el país

“Mi estimado amigo. El general Arredondo valiéndose de influencias sobre mi corazón...”.

Así empieza la carta que, fechada el 26 de septiembre de 1874, recibió el abuelo paterno de Jorge Luis Borges, el coronel Francisco Borges, de parte de su amigo, escritor y presidente de Argentina, Domingo Faustino Sarmiento, que habría de ser determinante en el final de sus días. Es una misiva en la cual se juntan dos temas esenciales del autor de Ficciones: provenir de una familia de honorables y heroicos militares por parte de ambos padres (reflejado en varios poemas en campos de batalla y porque él no siguió la tradición militar) y si el destino del ser humano está escrito o existe el libre albedrío. La carta parece un nido borgeano que después de un siglo se hace pública en un libro.

Azar, dilema, épica, heroicidad, Tiempo, destino y fronteras de leyenda enraizadas en la realidad de aquellas palabras donde Sarmiento expone la encrucijada política y de traiciones del país y le pide al coronel Borges lealtad al Gobierno, para el suyo y el recien ganado por Nicolás Avellaneda, aunque que el coronel considera ilegítimo, y que si lo hace no tendrá consecuencias: “Oiga a un amigo: si alguna prenda hubiese Ud. comprometido yo le doy mi palabra de honor que ateniéndose en adelante a lo que el deber le prescribe y obedeciendo al gobierno quedará Ud. en la misma posición. Cuando nos veamos le mostraré los documentos, en que los conspiradores, para dar seguidores y confianza a los que intentan seducir consignan su nombre”.

El futuro de Argentina parecía enredarse. El coronel Borges se había implicado en la revolución con la condición de que esta se hiciera cuando Sarmiento hubiera dejado la presidencia. Siempre fue leal al mandatario, a quien respetaba y consideraba legítimo. El alzamiento se precipitó. El coronel quedó atrapado entre sus dos decisiones. Y resolvió el conflicto sin traicionar su convicción: entregó sus tropas al Gobierno, y se plegó a la revolución cuando Sarmiento dejó la presidencia. Un paso enmarañado: ganó la desconfianza de sus compañeros revolucionarios y se convirtió en enemigo del gobierno. Se vio ante oscuros senderos bifurcados. Ya con los revolucionarios, en la batalla de La Verde, el ejército insurrecto fue derrotado, y Francisco Borges “se hizo matar” –como lo refería su nieto, Jorge Luis- al cargar solo contra el enemigo.

¿Por qué ese acto? La pregunta gira eterna sobre su eje. María Kodama, viuda y albacea de la obra del nieto Jorge Luis Borges (1899-1986), dice que el coronel trató de resolver todo éticamente. Tras la lucha perdida en el campo de batalla, relata Kodama, el coronel Borges “avanza, los brazos cruzados, hacia donde el fuego es más intenso y cae muerto”. Un acto que la lleva a formularse una pregunta sobre un tema que interesaba mucho a su marido: "¿Existe el libre albedrío?”. Kodama ahonda en el misterio al recordar que fue el propio Sarmiento quien años antes había destinado al coronel Borges al lugar donde habría de conocer a su esposa, a la sazón, la abuela del escritor, y al final de sus días habría de señalarle un camino.

En aquella carta, tras exponer la delicada situación del país, el presidente presiona al coronel al reafirmarle su confianza: “Hágame el gusto de contestarme para satisfacer la ansiedad pública, contando que con su silencio y con su contestación está carta verá la luz pública”.

Ese es el colofón conocido de manos de su nieto. Ahora se hace pública en un libro.Lo hace después de más de un siglo de pertenecer a la familia Borges siendo actualmente su propietario el Museo del Escritor, de Madrid, que lo ha publicado con su sello Del Centro Editores con el título de Al coronel Francisco Borges (con la colaboración de la delegación española de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges).

(…)

Esa vida y esa muerte de su abuelo marcaron al maestro de la literatura argentina. Tanto por el hecho en sí mismo y su heroicidad ética, como por el juego del destino. Un desenlace al que el escritor dedicó uno de sus principales poemas: Alusión a la muerte del Coronel Francisco Borges: “Lo dejo en el caballo, en esa hora; / crepuscular en que buscó la muerte; / que de todas las horas de su suerte / ésta perdure, amarga y vencedora. / Avanza por el campo la blancura…”.

“El destino de Borges en el campo de batalla”
WINSTON MANRIQUE SABOGAL
(el país, 27.04.15)

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