“La inmensa mayoría de la gente es tan femenina en lo concerniente a su naturaleza y opiniones, que su pensamiento y acciones se hallan gobernados por sensaciones y sentimientos más bien que por consideraciones razonadas. Este sentimiento, empero, no es complicado sino muy sencillo y consistente. Apenas si sabe diferenciar pero es uno de los dos, positivo o negativo”Los idas y vueltas en el favor de Hitler, afectaron al hombrecito del Ministerio de Propaganda. Otros astros (Himmler, Göring) opacaron su brillo. Y el hombrecito dio volteretas para seguir contando con la gracia del Jefe.
ADOLF HITLER
Un fuerte tropezón en la estima de Hitler, fue el affaire Baarová. Lidia Baarová era una actriz checa con la que Goebbels tuvo un romance. Un gran romance, hay que decirlo. Magda, la esposa de Goebbels, se enteró y fue a quejarse a Hitler quien le ordenó a Goebbels romper la relación. Goebbels ofreció su renuncia: aceptaba retirarse con su amante a Japón, donde sería embajador. Hitler rechazó la oferta y repitió la orden.
El 15 de octubre de 1938, el hombrecito intentó suicidarse.
Esto enfureció al Führer. Hitler ordenó a Himmler echar a Baarová de Alemania y deportarla a su Checoslovaquia natal.
Goebbels sobrevivió a la pérdida de ese último amor. Siguió siendo tan mujeriego como antes. Pero el daño en la relación con Hitler estaba hecho.
Tal vez por esa caída, esa falta de respeto a la autoridad del líder, Goebbels fue escrupuloso en su fidelidad al recetario antisemita de su guía político. Él se abrazó con pasión a todas las acciones contra los judíos y fue el principal promotor de la Noche de los Cristales.
El hombrecito siguió siendo habitué del círculo íntimo de Hitler, pero perdió peso específico en ese ámbito. Göring emergía como su enemigo dentro del gabinete nazi.
Alemania cruzaría la frontera con Polonia y entraría en Guerra.
Se precipitaba el acto más sangriento del nazismo. Y Goebbels tendría su tajada en el reparto.
Como era de esperar, la nación entera está alborotada... En Berlín, cinco de las quince sinagogas arden. Bulle la ira de la gente. Nada más se puede hacer contra eso esta noche. Y yo no quiero hacer nada más. Debería darse rienda suelta... A medida que conducía hasta el hotel, roturas de ventanas. ¡Bravo! Las sinagogas arden en todas las grandes ciudades.
Del diario de JOSEPH GOEBBELS
(continúa mañana)
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