Nos parece mentira que hayan pasado 30 años de la muerte de Jorge Luis Borges. Fundamentalmente porque Borges sigue siendo un compañero de todos los días, una presencia que se mantiene vigente, viva, cuando abrimos un libro de él y nos hundimos en esa escritura perfecta, en esa comunión de idea y estilo. No hay un día que no pensemos en una frase de él, en un verso, en una de sus respuestas mordaces. Creemos que de haber vivido hoy, en la época de las redes sociales y el escándalo, Borges se hubiera hecho un picnic con su ironía afilada. Fue un hombre que nació a destiempo y generó un arte que no sé si hoy tendrá suficientes lectores que sepan valorarlo.(…)
En el diario “El País” de España, publicaron una entrevista que le hizo un entonces joven de 15 años, Claudio Pérez Miguez, estudiante secundario del barrio de Don Bosco en Quilmes, para cumplir con el trabajo práctico que le pidió su profesora de literatura. Borges le abrió su puerta y aceptó la entrevista, sin ningún divismo. El diario español publica la entrevista como homenaje, realizada en julio de 1982, a poco menos de un año del retorno a la democracia. Vale la pena seleccionar algunas de las respuestas de Borges y valorarlas ahora que el tiempo ha pasado lo suficiente para apreciarlas.
¡Ah! Hoy el chico que lo entrevistó en esa ocasión, vive en España y es coordinador del Centro de Arte Moderno de Madrid y director del Centro Editores.
No recuerdo una época sin leer ni escribir. Yo siempre estaba leyendo y escribiendo. Ahora mi padre me dijo que solo leyera lo que me interesaba, que no leyera un libro por el sentimiento del deber, porque era famoso. Que leyera solo cuando me interesara, y que solo escribiera cuanto tuviera una necesidad de hacerlo. Que escribiera mucho, que rompiera mucho y que no me apresurara a publicar, ya que publicar no es parte necesaria del destino de un escritor.
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Yo siento que hay algo que quiere que yo lo escriba, y yo trato de disuadirlo. Pero si hay un tema que vuelve, un argumento de un cuento o un poema que vuelve, entonces lo escribo. Me parece un error buscar temas, hay que dejar que los temas lo busquen y lo encuentren a uno. Si no salen libros fabricados.
Creo que todo el mundo escribe así, aunque los periodistas, no, ellos buscan temas. Y, por ejemplo, un escritor que admiro mucho, Capdevila, escribió un libro sobre las catorce provincias argentinas, es muy raro que todas le interesaran, y menos que le interesaran favorablemente. Eso es ponerse a fabricar un libro. Yo por ejemplo he escrito un poema al agua, y no se me ocurrió escribirle al fuego, a la tierra y el aire. Sería una cosa mecánica. Escribí un poema al agua porque me interesaba. De modo que buscar temas es un error. Hay escritores que se proponen escribir sobre la vida de los campesinos de tal sitio, y así salen los libros.
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Si yo tuviera que definirme diría un escritor, aunque tal vez sería mejor decir un lector, ya que yo creo ser mejor lector que escritor.
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Cuando Eduardo Mallea publicó el libro Historia de una pasión argentina, yo pensé: será sobre la amistad, ya que la amistad es la pasión argentina, quizá la única. Yo tengo esa impresión de que la amistad es muy importante para nosotros, lo cual está bien, no?
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Yo tengo un poema, en mi último libro, que se llama La Cifra. Voy a citar el primer verso, que es una definición: “He nacido en otra ciudad que también se llamaba Buenos Aires”, es decir, que ha cambiado tanto que es otra. Es que uno no llega impunemente a los 83 años. A los 83 años casi todos mis amigos están en La Recoleta. La ciudad ha cambiado enteramente. Yo nací en el centro de Buenos Aires, en la calle Tucumán entre Esmeralda y Suipacha. Toda la manzana, salvo el almacén que estaba en la esquina, era de casas bajas, con azoteas, con patios, con aljibes, había algunas casas altas que se hicieron después, en la calle 25 de Mayo o Reconquista.
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A lo mejor este país logra salvarse, aunque yo no veo cómo. La situación es mala, y no solo aquí sino en el mundo entero. Tal vez todos los momentos sean terribles y sintamos más este porque está más cerca.
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A mí no me interesó nunca la política. Me interesa más la ética. Creo que si cada uno actúa éticamente eso puede tener un efecto político muy grande.
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Yo querría un mínimo de gobierno, pero lamentablemente todavía los gobiernos, aún los gobiernos malos, son necesarios. Como la policía, que es evidentemente necesaria. Si fuéramos éticamente perfectos no serían necesarios los gobiernos, que son un peligro, sin duda. Pero yo no puedo opinar en materia política, soy un anarquista conservador.
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Yo no he sabido manejar mi vida, no puedo dirigir la vida de los demás. Mi vida ha sido una serie de equivocaciones. No puedo dar consejos, ando un poco a la deriva, cuando pienso en mi pasado me avergüenza. Yo no doy mensajes, los políticos dan mensajes
CLAUDIO PÉREZ MÍGUEZ
“Entrevista inédita con Borges: “'Soy un anarquista conservador'”
(el país, 15,06,16)
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