marchando por el Himno

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Corría el año 1924, cuando el entonces Presidente Marcelo Torcuato de Alvear creó una comisión integrada por los compositores Floro M. Ugarte, Carlos López Buchardo y José André, con el fin de preparar una versión musical definitiva del Himno Nacional Argentino. Al cabo de dos años de investigación, la comisión encontró en el Museo Histórico Nacional una partitura que se identificó como el original de Blas Parera, que hasta entonces se consideraba perdido.

El manuscrito, que habría sido donado al museo en 1916 por los descendientes de Esteban de Luca, fue calificado como “fuente genuina y completa”, y un nuevo arreglo basado en esta pieza se interpretó el 25 de mayo de 1927 en una función de gala del Teatro Colón.

Pero las críticas no tardaron en llegar, y en los desfiles del 9 de julio de ese mismo año, la multitud que se reunió en la Plaza de Mayo desafió al gobierno cantando el himno viejo, frente a la mismísima Casa Rosada. Algunos portaban carteles que rezaban: “Queremos nuestro himno sin modificaciones”.

Cuenta Jorge Lanata en su libro “Argentinos: 500 años entre el cielo y el infierno”, que según el diario La Nación “se formaban dos bandos: uno aplaudía la versión oficializada del himno y otro protestaba contra ella”. Sin embargo, para el diario La Prensa lo que sucedió esa tarde fue distinto: no hubo dos bandos sino una única multitud agredida, que tiraba piedras y fierros arrancados de los bancos de la plaza contra unos policías que “ebrios de violencia olvidaban hasta el respeto por la bandera argentina”.

Once días más tarde de aquella tarde, Alvear deja en suspenso la nueva versión del himno y nombra otra comisión que le otorga algunos cambios, pero que respeta la música original. En un nuevo decreto, del 25 de septiembre de 1929, el Poder Ejecutivo oficializa este trabajo como Himno Nacional Argentino.

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MARIANO GAVIRA
“La tarde que el pueblo impidió que cambiaran la canción patria
Día del Himno”
(clarín, 11.05.15)