“Ciudadanos, nosotros condenamos a muerte a éstos que mataron a Eufrón, ya que vemos que los hombres sensatos no cometen, por supuesto, ninguna injusticia ni impiedad, pero incluso los malvados intentan pasar inadvertidos cuando realizan sus fechorías; mas éstos han sobrepasado tanto a todos en audacia y sacrilegio que mataron a Eufrón delante de las mismas autoridades y de vosotros mismos que decidís quiénes deben morir y quiénes no. Por otra parte, si esos no sufren la última pena, ¿quién se atreverá en adelante a venir a la ciudad? ¿Qué le pasará a la ciudad, si cualquiera puede matar ante de que cada uno exponga los motivos de su venida? Nosotros, pues, acusamos a éstos por ser los más ímpios, injustos, sin ley, y porque desprecian grandemente a la ciudad. Vosotros, que nos habéis oído, imponedles la pena que os parece que merecen”.
JENOFONTE
“Helénicas” (VII, 6)
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