Reportaje al filósofo español Fernando Savater publicado en “El País” de España, del que extrajimos estos párrafos.
Charlie Hebdo ha sido provocador para muchos. No todo el mundo va a matarlos, pero no quieren que se les dé una medalla. Eso revela que los fanáticos son el extremo de algo que tiene otros muchos grados. Todos los que ponen objeciones a que alguien pueda expresarse libremente porque la blasfemia está mal son un estadio primero de lo que los islamistas son el último.
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Si me invitan a casa de unos señores religiosos no entró cagándome en Dios. Pero una cosa es la cortesía, cosa que suelo practicar, y otra que sea una obligación. Algunos dicen: “Es que hiere mis sentimientos”. Pues no lea Charlie Hebdo. La convivencia en la democracia consiste en saber distinguir lo que puede molestarnos y lo que podemos castigar.
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Una cosa son los grandes filósofos y otra los que acercamos las ideas de los grandes a la gente corriente. Siempre he tenido una idea activa de la filosofía. Me interesa la razón práctica: no tanto cómo conocer más sino cómo vivir mejor.
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Es cierto que si no hubiera vivido en el País Vasco no habría dedicado tanto esfuerzo a algo tan estúpido como el nacionalismo, pero no voy a decir que no he escrito la Crítica de la razón pura porque he perdido el tiempo haciendo política. Con más tiempo tampoco la habría escrito. Crecí en una dictadura y desde joven estaba deseando ejercerme como ciudadano político.
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Puede ser. Los alumnos que no se atreven a preguntar en clase son a veces lo que tienen cosas más interesantes que decir. Para decidirte necesitas cierta seguridad en ti mismo, y la vanidad puede ser parte de ella.
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Siempre me he considerado una persona sin importancia que se ha dedicado a las cosas importantes: a la reflexión sobre la libertad, a la lucha contra las imposiciones tiránicas y contra la brutalidad.
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Parece que la política es el lugar de los vicios y la ética el lugar de las virtudes, pero no es así. La política también tiene sus valores. La honradez de un ministro no es solo un valor personal, es una virtud política.
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La autoridad es necesaria; la tiranía, no. Hegel decía: “Ser libre no es nada; llegar a ser libre es lo importante”. Para llegar a ser libre hace falta la autoridad. Autoridad viene de augeo: ayudar a hacer crecer. Autoridad y auge vienen de lo mismo. Todos crecemos como la hiedra, apoyándonos en algo que nos ofrece resistencia. La tiranía quiere que seamos eternamente niños. La autoridad ofrece resistencia pero hace crecer. Si no has tenido resistencia no creces recto, sino reptando.
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Cuando Amador vivía conmigo y le reñía me decía: “Y pensar que todos creen que eres un padre modélico”. Yo le decía: “Eh, aquí soy el padre, no el que escribe los libros”. De todos modos, Amador ha sido mejor de lo que yo le hubiera podido enseñar a ser. Lo habrá sacado de otro sitio.
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Reportaje de JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS a FERNANDO SAVATER
“La aflicción es más fuerte que la razón”
(el país, 22.05.15)
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