En septiembre de 2004, dedicamos el especial de “Super Chatarra Special” (www.superchatarra.com.ar) a Jean-Francois Champollion, el hombre que descifró los jeroglíficos egipcios y que permitió que el pasado de una civilización, que se creía definitivamente perdido, reapareciera de la noche del tiempo. De ese especial (que pueden consultar en su totalidad en: http://www.superchatarra.com.ar/edanteriores/septiembre2004/champollion.htm) elegimos el párrafo en el que el propio Champollion explica el método con el que descifró la Piedra de Rosetta.
En la Piedra de Rosetta, podía distinguirse un grupo de símbolos encerrados en un anillo ovalado, que los estudiosos bautizaron con el nombre de cartouche. Como el texto griego indicaba que el texto era una alabanza sacerdotal al rey Ptolomeo V, cabía especular con que ese anillo realzaba el nombre de alguien muy especial, tan importante que no podía ser otro que el monarca. Ese era el primer paso: esos símbolos querían decir “Ptolomeo”.
Champollion siguió un camino que ninguno otro había recorrido, empantanados en la tesis de Horapolo. Identificó cada signo con una letra del nombre del rey. Y luego, testeó su hipótesis, a partir de una segunda Piedra de Rosetta, el Obelisco de Filé (o Phiale), descubierto un año antes, y que presentaba un doble texto, jeroglífico y griego. Nuevamente apareció el cartouche con el nombre de Ptolomeo. Pero, mejor aún, aparecía otra combinación de signos encerrada de igual manera. Ante el texto griego, Champollion supuso que se refería a otro integrante de la nobleza, “otra que debe llevar el nombre propio de una mujer, una reina ptolomea, ya que termina con los signos jeroglíficos femeninos que, sin excepción, adoptan también a los nombres propios jeroglíficos de todas las diosas egipcias”, en palabras del propio Champollion. Esa reina era Cleopatra.
Sigamos la deducción tal como la describió Champollion:
“Este nombre y el de Ptolomeo que tienen ciertas letras iguales en griego, tenía que servir para un estudio comparativo de los símbolos jeroglíficos que componían ambos. Y si los signos idénticos en estos nombres respetan los ‘mismos sonidos’ en ambas inscripciones, su carácter tenía que ser ‘enteramente fonéticos’.
Una comparación preliminar me reveló también que estos dos nombres, escritos fonéticamente en la escritura demótica, contenían cierto número de caracteres idénticos. La semejanza entre las tres escrituras egipcias en su principios generales me impulsó a buscar el mismo fenómeno y las mismas correspondencias cuando los mismos nombres se presentaran en los ‘jeroglíficos’. Esto pudo comprobarse fácilmente por simple comparación entre el jeroglífico que contenía el nombre Ptolomeo y el del obelisco de Phiale aunque, según creía por el texto griego, debía llevar el nombre de Cleopatra.
El primer signo del nombre Cleopatra, que recuerda una especie de ‘cuadrante’ y que representaba la K, debía esta ausente del nombre de Ptolomeo, como así fue efectivamente.
El segundo signo, un ‘león acostado’ que estaría, representado por L es exactamente igual al cuarto signo en el nombre de Ptolomeo, también una L (Htol).
El tercer signo en el nombre de Cleopatra es una ‘pluma’ o una ‘hoja’ y representa la vocal coral E. Vemos también dos hojas similares al final del nombre Ptolomeo que, por su posición, puede tener solamente el valor del diptongo AI, en AIOS.
El cuarto carácter en el jeroglífico de Cleopatra, una especie de ‘flor con un tallo combado’, representaría la O en el nombre griego de esta reina. Es efectivamente el tercer carácter en el nombre de Ptolomeo (Hto).
El quinto signo en el nombre de Cleopatra que se presenta por un paralelogramo y que debe indica P, e igual el primer signo en el jeroglífico de Ptolomeo.
El sexto signo, que representa la vocal A de KAEOPATPA es un ‘halcón’ y, como es lógico, no aparece en el nombre de Ptolomeo.
El séptimo carácter es una ‘mano abierta’ representando la T. Pero esta mano no aparece en la palabra Ptolomeo en donde la segunda letra, la T, está expresada por un ‘segmento de círculo’ que, sin embargo, es también una T. Veremos después por qué estos dos jeroglíficos tienen el mismo sonido.
El octavo signo de KAEOPATPA que es una ‘boca’ vista de frente y que sería la P no aparece ni debe aparecer en la inscripción de Ptolomeo.
Finalmente, el noveno y el último signo en el nombre de la reina, que debe ser la vocal A, es efectivamente el ‘halcón’, que hemos visto ya representando esta vocal en la tercera sílaba del mismo nombre. Este nombre propio termina en los dos símbolos jeroglíficos del género femenino. El de Ptolomeo termina en otro signo que consiste en una saeta doblada equivalente a la S griega, como veremos después.
Los signos combinados de las dos inscripciones, analizados fonéticamente nos dieron doce signos que correspondían a las once consonantes, vocales o diptongos, A, AI, E, K, L, M, O, P, P, S y T, del alfabeto griego”.
La importancia de esta deducción (aparentemente sencilla, pero revolucionaria para su época) está contenida en una frase de la carta de Champollion: “en cuanto a los extraordinarios monumentos erigidos por los egipcios, podemos leer al fin, en las inscripciones que las adornan, su cronología exacta desde Cambises”.
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