13.2.09

remembranzas de Oleanna

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LA DUDA

Adaptación de John Patrick Shanley de su propia obra teatral, “La duda” nos deja un sabor amargo final: una historia que no alcanza su propio potencial. Con un fuerte conflicto dramático inicial, ideal para motorizar la lucha entre dos protagonistas antológicos, los escarceos de los personajes se diluyen en un final que tal vez peque de demasiado abierto. ¿Qué es lo que quiere contar esta obra? ¿La historia de una venganza? ¿La búsqueda de una verdad? ¿Una parábola sobre la envidia? ¿El cinismo y el ejercicio inescrupuloso del poder? No queda muy claro. Que la culpabilidad o no del Padre Flynn no sea necesaria para justificar la trama, habla, tal vez, de ese intento de mantener abierto todos los frentes y no definirse por ninguno.

Cuando vi “La duda” no pude dejar de acordarme de “Oleanna” de David Mamet, una obra teatral, llevada a cine por su autor (como hizo Shanley) y reducida a la mínima expresión de la interacción de dos personajes, interpretados por William H. Macy y Debra Eisenstadt. En ese caso, la obra trataba de la acusación de acoso sexual de una estudiante universitaria a su profesor. La gracia de la historia no era definir si hubo o no acoso sexual (no lo hubo, eso lo veíamos desde el primer momento), sino observar cómo un personaje iba transgiversando las palabras del otro, como sacaba frases fuera de contexto de tal modo que cambiaban, completamente, su significado. Era la victimaria que se convertía en víctima para desplegar su acción destructiva.

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Cada diálogo, el profesor se enredaba más y más en una defensa que presagiaba su derrumbe. Habíamos asistido a una escena en la que el profesor decía algo inocente, línea que era dada vuelta, en la escena siguiente, cambiándole su intencionalidad. Defenderse no era la mejor herramienta, porque esa intención echaba sombras sobre la inocencia del acusado. En el fondo, el brillante diálogo de Mamet, esbozaba la verdad: una estudiante celosa por la atención de su profesor. Cada vez que el profesor estaba por romper la resistencia de su estudiante, una intervención externa (vgr.: el llamado telefónica de la esposa) hundía ese intento y, perdida la oportunidad, el conflicto se retomaba en un grado peor, con un resentimiento más alto.

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Hay mucho de la dinámica de “Oleanna” en este “La duda”, en el juego obcecado de la Hermana Aloysius en destruir a su oponente, el padre postconciliar, joven, querido por sus fieles, de roce mundano con la jerarquía, todo lo que ella no puede ser, una proyección del machismo de la Iglesia Católica. Pero en la obra de Mamet nos quedaba en claro cuál era, desde el principio, la dinámica de la confrontación. Era tan fuerte y tan potente que la puesta teatral de “Oleanna” no nos molestaba como si nos molesta en “La duda”, en donde se subrayan tormentas o nubarrones de la trama con exteriores literales muy poco sutiles en el lenguaje cinematográfico. Shanley ha llevado en forma muy pobre, a la pantalla, su propia historia. Es uno de los defectos, pero no el principal.

“La duda” carece del diálogo brillante de David Mamet. En ese aspecto, es más austera, más pobre en el recuerdo de parlamentos antológicos. Y ése nos parece el pecado fatal.

“La duda” contó con la complicidad de dos actores memorables, como Meryl Streep y Philip Seymour Hoffman de los cuáles cualquier elogio es, además de reiterativo, una obviedad. Ellos elevan el espesor dramático de “La duda” varios grados sobre su propia trama.

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Escenas destacadas: el diálogo entre el Padre Flynn y la Hermana James; el diálogo de la Hermana Aloysius con Mrs. Miller, la mamá del presunto nene abusado; la charla entre la Hermana Aloysius, el Padre Flynn y la Hermana James, el primer cruce de la acusación.

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Frases:

Cuando están perdidos no están solos.

Hay una jerarquía, úsela.

Siempre se elige el camino fácil en estos tiempos. Toda salida fácil, tendrá sus consecuencias en el futuro. Recuerde mis palabras.

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Le dije: “¡Tú eres la madre, tú la criaste, tú la alimentaste, tú dile que es gorda!”.

-No es bueno ver a la gente con sospechas. Me siento menos cerca de Dios.
-Cuando se acerca un paso para señalar el mal, se aleja un paso de Dios pero para servirlo.

-Muy bien, tienen derecho a invitar a la chica a bailar. Y ella tiene el derecho de rechazarlos. El secreto es no tomárselo muy a pecho.
-¿Y qué hay si todas te rechazan?
-Entonces te haces sacerdote.

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De todos los niños… Donald Miller.

¿Qué pasó en la Rectoría?

No dejaré que destruya mi espíritu de compasión.

-Hay gente que va por su humanidad, Hermana… Que dice que la luz en su corazón es sólo debilidad. ¡No les crea! Es una vieja estrategia de la gente cruel para eliminar la bondad en nombre de la virtud. El amor no tiene nada de malo.
-¿Amor?
-¿Ha olvidado el mensaje de nuestro Salvador? Se trata de amar a la gente.

Señora Miller, tal vez tengamos un problema.

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Creo que sé de lo que está hablando pero no quiero saber nada con eso.
¡Usted sola está frenando a esta escuela y a la parroquia!

-No tiene ninguna prueba.
-¡Pero tengo mi certeza!

Me hubiera quedado entre ustedes por más tiempo. Pero ese viento me está alejando. Extrañaré esto. Y los extrañaré a ustedes. Pero estoy contento de que el poder que me impulsa lo hace con sabiduría, sabiendo que es lo mejor.
Y ese poder es mi fe.

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Su renuncia fue su confesión. Él era lo que yo pensaba que era.

¡Tengo dudas! ¡Tengo tantas dudas!

CONSEJO: esperar al DVD.

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