2.1.17
el dique que se iba a romper
El valle de Punilla es uno de los tantos bellos lugares que tiene la provincia de Córdoba. Y entre los distintos sitios de ese valle, hay una ciudad que siempre es referencia a la hora de pensar en vacaciones o, como ocurre en los últimos tiempos, ser destino de chicos y chicas egresados de escuelas primarias que la eligen para celebrar ese logro. La ciudad es Villa Carlos Paz. Su nombre recuerda a Carlos Nicandro Paz, hijo de Rudecindo Paz y Clementina Pruneda. La familia Paz era dueña de la estancia Santa Leocadia y, al morir don Rudecindo, Carlos fue el impulsor del desarrollo de la ciudad. La fundación formal se hizo en julio de 1913. Para ese entonces, el lugar contaba con una obra monumental que fue clave para Córdoba, Carlos Paz y su zona de influencia: el dique San Roque y el gran lago que generó. En su momento, esa construcción fue el mayor embalse artificial del mundo y el eje de muchas polémicas.
El contrato para construir el primer dique se firmó en 1886. La idea era controlar el flujo de los ríos serranos para proveer de agua a la ciudad de Córdoba (abundante en verano y escasa en invierno) y también desarrollar un plan de riego para la zona de Punilla. El proyecto estuvo a cargo de los ingenieros Eugenio Dumesnil (francés) y Carlos Adolfo Cassafousth. Y el desarrollo de la obra fue para la constructora de Juan Bialet Massé, un catalán que había llegado a la Argentina en julio de 1873. Este hombre tenía como socio a Félix Funes. Bialet Massé se iba a convertir en un personaje clave en esta historia. Entre 1886 y 1889, el paredón y el embalse fueron una realidad. Se habían usado 120.000 toneladas de piedras mezcladas con un mortero de cal hidráulica.
Según datos aportados por él, Bialet Massé había nacido el 19 de diciembre de 1846 en Mataró, una localidad cercana a Barcelona. Es decir que ayer se cumplieron 170 años. Cuentan que allí se recibió de médico y que luego, por su militancia entre los republicanos de la Primera República española, debió exiliarse. Fue así que llegó a la Argentina con una carta de recomendación dirigida al doctor Bonifacio Lastra (futuro ministro de Justicia e Instrucción Pública del presidente Nicolás Avellaneda). Ese contacto le sirvió para ser “vicerrector, secretario, profesor de Física y médico”, en el Colegio Nacional de Mendoza. En esos tiempos, escribió libros sobre Anatomía, Fisiología e Higiene Humana. Y la leyenda afirma que, en un camino, operó de urgencia al futuro presidente Roque Sáenz Peña, hecho que le salvó la vida. Dicen que la operación fue en una carreta y sin muchos medios.
Bialet Massé llegó a Córdoba en 1877. Ya estaba casado con Zulema Laprida (nieta de Francisco Narciso Laprida, el del acta de la Independencia). De ese matrimonio nacieron ocho hijos: Zaida, Amado, Juan Bautista, Elima, Miguel Eliseo, Zoe, Mario Enrique y Zuleika María. Allí trabajó como médico y estudió abogacía (se recibió en octubre de 1879). En 1883 fue edil por Córdoba. Por ese tiempo ya estaba experimentando con las cales que extraía de la propiedad serrana que tenía. Eran las denominadas “cales de agua” que ya habían usado los jesuitas. Los especialistas afirman que se la conoce como cal hidráulica porque al mezclarse con agua endurece totalmente y cada vez se hace más resistente. Cuando le adjudicaron la obra del dique, el hombre ya tenía su fábrica, llamada “La Primera Argentina”, dedicada a las cales y al cemento. Antes de eso, en el país se usaban cales francesas y cemento inglés. Cuentan que la que fabricaba Bialet Massé era un 30% más resistente que la extranjera y 50% más barata.
La presa se construyó con esos materiales. Tenía un largo superior a los 130 metros y un alto de 54. Y el embalse permitió crear un gran lago, devenido luego en atracción turística. Pero llegaron los cambios políticos y empezaron los cuestionamientos. Después de un levantamiento armado, el presidente Miguel Juárez Celman renunció. Su descrédito como gobernante era contundente. Y como el dique San Roque se había hecho durante su presidencia, aquello afectó a Bialet Massé y a Cassafousth, quienes tenían vínculos con el ex mandatario. Los detuvieron en 1892 “por el crimen de haber construido el dique”. El presidente Carlos Pellegrini designó al supuesto ingeniero sueco Federico Stavelius para que inspeccionara aquella construcción. Stavelius dijo que tenía 90 puntos de filtraciones de agua y pidió que se levantara un muro de ladrillos y cemento hecho con portland importado directamente de Inglaterra. Eso fomentó el mito de que el dique corría peligro de derrumbarse.
Desde la cárcel, Bialet Massé lo desmentía. En noviembre de 1893 fue liberado, pero tanto él como Cassafousth estaban arruinados económicamente. Y fueron absueltos en 1895. Cassafousth murió pocos años después, sumido en una gran depresión. Stavelius nunca pudo demostrar que fuera ingeniero y el gobernador cordobés Manuel Pizarro tuvo que renunciar. Juan Bialet Massé murió en Buenos Aires el 22 de abril de 1907, consumido por un cáncer en la garganta. Antes había dejado un proyecto para la creación de colonias nacionales algodoneras y, en 1904, un informe sobre el estado de las clases obreras en el interior de la República, un trabajo importante sobre la sufrida realidad que vivía esa gente.
A su muerte, su dique, hecho con aquella cal argentina, seguía firme en su lugar algo que se iba a mantener para siempre. En 1944 se decidió construir otra presa de hormigón. Tendría la misma cota, pero se haría 150 metros aguas abajo del primer dique. Se decidió que aquella construcción del siglo anterior debía ser dinamitada. Pero tenía tal resistencia que, a pesar de una triple explosión, sólo lograron hacerle un agujero. Cuando el nivel del agua baja, la presa hecha por Bialet Massé todavía se muestra firme en el lago.
(…)
EDUARDO PARISE
“El primer dique San Roque y la historia de un crimen que no fue”
(clarín, 19.12.16)
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