25.1.18

en la maraña del odio


3 ANUNCIOS PARA UN CRIMEN
data: http://www.imdb.com/title/tt5027774

Martin McDonagh asoma en el radar del cine como un director distinto. Nos regaló dos películas que llamaron la atención: “Escondidos en Brujas” y “Siete psicópatas”. Y ahora repite con una película entre las mejores que veremos este año. Su estilo es peculiar: hay humor, hay drama, hay personajes fuera del promedio, hay mucha emoción y un trío de actores que dan una clase de actuación. Lo peor que le puede pasar a “3 anuncios para un crimen” es que el público le huya por su temática, una madre que llama la atención para que no se empantane la investigación por la violación y crimen de su hija. Porque “3 anuncios…” no es una historia policial. Es una historia de cómo el odio nos afecta, como transciende a una comunidad y de cuál es el tortuoso camino para iniciar el camino de retorno cuando estamos a su merced.

La protagonista es Mildred Hayes, una mujer de fuerte temperamento, atravesada por un dolor: el cuerpo de su hija adolescente apareció quemado en las afueras de Ebbing, un pueblito de Missouri. El análisis forense arrojó otro dato aterrador: la joven fue violada mientras agonizaba. La investigación policial se encuentra estancada. Y Hayes intuye que el autor del crimen no será atrapado.



La bronca de Mildred apela a un último recurso para que el caso no caiga en el olvido: alquila tres carteles publicitarios, en las afueras del pueblo, con sendas sencillas frases. Primero: “Violada mientras moría”; segundo: “¿Aún sin arrestos?”; tercero y último: “¿Cómo puede ser, Alguacil Willoughby?”.

Esos avisos son un golpe directo al mentón, no sólo de la policía de Ebbing sino a la población entera. Mildred Hayes se convierte en una enemiga del pueblo, un ser molesto para la comunidad que comprende su dolor pero no avala su cuestionamiento al Alguacil Willoughby, un hombre de bien, un policía honesto, un padre de familia con una enfermedad terminal.

A partir de allí, “3 anuncios…” desarrolla la trama, con un conflicto a tres bandas. Una es Mildred Hayes, enfrentándose a su familia (su hijo y su ex marido); otro es el propio Willoughby, que lucha con su propio final y con la resolución de un caso que no tiene resultados a la vista; y el otro, es Dixon, un personaje muy especial en esta historia. Dixon es el típico policía racista, con denuncias de torturas de afroamericanos, alcohólico, a cargo de una madre que lo domina, tan xenófoba como él, en suma, un inútil que es una mancha para la institución. Pero Willoughby lo avala, ve en él, algo que ni el propio Dixon ve: el potencial de un buen policía. Pero sabe también que Dixon está poniendo su carrera y su vida en riesgo.



Las interacciones de estos tres personajes sostienen la trama de “3 anuncios…”. Es un triángulo dramático clave. Porque el guion de Martin McDonagh se mueve por otro camino, alejándose de lo que esperamos al ver la primera escena. “3 anuncios…” no será una película sobre la investigación de un crimen. Tampoco un drama sobre una muerte. McDonagh elige reflexionar sobre el odio. Y sobre lo que el odio hace con nosotros.

Los tres personajes básicos están embebidos en el odio, un odio nacido por la frustración del destino. Mildred por la muerte de la hija y por la culpa de unas palabras dichas en el fragor de una discusión que no debieron nunca ser pronunciadas en voz alta; Willoughby porque está por morir y deja sin protección a su amada esposa y sus dos pequeñas hijas; Dixon porque tiene que cargar con su madre enferma, tras la muerte de su padre y lidiar con su cotidiano menosprecio.

¿Cómo reaccionan los tres personajes que conviven con el odio? Del mismo modo: con agresión. Un reflejo instintivo. Un deseo de confrontar sin importar el objetivo. Un deseo implícito de que los otros sufran del mismo modo que ellos están sufriendo. Y esa es la clave: detrás del odio, está la frustración, la sensación que el destino ha jugado en contra y que todas las certezas que sostenían nuestras vidas, se derrumbaron como un castillo de naipes.

“3 anuncios…” muestra a los personajes en el clímax de su temporada en el arrabal del odio. Y todo se tuerce hasta llegar al punto en que la telaraña del odio empieza a desmontarse. Willoughby es el primero en dar el paso. Se está despidiendo de la vida. Y con un par de cartas, acerca a los otros dos personajes del triángulo, dándoles el empujoncito para cambiar.

“A través del verdadero amor, viene la calma. Y a través de la calma viene el pensamiento” escribe Willoughby en su despedida a Dixon. Es la tesis del filme.



El guion de Martin McDonagh es lúcido, sutil, combinando muy buenos diálogos con momentos emotivos. El libro funciona porque los personajes son capaces de arrojarnos una frase humorística en el momento de mayor intensidad dramática. Con mucha maestría, evita caer en golpes bajos y sensibleros.

Y el otro cómplice para realzar el brillo del texto, es la actuación del terceto protagonista. Frances McDormand nos da una de sus habituales interpretaciones donde, con solo alzar una ceja, transmite la intensidad del personaje. Es deliciosa su actuación, medida, intensa, cercana. Woody Harrelson es el segundo punto alto, en un personaje hecho a medida. Y Sam Rockwell proporciona el personaje con más variantes, el que pasa del desprecio al afecto del espectador. Este triángulo eleva al filme y lo torna en memorable.

Señor visitante de esta página: hágame caso, no deje pasar a “3 anuncios…”. Me lo va a agradecer.

Mañana, las mejores frases.

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