26.6.17
big bang teológico
En Genesis 1:3 dice: "Entonces dijo Dios: Sea la luz. Y hubo luz".
(…)
En el siglo XIII, un erudito inglés de la orden franciscana pensó sobre el tema.
Robert Grosseteste trabajaba en uno de los grandes centros de aprendizaje en Oxford, al que la gente había empezado a llamar “universidad”.
Para Grosseteste -cuya mente estaba repleta de arcoíris y rayos de luz- todo, hasta el acto divino primordial de la creación misma, tenía que ver con la luz.
Sin embargo, ¿cómo la hizo exactamente Dios?
La respuesta del religioso es verdaderamente excepcional. Su teoría fue el primer intento de describir los cielos y la Tierra usando un conjunto de leyes.
Desde su punto de vista, todo había empezado con luz y materia estallando hacia afuera desde el centro: un Big Bang medieval.
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Robert Grosseteste (…) a principios del siglo XIII era un profesor prominente, erudito y, como todos los investigadores en Oxford, un cristiano devoto. En 1235 se convirtió en el Obispo de Lincoln.
Para él, la luz era una de las más maravillosas creaciones de Dios.
“La luz física es la mejor, la más deleitable, la más hermosa de todas las entidades que existen. La luz es lo que constituye la perfección y la belleza de todas las formas físicas”, escribió.
Pero Grosseteste no se conformaba con sentarse a disfrutar de la luz que entraba por las grandes ventanas de la catedral gótica de Lincoln. Empezó a estudiarla como un científico.
Analizó por ejemplo el paso de la luz a través de un vaso de agua.
Se dio cuenta de que los lentes pueden magnificar los objetos, y cuando uno lee lo que escribió sobre eso se pregunta por qué pasaron otros 300 años antes de que los telescopios y microscopios fueran inventados.
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Notó además que la luz se dobla al pasar de aire a vidrio o agua, un efecto llamado refracción.
Como otros antes que él, vio que la luz podía dividirse en un espectro colorido como un arcoíris, y escribió un tratado sobre los arcoíris en el que estuvo cerca de explicar cómo se forman: pensaba que las nubes actuaban como un lente gigante que refractaba la luz y la volvía de colores.
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Como muchos de sus contemporáneos, creía que Dios trabajaba con principios simples basados en reglas que la humanidad podía entender usando lógica, geometría y matemáticas.
“Todas las causas de efectos naturales han de ser expresadas por medio de líneas, ángulos y figuras, porque de otro modo sería imposible tener conocimiento de la razón de estos efectos”, escribió.
Y, como el Universo estaba gobernado por las matemáticas, era ordenado, racional y se podían deducir sus reglas.
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Para Grosseteste y sus contemporáneos, el Universo consistía en la Tierra, en el centro, y todos los cuerpos celestiales -el Sol, la Luna, los siete planetas conocidos y las estrellas- girando a su alrededor en círculos perfectos.
Pero para él todo empezó con una especie de Big Bang en el que una explosión de luz -del tipo lux- hizo que una densa bola de materia se expandiera, volviéndose cada vez más ligera y diluida.
“Esa expansión dispersa la materia 'dentro de una esfera del tamaño de la máquina del mundo', que es como nombra al cosmos”, (…) dice (…) Tom McLeish, uno de los físicos de la Universidad de Durham que tradujeron la teoría cosmológica de Grosseteste en un modelo matemático.
“Pero luego encuentra un problema: no lo puede expandir infinitamente, porque en esa época el Universo era enorme pero finito. ¿Cómo detenerlo? Con una brillante idea científica. Pensando como un físico, recurre a algo sencillo para explicar no sólo cómo deja de expandirse sino cómo se forman las esferas”.
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“Si no se puede llegar al vacío, porque la naturaleza lo aborrece -reflexiona-, tiene que haber una densidad mínima, y cuando se llega a ésta, se tiene que cristalizar”.
Siguiendo esa línea de pensamiento, eso ocurriría primero en la parte más lejana: el firmamento. Éste se cristaliza primero y se perfecciona, adquiriendo luz -lumen-, que también empuja masa, en este caso hacia adentro, y así se van creando las esferas en las que residen los planetas, el Sol, la Luna y la Tierra.
“El otro pensamiento moderno que tuvo fue que cuando miramos al cielo, el Universo que vemos de alguna manera contiene la huella o el eco de los procesos que lo formaron”, señala McLeish.
“Eso es precisamente lo que los cosmólogos piensan hoy en día... ¡acuérdate de la búsqueda de microondas con el eco del Big Bang!”, añade entusiasmado.
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“La extraordinaria y premonitoria teoría del Big Bang del obispo medieval Robert Grosseteste”
(bbc mundo, 25.06.17)
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