Yuval Noah Harari es un historiador, antropólogo y escritor israelí que se ha convertido en el intelectual de cabecera de gente como Barack Obama, Bill Gates o Marck Zuckerberg, a partir de sus desafiantes especulaciones sobre el futuro. Recientemente, el diario “El Mundo” de España le hizo un reportaje del que extraemos algunos párrafos para compartir en este post.
Los taxistas, los médicos o los traductores perderán sus empleos víctimas de la sofisticación de los coches autónomos, robots de diagnóstico y un traductor de Google mejorado. Son sólo unos ejemplos, pasará con muchas profesiones. Esto no quiere decir que no surjan nuevos trabajos, pero será difícil reciclar a gente con empleos tradicionales y convertirlos en diseñadores de mundos futuros.
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Alimentar a la población no será en este caso un problema gracias a la tecnología. Sí lo será dotar de sentido a las vidas de todas esas personas. Algunos expertos apuntan a que la realización colectiva pasará por juegos informáticos de realidad virtual y el uso de drogas y medicinas capaces de manipular el estado mental. Eso no es una profecía. En la actualidad ya lo hacemos para tratar el estrés, el Trastorno por Déficit de Atención (TDA) y la depresión. Ésta última es una epidemia global que va a más. Es probable que en 50 años la mayoría de la gente consuma drogas.
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…en el futuro habrá un auge de tecnorreligiones surgidas en Silicon Valley. Éstas harán las mismas promesas que las religiones tradicionales, pero con una diferencia importante: el paraíso no estará detrás de la muerte, sino en la vida.
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Marx y Engels nos dijeron que no esperáramos al cielo y fundaron la primera tecnorreligión de la historia. Pero su aplicación fue un fracaso. El nuevo paraíso se basará en la informática y la biotecnología. Hay mucha gente en Silicon Valley que se toma muy en serio lo de alcanzar la inmortalidad a través de la Inteligencia Artificial. Imagine cuando eso se consiga: si alguien ofrece un paraíso en vida, mientras las religiones competidoras lo ofrecen en el más allá, es más que probable que la primera opción resulte más seductora, ¿no?
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Hasta ahora la ciencia médica se ha limitado a evitar una muerte prematura... Eso se puede ver cómo en pocas décadas las estadísticas de mortalidad infantil han caído espectacularmente. Si curamos el cáncer o el Alzheimer viviremos hasta nuestro límite. El objetivo futuro será utilizar la ingeniería genética para rediseñar el cuerpo humano. Se podrán rejuvenecer órganos, usar células madre, crear vida inorgánica y convertirnos en cyborgs. O incluso trasladar la conciencia humana a los ordenadores y vivir para siempre. Dudo de algunas de estas ideas, aunque sé que hay profesores muy competentes que trabajan en su desarrollo. Sí estoy seguro que cuando se pueda derrotar a la muerte, evolucionaremos y seremos una entidad mucho más diferente respecto al homo sapiens de lo que somos hoy nosotros respecto a los chimpancés.
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Después de 4.000 millones de años de evolución natural, desarrollaremos humanos ayudados por ordenadores y vida inorgánica. Podría ser la mayor revolución de la historia de la biología, un impulso para plantearnos de verdad la vida fuera de la Tierra. En la actualidad, colonizar otros planetas con nuestras características biológicas es una quimera.
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A mi sobrina le encanta ver en internet jugar a otros niños. Cuando lo descubrí, no me lo podía creer. ¿Por qué no jugaba ella, que seguro que es más divertido?, me preguntaba. Los jóvenes se graban todo el rato y lo exhiben. Quien tenga hijos pequeños lo comprueba cada día. Recuerdo que en los noventa se puso de moda entre los adolescentes escribir un diario. La idea era proteger la intimidad, incluso algunos venían con candado. Hoy todo es diferente, un crío escribe un blog o una entrada en Facebook porque quiere que le gente le lea.
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Me temo que tanto en economía como en política los seres humanos perderemos nuestro poder. Eso es terrible porque el Estado y las élites nos van a ver como prescindibles. En el siglo XX los políticos invertían en hospitales y carreteras, incluso los dictadores, porque necesitaban a la gente ya fuera como votantes, soldados u obreros para las fábricas. Actualmente se ve más claramente en algunos campos, como el bélico: con la tecnología y el profesionalismo el valor militar de un ciudadano es prácticamente cero. Y en política sólo hay que ver el apoyo que han obtenido Donald Trump y los populismos europeos. Esto es una señal de que la gente empieza a ser consciente de su pérdida de influencia y busca rebelarse.
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No veo que empresas como Google o Facebook sean malas en sí. Para mí el problema es que el sistema político no hace su trabajo. No hay ningún partido que piense en el futuro de la humanidad.
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Hay que entender que la política ha perdido la capacidad de tener visiones con sentido de la humanidad, aunque fueran equivocadas y crueles.
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Resulta que la mayor revolución de la historia reciente no ha salido de ningún programa político. Las principales decisiones sobre la Red (intimidad, seguridad, mercado laboral...) no han sido tomadas en parlamentos, sino por ingenieros y empresarios que no representaban a nadie. La política se ha alejado totalmente de la tecnología. En los próximos 50 años, la Inteligencia Artificial y la ingeniería genética serán determinantes en nuestras vidas, pero nadie las menciona, ni siquiera en unas elecciones tan importantes como las recientemente celebradas en Estados Unidos. ¡La tecnología más sofisticada citada en campaña fue la relacionada con los emails enviados por Hillary Clinton desde un servidor equivocado!
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En el pasado, el rey o el abad del monasterio guardaban los libros bajo llave y su acceso era muy restringido. Ahí anidaba el poder de la élite: ellos eran los únicos que sabían leer. La censura de hoy no limita la información como antes, sino funciona con una estrategia contraria: avasallar a la gente con datos. El poder de los que mandan radica en saber qué se puede pasar por alto y qué es lo importante entre tanta información. Esto lo demuestra la actitud del consumidor común de internet. Se mete en la Red a ver vídeos de gatitos cuando podría estar accediendo fácilmente a publicaciones de expertos sobre, por ejemplo, el calentamiento global, algo mucho más relevante en su vida que los gatos. Pero no lo hace.
Reportaje de JORGE BENÍTEZ a YUVAL NOAH HARARI
“Inmortalidad, cyborgs y dataísmo: el futuro según Harari”
(el mundo, 01.12.16)
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