26.10.16
la máscara de dante
A Dante Alighieri la muerte le sorprendió en Rávena la noche del 13 al 14 de septiembre de 1321 y en esa misma ciudad donde el autor de «La Divina Comedia» había pasado sus últimos años de exilio fue enterrado, en la iglesia de San Francisco, aunque es muy posible que antes se tomara un recuerdo en cera o yeso de su rostro para que sirviera de como guía para retratos y esculturas posteriores, tal como era costumbre entre las personalidades de la época.
Boccaccio no menciona ninguna máscara mortuoria en su obra sobre la «Vida de Dante», aunque sí que Guido Novel da Polenta, el caballero que le otorgó su protección en Rávena, no escatimó en su honores para su egregia sepultura. Cabe pensar por ello que se realizó una mascarilla del difunto poeta italiano.
En el pasado se creyó que la máscara de Dante que se guarda en el Palazzo Vecchio de Florencia, y que da una pista vital a Robert Langdon (Tom Hanks) en «Inferno», era su auténtica mascarilla mortuaria, pero estudios recientes apuntan a que sería una copia de una efigie sepulcral realizada en 1483 por Pietro y Tullio Lombardo.
La máscara, que fue propiedad en el siglo XIX de Seymour Kirkurp (de ahí que también se conozca como Máscara Kirkup), fue donada por la viuda del investigador británico al senador Alessandro D'Ancona. Este a su vez la ofreció en 1911 al Palazzo Vecchio, donde se conserva desde entonces.
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Su ciudad natal lo condenó al destierro y a muerte, pero tras su fallecimiento no ha dejado de reclamar su vuelta. Hasta erigió un cenotafio en la iglesia de la Santa Croce para él que siempre ha estado vacío. Rávena respondió en reiteradas ocasiones que si no quisieron a Dante vivo, tampoco muerto.
En 1519, a instancias de un grupo de florentinos entre los que se encontraba el mismísimo Miguel Ángel, el Papa León X autorizó su traslado pero «cuando la comisión solemnemente abrió el sarcófago del bardo encontró, para sorpresa de todo, que el poeta -o lo que quedaba de él- había abandonado la tumba».
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Los monjes franciscanos, para evitar la forzada sustracción de su hijo adoptivo, hicieron un orificio en el sarcófago y por allí retiraron todos los huesos».
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…los restos fueron encontrados años después, junto con una carta firmada por un prior franciscano en 1677 que confesaba los hechos. Regresó Dante a un sepulcro de honor adosado al convento de San Francisco y erigido por el arquitecto Camillo Morigia hasta que en 1865, con motivo del VI centenario de su nacimiento, Florencia volvió a reclamar los restos del poeta. Rávena volvió a negarse, pero permitió que se reconocieran sus restos y se volvió a abrir la tumba. De Dante no quedaba ya más que polvo.
El escultor Enrico Pazzi, autor del monumento a Dante de la Santa Croce, estaba presente en el acto y guardó parte de estas cenizas, o como dicen las crónicas «algunas raspaduras del sarcófago que contenía los restos del poeta» en seis sobres. Uno de estos sobres lo regaló poco después a la Biblioteca Nacional Central de Florencia, donde inexplicablemente... se perdieron. La última vez que se habían visto fue en 1929.
En 1986, los empleados de la inmensa biblioteca se percataron de que no aparecían por ningún lado. Se buscaron sin éxito hasta que por casualidad, dos empleados que ordenaban libros encontraron el sobre con las cenizas en 1999.
(…)
¿Qué fue del resto de los sobres con los restos del escritor? Sigue siendo un misterio.
MÓNICA ARRIZABALAGA
“Dante, ante su «Inferno»”
(abc, 16.10.16)
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