Persecución del enemigo más allá del Sena. Más de 200 mil prisioneros desde el 5 de junio. La bandera alemana ondea en Versailles. ¡Venceremos! El corazón late más rápido cuando uno se entera de tal evento. Pasamos veintiún años luchando por esto. ¡Gloria, victoria!
Del diario de JOSEPH GOEBBELS
Con la Segunda Guerra Mundial, las apariciones públicas de Hitler menguaron. Y el vacío propagandístico que dejó el Führer, fue ocupado por Goebbels.
Es interesante analizar el juego de marchas y contramarchas entre estos hombres claves del nazismo: Goebbels, Himmler y Göring. Himmler se centró en lo que llamó la “solución final”, un eufemismo para el genocidio judío; Göring a cargo de la planificación económica, venía en declive con el fracaso de la fuerza área alemana; Goebbels a cargo de la propaganda, sostendría la moral alemana en tiempos de guerra.
Durante esos años bélicos, Goebbels, Himmler y Göring establecerían alianzas y contraalianzas para imponerse unos a otros, con el pánico implícito que, de caer en desgracia, no sobrevivirían a la furia de Hitler.
“La SS está ejecutando una red de espionaje aquí en Berlín y me mantiene bajo vigilancia. Se lanzan los rumores más sorprendentes... Tenga la confianza de Hitler o no, no voy a seguir trabajando en estas condiciones. Himmler me odia. Ahora yo lo destruiré... Göring está de acuerdo conmigo” escribe Goebbels en su diario. Y en otra ocasión, cuando el péndulo cortesano osciló hacia otro lado, escribe: “Día tras día Göring tiene que escuchar sin estar en condiciones de objetar en absoluto”.
Y cuando Bormann se convirtió en el hombre de confianza del Führer, los oponentes debieron aliarse para enfrentar su poder. Esto sucedió después de la derrota en Stalingrado, en 1943, el punto de inflexión que llevaría a la caída nazi.
En esos movimientos cortesanos se explica el célebre discurso de Goebbels en febrero de 1943 donde declara la Guerra Total en el Palacio de Deportes de Berlín. Goebbels exige el compromiso total de todos los recursos alemanes para la guerra, para romper el frente occidental y ganarle a los comunistas. “Dos mil años de historia de Occidente están en peligro” arriesgó. Goebbels se postulaba para ponerse al frente de la política interna de guerra.
El declive posterior a Stalingrado deterioró la situación, día a día. Escaseaban alimentos, remedios, materiales de guerra, vivienda. Hitler se replegó cada vez más en sí mismo y se ocultó del público. Y Goebbels se puso al hombro la responsabilidad de ser la cara del régimen en tiempos de guerra.
Nuevos reveses en el campo de batalla, le dieron la conducción que buscaba, aliado con Albert Speer y Himmler. Ese triunvirato fue responsable de conducir a Alemania en el último año de guerra.
“Nosotros soportamos un pesado destino porque estamos luchando por una buena causa, y estamos llamados a soportar airosamente la batalla para alcanzar la grandeza” arengaba a los alemanes cuando la suerte de la guerra estaba decidida y ya no habría milagro posible para la Alemania Nazi.
“El pueblo alemán está dispuesto a sacrificarlo todo por la guerra y la victoria. Me aseguraré de que la guerra total no se quede en teoría pura”.
Del diario de JOSEPH GOEBBELS
(continúa mañana)
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