Kip Thorne es una de las autoridades mundiales en el campo de la física gravitacional y la astrofísica. Amigote de Stephen Hawking y Carl Sagan, asesoró sobre la solidez técnica de varias películas de ciencia ficción en Hollywood, la más reciente, “Interestelar” de Christopher Nolan. Hace unos días, el diario “El Mundo” publicó un reportaje del que extrajimos interesantes conceptos.(…)
… un aspecto central de la Relatividad que yo llamo la Ley de la Deformación del Tiempo. Einstein no lo bautizó con esas palabras, pero su primera intuición fue que el tiempo se deforma. La manera más sencilla que encuentro para explicarlo es que todo lo que existe en el Universo prefiere vivir donde envejecerá más lentamente, y la gravedad lo arrastra hasta allí. En la superficie de la Tierra, envejecemos un poco más lentamente que si nos encontramos a altitudes muy elevadas, a bordo de una nave espacial. Lo hacemos sólo un poquito más despacio, mucho menos que un segundo al año. Pero esa pequeñísima diferencia es suficiente para producir el tirón de la gravedad que sentimos.
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(El) fundamental (hallazgo de la Relatividad) ha sido precisamente la comprobación de que el espacio y el tiempo están entrelazados y se deforman, y que el tiempo transcurre de manera diversa en lugares diferentes. Esto produce múltiples fenómenos que los astrónomos y los físicos podemos observar y medir. Pero la revolución crucial de la teoría de Einstein es que ha transformado nuestra comprensión del espacio y el tiempo.
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El objetivo más importante, el Santo Grial para los físicos, es unificar la Relatividad de Einstein con las leyes de la física cuántica, en concreto con las llamadas leyes de la gravedad cuántica que hoy todavía no comprendemos. Estas leyes gobiernan el origen del Universo, y si logramos comprenderlas, entonces entenderemos cómo surgió el Universo, y si había algo antes de su nacimiento. Estas mismas leyes también gobiernan qué ocurre dentro de un agujero negro, y si podríamos sobrevivir en su interior. Hoy creemos que no, pero no estamos totalmente seguros. Y también determinan la posibilidad de que puedas construir una máquina del tiempo para viajar al pasado. Hoy no sabemos si esto es posible, pero creemos que todas estas cuestiones dependen de las desconocidas leyes de la gravedad cuántica.
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Mi apuesta es que entenderemos las leyes de la gravedad cuántica antes de que yo me muera. Yo tengo casi 75 años, pero mi intención es vivir hasta los 110, así que todavía nos quedan 35 para lograrlo. Una vez que lo consigamos, podremos deducir todas sus implicaciones y sabremos, sin ningún género de dudas, cómo nació el Universo, si existen otros universos más allá del nuestro, qué ocurre dentro de un agujero negro y si podemos viajar hacia atrás en el tiempo.
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…lo que esperamos descubrir es que el Universo nació en un Big Bang y que antes no había nada. Pero es posible que también nacieran otros universos, y que el nuestro sea sólo uno de muchos.
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Me inclino a pensar que (el viaje en el tiempo) es imposible, pero no estamos seguros, así que no podemos descartarlos. Hace unos años, con uno de mis estudiantes de doctorado, llegamos a la conclusión de que en el momento que intentaras activar una máquina del tiempo, se produciría una gigantesca explosión que la destruiría por completo. Pero el trabajo posterior de otros colegas ha sugerido que esta explosión no necesariamente destruiría la máquina, y que por tanto quizás sí sea posible. La realidad es que sencillamente no lo sabemos. Yo creo que hay una probabilidad de 2 contra 1 de que los viajes en el tiempo sean imposibles, pero sólo es de 2 contra 1, todavía no lo podemos descartar.
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En lo que respecta al descubrimiento de las leyes fundamentales que gobiernan el Universo, hay dos figuras colosales en la historia de la Humanidad: Newton y Einstein. Pero vivieron en épocas tan distantes en el tiempo que es muy difícil decir cuál de los dos fue el mayor genio. En todo caso, como mínimo yo pondría a Einstein al mismo nivel que Newton.
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Lo que tenía Einstein es una intuición extraordinaria sobre cómo funciona la naturaleza. Con muy poca información, era capaz de plantear hipótesis que resultaban ser verdad. Las matemáticas no se le daban mucho mejor que a mí, y yo tampoco soy un gran matemático, pero tenía aquella impresionante capacidad para intuir la realidad que no tenía ninguno de sus contemporáneos, y por eso descubrió cosas que probablemente no hubieran salido a la luz en su época si no fuera por él.
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Hawking es brillante, es sin duda una de las grandes mentes de nuestro tiempo, pero ni hoy, ni durante los dos siglos anteriores, hubo alguien a al nivel de Einstein. Eso no quiere decir para nada que siempre tuviera razón, pero sus intuiciones más profundas sobre la Relatividad, los cimientos de la física cuántica e incluso las bases teóricas de la tecnología láser fueron correctas. Es increíble la cantidad de cosas que él vio, sin que nadie antes que él hubiera sido capaz de verlas.
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Los agujeros negros nos muestran la deformación del espacio-tiempo más que ningún otro objeto de cuya existencia estamos seguros. De hecho, un agujero negro no se compone de materia, sino que está hecho, literalmente, de espacio-tiempo deformado. Cuando lo piensas, ¡es algo increíble! En su origen, sí hay materia: el agujero negro se produce tras el colapso de una estrella, una implosión que provoca un tirón gravitatorio tan poderoso que lo absorbe todo a su alrededor y nada, ni siquiera la luz, puede escapar de su interior. El agujero negro deforma el espacio-tiempo en su entorno y destruye todo rastro de la estrella colapsada en lo que llamamos una singularidad (es decir, una región del Universo gobernada por las leyes de la gravedad cuántica que hoy todavía no comprendemos). En su interior, la materia desaparece y sólo queda el espacio-tiempo deformado. De hecho, lo deforma hasta tal punto que, tal y como ocurre en Interstellar, en el entorno de este objeto una hora equivaldría a siete años en la Tierra.
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A diferencia de los agujeros negros, de cuya existencia estamos seguros, los agujeros de gusano hoy sólo son una predicción teórica de la Relatividad, y el viaje que vemos en la película es muy improbable. De hecho, algunas investigaciones realizadas por mis propios estudiantes han sugerido que incluso en el hipotético caso de que existieran, no podríamos atravesarlos porque sus paredes se colapsarían. Sin embargo, algunos de mis colegas llevan años intentando demostrar que sería imposible entrar en un agujero de gusano, pero no lo han conseguido. Así que realmente no lo sabemos, y de momento tampoco podemos descartarlo.
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En los últimos años, la cantidad de planetas que se han descubierto en zonas potencialmente habitables de sus estrellas es asombrosa, y ha aumentado claramente la probabilidad de vida en otros mundos. Somos muchos científicos los que pensamos así.
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Hoy sabemos que hay múltiples causas que podrían destruir nuestra civilización en la Tierra. La probabilidad de que esto ocurra en los próximos 1.000 años no es muy alta, pero es suficientemente preocupante como para que hagamos algo al respecto y estemos preparados para afrontarlo.
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No creo que el Big Bang necesariamente excluya la fe en Dios. Es posible concebir a Dios como una inteligencia que actúa en concordancia con las leyes de la naturaleza, y pone en marcha la maquinaria del Universo. De hecho, conozco a colegas físicos que son buenos científicos y creyentes. Pero dicho esto, a mí Dios no me parece una idea interesante. Hace muchos años, la pregunta de si Dios existe o deja de existir dejó de interesarme. Y el motivo es muy sencillo: he comprobado que con la ciencia podemos lograr grandes avances para comprender el universo y resolver los problemas a los que nos enfrentamos los humanos. La religión, sin embargo, jamás ha tenido ningún éxito en este sentido, así que no me interesa. No es que me considere ateo, es que la cuestión de la existencia de Dios me parece irrelevante para responder a todas las preguntas que me parece importantes.
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No creo que la religión suponga una amenaza para la ciencia, aunque sí me preocupa la cantidad de miseria que han causado y siguen provocando las guerras entre religiones, eso me resulta indignante. Pero la religión no supone una amenaza para la ciencia, por la sencilla razón de que la ciencia es muy poderosa, debido a los éxitos indiscutibles que logra para comprender y controlar el mundo. Hoy afrontamos problemas enormes como el cambio climático o la amenaza de virus como el ébola, que sólo podrá resolver la ciencia. La religión no puede hacer absolutamente nada frente a estas amenazas.
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Reportaje de PABLO JÁUREGUI al astrofísico estadounidense KIP THORNE.
“Apuesto por la existencia de civilizaciones más inteligentes que la nuestra en otros planetas”
(el mundo, 06/04/15)
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