25.5.17
el club de la sonrisa en la ciudad de los suicidios
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Todo empezó en Budapest (Hungría). Tras la primera guerra mundial, la población quedó triste y desolada, y un porcentaje preocupante de personas empezaron a suicidarse. Me llama poderosamente la atención las medidas que tomó el gobierno para frenar estos suicidios, pues probaron cosas de lo más bizarras. Primero, optaron por vigilar el Danubio con patrulleras, pues mucha gente se arrojaba al río para quitarse la vida. Estas patrullas tenían una doble función: impedir suicidios y sacar del agua los cadáveres. Por otra parte, llenaron las calles de payasos y circos, e incluso la radio interrumpía cada cierto tiempo su programación para contar chistes y anécdotas graciosas. En los cines y teatros en solo mostraban rostros que felices (menos mal que aún no habían descubierto los smiles o los emoticonos, ya me lo imagino). Finalmente, para frenar el uso de otro método de suicidio muy popular, el envenenamiento, prohibieron la venta sin receta de ciertas sustancias, pero todas las medidas tuvieron escaso éxito.
Para entonces toda la sociedad erudita buscaba una solución. Entre ellos dos profesores y hipnotistas, el Profesor Jeno y el Profesor Binczo, hicieron la prueba en grupos de hipnosis y se dieron cuenta que los húngaros respondían perfectamente excepto cuando se les pedía que sonriesen, provocando el efecto contrario: llantos.
Llegaron a la conclusión que la gente había perdido la capacidad empatizar las cosas buenas, positivas y alegres. Esto había provocado que hubieran dejado de sonreír, lo cual, a su vez, conducía a la tristeza e impotencia. Con toda la buena intención, quiero creer, esta pareja de profesores viajaban de ciudad en ciudad ofreciendo pequeños espectáculos teatrales para obligar a la gente a sonreír.
El club de la sonrisa
Los académicos, después de pensarlo mucho, llegaron a crear el club de la sonrisa (sí, has leído bien). El club era en realidad una escuela de la sonrisa donde se enseñaban sonrisas populares, como la de Roosevelt, Mona Lisa o Clark Gable, mediante láminas. (…) ...crearon una máscara para enseñar a la gente técnicas de sonrisa adecuadas y ayudarles a decidir qué sonrisa les quedaba mejor. Pero todo esto sólo duró un año; en vista de su nulo éxito para frenar los suicidios, el gobierno acabó cerrando el club por fraude.
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A raíz de otra investigación, también culparon de la ola de suicidios a una popular canción húngara, Glommy sunday, versionada por múltiples artistas desde Ray Charles a Elvis Costello, aunque sería Billy Holiday quien, en 1941, la popularizaría definitivamente. Esta canción ha sonado en películas tan conocidas como La lista de Schinder o en un episodio episodio de la serie 13 Razones, acusada de frivolizar el tema. La obra original es de Rezső Seress, judío natural de Budapest, que en 1933, justo cuando el racismo y el fascismo ya había tomado las calles, ideó la canción. Seress fue enviado a un campo de concentración junto a su madre, la cual no sobreviviría, a semejante experiencia. Esto, unido al fallecimiento de su esposa y a verse obligado a abandonar su propio hogar por su condición de judío, crearía en él una tristeza tan profunda de la que, irremediablemente, bebería su obra. En concreto, la que nos ocupa es una desgarradora historia de desamor.
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La canción triunfó en Europa y en Estados Unidos (aunque la canción fue escrita en húngaro) y retocada para que fuera menos triste por un poeta compatriota suyo: László Jávor En fin, Seress, tal vez haciendo honor a su leyenda negra, tampoco tuvo un buen final: en 1969 intentó suicidarse, pero falló. Lo llevaron al hospital y allí lo logró, la guinda del pastel.
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OLATZ ZABALEGUI
“Suicidios y sonrisas”
(cultura bizarra, 04.05.17)
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