libreta chatarra: la otra vez que don bartolo zafó

26.4.18

la otra vez que don bartolo zafó

La otra semana, contamos la vez que don Bartolomé Mitre zafó de milagro en el campo de batalla, cuando fue alcanzado por un proyectil (http://libretachatarra.blogspot.com.ar/2018/04/la-herida-de-mitre.html). Hoy vamos a recordar otra ocasión, en la que Mitre eludió a una muerte segura.

En el verano de 1834, un jovencito Bartolomé Mitre, de sólo 13 años de edad, fue enviado por su padre Ambrosio a pasar la temporada en la estancia de un amigo, “El Rincón de López”, al sur del Río Salado, en el Partido del Tuyú. La idea era que el chico se curtiera en las tareas de campo. Parece que el experimento no funcionó del todo bien porque se lo devolvieron al poco tiempo con estas palabras: “Dígale a Don Ambrosio que aquí le devuelvo a este caballerito, que no sirve ni servirá para nada, porque cuando encuentra una sombrilla se baja del caballo y se pone a leer”.

Pero antes de esa devolución, al joven Mitre le encargaron dejar un recado en un puesto ubicado en la otra orilla del Salado. Como había llovido en los días previos, el río estaba crecido y Mitre tanteó por donde vadear el Salado, más por prueba y error que por experiencia. Ya estaba por cruzar cuando escuchó una voz a su espalda: “Chiquilín, ¿Qué vas a hacer?”.

El joven Mitre se dio vuelta y vio a un apuesto y bien vestido jinete. “Voy a pasar el río, señor” contestó el joven. “Por ahí no, criatura; te vas a ahogar” le señaló el jinete, tras lo cual lo acompañó durante un largo trecho hasta encontrar el paso más seguro para cruzar el río.

“Agárrate bien de las crines de tu caballo y anda tranquilo, pero fijate para no errarle en el regreso” le aconsejó. El joven agradeció y el jinete le pidió su nombre y le preguntó de dónde era. “De lo de don Gervasio Rozas” declaró Mitre, el dueño de “El Rincón de López”, el amigo de su padre Ambrosio.

“Aja” dijo el jinete “Decile a Gervasio, que dice su hermano Juan Manuel que no sea bárbaro, que no se envía a una criatura como vos a cruzar el Salado crecido sin mandarlo a la muerte”.

De esa forma, Bartolomé Mitre fue salvado por don Juan Manuel de Rosas. Y fue la última vez que se vieron frente a frente. Con los años, ya adulto, Mitre sería férreo opositor al gobierno del Restaurador de las Leyes y regresaría del exilio después de Caseros para convertirse en Presidente de los argentinos.

No obstante, pese a estar en veredas opuestas en asuntos políticos, Bartolomé Mitre conservaba, en su escritorio, una miniatura con la efigie de don Juan Manuel de Rosas como recuerdo del hombre que le salvara la vida cuando era chico.