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Y hete aquí que la mismísima diosa del ajedrez es un espíritu de los bosques, una dríada, llamada Caissa. Nació de la pluma de un poeta italiano del siglo XVI, Marco Giorolamo Vida en su poema «Schacchia Ludus». Caissa asoma su rostro desde su morada, tímida, divertida, y nos contempla. Ríe mientras millones de aficionados se devanan los sesos por comprender jugadas, planes estratégicos o teoría de finales. Baila cuando nadie la ve, cuando el crepúsculo llena el espacio sombrío de verdor y frescor de estío. Habitar el bosque, como Caissa, es morar en la escena lúdica de todos los niños del mundo y por extensión, de todos los adultos que poseen todavía la capacidad del juego.
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DIEGO RASSKIN GUTMAN
“Verdad o belleza, un paseo por la oscuridad del bosque”
(jot down, 11.2016)
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Caïssa es la musa del ajedrez pero no es ningún personaje menor de la mitología griega o romana como muchos aficionados piensan. Caïssa nació en 1763
Por tanto, Caïssa no era una musa “original” de la mitología grecorromana tal y como la mayoria de los aficionados piensan, porque simplemente ¡en la antigüedad clásica no se conocía el juego del ajedrez!
(dama negra, 08.05.13)
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